Para los que no me conocen mi nombre es Urania, a día de hoy tengo 33 años, estoy casada y esto que les contaré me pasó cuando recién me casé. Mi profesión tiene que ver con la informática, pues estudié ingeniería en sistemas, poco común en una mujer sin embargo me gusta mi profesión. Por lo tanto, en mi trabajo se me asignó hacer la requisición de nuevos equipos tanto para cambiar la infraestructura de servidores como para los equipos del personal de la empresa. Por ser una dependencia de gobierno estatal, los recursos de tal adquisición se tuvieron que licitar entre las empresas concursantes, pero además se tuvieron que exponer ante una dependencia federal para que la dependencia donde trabajo pudiera adquirir los recursos.
Llegó el día de viajar a la capital del país, para exponer el proyecto de adquisición de bienes, el más elegido para acompañar al director era mi jefe directo, el Lic. José, desgraciadamente la agenda de mi jefe coincidía con una reunión importante en la ciudad, entonces por estar involucrada en el proyecto mi jefe requería que acompañara al director general a dicha reunión en la capital del país, a la Ciudad de México para exponer la parte técnica de dicho proyecto.
La idea no le gustó mucho a mi esposo, recién nos habíamos casado, apenas llevábamos 5 meses de habernos casado y he decir que ese último mes las cosas entre nosotros no estaban bien, las diferencias entre parejas así como diferencias familiares empezaban a salir a flote y eso tenía algo tensa la relación. Después de discutir y convencer a mi esposo de que solo se trataba de trabajo y que serían dos días los que me iba, mi esposo accedió, aunque de manera forzada pero al fin accedió.
La reunión estaba programada para un lunes a las 8 am en CDMX, por tanto nuestro vuelo salió el domingo al medio día, para estar a tiempo en dicha reunión, mi esposo me llevo al aeropuerto, ese domingo en la mañana tuve que satisfacer muy bien a mi esposo para mantenerlo contento durante mi estancia fuera de casa, habíamos hecho las paces y al dejarme en el aeropuerto nos despedimos con un beso largo acompañado de un fuerte abrazo, en ese instante llegaba el Director general al aeropuerto el Lic. Rodrigo León, un señor que tenía poco más de 50 años, alto y gordo, no estaba feo pero su aspecto no era de un hombre atractivo, eso sí era un hombre elegante y siempre vestía de traje, se notaba una persona limpia y culta, tenía su encanto, además de un carácter fuerte.
Durante el vuelo, ambos nos sentamos juntos
—¿Recién te casaste verdad? —dijo Rodrigo
—Sí, hoy cumplo 5 meses de casada
—Felicidades Urania, con razón los vi tan acaramelados en la entrada —una sonrisa se le escapo
—Sí, pues es que a pesar de eso, las cosas no han andado bien entre nosotros, además de que mi esposo tenía planes para esta noche y pues tuvo que cancelarlas —de pronto caí en cuenta, no sé por qué le estaba contando eso al Lic. Rodrigo.
—Es normal, esas cosas pasan en un matrimonio, queda en los dos resolver las diferencias o hacerse el tonto y dejarlas pasar.
De pronto un pensamiento en mi cabeza y sentí un enfado: mi esposo habría preferido ignorar cada situación en las discusiones que habíamos tenido días atrás y en ningún momento había sugerido alguna solución en cambio se desquiciaba y perdía el control. Eso me hizo enojar mucho y a pesar de que ya lo sabía, lo último que había dicho Don Rodrigo había hecho a andar mis pensamientos.
Llegamos a al Cd. de México, Don Rodrigo se ofreció a llevar mi equipaje, pidió un Uber y enseguida nos dirigimos a hotel que se ubica en paseo de reforma, al llegar al hotel pedimos la reserva y nos dispusimos a irnos a nuestra habitación. A mi me había tocado en el quinto piso mientras a que Don Rodrigo le habría tocado en el séptimo, en el elevador habíamos decidido bajar al restaurant después de dejar las cosas en la habitación.
Lejos de lo que había escuchado de Don Rodrigo era otra la imagen que estaba teniendo del Dir. General de la dependencia, tenía tacto para hablar con las personas, sabia escuchar y tenía buena conversación, además de un porte de hombre elegante que me tenía intrigada desde que habíamos compartido asiento en el avión. Es por eso que decidí cambiarme para bajar al restaurante, tome un vestido corto que había llevado, de color gris, con un escote discreto pero no dejaba nada a la imaginación pues hacía que se marcaran bien mis senos, cambie los zapatos cómodos del viaje por unas zapatillas negras, me arregle el cabello y mi maquillaje. Baje y al llegar al restaurante vi que ya estaba Don Rodrigo, me pareció una falta de respeto de mi parte y lo `primero que hice al llegar a la mesa fue disculparme por el retraso —“Descuida Urania, llevo como 20 minutos aquí esperando, pero valió la pena la espera” —dijo al momento que recorría mi cuerpo de pies a cabeza con la mirada, yo no pude evitar sonrojarme, Rodrigo aún vestía con su traje, el siempre vestía formal y no puedo negar que me estaba pasando algo con él, le tenía mucho respeto, pues era mi jefe pero había algo en el que me tenía intrigada y sentía atracción hacia él.
Durante la comida me sugirió algunas platillos para pedir, tenía mucha clase y he decir que cada momento que pasamos comiendo en ningún momento hablamos de trabajo, Rodrigo tenía tres hijos y una esposa que según como el me platico la llama de su relación se había apagado hace mucho, por el efecto del vino que me había tomado y con imprudencia se me salió —No sé cómo las personas pueden aguantar tanto tiempo sin estar con alguien —Rodrigo me había entendido, me di cuenta de la imprudencia que había cometido y él en ese momento me tomo de la mano, riendo me dijo —No te preocupes Urania, aunque no lo creas tiene mucho que no estoy ni con mi esposa ni con otra mujer, no te puedo negar, las ganas no me faltan —con eso último su mirada hacía mi cambió, había deseo en su mirada, de eso no tenía duda, me sentí mareada por el vino y le sugerí que mejor cada quien subiera a su habitación. De camino a las habitaciones, mi jefe me comento que después de un descanso le gustaría revisar la propuesta que presentaríamos en la dependencia federal para que no le quedará duda, yo sugerí un área común del hotel, la cafetería o alguna sala de negocios, pero mi jefe insistió que lo revisáramos en alguna de las habitaciones —Puede ser en la mía, si eso no te importa —con nerviosismo asentí y quedamos que nos veríamos en una hora.
Subí a mi habitación, me encontraba cachonda, tanto el vino como la plática con Don Rodrigo me tenían así —¿Qué me está pasando?, Don Rodrigo me dobla la edad, es mi jefe y sé muy bien que ese tipo de relaciones no funcionan —me decía mientras me miraba al espejo, la sensación de su mano tocando la mía me hizo estremecer y recordé como le había cambiado la mirada, esa mirada de deseo hacía mi cuerpo.
Llevé mi mano por debajo de mi vestido, me dirigí hacía la cama, me recosté y con la mano por debajo de mi falda, hice a un lado mi tanga, lleve mis dedos hacia mi vulva y pensando en Rodrigo me empecé a tocar, en ese momento imagine la mano de Rodrigo tocando mi entrepierna y con prisa empecé a elevar la magnitud con la me tocaba, sentí un ardor en mi entrepierna, me metí dos dedos en mi coño mientras que con la otra mano me acariciaba mis pezones que agradecieron que los liberara de mi sujetador, estaban erguidos y mi calentura era tanta que imagine el cuerpo de Rodrigo encima de mi y su verga dentro de mi coño, eso me hizo explotar en un rico orgasmo.
De pronto una llamada de mi esposo me interrumpió, hablé con él y le conté que ya estaba instalada en el hotel, me sentía culpable por lo que había hecho y hasta por lo que pudiera pasar, ni siquiera le prestaba atención a mi marido que estaba al teléfono, en mi cabeza tenía la imagen de Don Rodrigo, le dije a mi esposo que me dormiría, que el viaje me tenía cansada y que mañana sería un día pesado para mi y le colgué. Seque mi entrepierna y mis muslos de mis jugos, acomode mi vestido, retoque mi maquillaje y nuevamente me coloque perfume en mi cuello, tome las carpetas de la presentación y me dirigí a la habitación de Don Rodrigo.
Me sentía nerviosa, la idea de estar sola en la habitación con Don Rodrigo me ponía caliente pero también me preocupaba no contenerme de lo que pudiera pasar, las cosas con mi marido no iban bien pero no estaba preparada para ponerle el cuerno con mi jefe, pero por que me había esmerado tanto en verme bien, cada prenda que me había puesto la había escogido pensado en él, incluso la tanga negra de encaje que me había regalado mi esposo el pasado fin de semana, me la había puesto pensando en que le gustaría a mi jefe y me mojaba solo al pensar que él me la quitara.
Subí al séptimo piso, toque a la puerta, en seguida salió y me invito a pasar, tenía una alegría que no podía disimular. Él aún vestía con su traje, yo con la carpeta en los brazos pase a la amplia habitación, Rodrigo me invito a sentarme en el borde de la cama, me senté abrí la carpeta y empecé a explicarle algunas temas que abordaríamos en la reunión.
Rodrigo sin más se sentó a mi lado, dirigió su mirada hacía mis piernas, era claro que no estaba prestando atención en nada de la carpeta, en un movimiento tomo la carpeta —“Ya basta de trabajo, es mucho por hoy”—me dijo con una risa coqueta, se paró y llevo la carpeta hacía la mesa que estaba en frente, se quitó los lentes y los dejo al lado de la carpeta, regreso y se sentó aún más pegado a mi, solo dijo —“Me gustas tanto Urania, estas hermosa” —acercó su cara a la mía y me beso, sentí su mano derecha acariciando mi pierna, inconscientemente cruce las piernas y lleve mi mano hacía su pecho tocando el saco de su traje café.
Rodrigo se abalanzo hacía mi sin despegar sus labios de los míos mientras subía la falda de mi vestido acariciando mis piernas, sus besos sabían a vino, tenía una forma de besar que me estaba poniendo mas cachonda de lo que ya estaba. Cuando logro subirme el vestido metió su mano por el interior de mis muslos, se detuvo a acariciarme mis muslos hasta que llegó hasta mi coño que podía sentir que me estaba mojado, movió mis piernas para abrirlas de par en par y llevó su mano hasta mi coño empapado, cuando sentí su mano encima de mi tanga los gemidos empezaron a salir de mi boca, en tan solo unos minutos Rodrigo había logrado estimularme y calentarme. Con su mano en mi coño, me retorcía de placer que apretaba las sabanas de la cama, seguía moviendo su mano en mi entrepierna, con tal sensación tuve que abrazarlo con las dos manos apretándolo hacía mi cuerpo, me estaba encantando sentir su mano estimulándome.
Rodrigo se puso de pie quedando en frente de mi, con una risa dijo —“Estas buenísima, esta noche serás mía, te voy a coger como no lo ha hecho tu marido” —se desabrocho el pantalón, dejándolo caer en el piso, un bóxer gris oprimía su verga que se veía ya erecta, yo lo miraba caliente con ganas de ya sentirlo dentro de mi, me retire el abrigo negro que llevaba y lo deje a una lado, mientras que Rodrigo se retiraba el resto de su ropa, tardo unos segundos en retirarse toda la ropa que llevaba, cuando le toco quitarse el bóxer libero una verga erecta de buen tamaño, a pesar de lo gordo que estaba tenía una verga de buen tamaño, eso si era más gruesa y mas larga que la de mi esposo, se paró enfrente de mi y sin decirme nada me incline hacia el, tome su verga en mis manos y lleve mi boca a ese pedazo de carne ardiente, con mi lengua recorrí el glande saboreando cada espacio de tal ricura, en seguida me metí su verga a la boca y con una de mis manos tome el tronco mientras que me metía y sacaba tal suculenta verga de mi boca.
Rodrigo agradecía la mamada que le estaba dando, gemía se veía que lo estaba disfrutando, trate de meterme toda esa verga en mi boca pero era imposible que me entrara toda, hasta ese momento no había tenido la fortuna de disfrutar una verga de tal magnitud, me sentía una puta en el hotel cogiendo con mi jefe —“Eres una putita bien rica, te llenare toda de mi leche, puta” —me decía mi jefe, eso me excito más mientras seguía mamando su verga, Rodrigo se reía, después de un momento mi jefe se retiró de mi y empujándome hacía atrás me hizo acostarme en la cama, abrió mis piernas, tomo mi tanga y me la quito tomándola para olerla para después tirarla al piso, con las zapatillas aún puestas y con las piernas erguidas llevo sus labios hasta mi vulva, paso su lengua por toda mi vulva y se detuvo a saborearme mi botoncito que ya estaba erguido de lo caliente que estaba.
No tardó comiéndome el coño hasta que se incorporó, se subió a la cama y tomando su pene lo acerco hasta mi coño, muy despacio me penetro, estaba mojadísima que no tuvo problema en entrar ese pedazo de carne exquisito, desde que eso pasó gemido tras gemido salía de mi boca, estaba vuelta loca con esa verga en mi interior, paso sus brazos a mis lados tocando su panza con mi cuerpo, abrí más las piernas para sentir toda la verga de mi jefe, empezó a darme embestidas mientras me tocaba los senos, me besaba, me acariciaba, yo lo abrace mientras sentía un poco de dolor por el tamaño de esa verga, en un momento el dolor se convirtió en placer y no pensaba en otra cosa que ese macho me siguiera cogiendo. Rodrigo me tomo de los tobillos y en esa posición me abrió de piernas separándose de mi y con su verga en mi interior me siguió dando embestidas fuertes que llenaban todo mi interior, ambos gemíamos sin parar.
Estábamos disfrutando de esa tarde sexo, yo no paraba de gritar mientras mi hombre me cogía como el solo sabía hacer, siguió así por un rato, mientras me penetraba sentía que su pelvis chocaba conmigo estimulando mi clítoris encima mío y con esa sensación tuve un orgasmo magnifico, mi jefe se dio cuenta subiendo la intensidad de sus embestidas, se separó de mi bajándose de la cama, me jaló hacía el dejándome con el culo en el borde de la cama y él estando de pie, me abrió nuevamente las piernas y me empezó a chupar la vulva mientras me metía dos dedos dentro de mi vagina, no paraba de gritar, su lengua se movía recorriendo toda mi vulva, entrando por mi vagina y estimulando mi clítoris.
Yo seguía más caliente todavía, se incorporó, me tomo de las piernas dejando una sobre la cama y cruzó una de sus piernas sobre de mi mientras mantenía la otra en el suelo y me metió su verga, con esa posición podía sentir que toda su verga llenando mi interior, era gordo y cincuentón pero esa flexibilidad en esa posición me estaba volviendo loca, solo se escuchaban nuestros gemidos y el golpeteo de nuestros sexos, me bombeó por unos minutos, tenía un aguante pues tardó para venirse, pero cuando lo hizo sentí un enorme chorro de semen volcándose en mi interior, fue una carga seminal exorbitante, cuando se separó pude sentir que de mi interior salía mucho semen esparciéndose en mis muslos, cuando se retiró aproveche para quitarme el vestido que tenía remangado, libere mi sostén mientras mi jefe se acostaba boca arriba en la cama, en esa posición se apreciaba mejor el tamaño de su verga y de sus testículos que también estaban grandes.
Me acerque a él, subiéndome a la cama y con la lengua empecé a disfrutar esos testículos grandes, sabían a nuestros jugos, esa mezcla de sabor me excito más, chupe su verga dejándola limpia de nuestros jugos y empecé a succionar su glande mientras con mi mano masajeaba desde su tronco hasta la punta, quería sentir su leche en mi boca, lo necesitaba, lo ansiaba, estaba loca por ese hombre que también era mi jefe, seguí mamando su verga mientras acariciaba sus huevos, estaba dura completamente erecta, me pidió que subiera encima de él dándole la espalda, que quería verme cabalgando la verga mientras me veía el culo, así lo hice, solo estaba para complacer a ese hombre, me subí y empecé a cabalgarle la verga, me movía de muchas maneras para disfrutar de semejante verga, después de un momento me advirtió que ya estaba por venirse, yo aproveche para bajarme y acostarme al lado de él tomando su verga con mi mano empecé a masturbarlo mientras acercaba mi boca para poder sentir su semen, mi jefe no paraba de gemir con mi mano en su pene, después de un instante un chorro de semen salió y fue a caer cerca de mi boca, bañándome la frente y los ojos de ese líquido espeso, tome su semen con mi dedo y lo lleve a mi boca, sabía saladillo pero era delicioso saborear el semen de mi jefe, me sentía una completa puta y extasiada aproveche a lamer hasta la última gota de su semen y a limpiar todo su pene con mi lengua.
Me sentía satisfecha y mi jefe igual, me acerqué a él para besarlo como muestra de agradecimiento de tal cogida que me acababa de dar. Lo disfrute tanto, me levante y me fui a lavar en el baño.
Pasamos una tarde maravillosa cogiendo unas veces más, no salimos de su habitación sino hasta el otro día para ir a la reunión.