Lamento haber tardado tanto en publicar esta segunda parte del relato. En la primera parte describí a detalle el momento en el que presencié la primera vez que mi mejor amigo (ahora padrastro) tuvo sexo con mi madre. Para poder entender este relato se necesitan las descripciones del anterior. Mucho de lo que aquí contaré es el motivo por el que tardé tanto en decidirme a continuar: simplemente había cosas que me daban mucha vergüenza e incomodidad escribir y no me sentía en un espacio mental adecuado para lidiar con la ansiedad de que extraños leyeran los más bajos pensamientos que quería y a la vez no plasmar. Una disculpa por haber tardado tanto.
Habían pasado dos meses desde aquella noche en que tuve el placer de ver a mi madre entregando su cuerpo a mi mejor amigo. Había notado algunos cambios en mi madre: estaba de mejor humor siempre, se volvió muy servicial y materna conmigo nuevamente, salía cada que podía de casa y se encargó de comprarse más ropa para salir que en años anteriores. Ciertamente me alegraba que mi madre fuera más madre conmigo. En años pasados se había dedicado mucho a ella misma: salidas con amigas, el gimnasio, leer, tomar cursos. Todas cosas buenas para ella pero que al final no tenían ningún impacto más que ser una distracción y podía notar en ella que algo le faltaba en la vida para ser feliz. Ahora la veía feliz… lo que le hizo falta fue empezar a cogerse a mi mejor amigo.
Y entonces noté el cambio más extremo en ella: no le llegaba su periodo. Las toallas sanitarias, que normalmente compraba cada dos semanas, estaban acumuladas en el cajón del baño. Pensé en que Caleb la había embarazado en su encuentro sexual con ella y la sangre me hervía al pensar en ello.
Lo cierto es que realmente me daban ganas de llorar al pensar en ello. Desde que tengo memoria, he visto a mi madre como mujer y no como lo que debería ser para mí. Mi primer amor fue mi madre y, al igual que Caleb, mis primeras fantasías sexuales la involucraban. Imaginaba que entraba a mi cuarto a escondidas para cogerme sin que mi padre se diera cuenta, que chupaba mi pene antes de hacerme el amor, que mi madre me veía como un hombre. Afrontar que tu mejor amigo recibe esos tratos es algo muy parecido a verlo con cualquier otra mujer de la que estás enamorado. Imaginen a su mejor amigo follando con la mujer que ustedes aman, y que esa mujer le corresponde en absolutamente todo a él. Ese vacío en el estómago, esa pequeña pesadilla, yo la presencié y experimenté el placer sexual más tormentoso que alguien puede pasar.
Encima de quedarse con la mujer que quería, que sabía que nunca iba a poder tener pero que aun así deseaba con todo mi ser, él la había embarazado. Simplemente me hacía sentir poco hombre. Mi mente me decía que era un retraso, que si mamá no me había pedido pasar al super por más era porque algún cambio hormonal estaba pasando… pero no. Mi estómago, mi intuición, me decía lo que mi madre para aquel entonces ya sabía: estaba embarazada de gemelas.
Durante dos meses no fui a trabajar por temas de cuarentena. Me entristecía profundamente no recibir ni los bonos ni las horas extra que me permitían distraerme en mi hobbie… pero eso me permitió acceder a esta parte de mi vida que se había convertido en ver a mi madre teniendo sexo con Caleb.
Salía todos los días de mi casa a las 8 para presentarme a mi trabajo de velador falso que le había dicho a mi madre que había conseguido. Sin falta Caleb llegaba a las 9, se metía a mi casa por la puerta de atrás y empezaba a satisfacer a mi madre. Yo abría con mucho cuidado la puerta y la dejaba entreabierta por si necesitaba escapar. Me bajaba los pantalones y me castigaba a mí mismo viéndolos follar.
Lo que más me sorprendía era lo sucios que se habían vuelto. Las primeras veces se mantuvieron bastante convencionales: misionero, perritos, mamadas, besos y sexo intenso pero común. Y entonces, más o menos pasado un mes desde que habían empezado su relación, llegué al segundo piso, me asomé por la puerta entreabierta y vi a Caleb en cuatro con el culo bien alzado, la lengua de mi madre entrando en su ano mientras ella masturbaba su venoso y desmesurado pene. Esa noche mi madre controló en su mayoría el acto e hizo que Caleb le lamiera el culo, le acariciara la entrada a su ano con su verga e incluso le dejó meterle un pequeño consolador que no sabía que ella tenía. Unas noches más tarde vi a mi madre ponerle el coño en la cara a Caleb hasta que alcanzó el orgasmo y cuando se retiró, la cara de mi amigo estaba cubierta por el propio semen que él había eyaculado en el interior de mi madre sólo para ver a mi madre limpiarle la cara a besos y lamidas.
A veces el sexo era más calmado, a veces más intenso y sucio, pero durante dos meses sólo descansaron seis días. Esos seis días que yo había tardado en "conseguir trabajo". Era realmente impresionante…
Y entonces llegó esa noche. Mi madre estaba boca abajo en la cama con el culo bien levantado, el horrible pene de Caleb estirando su pequeño, diminuto y hermoso ano rojito hasta hacerla gritar y retorcerse de dolor. Caleb la tenía bien sometida y a pesar de lo espasmódica y adolorida que mi madre estaba, él estaba dispuesto a follar ese ano sin consideración alguna. Terminó de hundir su miembro en el culo de mi madre y entonces empezó a moverse.
-¡No, para, espérate!
Mi madre le rogo con ojos llorosos y pegando con los puños cerrados en el colchón.
-Soy tu esposo, ¿no? Tú me hiciste papá y ahora yo soy el hombre de esta casa… obedéceme, amor.
Y estableciendo la dominancia más desconsiderada que me podría imaginar, empezó a mover sus caderas a pesar de los gritos de piedad de mi madre. Ella le pedía que parara, le decía que la estaba lastimando, que por favor se detuviera. Caleb la estaba lastimando de verdad. Mi pene estaba perdiendo al rigidez en mi mano. Podía soportar verlo follándola, satisfaciéndola, amándola y siendo amado por ella. Pero esto era abuso y ahí marqué mi límite. Mientras guardaba mi pene escuché un último grito y vi a Caleb con el pene tan al fondo de mi madre que sólo sus huevos quedaban fuera. Subí mis pantalones y los abroché y entré al cuarto. Caleb estaba montando a mi madre, me daba parcialmente las espaldas y no alcanzó a terminar de sacar su pene cuando me abalancé encima de él. En el proceso le torcí un poco el pene a la que salía del ano de mi madre, un sonoro "plup" cuando su glande salió de las tripas de mi mamá.
Lo tiré de la cama y empecé a golpearlo con todas mis fuerzas. Él se limitó a cubrirse el pene con una mano y la cara con la otra, pero todos mis golpes se fueron a sus costillas y espalda.
-¡La estabas violando, la estabas lastimando, puto!
Grité mientras lo seguía golpeando y entonces sentí las manos de mi madre agarrándome del cuello desde atrás y jalándome con fuerzas. Caí de espaldas y cuando me recuperé ella cubría con su cuerpo desnudo a Caleb y me gritó llorando.
-¡Déjalo, era una fantasía, no lo lastimes! ¡Ya déjanos, salte del cuarto y déjanos!
Yo me sentía muy bien después de golpearlo y entonces agarré a mi madre de las caderas y la lancé encima de la cama. Ella gritó y dudé un segundo. Segundo que Caleb aprovechó para tirarme al suelo y someterme. No me golpeó, que es lo que esperaba, me torció un brazo por detrás de mi espalda y sin decir nada se quedó encima de mí. Mi madre se quedó llorando en la cama y entonces me di cuenta de que la había tratado muy mal.
Caleb me levantó sin soltarme el brazo y me empujó fuera del cuarto, cerrando la puerta con seguro enseguida.
Y entonces "silencio". Los escuché susurrando un par de minutos. Y entonces mi madre abrió la puerta. Estaba usando su short y blusa de casa y Caleb estaba completamente vestido.
-Tenemos que hablar José.
Me dijo mi madre y me pidió que bajara a la sala.
Bajamos los tres, mi madre se sentó al lado de Caleb y ella marcó toda la conversación.
-Mira, José Manuel, quiero que quede totalmente claro que lo que viste allá arriba fue totalmente consentido. Yo le avisé a Caleb lo que iba a decir y cómo él tenía que reaccionar. No me obligó a nada… nadie fue violado ni abusado ni nada que se le parezca. Yo entiendo que estés molesto porque hayamos decidido empezar esto sin avisarte o darte señales o algo, pero somos adultos los dos y no tenemos por qué reportarte nuestra vida sexual ni a ti ni a nadie. Hemos mantenido todo lo que hemos hecho en mi cuarto, mi espacio, porque no quería invadir nada de nuestro espacio compartido con mis actividades sexuales.
Intenté interrumpirla varias veces en el proceso y todas las veces ella levantaba la voz para acallarme. Caleb no se dignaba a dirigirme la mirada. Me dio una profunda satisfacción verlo tan asustado. Pasó de estar declarando que él era el hombre de la casa a estar hecho bola al lado de mi madre.
-Así que espero que de verdad esto no se repita y sepas respetar nuestra intimidad en un futuro. Ahora sí, dime lo que tengas que decirme.
Le puso una mano en la pierna a Caleb. "Nuestra intimidad".
-¿Piensas seguir con él?
Pregunté enojado.
-Pienso hacerlo así es.
-Mamá, no puedes seguir con él, no mames era mi puto mejor amigo.
-Hijo, Caleb y yo llevamos tiempo desarrollando el lazo que ahora tenemos y… la verdad es que me trata con respeto, es el único hombre con el que me he sentido cómoda desde que tu papá y yo nos divorciamos. Y la verdad es que preferí relacionarme con alguien que ya era cercano a mí antes de buscar conocer a otro hombre a mis 38 años.
-Mamá, que literalmente crecimos juntos, ¿no ves lo jodido que está toda esta puta situación?
-José Manuel, por favor, entiende. De verdad que nunca planeamos que esto pasara… sólo se dieron las cosas y aquí estamos ahora. Caleb y yo decidimos ser una pareja. Lo único que nos preocupaba eras tú y cómo lo tomarías y ahora que lo sabes puedes elegir entre ser una piedrita en el zapato o darnos tu apoyo en esto. Y de verdad, hijo, evité buscar a otro hombre durante años para que no tuvieras que lidiar con tener a un extraño en casa en lugar de tu papá. Necesito que ahora me apoyes en esto.
La verdad es que mi madre me estaba dando argumentos buenos, pero no iba a dejar que eso me calmara. Simplemente estaba muy enojado en el momento.
-¿Por qué tenías que putear en específico con mi mejor amigo, má?
Caleb se enderezó y estaba a punto de responderme, claramente enojado, pero mi madre le puso la mano en el pecho y lo hizo callar. Aunque en el sexo Caleb pareciera tan en control de todo, me quedaba claro que mi madre seguía decidiendo por la relación en general.
-Tú llámame puta si quieres, hijo. Para ti es putear, pero para mí fueron años de estar sola y no tener a nadie que me apoyara más que a Caleb. Ni tú ni tus tíos ni tus abuelos estaban ahí cuando yo me sentía abandonada y desechada.
-¿Nada más por eso abriste las piernas?
-Sí, por eso abrí las piernas, José Manuel.
Mi madre comenzó a llorar sin cambiar la expresión. Se mantuvo seria, el mentón en alto y nada más se limpiaba las lágrimas sin quitarme la vista de encima.
-Me quiero ir de la casa, mamá. No quiero soportar esto.
-No te vas a ir a ningún lado, José. Tu padre no te va a querer recibir, a él que se buscó a una muchachita menor que tú le interesa su nueva esposa y los hijos de esa pendejita. Ve a armarle este pancho a tu padre a ver si él se digna a sentarse a hablar contigo. Si te abandonó de pequeño ¿qué te hace creer que te va a querer cuidar ahora de grande?
Y se hizo un silencio largo y doloroso entre los tres. Todo lo que mi madre decía tenía sentido. Yo no la apoyé cuando ella me necesitaba, no me preocupaba por ella en la manera en la que Caleb lo hizo. No podía esperar de mi padre ayuda ahora después de años de desentenderse… me sentí acorralado y sinceramente agotado.
-¿Ahora qué?
Pregunté con hostilidad queriendo ocultar que me dolía saber que no tenía nada que pudiera decir para no quedar como un pendejazo.
-Ahora vas a aceptar que Caleb y yo somos algo que va a pasar. Y tú no eres menos por eso y él no te ganó porque se haya acostado con tu mamá ni cualquier otra idea pendeja que los idiotas de tu edad puedan pensar o decir. Simplemente alguien a quien conoces y que te aprecia ha decidido ser ahora el novio de tu madre. No hay nada de malo en eso.
Caleb reaccionó cuando mi madre dijo "novio", claramente eso le gusto. Por primera vez en la conversación, mi madre dejó que Caleb le tomara la mano.
-Mamá… es mi mejor amigo.
-Y tampoco es fácil para él tener que estar en esta situación. Y tampoco para mí tener que explicarle a mi amiga que voy a ser la pareja de su hijo, pero bueno. Así son las cosas.
Me rendí. Accedí a aceptar su relación y subí a mi cuarto. Dejé mi puerta abierta para poder escuchar lo que sea que fueran a decir cuando me subiera.
Me dolió mucho escucharla despedirse.
-Mañana hablamos con él del bebé, ¿ok? Buenas noches, amor.
Así se despidió mi madre de mi amigo.
Habían pasado unos quince minutos desde que Caleb se había ido cuando tocó a mi puerta. Estaba abierto así que solo entró y se sentó en mi silla de escritorio.
-Te amo, hijo. Gracias por comprender todo esto. Sé que es una locura ahorita pero me va a hacer muy feliz a futuro.
No respondí nada. Me mandó un beso volador y me dio las buenas noches. Cuando estaba por salir le hablé.
-Mamá… ¿podrías ayudarme con esto?
Le mostré mi pene erecto. Ella se cubrió la cara con la mano enseguida y me dio la espalda.
-No… creo que estás un poco confundido por todo esto. Mañana podemos hablar…
-¡No! Mamá, sé que llevas haciendo esto por dos meses. Llevo viéndolos juntos todo este tiempo… odio a Caleb porque él hace todo lo que yo… lo que yo siempre he querido hacer contigo, mamá. Sólo esta vez y nunca volveré a pedir algo así, sólo esta vez y te juro que no me opondré a lo tuyo con Caleb…
Dije eso y ella volteó a ver mi pene, se llevó la mano a la boca y suspiró muy fuerte antes de acercarse a la cama y tomar mi pene con una mano y empezar a masturbarme. Su agarre era fuerte y firme, pero delicado con mi glande. No volteó a verme y no me dirigió la palabra, simplemente usó su mano durante algunos minutos.
-Mamá…
Dije y le agarré el culo y metí mi mano y su short en la raja.
Ella se alejó y soltó mi pene, pero yo me puse de pie y la abracé por detrás.
-Solo esta vez, mamá.
Le rogué, mi pene erecto entre sus nalgas, mi cara metida en su cabello, mis brazos rodeándola.
-Solo esta vez y luego nunca haremos nada así.
-Lo juro, madre.
Caminó hasta su cuarto y yo la seguí. Sobre la mesa de noche seguía el bote de lubricante. Se bajó el short y se puso en 4 antes de untar su ano con ese viscoso y frío líquido. Yo saqué un poco y lo unté sobre mi pene.
-Usa mi ano, no te acerques a mi vagina.
La vista era perfecta. Mi madre en cuatro, su ano expuesto ante mí, su figura perfecta cubierta por esa blusa holgada… Pero no importaba. Iba a demostrarle que yo también era un hombre. Que Caleb no era el único capaz de hacerla sentir mujer. Iba a hacer lo que llevaba toda la vida deseando y sin tener que esforzarme como mi padre en su momento o Caleb ahora, el pensamiento me hizo sentir mucho más hombre que ambos.
Acerqué mi pene y su ano me recibió sin problema alguno. Claramente Caleb había hecho uso de este hoyo muchas veces por lo sencillo que fue para mi madre recibirme dentro. Pensé con coraje que estaba acostumbrado el tamaño de mi amigo… empecé a moverme más rápido y con más fuerza. Mis 15 centímetros de verga bastaron para hacer a mi madre gemir un par de veces. No podía verle la cara, pero el ocasional gemido me hizo saber que parte de ella lo estaba gozando. Duré 10 minutos metiendo mi verga en su ano cuando por fin eyaculé. Lo hice dentro y ella se estremeció… pero no me pidió que parara y seguí mientras mi pene mantuvo la erección. A pesar de venirme, seguía duro y hubiera seguido follando con ella de no ser por el orgasmo que le provoqué a mi madre. Pude sentir su cuerpo temblar y lo siguiente fue cómo su ano se aferraba a mi y finalmente me libraba de su agarre cuando mi madre se echó en la cama a la que un squirt salió disparado de su vagina.
-¡Vete ya!
Me gritó y se encerró en el cuarto.
Yo me sentía muy bien… y también muy mal cuando la excitación de todo se me pasó. No había marcha atrás, mi madre nunca volvería a verme como su hijo y yo había arruinado cualquier ápice de buena voluntad que ella tuviera para mí. Supe entonces que tenía que ser el mejor hijo del mundo y aceptar lo que ella y Caleb quisieran hacer. Me reconocí a mi mismo como una vergüenza: para mi madre, porque la había llevado a tener sexo conmigo; para mi padre, porque literalmente toda la vida deseé a su esposa; para mi amigo porque sabiendo bien las intenciones que tenía con mi madre para futuro dejé que mi pene dictara mis acciones. Esta experiencia en particular me marcó y me convenció de que soy una mala persona. Eso es algo muy feo de decir… pero lo cierto es que volvería a hacerlo todo igual sabiendo cómo terminó todo para mí.
Al día siguiente me anunciaron juntos el embarazo de mi madre. Dos semanas después Caleb se estaba mudando al cuarto de mi madre tras la plática que tuvieron con su familia que terminó con él y mi madre siendo corridos de su casa. Mis abuelos paternos por su lado inevitablemente harían las paces con él y con mi madre cuando mis medias hermanas nacieron. Y fue entonces que mi madre le confesó a Caleb lo que había hecho conmigo esa noche en que yo los confronté.
Ese fue el último paso para que mi mejor amigo, ahora mi padrastro, decidiera compartir a mi madre conmigo y eso lo contaré en mi siguiente relato.