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Mi marido y los permitidos: mi diversión
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Tiempo de lectura: 9 minutos

-Brenda, ¿alguna vez me fuiste infiel? La pregunta de Rolo, mi marido hace diez años, me descolocó por completo. Estábamos desayunando un sábado a la mañana en la cocina y de repente esa pregunta.

-No Rolo, nunca te fui infiel, ni lo soy claro.

-¿Por qué? Me preguntó.

Si la primer pregunta de descolocó, la segunda directamente de dejó perpleja, mirándolo a los ojos. Lo peor fue que trataba de encontrar una respuesta coherente, que pudiera sustentar con argumentos, y no la encontraba. Fui por la más simple.

-Porque te amo, no tengo por qué serte infiel. Y en un acto de autodefensa, para cortar sus preguntas, hice yo una, obvia por supuesto.

-¿Y vos?

-Si, dos veces, pero no físicamente, mentalmente. Una vez apenas casados con una vendedora de una tienda, pensé como sería cogerla. Y la otra ayer, con una clienta. Imagine llevarla a un hotel y tener buen sexo.

-Mirá vos. Entonces, si fue ayer, algo no está funcionando entre nosotros. Sobre todo porque decís “buen sexo”. ¿Tenemos mal sexo nosotros? Recién me entero. Dije muy molesta.

-Nooo, es que, como explicarte. Nosotros tenemos muy buen sexo, a lo que me refería era a hacerle de todo, cogerla a lo bruto. Yo con vos eso no lo haría nunca.

-Y si con otra. Vamos a tener que sentarnos a charlar Rolo. Pero ahora no, aclara tus pensamientos y después charlamos. Me voy al club, vuelvo tarde. Dije y me marche de la cocina.

Él se iba a navegar con los amigos y yo al club a jugar tenis. Tome mi bolso, y subí a mi auto. En mi cabeza no dejaban de repiquetear sus palabras “cogerla a lo bruto”, “Con vos eso no lo haría”. Diez años juntos y nunca me había planteado algo así. Y estaba segura que accedería. Estaba realmente enojada. Tome la autopista, y luego de unos kilómetros me detuve a cargar combustible.

En el surtidor de al lado se detuvo un hombre mayor, debería tener unos 60 años, con una calvicie importante, pero pelo por los hombros y una barba que le llegaba al pecho, en un convertible alemán de los años 80. Estaba hermoso el auto, yo que amo los convertibles, no podía dejar de mirarlo.

-Mercedes Benz SLC500 año 1980. Dijo el hombre.

-Hola, es una hermosura, lo felicito.

-Muchas gracias joven. Es original. Lo tengo desde los 20 años.

-Es increíble el estado, el tapizado. ¿Este tiene el V8 cinco litros?

-Si, que placer encontrar una joven que conozca de autos viejos.

-Espere, no es un auto viejo, es una joya. Viejo es otra cosa.

-Algo como yo, quiere decir.

-No, nada que ver por favor. Yo amo los convertibles sobre todo de esta época.

Quien cargaba nafta me dijo que estaba listo, me cobro y cuando fui a subir al auto el hombre me dijo:

-Joven, espero no ser irrespetuoso, pero viendo como conoce y le gustan estos autos, me gustaría invitarla a que lo maneje.

-Primero no es nada irrespetuoso, segundo no podría manejarlo del miedo a dañarlo y tercero, soy una mujer casada.

-Si pudiera obviar lo tercero, y estaciona el auto en el estacionamiento de atrás de la gasolinera, puedo llevarla yo a dar una vuelta.

Lo miré, mire el auto y me acordé de la charla con Rolo.

-Acepto, soy Brenda.

-Perfecto, soy Juan Carlos. Termino de cargar combustible y paso por Ud.

Y así lo hizo. Subí al auto y partimos. Tenía un andar espectacular, una suavidad increíble. Y el motor mantenía toda su potencia.

-Espero no molestarte si te tuteo, ¿Qué te parece Brenda?

-Juan Carlos, estoy enamorada de este auto, por favor, es increíble.

-Tengo un amigo aquí cerca, permitime que pasemos y te vas a llevar una sorpresa.

-Por supuesto.

Ese hombre me transmitía tranquilidad, en ningún momento pensé que podría hacerme algo. Hicimos unos kilómetros y se detuvo frente a un portón, apretó un pulsador y unos segundos después se habría. Entramos y era casi un campo. Comenzamos a circular por algo que parecía una pista de autos o de karting gigante y nos detuvimos en un galpón.

De una oficina contigua salió un hombre sonriendo.

-Juanca, que placer verte.

-Hola Horacio. Permitime que te presente a una amiga, Brenda.

-Señorita, un placer conocerla. ¿Qué te trae por acá Juanca?

-Dos cosas, primero, que Brenda se dé el gusto de manejar mi auto en tu circuito, y segundo, que le muestres el interior del galpón. ¿Puede ser?

-Por supuesto. Adelante. Señorita, el circuito es suyo.

-Escuchaste Brenda. Las llaves están puestas.

-Juan Carlos, ¿hablas en serio?

-Por supuesto, adelante.

Subí al auto, lo puse en marcha y con mucho cuidado di dos vueltas al circuito. Nunca había manejado un auto así, el placer que me daba era inigualable. Volví donde estaban y me baje emocionada.

-Gracias, Juan Carlos, fue maravilloso poder manejar ese auto. Inmensamente agradecida por la experiencia y Horacio, gracias por permitirme manejarlo en el circuito.

-Por favor señorita. Vengan así le muestro a la señorita Brenda.

Cuando prendió las luces no lo podía creer. Ante mi estaba una colección de 20 autos convertibles de distintas épocas, todos en un estado increíble.

-No lo puedo creer, estos autos son increíbles, por favor. Millones de gracias por permitirme verlos Horacio.

-Por favor señorita, es un gusto.

-Horacio, Brenda tiene debilidad por los convertibles y sobre todo, los antiguos, por eso la invite a ver tu colección.

-Ah, entonces querida, y no se ofenda porque le digo así, somos viejos y tenemos otro lenguaje, permítame invitarla a dar unas vueltas en el auto que elija. Todos están en condiciones de funcionamiento.

-No me ofende para nada Horacio. Se quien lo dice y de que forma. Y si Ud. esta tan loco como para dejarme manejar uno de estos autos, elijo aquella replica de Corvette 56. Me fascina ese auto. Es un auto sexy, tiene un charme tremendo.

-No es una réplica, es un original, con motor original.

-¿Cómo original? Ese auto vale millones.

-Sí, es una joya. Póngalo en marcha mientras abro el portón del galpón.

Fui, lo puse en marcha de inmediato, el motor ronroneaba como un gato. Abrió el portón y con sumo cuidado di vos vueltas. Me baje del auto emocionada.

-Horacio, no tengo palabras para agradecerle, fue la experiencia más maravillosa de mi vida, se lo aseguro.

-Me alegro. Juanca, cuando quieras venir sabes que sos muy bienvenido, y trae a la señorita Brenda otra vez, quizás la convencemos de que maneje otro auto.

-No les va a costar mucho. Dije con una sonrisa tremenda en mi rostro.

-Gracias Horacio. Nos vemos.

Salimos y me sentía la mujer más feliz del mundo.

-Gracias Juan Carlos fue increíble, manejar tu auto, ver esas joyas y manejar el Corvette, por favor.

-Me alegro que lo disfrutaras. ¿Te puedo invitar a almorzar?

-Por supuesto, va a ser un placer, ya es un placer tu compañía.

-Gracias bella dama.

Me acomodé en la butaca y disfrutaba del aire, del auto, del clima, y de ese hombre, un desconocido.

-Llegamos. Dijo Juan Carlos.

Era un restaurant hermoso, muy bien decorado. Para entrar, como buen caballero me ofreció su brazo.

-Sr. Juan Carlos, que placer recibirlo. Señorita, adelante, su mesa está lista.

Nos sentamos y nos pusimos a charlar. Me conto que era viudo, sin hijos, que tenía una empresa, que los sábados de buen tiempo salía a manejar el auto, y que habitualmente venía a almorzar a ese restaurant.

-Yo estoy casada, tengo 30, hace diez años, sin hijos, y soy abogada en una empresa.

-Te daba menos años, sos una mujer muy bella.

-Gracias Juanca, ¿Te molesta que te diga así?

-Para nada, al contrario, así me llaman mis amigos. Que raro que no compartan un sábado con tu esposo.

-Un tema. Los sábados se va navegar con los amigos, y yo voy al club con las chicas. Aunque hoy… no voy. Creo que le estoy cumpliendo un deseo a mi esposo…

-Perdón, no entiendo.

-No te preocupes, es todo un tema que me enoja mucho. Hoy tuvimos una charla totalmente inesperada para mí. Y me puso de muy mal humor.

-Lamento haber hecho ese comentario.

-No te preocupes. Sos un desconocido, un hombre con experiencia…

-Viejo.

-No dije eso. ¿Me podes dar tu opinión de algo?

-Si puedo, con todo gusto.

-Hoy mi marido me pregunto si le había sido infiel. Le dije que no. Luego me preguntó porque no le había sido infiel, le dije que porque lo amaba, que no necesitaba serle infiel. El como que se sorprendió. ¿Qué opinas hasta ahí?

-Yo a mi mujer nunca le hice esa pregunta, ni se me ocurriría hacerla. Estaría… nada, seguí.

-Estarías ofendiendo a tu mujer si la haces. Dije.

-Perdón, no quise ser duro con tu marido.

-Sos honesto y un caballero. Después me dijo que me fue infiel dos veces, pero mentalmente, una vez apenas nos casamos y otra ayer, con una clienta.

-Perdón que te interrumpa. Tu marido había tomado, whisky o algo, medicamentos. ¿Tiene algún problema mental?

-No, para nada. Y ya me diste tu opinión. Sigo: me dijo que ayer “había pensado en llevar a la mujer a un hotel y tener buen sexo”, y la embarro diciendo que “buen sexo” era y perdón, “cogerla a lo bruto” y “con vos no lo haría.” Se me vino el mundo abajo, siempre creí que teníamos buen sexo, pero cuando me dijo eso, no lo pude creer, sigo sin poder creerlo.

-Perdona la pregunta, pero: ¿Alguna vez te planteo tener lo que él llama coger a lo bruto?

-No Juan Carlos, nunca. Y creo que no me molestaría si me lo planteara, hasta te digo que me pondría… pero nunca lo hizo.

-¿Puedo ser totalmente franco?

-Si por supuesto, te lo pido.

-Es un tremendo pelotudo que no sabe la mujer que tiene al lado, un pajero. Porque eso de engaño mental es porque se hizo una paja. Y es muy pelotudo en decirle a la mujer: “Me hice una paja pensando en otra”. A ver, creo que todos lo hemos hecho. Pero ninguno se lo dijo a su mujer. Lo tenes todo para declararlo “insano”, porque te escucha un juez y después de reírse un buen rato, lo declara “pelotudo oficial de la nación” y lo interna.

No pude contener la risa, de pronto toda mi bronca se fue al escuchar a Juan Carlos furioso con mi marido.

-Gracias Juanca, sos hermoso. Te enojaste más vos que yo. Hiciste que se me fuera toda la bronca en un segundo.

-Mujer, no jodas, es para cagarlo a trompadas. Bien querría tener yo una mujer como vos, tan bella y sensual. Decí que tengo la edad que tengo, pero si tuviera 20 años menos, en este momento estaría tratando de seducirte.

De pronto me quede helada, era la primera vez que un hombre me decía que quería seducirme. Hizo que mi estima, cascoteada por mi esposo, se levantara.

-Wow. Eso fue fuerte Juanca. Gracias, fue el mejor piropo que me dijeron. ¿Y por qué pensas que no podes seducirme a tu edad, que te lo impide?

-Brenda, tengo 61 años, no soy lo que se llama un galán maduro, y no me gusta pegarme la cabeza contra una pared.

-¿Y una mujer de 30, que tiene que hacer para seducir a un hombre de 61?

-Tu seducción es natural, no tenes que hacer nada en especial, para seducir hombres de cualquier edad.

-Hábil declarante, dirían en tribunales. Cambio la pregunta Sr. Juez. ¿Qué tengo que hacer para que me seduzcas y me lleves a la cama?

-No a lugar abogada, imputado, no conteste. Dijo Juan Carlos riendo.

-Sos tramposo. Voy a responder la pregunta de mi esposo: “no te fui infiel porque nunca conocí a un hombre como Juan Carlos”.

-Estamos jugando con fuego Brenda. No quiero que te arrepientas. Mejor cambiemos de tema, por favor.

-Bueno, no hay problema.

Y cambiamos de tema. Hablamos de autos, me conto de algunos de sus viajes, yo de los míos, pero no podía sacarme de la cabeza el deseo de estar con ese hombre en la cama. Tenía un magnetismo que me atraía con todo. Terminamos de almorzar y subimos al coche. Manejó en silencio hasta donde yo había estacionado el auto. Intercambiamos los números de celular y se bajó del auto para saludarme.

-¿Si te llamo me vas a atender? Pregunté.

-Por supuesto que sí.

-Gracias, por todo, el paseo, los autos, el almuerzo, y por ser tan caballero y no llevarme a la cama. Eso demuestra la clase de hombre que sos.

-Cuidate Brenda. Gracias por hacer que el día se mucho más hermoso de lo que es.

Subí a mi auto y partí, el desgraciado, salió detrás de mí, y haciendo rugir el v8 me pasó y lo perdí de vista. Volví a casa y me puse a mirar Netflix.

Cuando llegó Rolo, mi cabeza era otra, había logrado que todo mi amor desaparezca con una pregunta estúpida.

-Una sola pregunta te voy a hacer: ¿Qué buscabas con la charla de hoy a la mañana?

-No se… me preguntaba si vos… quizás podríamos darnos unos permitidos,

-Entiendo. No hay problema. Estoy de acuerdo. Me parece una gran idea. Dame un segundo.

Hola Juanca, te paso mi dirección por mensaje, ¿podes venir en media hora? Te espero.

Rolo me miraba sin entender nada, me bañe, me puse un conjunto de ropa interior nuevo que tenía guardado para alguna ocasión especial, un vestido cómodo y baje al living. Serví dos vasos de whisky y me senté a esperar. Rolo me miraba parado sin hablar. Sonó el timbre y abrí.

-Hola Juanca, pasa. Ese es Rolo, mi marido. Como quiere que tengamos permitidos, pues que mejor que disfrutar del mío con vos. Subamos.

Subimos, cerramos la puerta y me miro sonriendo.

-Que mina brava que sos. ¿Buen sexo?

-Que menos.

Nos empezamos a besar con todo, en segundos nuestras ropas estaban tiradas en el suelo, me puse de rodillas y para mi sorpresa tenía un miembro bastante más grande que el de Rolo y apenas me puse a chupar, se puso bien dura.

-Hija de puta, como chupas, sos una tremenda mamadora.

-Mi amor, con esta pija me vuelvo loca chupando.

Estuve chupando un buen rato, hasta que me tiro en la cama y se puso a chuparme la concha con todo. Yo gritaba y gemía de placer sintiendo su lengua. Estuvo un rato y me puso en cuatro patas. Me la metió lentamente, pero cuando la tuvo toda adentro se empezó a mover con todo, yo a gritar de placer.

-Quiero escucharte gritar Brenda, quiero escuchar tu calentura, hermosa. Dijo y me dio un fuerte chirlo en el culo que se debe haber escuchado en toda la casa.

Me tenía tomada de la cintura y me bombeaba sin parar. Yo, le contaba gritando los orgasmos que me sacaba, estuvo un buen tiempo así, hasta que me hizo arrodillar y tomándome de los cabellos que le chupe nuevamente la pija.

-Chupame bien, Brenda, quiero tenerla bien dura para metértela en ese culo hermoso. Me lo pienso comer todo. Dijo y me encendió totalmente.

Nunca Rolo había intentado siquiera meter un dedo, Juanca me iba a meter su pija, era soñado y sobre todo porque imaginaba que Rolo estaría escuchando todo. Me hizo acostar en el borde de la cama, con las piernas colgando y ensalivó dos dedos y me los metió en el culo mientras me cogía la concha.

-Sos una hembra tremenda Brenda, sentí como se abre tu culo para recibir mi pija.

-Porque soy una mujer caliente y en tus manos, wow, super caliente, méteme esa pija hermosa en el culo, por favor, dame con todo.

Apoyo su pija y fue entrando. Me quejaba de dolor, pero él no se detenía, quería que Rolo escuchara mis gritos de dolor y placer. Lentamente se fue moviendo y mis gritos se transformaron en gemidos y luego si, en gritos de placer. Metí una mano debajo de mí y me acariciaba el clítoris.

-Sos un animal, me abriste el culo, ahora si soy una yegua, y en tus manos, una yegua puta, dame toda tu pija por favor, la quiero toda adentro del culo.

Estuvo así un rato hasta que nuevamente me hizo poner de rodillas.

-¿En serio queres ser una yegua puta? Me pregunto Juanca.

-Con vos, por supuesto.

-Pues te voy a coger la boca. Abrila. Me dijo

Me metió la pija hasta la garganta, me ahogaba, con su pija y con mi saliva. Entraba y salía de mi boca en forma demencia, yo me tocaba la concha con todo, me metía dedos sin parar. Ni cerca había estado en mi vida de ser cogida por la boca en esa forma y sentirme una yegua total, la más puta.

Juanca finalmente se masturbo frente a mí llenando mi boca, cara, pechos con su leche. En ese instante tuve un orgasmo tremendo y lo grite con todo. Luego limpie su pija con mi boca, fui al baño del dormitorio y me la lave. Me mire en el espejo y mi cara, y mi pechos tenían su leche, no me los lave para mostrarlos triunfal.

-Vamos por whisky. Le dije y se sonrió.

Bajamos los dos desnudos, Rolo estaba sentado en un sillón, con la cabeza baja, cuando nos escuchó, nos miró. Su cara lo decía todo.

-Genial tu idea de los permitidos, ¿Vos escuchaste lo que me hizo gozar Juanca? Te dejamos amor, vamos por otro buen polvo.

Subimos y nos sentamos en la cama.

-Lo estas destrozando, tiene la cabeza quemada.

-Lo que me importa: ¿Gozaste?

-Claro que goce, Brenda. Sos una terrible mujer, dentro y fuera de la cama.

-Sabes bien que me estoy enamorando de vos…

-Entonces ahora, vamos a hacer el amor.

Al día siguiente, estaba desayunando cuando apareció Rolo.

-No pensé que ibas a hacer lo que hiciste anoche, pensé que me amabas.

-Perdón, te recuerdo que vos fuiste el que dijo de los permitidos. Vos fuiste el que empezaste con el tema del “buen sexo”, “Cosas que nunca te haría”. Pues anoche Juan Carlos me dio un sexo no bueno, maravilloso, primero, como nunca me cogiste, “a lo bruto”, me hizo “cosas que nunca me hiciste”, me cogió bien cogido el culo y luego me cogió la boca, y me lleno de leche, como nunca hiciste. Todo por tu idea. Podemos ponernos de acuerdo en que día para los permitidos.

-No, no. Yo no pensaba esto, quiero separarme.

-No mi amor, separarte no, quiero el divorcio. Y no jodas porque le cuento al juez porque nos divorciamos y vas a quedar muy mal parado. Ahora, junta tus cosas y andate. Esta casa es mía, y la compre antes de casarnos. Fuera.

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