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Mi mujer me enseñó (III)
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Carolina: Jorge, mira! también le traje un regalo a Cami.

En ese momento mis latidos se aceleraron, no creía lo que estaba viviendo, mi piel se erizó, tragué saliva y respiré sorprendido.

Jorge: No sabes lo feliz que me haces sentir, favor muéstrame de que se trata?

La sensación era muy extraña, mi mujer no solo confirmaba la existencia de Cami, sino que la invitaba a ser participe, sentí como mi cuerpo se transformaba, nuevas emociones que eran casi placenteras me recorrían, siempre supe que uno tenía ciertos porcentajes que te definían que tan cargado estabas de algún lado del sexo, sin ninguna duda quería descubrir mucho mas de mi, ya me sentía y reconocía que tenía que enfrentarme no solo a un juego, ya que los que me embargaba era muy superior a un momento.

Carolina: Toma, ábrelo es para ella.

Jorge: (Con una sonrisa de sorpresa le pregunté) Que compraste?

Al abrir la bolsa me encontré con una caja, no me imagine que es lo que era, la abrí y eran un hermosos zapatos negros con tacos medianos

Jorge: Son lindísimos, me encantan.

Carolina: Los vi y sabía que tenía que regalártelos, no son muy altos, estoy seguro que a Cami le quedarán perfecto.

Me acerqué a Carolina y la besé no solo con pasión, la besé con cariño, no entendía como ella había percibido este mundo que yo claramente desconocía o simplemente lo ignoraba.

Carolina: Vamos mi amor, estoy inquieta por estar con Cami

Jorge: Carolina, esto es muy extraño, no sabes las ansias que tengo de estar contigo, pero quiero experimentar siendo tu amiga Cami

Carolina: Déjame ayudarte, estoy fascinada, vamos al dormitorio, quiero transformarte, quiero verte de mujer y que me cuentes tus sensaciones.

Nos fuimos al dormitorio, yo a esa altura excitado, no sabía por donde partir, por lo tanto, me entregue a las recomendaciones de Carolina.

Carolina me preparo un baño, entre a la regadera muy excitado, mis movimientos eran toscos, pero entendí que debía invitar a Cami, me enjabone entero, luego deje recorrer el agua por cada centímetro.

Salí del baño, sequé mi cuerpo sintiendo algo extraño, Carolina comenzó a colocarme una suave crema, date vuelta mi amor, déjame aplicar a tu espalda y colita, la sensación era increíble, sentía como afloraba de mi cuerpo una feminidad escondida, mi pene no dejaba de estar duro, era la dicotomía que todavía no entendía. Cuando llegó a mi cola, sin querer coloqué mis pies empinados, y Carolina se sonrió comentando, que envidiable trasero tienes, me sonreí y comencé a entender que mi mujer me invitaba a liberarme.

Carolina: Jorge, quiero que te sientes en este taburete, voy a maquillarte y dejarte muy linda, la idea es que te sientas muy cómoda.

Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, fui conectando situaciones, siempre mi cola fue más femenina, mi pocos vellos en el cuerpo parece que hoy día encontraban una justificación clara, fui aceptando el juego en que Carolina me sumía, no era para mí difícil, al contrario, estaba impaciente y con ganas de ver pronto a Cami.

Carolina con mucha destreza termino su trabajo, colocando un suave color rosado en mis labios, sentía el perfume del maquillaje en mi cara, mis labios eran ahora sensuales, mi excitación era creciente, ya sentía y palpaba que venía un gran cambio.

Carolina: Jorge, ahora te pondrás estas lindas panties medías con este hermoso portaliga.

Sin decir una palabra y obedeciendo, trate de disfrutar cada milésima de segundo, estire en forma sexi mi pierna y comencé a subir suavemente la media, se sentía muy delicada, era una sensación muy femenina, cuando esta llegó al muslo, continué con la otra, al ir subiendo con esta, de mi pene todavía erecto salía ese líquido que avisaba el nivel de excitación que me encontraba, sin problemas me ceñí la portaligas, Carolina rápidamente unía esta hermosa prenda ahora a mis panties medias.

Ya era casi incontrolable lo que sentía, tenía que pensar algo distinto y controlar mi parte masculina.

Con una voz y tono de malicia, me dijo, ahora colócate la braguita, quiero ver cómo te queda.

Volví a sentir esa sensación, a medida que subía la suave y transparente prenda, mi cola casi en forma innata se levantaba, tal cual como lo había pensado, la braga natural entre mis nalgas se acomodaba, mi cola percibía la suavidad y protección de aquella zona tan codiciada, por delante mi pene presionaba y humedecía ese exquisito triangulo, que mojado transparentaba casi todo mi erecto y viril aparato.

Carolina: te ves increíble, toma, colócate los tacos

Obediente mis pies como en una mujer calzaron, inmediatamente mi cuerpo ya era ahora el de una dama, Carolina con sus tacos más altos igualaba mi estatura, me miró con deseos y comenzamos a besarnos, abrasé su cuerpo y con mis manos apretaba sus nalgas, ella hacía lo mismo con unas de sus manos, con la otra comenzaba a pellizcar mis pezones, los cuales femeninamente reaccionaron, nuestros besos apasionados mezclaban lujuria y sabores de lápiz labial, sin separarnos nos fuimos a la cama, caí de espalda y ella sobre mi me frotaba, abrí mis piernas para invitarla, mientras en mi oído me susurraba, “Cami, eres mi perra”.

En ese momento hice un click, me acorde de todas nuestras lujurias pasadas, Carolina siempre me decía que quería que fuera su amada.

Comenzó a lamer mis pezones y yo como buena hembra contorsionaba, luego ella se sacó el vestido quedando en su íntima y magnífica ropa erótica, mis piernas rodearon sus caderas, podía ver entre ojos como se mezclaban panties medias y bragas, yo ya era Cami y entendí que debía ahora disfrutar al máximo de ella.

Me encantaba sentirme mujer con ella, Carolina presionaba su sexo contra mi perineo, jugaba con su clítoris contra la costura de mi braga, la cual sentía con cada movimiento como en mi ano escudriñaba.

Era algo raro, me descubrí como Cami y por otro lado, entendí que mi mujer también tenía unas exquisitas inclinaciones sexuales.

Me di vuelta y me posicione en cuatro, Carolina me dijo, si tuviera un pene te violaría, eso me excitó demasiado, ofrecí para su deleite mi cola, ella con sus manos separo hacía el lado la braga, luego comenzó un sabroso juego de lenguas y dedos, poco a poco incursionó en mi ano, no era solo tema de calentura la entrada, mi ano lo inundo con saliva, permitiendo una suave entrada de un dedo, por el otro lado luchaba con mi pene que estaba presionado por la braga, trataba de controlar lo ingobernable, quería disfrutar el mayor tiempo posible de esta escena apasionada.

Ya mi ano había permito dos dedos, ella pacientemente los había invitado, con mucha saliva lubricaba y mi ano una vez más se entregaba a mi amada.

Llego el momento del clímax, comencé a moverme invitando a mas dedos, sentir las medias, las bragas, el maquillaje y la posición de mi cuerpo me hacían una prostituta caliente en la cama, gozada por otra hembra que de ellas gustaba, la eyaculación del pene comenzó imparable, cada borbotón de semen era acompañado de cosquilleos en los pies, mi corazón se aceleraba y mi ano pedía más y más, en un momento me di cuenta que mi eyaculación había terminado, minutos después me di cuenta que seguía moviendo mi cola disfrutando de un clímax ilimitado, caí luego de lado, cansada todavía con espasmos, Carolina me abrazo y al oído me dijo, Cami eres mi novia, lo próximo será convertirte en una dama, cerré los ojos y nos besamos, luego conversamos, me dijo que saldríamos de compras, que me llevaría a su centro de estética y belleza, que a ella le gustaban las mujeres totalmente depiladas, que me transformaría en una linda dama pero una puta en la cama.

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