Caleb, mi madre y yo tomábamos baños juntos a diario, uno todas las mañanas cuando su madre se iba a trabajar, antes de irnos a la escuela, otro en la noche, antes de que su madre llegara y lo llevara a casa. Crecimos como hermanos… Pero debí sospecharlo. Conforme crecíamos, a mí me empezó a dar vergüenza desnudarme frente a él. Dejé de tomar esos baños… pero mi madre y él no. Me engañaba a mí mismo "son como madre e hijo". Era estupidísimo. 20 años y tomando baños con mi madre… era obvio que algo pasaba.
Pero imaginen lo horrible que es saber que tu amigo se mete en la cama con tu madre…
Me vi confrontado por la realidad hace 3 años. Era navidad. Mi madre, mi hermana y yo regresamos de la cena que reunió a toda nuestra familia temprano. Mi padre había muerto hace dos años, así que no nos quedábamos a la gran celebración. Eso no me impidió emborracharme y botarme en mi cama a las 12.
Dormí solo un par de horas.
Me despertaron las "palmadas".
Caminé hasta la fuente del sonido: el cuarto de mi madre. La puerta abierta. La lámpara de noche prendida. En la cama, Caleb, mi mejor amigo, mi hermano, penetraba el ano de mi madre y movía sus caderas de arriba hacia abajo mientras soportaba el peso entero de ella.
Qué horrible momento fue para mí. Por varias razones. Primero, confirmé lo que siempre había temido, y me pregunté desde cuándo esto había sido algo para ellos dos… Porque mi madre lo gozaba tanto que pude ver hilos de fluidos vaginales desbordando y cayendo hacia su ano, cubriendo la otra razón de mi horror: el enorme y venoso pene de Caleb. Mi erro fue compararme… 15 centímetros no se comparan con un pene como el suyo. 22 centímetros, con venas muy anchas y alzadas, un par de huevos que colgaban mucho, pero que estaban contraídos… Y lo que vino después fue lo peor.
"¿Con quién disfrutaste más tu pose favorita, mamá, con papá o con Caleb?", preguntó mi hermana, que hasta ese entonces estaba en el baño del cuarto.
"Con Caleb, mi niña", se apresuró a responder y Dayanne, mi hermana, apenas con sus 18 añitos, aprovechó que el coño de nuestra madre estaba expuesto y metio su cabeza entre las piernas de su progenitora y comenzó a lamer la vagina de la que ella misma salió.
Los sonidos de mi madre infestaron el cuarto y su orgasmo no tardó en llegar. Un squirt potente causado por su propia hija y el hombre al que había criado como a un hijo. Yo los odié a los 3 en ese momento. Claramente llevaban tiempo haciendo esto… pero mi hermanita… Apenas tenía 18 años y aun así mi madre y Caleb…
Estaba a punto de entrar y confrontarlos cuando mi madre paró de eyacular, pero Caleb sacó bruscamente el pene de ella y la echó a un lado, dirigiendo su miembro hacia la vagina. La penetró sin piedad y empezó a mover sus caderas con rapidez, extendiendo el orgasmo de mi madre, que empezó a eyacular aún más mientras él metía y sacaba su miembro. Lo hizo durante un largo minuto hasta que él mismo estuvo cerca del orgasmo y, levantándose, puso a Dayanne de rodillas frente a él y eyaculó en su cara.
Recién eyaculaba y volvió a dirigir su mirada hacia mi madre, mientras Dayanne mamaba su pene que no perdía la erección. Ella entendió… la vi gatear en la cama y bajar con cuidado al suelo, uniéndose a mi hermana bañada en semen en la mamada. Ambas se alternaban, entre meterse el pene en la boca y mamar las pelotas, lamer el tronco o mover la cabeza de la otra. Caleb lo gozaba y dejaba salir gemidos de placer cada vez más sonoros hasta que, inevitablemente, se acercaba la eyaculación. Se puso rígido un momento y al siguiente, arrojó a Dayanne contra la cama, dejándola de espaldas. Se apresuró a penetrar su vagina.
"¿La quieres embarazar?", preguntó mi madre, acariciándole la espalda a Caleb mientras mi hermana gritaba de placer y dolor.
"Sí, Jenna, eso quiero", respondió mi madre. Su cabello corto y pelirrojo, su piel blanca, contrastaba con la piel morena de Caleb y su cabello oscuro. Se veían muy bien juntos los 3… Pero Dayanne claramente estaba sufriendo la situación.
"¿Te casarás con ella?", dijo mientras deslizaba un dedo entre las nalgas de Caleb.
"Sí, quiero cogérmela toda la vida… y llenarla de mis niños"
"¿Y a tu suegra le darás lechita también?"
"Joder"
Caleb eyaculó dentro de mi hermana mientras mi madre jugueteaba con su ano. Las mujeres de mi familia siempre han sido muy voluptuosas. Pero mi hermana… a sus 18 años tenía un cuerpo digno de porno. Un par de senos grandes con pezones anchos y carnosos que Caleb disfrutó mientras mi madre limpiaba el esperma de la cara de mi hermana…
Los 3 entraron al baño. Caleb se cambió y tuve que ir a mi habitación para que no me notara al salir. Cuando se fue, mi hermana y mi madre se quedaron en la cama, desnudas, besándose y hablando de él. De un posible embarazo y de comprar pastillas del día siguiente.
"Le encantó su regalito", dijo mi madre, tocando la labia vaginal de mi hermana, que aún desbordaba su esperma…
Cuando llegué a mi cuarto, me di cuenta que no podía deshacerme de la erección… Me masturbé pensando en lo que había pasado. Sentí una placentera inferioridad hacia mi mejor amigo, imaginando su pene comparado al mío, una traición que disfruté, al recordarlo follando con mi hermana menor y mi madre. Soy patético por decir esto… pero me encantó masturbarme recordando. Era un degenere sin igual. Incluso cuando ellos supieron que los atrapé, nunca pararían de hacerlo. Pero eso lo contaré en otro relato.