Después de haberle confesado a mi marido que lo había engañado teniendo sexo con otro, las cosas cambiaron sustancialmente en nuestro matrimonio.
Para empezar el sexo entre nosotros mejoró considerablemente, lo hicimos con más pasión, como en los primeros tiempos, pero no es solo eso, ahora me obliga a acostarme con hombres que el elige y hacer con ellos lo que él quiere.
Ha decidido humillarme y degradarme como a un objeto que solo sirve para su diversión, él dice que me lo merezco por haberlo traicionado.
Y llegó el día del primer encuentro con un desconocido, yo estaba sola en casa y me llamó para decirme que me prepare, que me dé un buen baño, me depile toda completa y lo espere a las tres de la tarde desnuda en nuestra habitación.
Como ya me lo había dicho, iba a traer a un hombre para verme coger con él.
Lo hice, obedecí su orden como una autómata, no quería pensar en lo que iba a pasar, mientras me duchaba lloraba sola, fue muy difícil, sobretodo la primera vez, he tenido sexo con algunos hombres en mi vida, antes de casarme, pero nunca lo había hecho delante de mi marido, que además iba a exigirme que me deje hacer cosas impensadas.
Estaba muy angustiada, pensaba que no iba a poder y estuve a punto de llamarlo y decirle que no traiga a nadie, pero quiero complacerlo, es la única manera que se me ocurre para salvar mi matrimonio, no quiero perderlo, estoy arrepentida por haberlo engañado y quiero recomponer la situación y estoy muy a mi pesar, dispuesta a todo.
Llego el momento, lo escuché entrar, no pude identificar que decían pero hablaban antes de llegar al dormitorio, se estaban sacando la ropa porque entraron los dos totalmente desnudos, estaba muy nerviosa, atemorizada, nunca había estado en la cama con mi marido y otro tipo, tenia miedo y vergüenza.
Yo estaba desnuda, sentada al borde de la cama con los pies en el suelo cuando entraron al cuarto, bajé la vista y no quise mirarlos, los dos en silencio, Quique me acarició las tetas y jugó con mis pezones, era la primera vez que lo hacía con otra persona viéndome.
Me dio vergüenza pero me empecé a agitar, me metió una mano entre las piernas y me las hizo abrir, cerré los ojos y se me hizo un nudo en la garganta, me tocó la concha, comenzó a masturbarme, sentí como se me llenaban los ojos de lágrimas y lo miré, estaba muy apenada por la presencia de ese tipo que no decía nada, al que yo no podía ni mirar, y sola asistía viendo como mi marido me manoseaba lascivamente, hasta que éste dijo…
-tócala flaco, acariciale los pechos, te la estoy preparando para que te la cojas.
Trague saliva y volví a cerrar los ojos, el tipo me manoseaba las tetas mientras Quique seguía frotando mi clítoris con las yemas de sus dedos, el tipo me apretó un pezón, mi marido hizo lo mismo con el otro y solté un gritito, estaba agitadísima y se me secaba la boca por tenerla abierta, comencé a mover mía caderas, fue una respuesta natural de mi cuerpo ante lo que me estaban haciendo, me había calentado, perdí el control, bueno hacia un rato que ya no lo tenía.
Quique me ordenó que le chupe su pija, nunca lo había hecho en público pero lo hice, el tipo se sentó a mi lado y me acarició todo el cuerpo, mientras le lamía la verga a mi marido me besaba en el cuello y noté que por supuesto estaba totalmente alzado, ese hombre iba irremediablemente a cogerme y nada se lo iba a impedir, supe que debía resignarme.
Entonces Quique vio que había mirado la pija de aquel hombre y me dijo…
-Tocale la pija puta, sé que te mueres de ganas, agárrala y acariciala.
Ese hombre me amasaba las tetas, chupaba y mordisqueaba un pezón, por supuesto me excite, no soy de plástico, gemí y no pude ocultar mi calentura, eso los alentó más a los dos, al tipo a chuponearme y toquetearme toda, y a mi marido a humillarme aún más diciéndome que era una perra y que deseaba que ese tipo me cogiese.
A esta altura no podía negar aquello, una no es de fierro, sucedió lo que debía suceder, el tipo se paró frente a mí, me agarró del cabello con fuerza y me violó la boca, me obligó a chuparle la pija, me la introdujo todo lo que pudo, era enorme, inmediatamente tuve arcadas pero a pesar de que di muestras de no poder respirar bien, insistió forzándome a soportarla toda en mi cavidad bucal.
El hijo de puta de mi marido, no solo lo permitió sino que también lo ayudaba reteniendo mi cabeza para que no me la pueda sacar y repetía…
-chupala perra, vamos hacelo bien como vos sabes puta de mierda.
Me sentí la peor del mundo pero ya no podía razonar, le chupe la pija a ese desconocido casi con devoción, por un instante se me ocurrió pensar en hacerlo con esmero para hacerlo acabar y que esto termine, pero no fue así, el tipo no quería perder la oportunidad de cogerme, se detuvo y contuvo sus ganas.
Saco la pija de mi boca y mi marido me hizo dar vuelta, intenté negarme y recibí una bofetada en la mejilla, lloré no solo por el dolor sino también por la humillación que me produjo ser maltratada así, en medio se mi llanto me di vuelta y resignada me puse en cuatro en el borde de la cama como me lo ordenó Quique, exponiendo mis orificios.
Pensé aterrada que me iba a hacer penetrar por el ano, él se sentó junto a mí, mirando hacia el lado opuesto y con sus dedos separó mis labios vaginales y me abrió bien la concha que a pesar de todo chorreaba por la excitación.
Mire hacia atrás y ese hombre estaba acariciándose la pija que se veía redura y bien parada, lista para entrar en mi cuerpo, mi marido me metió y sacó repetidamente su dedo medio en la vagina e hizo como si me cogiera con él, luego repitió su acto juntando el dedo medio con el índice y me los metió casi hasta los nudillos, me hizo gritar, estaba tan excitada que no podia más.
-mirá flaco que mojada está la puta, escupile el orto y chupaselo.
Nuevamente pensé que me iba a penetrar por el culo y dije…
-no por favor ¿porque me haces esto? por Dios basta, es suficiente.
Sentí la lengua de ese tipo lamiendo mi ano y los dedos de mi marido entrando y saliendo con violencia de mi vagina, estaba desesperada, mis caderas se movían solas, yo misma me acariciaba los pechos y tironeaba de mis pezones, no resistía más cuando Quique le dijo al tipo…
-metesela, dásela por la concha, quiero ver cómo te la coges y como goza esta puta con la pija bien adentro, metesela hasta los huevos.
-no por favor amor, no permitas que me lo haga, te lo ruego.
-cállate perra y prepárate.
Al tiempo que decía eso, me tomó con sus manos de la cintura y me hizo girar haciéndome acostar con la espalda sobre la cama de frente a ellos, creo que por primera vez vi claramente la cara de ese hombre que estaba a punto de penetrarme, hasta ese momento había tratado de evitar mirarlo a los ojos, como si eso hiciera que esto no esté pasando.
Abrí sola las piernas ya dispuesta a recibirlo, me seguí tironeando yo misma mis pezones, lo mire ansiosa y re agitada esperando que al fin lo haga, tenía una lucha interna entre las dos mujeres que había en mi en ese momento, una que odiaba lo que mi marido me obligaba a hacer y la otra que deseaba ser poseída por ese macho, o en realidad por el que fuese, no importaba, estaba tan excitada que no me importaba quien era el que me estaba por someter finalmente.
El tipo se inclinó sobre mí y sin miramientos ni delicadeza me penetró, me metió la pija en la concha, yo tenía las piernas bien separadas y flexionadas dejando mi conchita bien a su disposición, y me entró de una sola vez hasta mis entrañas, me entró como una bala al corazón…
-oh Dios mío, que pija tiene por favor, más despacio por Dios.
Me pellizque yo misma fuertemente los pezones para atenuar el dolor que sentí en mi vagina y grité, grité como una perra desesperada, pocas veces me habían penetrado con tanta violencia, como con odio, sin importar mi dolor, comenzó a entrar y salir con el mismo desprecio por mi cuerpo y claro, me dilate, me abrí más y me lubrique naturalmente tanto que empecé a gozar lo que me hacía y mis gritos de dolor del principio se transformaron en gemidos y expresiones de placer.
Lo miré a mi marido, yo estaba con la boca abierta pero no me salían las palabras, el tipo me estaba cogiendo con todo, fuerte salvajemente, entonces solo grité pero ahora solo de placer, Quique me miró y me dijo…
-que puta sos, come te gusta la pija, sos una perra, me gusta ver como te cogen, desde ahora te vas a dejar garchar por todos los que yo quiera.
No sé porque razón sentí en ese instante que él era mi dueño, yo estaba entregada totalmente y así debía ser mi vida en adelante.
Empecé a acabar como una yegua y el tipo lo hizo también adentro mío, sentí como se deshacía dentro de mi vagina mientras me besaba ahora con dulzura y yo me animé a acariciar su cabeza mientras acababa adelante de mi dueño y él me repetía que era una puta.
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