Me llamo Daniel, tengo 36 años, mido 1.80 de piel morena y cabello oscuro. Conocí a Gabriela en mis épocas de estudiante universitario y ha sido mi (mejor) amiga desde entonces, muchos años a la fecha. Paso a describirla a ella, Gabriela es delgada, mide 1.60 de piel blanca, cabello cortado estilo Bob (si desean googleen corte bob para darse a la idea), con una mirada bastante sexy y una nariz delicada y redondita, de lindas piernas largas, senos de tamaño medianos y una cola redondita muy linda.
Por cuestiones de trabajo no podíamos vernos a menudo, cuando para gran sorpresa un día me llega un mensaje suyo preguntado si tenía planes ese día luego del trabajo y si podíamos vernos para platicar al salir de la oficina; le respondí que no tenía plan alguno y que me gustaría verla. Pasé todo el día en la oficina feliz porque podría volver a verla e incluso me puse a pensar a qué lugares podríamos ir aquella tarde. Para mi disgusto mi jefe me pidió que realice unos informes y debido a la importancia de los mismos me tocaba quedarme a trabajar hasta tarde. Inmediatamente le escribí a Gabriela para cancelar nuestro junte, ella me contestó que entendía y que no había problema.
Como deseaba mucho verla se me ocurrió enviarle un mensaje para proponerle si no deseaba ir a mi oficina y acompañarme mientras terminaba los informes y luego irnos a cenar algo, ella aceptó con la condición de que yo pague la cena.
Llegó la hora de salida y la oficina se fue vaciando, yo estaba concentrado en los informes cuando suena mi celular, Gabriela me estaba llamando para indicarme que estaba llegando. Bajé inmediatamente para esperarla, al verla quedé sorprendido, no había cambiado casi nada desde la última vez que nos habíamos visto. Ella estaba hermosa, vestía unos jeans y su uniforme del trabajo, una polera polo azul que le acentuaba bien sus curvas. Nos saludamos y la invite a pasar.
-Como te va con el trabajo -me preguntó.
-Pronto lo terminaré, gracias por venir a acompañarme –respondí– por cierto, ¿ya has pensado que deseas cenar?
-Un filet mignon –me contestó con una sonrisa.
Al subir las escaleras no pude evitar el darle una buena mirada a su cola y me encontré imaginándome qué tipo de ropa interior estaría usando en ese momento. Entramos a la oficina y la invité a ponerse cómoda, ella se sentó en un sofá y yo en mi escritorio para terminar con los informes, nos dimos a la tarea de ponernos al día sobre nuestras vidas. Hablamos de muchas cosas que no vienen al caso, realmente cuando disfrutas de una buena compañía el tiempo pasa rápido, yo había culminado mis informes hacía mucho y ya estábamos en el sofá platicando mientras tomábamos gaseosas. Le pregunté si deseaba tomar un poco más antes de irnos a cenar y me dijo que sí, pero que deseaba algo fuerte, le comente que tenía una botella de whisky guardada en mi escritorio y me dijo que era justo lo que deseaba, serví dos vasos y brindamos mientras seguimos la conversación.
-Y dime… ¿estás saliendo con alguien? –le pregunte mientras le daba un sorbo a mi bebida.
-No, te cuento que hace un buen tiempo estoy soltera.
-Entiendo cómo es eso, es difícil… sobre todo cuando a uno les viene ciertas necesidades.
-Siii –fue su respuesta– te juro que hay días en los que tengo unas ganas… -se calló, quizás al darse cuenta que estaba hablando demasiado.
-No te preocupes, me pasa lo mismo, en ocasiones el deseo y las ganas es enorme y me encuentro fantaseando con muchas cosas.
-Ah sí? Cuéntame cuales fantasías tienes –me dijo mientras me lanzo una mirada de curiosidad enorme.
Le conté sobre las fantasías sexuales que tenía, el uso de disfraces, juguetes sexuales y las posiciones sexuales que me gustaría hacer. Para mi sorpresa Gabriela demostró ser una mujer, que a pesar de haber tenido pocas parejas, su vida sexual era o fue muy satisfactoria, llegando ella a hacer muchas de las poses sexuales que yo deseaba hacer. En mi defensa le comenté que las parejas sexuales que yo había tenido habían resultado ser muy tradicionales en el aspecto sexual.
-¿Qué opinas del sexo anal? –Le pregunté.
-La verdad que lo he hecho –me respondió con una mirada pícara.
-Pero te gusta hacerlo?
-Sí, le hallé cierto gusto a hacerlo, me gusta mucho el sexo duro, sobre todo cuando terminan dentro de mí y siento como me vacío cuando escurre todo.
Todo lo que ella me estaba contando me tenía a muy excitado y me entraron unas ganas enormes de besarla, de recorrer todo su cuerpo con mis labios.
-Mejor no sigamos con esta charla –dijo– mirá que luego me entraran unas ganas de hacerlo y es mejor con provocarme, además que no tengo con quien quitarme las ganas. Creo que será mejor que nos vayamos a cenar, el whisky se me está subiendo.
Ella se levantó y se dirigió al baño a arreglarse, nuevamente mi mirada se dirigió a sus nalgas y muchos pensamientos pasaban por mi cabeza, de pronto me encontré deseándola, para no pensar tanto en eso tomé los vasos y me dirigí al servicio para lavarlos.
Volví al sofá y me senté a esperarla, ella al acercarse se tropezó y me levanté con rapidez para evitar que se cayera, la tome entre mis brazos y ella solo alcanzo a maldecir el suelo que estaba resbaloso, de pronto me di cuenta que al tenerla entre mis brazos podía sentir sus senos contra mi cuerpo y eso volvió a encenderme. Incomodo la ayude a sentarse y le pregunté si estaba bien, ella me dijo que le dolía un poco el tobillo y le ofrecí colocarle alguna crema del botiquín para evitar que le duela o se le inflame, ella dijo que no era necesario; me senté a su lado y nos miramos en silencio. Sin mediar palabras me acerque a ella y la bese, ella se separó de mí y me dijo que no deberíamos de hacerlo…
Le pedí disculpas y ella se levantó, me levanté de nuevo avergonzado, ella me miró y me dijo no te preocupes, me acerque a ella, la tome de la cintura y la bese de manera apasionada, en esta ocasión ella no se separó de mí, entre beso me decía que no deberíamos de hacerlo, que debíamos controlarnos. Animado por la situación dirigí mi mano para acariciarle los senos por encima de la ropa, para mi placer noté como sus pezones se marcaban por encima del sujetador y la ropa, me detuve y le dije que esperara un momento, me dirigí para apagar algunas luces y al volver con ella la encontré de espaldas a mí revisando su celular, me acerque a ella y la abrace por atrás, bese su cuello, su aroma era realmente delicioso, ella dejo el celular y daba pequeños gemidos, con una mano acaricie su vientre, mientras entre beso y beso en el cuello le susurraba al oído:
-No sabes lo hermosa que estas, no te imaginas cuanto te deseo.
Acerqué mi mano libre a uno de sus senos y recordando lo que me había dicho sobre el sexo intenso y rudo lo apreté fuerte, ella soltó un gemido ahogado y note como sus pezones se marcaban más por sobre la ropa.
-Creo que así será mejor –dijo ella, mientras empezó a quitarse el uniforme del trabajo, inmediatamente me quité la camisa, Gabriela se giró y aprecié el hermoso contraste que hacia su brasiere de encaje negro y su piel blanca, realmente estaba hermosa.
La senté en el brazo del sillón mientras la besaba y le desabroche el brasiere, admire sus hermosos senos de buen tamaño y unos pezones oscuros y bien erectos, dirigí mi boca y me puse a chupar uno de sus senos con fuerza, dirigí mi mano a su pezón y comencé a pellizcarlo y estrujarlo, ella solo gemía y respiraba agitada. Chupé y apreté esos hermosos pechos, era un sueño.
-No te imaginas lo mucho que los deseaba tener entre mis manos –le dije y para confirmar lo dicho los apretaba fuerte para sacarle más gemidos de placer.
La empujé y ella cayó recostada en el sofá, tomé sus pies y le saqué sus tacones, besé sus pies y lentamente desabrocho sus jeans y se los saco, ella usaba una tanga negra que iba a juego con el brasiere.
-Vaya que si lo andas deseando –me dijo.
Tomé sus piernas para abrirlas, acerque mi rostro a sus muslos y comencé a besarlos y lamerlos, hundí mi rostro en esa tanga negra, lamiendo su intimidad por encima de la tanga, noté como estaba mojada lo que me enloqueció mucho más; hice a un lado la tanga y comencé a lamer su vagina (la cual tenía completamente depilada) ella sólo ahogaba gemidos, la situación me tenía muy caliente, ella acostada en el sofá casi desnuda con las piernas abiertas para mí, yo arrodillado con la cabeza entre sus piernas lamiendo como desesperado es deliciosa vagina, lamiendo sus jugos, respirando ese olor embriagante, olor a hembra en celo.
Mientras le lamía su deliciosa vagina, ella apretaba y pellizcaba sus pezones mientras daba gemidos, empiezo a acariciar su vagina con mis dedos, de arriba hacia abajo, haciendo círculos suaves, inserto uno de mis dedos en su húmeda vagina y un suspiro sale de Gabriela, mientras inserto mi dedo uso mi lengua para estimular su clítoris, sus movimientos de cadera y gemidos me indican que eso la está calentando mucho, de pronto su cuerpo se arquea y comprendo que ella ha tenido un orgasmo poderoso, no me inmuto ante esto y continuo, ahora insertando dos dedos a su vagina y castigando su clítoris con mi lengua.
Mi erección me molesta demasiado en el pantalón, así que me detengo y desvisto.
-Ahora me muero por penetrarte –le digo. Ella me sonríe y abre sus piernas ofreciéndome su sexo.
Coloque mi pene a la entrada de su sexo y con un solo movimiento fuerte lo meto todo, ingresa fácilmente, su vagina está muy empapada.
-Te gusta que te la meta –le digo mientras empiezo a penetrarla salvajemente. Ella solo gime fuerte- No sabes como deseaba cogerte así de rico, la tienes muy apretadita -le digo mientras observo como sus senos empiezan a rebotar con cada una de mis embestidas.
-Sí, sigue, sigue así -Ella me dice con una expresión pervertida de placer.
Coloco sus piernas en mis hombros y la bombeo con más fuerza, realmente deseo llenarla toda, ella solo gime. De pronto ella me dice -Para un momento por favor, detente, quiero que te sientes -.Me siento en el sofá, ella se arrodilla ante mí, me mira a los ojos y me dice:
-Yo sé cuánto deseas esto y hoy te lo cumpliré.
Acto seguido coloca mi pene entre sus pechos y empieza a hacerme una buena cubana, aprieta sus pechos con sus manos y los mueve muy rápidamente, se detiene y luego agarra mi pene con una de sus manos para acercarlo a sus pezones y estimularlos, la escena continuó por un tiempo cuando siento que voy a terminar y le pido que por favor se detenga. Le ayudo a levantarse y la beso tiernamente, me acerco a su oído y le susurro -Ahora cumpliré una de mis fantasías que tanto deseo contigo -.Acto seguido la coloco de cuatro, apoyando sus manos en el sofá, la tengo así, empinadita para mí, la visión me enloquece, me arrodillo y empiezo a lamerle su vagina en esa posición, sólo que en esta ocasión mi lengua recorre también su ano, ella enloquece, sus gemidos son cada vez más fuertes.
-Te gusta sentir mi lengua en tu culito? -le pregunto mientras sigo lamiéndola de manera salvaje.
A continuación me levanto, dirijo mi pene hacia su vagina y la penetro fuertemente, la tomo de la cintura mientras la penetro, le doy de nalgadas feroces, al comienzo tengo miedo de ser muy brusco pero Gabriela solo está gozando.
-Así te gusta que te coja? -Le pregunto dándole una nalgada que la hace gemir; la tomo del cabello y se lo jalo con fuerza, me acerco a ella y al oído le susurro:
-Decime que te gusta esto-. Mientras la penetro salvajemente le jalo el cabello para acompañar cada penetrada.
Ella está fuera de sí gimiendo cada vez más fuerte, sus gemidos, el sonido de nuestros cuerpos chocando, ese sonido que hace mi pene cada que ingresa a esa vagina que está empapada y chorreando.
-No sé si pueda seguir aguantando -le digo– quiero llenarte de leche Gaby.
-Termina dentro! Terminemos juntos Dani! –me dice ella toda agitada.
Siento como empiezo a eyacular dentro de ella, su cuerpo de Gaby se arquea, tiembla, los chorros de semen salen disparados, el orgasmo que Gaby me proporciono fue increíble. Me separe de ella respirando agitado, ella se desplomó en el sofá con las piernas un poco abiertas y su culo un poco levantado, con su vagina la chorreando una mezcla de mi semen y sus jugos. Permanecimos en silencio un momento.
-Ya es tarde –me dice– debo irme.
Se levantó y se dirigió al baño no sin antes darme un beso en los labios. Bajamos de la oficina y la acompañe a la salida, ya que yo debía de quedarme a limpiar para no dejar rastro de lo que ahí había pasado. En el trayecto hacia la salida no dijimos ni una sola palabra, una vez en la salida ella se despide de mi con un beso y me dice:
-Mira que aún me debes esa cena y ya se lo que quiero pedir -se sonríe de manera pícara y se aleja mientras yo ya estoy pensando en nuestro próximo encuentro.