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Mi ingenua Any (IV): En mi casa
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Tiempo de lectura: 4 minutos

A pesar de que estaba casada, encontraba la forma de cogérmela, Any no podía decirme que no.

Era semana santa y como todos sabes el viernes y sábado no hay trabajo, aprovechando que su esposo se fue a un asunto familiar y mi mujer estaba con sus parientes, la invite a mi casa.

Para no hacerla más larga, desde que llego empecé a cogérmela, la tenía de perrito en mi cama, dándole tremendas nalgadas, sus gemidos me excitaban muchísimo, mi verga entraba y salía toda empapada de sus fluidos.

A: ¡Nene, no me canso de coger contigo, dios mío!

L: Muévete hermosa, ¡me encantan tus nalgas!

Mis dedos estimulaban su apretado ano, ¡me los chupaba para que yo pudiera entrar en su anito!

L: ¡Que rico y apretado esta, pronto será mío!

A: ¡Ay que rico, méteme ya tu verga amor!

Como quería ver sus gestos, la acosté en la cama, le levante las piernas y le alce un poco su cadera, su hermoso y dilatado culo estaba listo para mí.

Empecé con rosárselo con la cabecita ya toda roja de tanta penetrada, mis dedos estimulaban su clítoris, ella cerraba los ojos y se mordía los labios de una forma tan excitante, ¡estaba gozando riquísimo lo que le hacía!

Mi cabeza entro lentamente, me moví para darle solo la puntita, ella se aceleró de pronto, nunca había hecho anal, ¡su culo estaba tan estrecho que me apretaba riquísimo la cabeza!

L: ¡Bebe que culito tan apretado, uf muerde como perro!

A: ¡Ah, dios mío, me sacas el aire nene!

L: Relájate amor, ¡apenas va la puntita!

Siguiendo solo con la puntita me acerque para besarle las tetas, mordía sus pezones y los lamia como paletas, besaba entre esa rica línea que dividía sus duras tetas, ella gemía más fuerte, ¡y mi verga empezaba a introducirse más en su hermoso culo!

A: ¡Bebe, me está entrando más, dios mío, uf!

L: Uf, que culo tienes, ¡y tus tetas me ponen loco!

A: ¡Ay! ¡Me está doliendo bebe!

L: Tranquila, ¡tú respira y relájate!

La tome de sus pies y empecé a empujársela más, su respiración era más fuerte, parecía que se quedaba sin aire, ¡ay, me duele!, exclamo mientras le besaba sus pies y ya casi iba la mitad de mis 21 cm dentro! ¡Las caras que hacía, como se quejaba y como me apretaba me tenían todo loco, era un lobo disfrutando a su presa!

Con la adrenalina a mil, mis movimientos aumentaron de velocidad, mi verga poco a poco abría su rico culo, ella paso de los gritos de dolor a los gritos de goce, ¡su culito estaba haciéndose grande y eso le provocaba tremenda satisfacción!

A: ¡Que rico, uf, me duele, pero rico!

L: ¡Any que rico, me encanta cogerte!

A: ¡Para que nos casamos, seriamos buena pareja sexual, uf!

L: Eso es lo de menos, ¡tú sigue devorándote mi carne!

Me senté en la orilla de la cama y la deje caer en sentones, mi verga en esa posición entraba más, esos gemidos de placer que parecían de dolor, los disfrutaba al máximo, apretaba sus tetas y le besaba su cuello, me encanta morderle su suave cuello, sus orejas eran empapadas por mi lengua, ¡mis manos apretaban ese par de piernas que tanto me gustan!

Agitada por andarse dejando caer en mi palo, me pedía más, me decía lo rico que sentía y que su marido no coge como yo, ¡yo le sonreía y cada palabra me la ponía más y más dura!

L: Eso hermosa, muévete, mueve tu cadera, ¡uf que nalgas te cargas bebe y tus piernas me vuelven loco!

A: ¡Que dura verga, me encanta, uf duele, pero me gusta!

Nos pusimos de pie, sin sacarle la verga la empuje a la pared de mi cuarto, ella se inclinó poco, tomándola de las nalgas empujaba mi verga que ya le entraba toda, su culo ya estaba abiertísimo, ya no me costaba trabajo metérsela, mis manos jugaban su clítoris, le arañaba la espalda, ella se tambaleaba del orgasmo que le estaba produciendo, su vagina empezó a expulsar tremendas cantidades de fluidos, ¡le escurría saliva de que estaba en el éxtasis!

A: ¡Dios mío, que rico, que rico, papi me matas!

L: Nena eres encantadora, ¡me encanta como saben tus fluidos!

¡Mi verga aún estaba dura, estábamos como en el palo número cuatro, pero su rico cuerpo aun me tenía durísimo, la puse de perrito en la cama, teniendo tremendo par de nalgas en mis manos, no podía dejar de sentirme afortunado, ella apenas tenía 22 años, pero era dueña de un swing magnifico, incluso ella pudo ser mi pareja, pero mi Lety es mil veces más rica, pero bueno en lo que estaba!

L: Que culazo eres, me encanta cogerte, ¡tu marido nunca te cogerá como yo!

A: ¡No hables de él, es de mala educación, uf!

L: ¡Seguro que nunca se ha atrevido a tocarte el culo, vaya idiota!

A: ¡Déjalo, uf, él es muy sumiso, uf!

L: Bueno, ¡deja te hago lo que él nunca te hará o no lo hará como yo!

Con unas embestidas muy fuertes perforaba su culo, ella se agachaba y apretaba su cara bajándola al colchón, yo en cuclillas seguía haciendo mío su culo, su rica espalda estaba toda sudorosa, mis manos acariciaban todas las partes posibles de su cuerpo, le tome el cabello y se lo jalaba, con mucha fuerza le daba de nalgadas al punto de dejárselas rojas, ¡la estaba haciendo sufrir y gozar al mismo tiempo!

A: Auch! ¡Me lastimas, uf, ay me duele!

L: Eso, grita como loca, grita mami, ¡me pones a mil!

A: ¡Me dejas marcada, me van a descubrir!

L: No me importa, tu eres mía, ¡le guste a él o no

Sentí como me empecé a inflar, no tolere más y me vine en su culo, ambos lanzamos un rico gemido, el orgasmo era maravillo, me quede pegado a ella como perro, mi leche no paraba de salir, ya le escurría por sus piernas, terminamos agotadísimos de lo que hicimos.

Yo le acariciaba sus nalgas y veía como su culito poco a poco regresaba a la normalidad, aquella vez cogimos todo el día y noche hasta ya no poder más, mi Any ingenua no dejaba de disfrutar los revolcones conmigo, pero nuca nos imaginamos que eso nos traería problemas después.

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