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Mi hijo me hace su esclava (I)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Mientras el avión aterrizaba, mi cabeza daba vueltas pensando una y otra vez en lo acontecido en los últimos días. Tras años de soportar indiscreciones de mi marido, finalmente decidí abandonarle. No fue nada fácil. Me quedé embarazada de mi hijo Manuel a los 16 años y he dedicado toda mi vida a cuidar de él, de mi casa y de mi marido. Siempre fui consciente de que mi marido me era infiel, pero por mi hijo decidí quedarme a su lado. En la actualidad Manuel tiene 20 años y trabaja en Santiago como recepcionista nocturno en un hotel mientras se saca sus estudios en la universidad.

Decidida a abandonar a mi marido, decidí irme con mi hijo y vivir con él mientras buscaba algún empleo en la isla. Le llamé y le dije que quería visitarlo, vacié nuestra cuenta corriente (ridículamente escueta) y me fugué a vivir mi nueva vida junto a mi hijo.

Ya en el aeropuerto, busqué a mi hijo con la mirada. Allí estaba, un muchacho guapo, moreno, alto (1,85) y, según comprobé, con un buen cuerpo. Yo soy morena, no muy alta (1,60), bastante atractiva, con unos pechos generosos, buenas caderas y un culito duro ya que desde que mi hijo se hizo mayor ocupaba mis aburridas tardes de ama de casa en el gimnasio.

Llegamos a su piso, un apartamento bastante pequeño debido a los gastos de Manuel pero suficiente para los dos (aunque él pensaba que estaría sólo una semana, si mi hijo notó algo extraño en que llevara dos maletas para una semana no dijo nada), decidí dejar para más tarde mi situación y le pregunté por los estudios, el trabajo y las chicas (típico de madre ¿verdad?). Mientras estábamos hablando del tiempo que habíamos estado separados sonó su teléfono móvil…

-Hola papá ¿qué tal-. Mi corazón se paró de golpe. Me puse en pie y colocándome frente a mi hijo empecé a gesticular para que no le dijera a su padre que estaba allí.

Mi hijo me miraba extrañado.

-No, mamá no me ha llamado-. Respiré aliviada.- ¿Ha pasado algo?

Manuel me miraba muy serio.-Vale papá, cuando sepa algo te llamo. Un beso. Adiós.- Y colgó.

-Mamá, ¿qué has hecho? Papá dice que has vaciado la cuenta y te has ido de casa.

Con lágrimas en los ojos le conté a mi hijo todo lo que había pasado durante tantos años y que él era la única persona en la que podía confiar.

– Mañana mismo empiezo a buscar trabajo, te lo prometo. Después de pagar el billete me queda poco más de mil euros del dinero que cogí, tómalos para los gastos mientras busco como colaborar.

Manuel me abrazó y me dijo que me tranquilizara, que me entendía y que ya averiguaríamos como mantenernos.

– Mientras busco trabajo, puedo ocuparme de la casa, así no tendrás que preocuparte nada más que por el trabajo y tu carrera.

Y así comenzó la convivencia con mi hijo. Todos los día salía a entregar curriculums y me había registrado en todas las App de empleo que mi hijo me enseñó, pero pronto descubrí que encontrar trabajo con 20 años de experiencia de ama de casa y sin saber hacer literalmente nada no iba a ser fácil.

Dos meses después, la situación con Manuel había cambiado, casi no llegábamos a final de mes y estaba siempre malhumorado, incluso empezaba a hablarme de malos modos, a lo que yo debido a mi culpa en la situación sólo bajaba la cabeza sumisa.

Ese día llegué llorando a casa tras el centésimo rechazo en una entrevista, me quité la ropa con rabia quedándome sólo con una camiseta roja y unas braguitas negras me quedé dormida en el sofá. Me despertó la puerta de casa y me levanté sobresaltada. Manuel había vuelto de la universidad y aún no había empezado a prepararle la comida. Me lo encontré en el pasillo mirando a la cocina y cuando se volvió sentí un estremecimiento al encontrarme con su mirada.

-Perdóname Manuel, he tenido un día duro y me he quedado dormida, ahora mismo te preparo algo.- Le dije sonriendo con timidez.

-Un día duro… No sólo tengo que mantenerte sino que no haces lo único que tienes que hacer.

-Perdona hijo, yo…

-Cállate de una puta vez! Me paso la noche trabajando en ese puto hotel, duermo dos horas y me voy a clase y cuando vuelvo ni siquiera tienes preparada la comida para que pueda dormir un poco, estudiar y vuelta al trabajo. Y encima me encuentro que además de no hacer nada estás durmiendo!

-Pero hijo, esta mañana…

De repente me agarró del brazo y me puso contra la pared.

-¿Para eso te pago esta ropa? ¿Para que en lugar de ir a las entrevistas te la pongas para dormir?

Puso sus manos en el cuello de mi camiseta y de un tirón me la rasgó dejando al aire mis pechos. Manuel se quedó mirándomelos y ví algo en su mirada que no me gustó.

-Manuel, por favor!

La bofetada me cogió de improviso, me llevé una mano a la mejilla ardiente y lo miré asustada, con los ojos bañados en lágrimas.

-Ponte de rodillas.

-Hijo, ¿pero qué dices? yo…

-Ponte de rodillas, está claro que no sabes hacer nada, por eso nadie te contrata, pero yo se algo que seguro que sabrás hacer y me servirá como pago por tener que mantenerte.

Temblando me puse de rodillas, sabiendo lo que iba a pasar aunque sin poder creérmelo. Mi hijo se bajó los pantalones ya apareció ante mi su polla, una gran polla de unos 20 centímetros totalmente erecta.

Manuel, esto no puede ser, soy tu…

Segunda bofetada. Esta vez no dijo nada más, sólo se me quedó mirando.

Alargué la mano sollozando, agarré la polla de mi hijo y empecé a pajearlo. Al cabo de unos minutos me apartó la mano.

-Pon las manos a tu espalda y abre la boca puta.

Obedecí y al momento la polla de mi hijo empezó a entrar en mi boca, mis labios atraparon esa tremenda herramienta y empecé a mamar su polla lo mejor que sabía. Sin pretenderlo, lo humillante de la situación, la dominación y las palabras de mi hijo empezaron a hacer que mi cuerpo reaccionaba y empecé a notar mi coño palpitar y mis pezones a endurecerse. Nunca había experimentado el sexo de esa manera, mi marido sólo me follaba de vez en cuando y siempre de forma rutinaria y todas estas sensaciones nuevas empezaron a hacerme efecto. Mi hijo al darse cuenta de la dureza de mis pezones y de como una de mis manos se dirigió hacia mi coño húmedo de forma instintiva sonrió, me agarró de la parte de atrás de la cabeza y empezó a follarme mi boquita con violencia.

-Eso es puta! joder como la chupas! eres una experta joder!- Me gritaba mientras me violaba la boca, metiéndola hasta mi garganta. Yo estaba salivando, mientras mi mano frotaba violentamente mi coño y jadeaba como una perra.

Sin previo aviso, se separó de mi, apuntó su polla brillante por mi saliva y empezó a descargar chorros de semen violentamente sobre mi cara. Notaba su semen espeso y caliente chorreando mi cara y aguanté sin moverme, mirándole a los ojos hasta que terminó.

-Muy bien puta, ya has encontrado trabajo. Ahora ve a limpiarte y hazme la comida de una puta vez.

Me levanté sin decir palabra, fui al baño y me miré en el espejo, sonreí al ver mi cara y mis tetas llenas de la leche de mi hijo, recogí buena parte con mis dedos y empecé a lamérmelos mientras me masturbaba hasta que me corrí como hacía años que no hacía, imaginando lo que me esperaba con mi nuevo trabajo como puta de mi hijo.

Al día siguiente desperté totalmente confundida. Mi hijo había abusado sexualmente de mi y sabía que tendría que hablar con él o incluso volver con mi marido y olvidarlo, pero por otro lado la dominación que Manuel ejerció sobre mi me excitaba cada vez que lo recordaba. Fui al salón de casa pensando en todo esto cuando vi encima de la mesa unas prendas de ropa y un folio con instrucciones de mi nuevo "amo".

-"Buenos días puta. Esta es tu ropa para hoy, solo esta ropa y nada más. Y procura que todo esté limpio y la comida preparada cuando llegue."

En la mesa únicamente había un tanga negro, una camiseta también negra que mi hijo parecía que había recortado y unos de mis zapatos de tacón negros. Me desnudé y me puse la ropa que Manuel me había preparado y fui a observarme a la cristalera que teníamos en la entrada. El efecto era increíble, la camiseta me quedaba estrecha, sin sujetador y mi hijo había recortado la camiseta para que la parte baja de mis tetas estuviera expuesta. Me giré y observé mi culo, totalmente estilizado por el uso de los tacones. Empecé a excitarme viéndome así vestida, rememorando la polla de mi hijo en mi boca e imaginando lo que me esperaría cuando llegara a casa. Mandé a la mierda el tabú de que fuera mi hijo y decidí vivir esta experiencia como él quisiera.

Con mi nuevo "uniforme" comencé mis tareas de ama de casa. Apenas había dejado la comida preparada y me había sentado a descansar un poco, el corazón se me paró al escuchar a mi hijo abriendo la puerta de casa. Me levanté y me dirigí al pasillo, crucé mis brazos detrás de mi espalda y me quedé bien quieta esperando a mi amo.

Manuel entró en casa y al verme me dirigió una mirada de arriba a abajo sonriendo con sus ojos llenos de lujuria. Joder, la mirada que me echó hizo que empezara a calentarme.

-Muy bien Maribel- noté que evitaba llamarme mamá- veo que está todo impecable.

Y avanzando hacia mí alargó sus manos y pellizcó mis pezones. Todo mi cuerpo se estremeció, noté mi coño vibrar y un ligero gemido escapó de mis labios. Mi hijo empezó a rodearme mientras yo mantenía mi postura. Ya detrás mío empezó a darme azotes en el culo mientras yo intentaba mantenerme impasible. Volvió a ponerse en frente de mi.

-Desnúdame puta-. Ordenó.

Empecé a desnudarlo, acariciando su cuerpo mientras lo hacía. Cuando saqué su camiseta, miré sorprendida su torso, estaba muy definido, mi coño ya estaba totalmente mojado mientras bajaba mis manos sobando sus abdominales hacia sus pantalones. Me arrodillé delante de él, desabroché su pantalón y lo bajé a la vez que sus slips y su tremenda polla saltó como un resorte hacia mi cara. Cuando terminé de desnudarlo sacó una bolsa de la mochila que llevaba a clase y me ordenó que fuera a su habitación.

Al entrar en su habitación me agarró por la cintura, me giró hacia él y empezó a besarme. La sorpresa me duró apenas un segundo, abrí mi boca y dejé entrar su lengua mientras nos fundíamos en un apasionado beso. Después me sacó la camiseta y me soltó un par de azotes en cada teta golpeando mis pezones. Jadeé como una perra con cada uno de ellos. Dios, con 50 años empezaba a descubrir lo mucho que me gustaba que abusaran de mi cuerpo.

-Échate en la cama.

Me tumbé mientras él buscaba en la bolsa y sacó un consolador negro bastante grande y me lo lanzó.

-Vamos puta, empieza a follar tu coño con tu nueva polla- me dijo mientras se masturbaba delante de mi.

Yo ya estaba fuera de control, quería ser su puta y no quería que su dominación sobre mi acabara nunca. Aparté el tanga a un lado mientras lamía ese tremendo juguete y suspirando empecé a introducírmelo lentamente en el coño que en aquel momento estaba completamente chorreando. Empecé a meter y sacar aquella polla, jadeando de placer sin apartar la mirada de mi hijo mientras se masturbaba observando a su madre jodiéndose a si misma con un consolador.

-Menuda puta estás hecha, como lo disfrutas. Vamos aumenta la follada, quiero ver cómo te corres.

Y así lo hice, empecé a follarme a más velocidad, jadeando cada vez más fuerte mientras notaba como mi coño se humedecía cada vez más, hasta que estremeciéndome violentamente empecé a gritar mientras me corría.

-Muy bien Maribel, ahora date la vuelta y ponte a cuatro patas-.

Le obedecí y me puse de espaldas ofreciéndole mi culo a mi hijo. Él se acercó, me quitó el consolador y empezó a follarme el coño con el aparato desde atrás.

-Oh joder! eso es amo, folla a tu puta-. Ya no pude seguir resistiéndome a entrar en su juego con mis palabras. Manuel seguía follando violentamente mi coño con el consolador mientras me daba dolorosos azotes en mis nalgas. Debía tenerlas ya al rojo, pero cada azote me hacía gemir más y más de placer.

De repente mi hijo paró y ya iba a protestar cuando sentí su tremenda polla atravesar mi coño de una sola embestida.

– Ohh Dioooss!-. Grité sorprendida mientras mi hijo empalaba a su madre con su gran polla mientras seguía azotándome con fuerza. No podía creerme que el mejor polvo de mi vida me lo estuviera proporcionando mi propio hijo, pero no tenía tiempo para pensar en eso, pues mi cuerpo empezó a temblar incontrolable mientras el segundo orgasmo de la tarde me llegó mientras mi hijo me follaba salvajemente. Exhausta, me dejé caer sobre la cama, mi hijo metió sus fuertes manos debajo de mis caderas e irguió mi culo para seguir follándome.

Cuando se cansó de esa postura su tumbó a mi lado.

-Cómeme la polla, zorra-. E inmediatamente empecé a saborear mi corrida de la polla de Manuel. Tras unos minutos me ordenó que me montara encima de él y le cabalgara. Me puse a horcajadas sobre él, encajé su polla en mi coño y empecé a cabalgar a mi hijo mientras observaba como mis tetas botaban.

-¿Te gusta tu nuevo trabajo, puta?-. Me preguntó mientras sujetaba mi cara con su mano.

-Si Manuel, me encanta mi nuevo trabajo-. De repente Manuel me abofeteó con fuerza en la cara y sujetándome de nuevo la cara me dijo.

-Mientras estés trabajando, dirígete a mi como amo o señor, pedazo de zorra-.

-Me encanta mi nuevo trabajo amo, me encanta que me folles mi amo, me encanta correrme con tu gran polla-. Le contesté mientras seguía disfrutando de su polla y del dolor de mi cara, mientras mi hijo me pellizcaba los pezones y azotaba mis tetas fuertemente.

Mi tercer orgasmo no tardó en llegar. Apenas estaba terminando de notar sus efectos cuando mi hijo me levantó y me puso de rodillas en la cama mientras se ponía de pie y acercaba su polla a mi boca. Inmediatamente engullí aquel trozo de carne a cuatro patas y empecé a moverme para que su polla llegara hasta mi garganta mientras miraba hacia arriba buscando sus ojos. Manuel me sonrió malévolamente.

-Puta, veo que te gustó que te follara la boca-. Y me agarró de la cabeza y empezó a follar mi boca mientras mi coño volvía a humedecerse.

Jadeando, Manuel siguió follando mi boca hasta que la sacó, se separó un poco de mi y empezó a masturbarse frenéticamente.

-Mírame a la cara puta, y abre la boca. No apartes la mirada o lo lamentarás-. Y soltando un grito empezó a descargar su leche caliente sobre mi cara y mi boca. Joder, como me gustaba notar su semen caliente y espeso chorreando por mi cara.

-No cierres la boca, zorra-. Y con sus dedos empezó a recoger su semen de mi cara y a metérmelo en la boca. Cuando su gran corrida estuvo dentro de mi boca me ordenó que me lo tragara, era algo que nunca había hecho, aunque tampoco se habían corrido nunca en mi cara y había descubierto que me ponía a mil, así que lo tragué todo y me relamí sin apartar mis ojos de los suyos. Complacido mi hijo empezó a salir de la habitación.

-Voy a comer, cámbiame las sabanas que quiero dormir un poco antes de ir a trabajar.

Más contenta de lo que había estado en mucho tiempo empecé a preparar la cama de mi amo.

Continuará…

Espero recibir sus comentarios a [email protected], no busco sexo ni encuentros, no doy cam, solamente comentarios.

Espero les haya gustado, buen fin de semana, besitos.

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