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Mi hijo ahora es mi marido
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Mi nombre es Gloria, actualmente tengo 51 años de edad, tengo un hijo que se llama Carlos de 19 años que es estudiante universitario y una hija de 26 años ya casada viviendo con su esposo en Barcelona, España.

Mi esposo Darío es mayor que yo en 15 años, es decir que actualmente tiene 66 años y por su trabajo se ausenta de casa por varios días, pero nos da la tranquilidad económica que nos permite tener una buena casa con piscina incluida. Soy una mujer de buen cuerpo por donde se la mire, por algo asisto al gimnasio diariamente; mi piel es blanca, de cabello oscuro y ojos color café, de temperamento muy ardiente, me da morbo llamar la atención de los hombres y también de algunas mujeres cuando estoy caminando por la calle agregando que me encanta vestir sexy.

Con mi esposo las relaciones íntimas ya se terminaron hace más de dos años, como dice una amiga: “dormimos como hermanitos”. Después de todo no me gusta serle infiel y para aplacar este temperamento me masturbo todos los días y en algunos días más de una vez.

Con mi hijo Carlos nos llevamos muy bien, mas que madre e hijo somos amigos y últimamente estoy notando que me mira con otros ojos, no como madre sino como mujer, aparte que como todo joven tiene la libido a 1000 y será también porque en casa me gusta usar ropa bien ligera, camisones de tiritas semi transparentes que llegan a mitad del muslo con aberturas a los costados, se puede ver fácilmente el brasier y la tanga, que hacen resaltar mis grandes y redondas nalgas como mis senos prominentes.

Carlos es bastante cariñoso y amoroso, todo lo opuesto a su padre, pero últimamente tiene el hábito de darme nalgadas cada vez que llega a casa, claro está que son suaves, lo tomo como muestra de cariño y luego me saluda con un beso en la mejilla.

–Hola ma, ¿cómo está la mujer más bella del planeta?

−Aaay hijo, bien mi amor, así como me ves la misma rutina de todos lo días −le respondí– y tú ¿qué tal los estudios? ¿cómo vas con la novia?

−Con los estudios bien mamá, pero con ella ya hace varias semanas que terminamos, ahora estoy solterito, mmm, creo que no te lo conté.

–No, no me dijiste nada, pensé que seguías con ella. Se te veía bien acaramelado.

−La verdad mamá es que las últimas semanas que estuve con ella la noté muy distante, aparte que no teníamos buen sexo y decidimos ambos terminar la relación, así que ahora estoy en busca de una mujer madura, así como tú.

–Jajaja, así que ahora te gustan las viejas como yo.

–Pero tú no eres vieja mamá, tú eres una milf, y de las buenas ¿eh? −me respondió mi hijo, dándome otra nalgada.

–Oye sinvergüenza, respeta a tu madre −le dije con una sonrisa coqueta– ¿y qué es una milf?

−Es una mujer madura que está como se quiere −al mismo tiempo con sus dos manos me acariciaba las nalgas por encima del camisón haciéndome provocar un respingo, una ligera excitación.

–Oye loco, amarra tus manos o te las corto, recuerda que soy tu madre −le dije sin estar molesta solamente para que no continuara con esa actitud.

Bueno mamá, voy a darme una ducha para sacarme este calor y salgo al instante para almorzar.

Al escuchar que le gustaban las maduras más las caricias de Carlos sobre mis glúteos sentí un hormigueo en mi vientre y a la vez se humedeció mi vagina. Me puse a pensar: “¿No será que mi adorado hijo me desee y quiera hacerme suya? ¿También será que yo siento lo mismo? ¿Por qué estoy húmeda?”.

–Listo mamá, ya puedes servir el almuerzo −yo me encontraba en la cocina y cuando lo vi, casi se me cae el plato de las manos, mi hijo había salido del baño solamente cubierto por un calzoncillo slip, le miré el paquete que lucía de un buen tamaño y disimulé para no darle importancia, seguramente por el calor de la estación estival– ya cariño, toma asiento mi amor, ahorita te sirvo.

Durante el almuerzo estuvimos conversando cosas triviales. Terminado el almuerzo él se retiró a su habitación para cambiarse y luego marchó para la universidad. Mientras tanto yo me quedé en la cocina lavando el servicio y pensando en el cuerpo atlético de mi hijo que parecía un adonis con semejante bulto que tenía entre las piernas. Mi mente era un alboroto de sensaciones y pasiones. ¿Estaba deseando a mi hijo o mi cuerpo me estaba haciendo una mala jugada producto de mi arrechura por tanto tiempo sin sexo? Luego me fui a mi habitación a dormir una siesta, pero no podía dormir discerniendo lo sucedido con mi Carlos. Mi mente decía que eso estaba mal por ser un sentimiento incestuoso, por otro lado, la arrechura de mi cuerpo estaba a tope, no quería serle infiel a mi marido y luego de pensarlo por unos instantes me pregunté: ¿y si convierto a mi hijo en mi amante? Si bien es cierto es una relación incestuosa, pero tiene sus ventajas, ya que lo tendría siempre en casa, difícil de descubrir la relación, es un hombre a quien conozco bien, la mayor parte del tiempo estamos los dos solos y sobre todo la potencia viril de todo joven.

Entonces comencé a ejecutar un plan de seducción con Carlos y también sacarme el clavo si en realidad mi hijo me deseaba o no.

Al día siguiente como sucedió el día anterior, llegó Carlos de la universidad, pero debajo de mi camisón en lugar de tanga me puse un hilo dental de color rojo al igual que el brasier, encontrándome lavando los platos a espaldas de la puerta de entrada de la cocina.

−Buenas tardes señora Gloria –algunas veces Carlos me saluda así o simplemente me llama por mi nombre, sintiendo que se detuvo a la entrada de la puerta por unos segundos, con seguridad disfrutando de la buena vista que le daba mi cuerpo. Luego se me acercó y me dio dos nalgadas, una en cada nalga, pero con un poco de frotamiento por unos segundos, claro yo me hice como si conmigo no fuera, luego me dio un beso en la mejilla.

−Hola mi amor, ¿cómo te fue? –le respondí.

−Bien mamá, aprobé el examen –sentí en la parte posterior de mi cuerpo que estaba pegado a mí y sus manos recorrieron mis dos costados desde el comienzo de mis senos hasta las caderas y mi vientre− ¿Y cómo le fue a esta reina voluptuosa?

–Igual como todos los días cariño, con la excepción que salí un rato al autoservicio para hacer unas compras y aquí me tienes amor. Mas bien hijo me haces un favor, mientras me doy un baño rapidito me vas poniendo la mesa.

–Claro que sí mamá, vaya usted a ponerse más bella, no se preocupe yo pongo la mesa.

Ya estando en la ducha completamente desnuda y lavando mi cabeza con champú, llamé a mi hijo para que me alcanzara el acondicionador que a propósito lo había dejado en mi tocador, además había dejado la puerta abierta de mi dormitorio y la del baño y la cortina de la ducha a medio cerrar para darle facilidades a la vista.

− ¡Carlos, hijo, me escuchas! –comencé a llamarle.

– ¡Sí mamá! Voy en seguida.

Ingresó a mi habitación y luego al baño encontrándome desnuda lavándome el cabello con el champú. Yo estaba de costado y él estaba disfrutando de mis senos y el tamaño provocativo de mis nalgas. Se quedó estupefacto unos segundos, luego me dijo:

−Sí… sí mamá, ¿qué pasó?

–Cielo, por favor pásame el acondicionador que está encima de mi tocador, recién recuerdo que ya no tengo y lo acabo de comprar en el super mercado −mientras sentía que él se deleitaba por unos segundos con la desnudez de mi cuerpo y con mi vulva bien depilada. Yo me encontraba con los ojos cerrados.

–Aquí está mamá −estiré el brazo y me lo colocó en la mano.

–Gracias cariño, en unos instantes termino de ducharme para almorzar, no tardo.

−Ok mamá, termino de colocar la mesa y de allí voy a mi habitación para darme un baño también –sentí que no había salido todavía ya que imaginaba que disfrutaba del cuerpo desnudo de su madre por unos segundos.

Salí de la ducha y no sabía que ponerme, entonces vi el ropero de Darío mi esposo, lo abrí, comencé a buscar y encontré un polo rojo sin mangas como usan los basquetbolistas, me lo puse y me quedó fantástico: apenas me cubría los pezones y por debajo llegaba apenas a cubrir mis glúteos. Me veía provocativa para Carlos, adicional me puse un tanga hilo dental del mismo color y salí para servirle el almuerzo para mi niño.

Yo estaba entre nerviosa y excitada, terminé de colocar los respectivos platos sobre la mesa y lo llamé.

− ¡Carlitos cariño, ya está servido el almuerzo! –le grité.

Vi que salía de su cuarto y se dirigía al comedor y otra vez apareció solamente con un calzoncillo slip de color negro y pude darme cuenta que estaba ligeramente excitado, ya que el bulto se veía más grande que el día anterior. Él al verme no pudo controlar su excitación pudiendo ver que el glande estaba saliendo por encima del slip, se sentó rápido y yo disimulé retirando la mirada.

−Mmmm… se ve sabroso mamá, y no solamente la comida, jajaja… –me lanzó la indirecta.

− ¡Mañosón! Jajaja ¿Y cómo ves a esta milf? –me levanté y giré 360 grados para que pudiera apreciar mi cuerpo.

–¡Caray! Veo a una mujer super sensual y hermosa, te va bien lo que estás luciendo. Cualquier hombre querría ocupar el lugar de papá. Siempre debes vestir así. Lo bello y voluptuoso siempre hay que exhibirlo como las flores que están en los jardines.

–Gracias mi hijo, eres tan tierno y lindo, ¿no te incomoda que tu madre se vista así en casa?

–No tengo por qué molestarme, todo lo contrario, quiero que te explayes conmigo, estamos solos los dos, recuerda que también soy tu amigo −me tomó una mano y me la besó. Seguramente él deducía en su interior que con su padre ya no había ninguna actividad sexual, aparte que cuando su padre estaba en casa no era cariñoso conmigo, eran completamente distintos los dos.

−Bueno preciosa me voy a mi cuarto a cambiarme e irme a la universidad, más tarde regreso.

–Ok cariño, voy a lavar el servicio y después hago una siesta, si no te veo que tengas una bonita tarde. Cuídate.

Bueno, así pasaron como diez días. Quería que él diera el primer paso para no sentirme tan mal y ser cómplices ambos de esta futura relación incestuosa. Yo me moría de ganas de sentir su verga en mi vagina, hice todo lo posible durante estos días para mostrarme más provocativa, incluso una vez salí de la ducha desnuda para almorzar, cubierta solamente por una toalla que me cubría los pechos y el trasero, dirigiéndome a la mesa donde Carlos estaba sentado y a medio metro de él forcé disimuladamente a que se me cayera la toalla y mi hijo me vio completamente desnuda.

–No se preocupes señora Gloria, ahorita se la alcanzo –recogió la toalla del suelo me la envolvió en mi cuerpo delicadamente sin antes deleitarse con una mirada a mis senos, vulva y culo, vi que su glande asomaba por encima del slip producto de la excitación– caramba Gloria tienes un cuerpo exquisito. Me dio una nalgada, estoy segura que le fascinaba mi culo, ya que es grande y paradito.

−Ay mi amor, ¡qué cosas le dices a tu madre! Creí que mi cuerpo ya no atraía a nadie, sobre todo a un joven guapo y vigoroso como tú.

− ¡Cómo que no mamá! Te voy a mostrar algo, pero ¿me prometes no escandalizarte? −preguntó Carlos.

–Cariño, a mi edad ya nada me escandaliza.

−Entonces allí va –se puso de pie, se bajó el calzoncillo slip y asomó una pinga grande y venosa, con cierta inclinación hacia arriba. Yo me quedé con la boca abierta y los ojos como plato. Nunca había visto una verga de monumentales dimensiones e inmediatamente mi vagina empezó a humedecerse.

−Ay Carlitos, ¡pero qué cosa tan inmensa, mucha más grande que la de tu padre!

–¿Eso crees mamá? −guardando la pinga dentro del slip– dime Gloria, ¿qué te pareció?

–Tienes un pene de los dioses, estoy seguro que la mujer que se case contigo lo va a disfrutar muy bien. Dime cariño y disculpa la pregunta amor, ese pene duro que me mostraste ¿yo te lo he provocado? −le pregunté ingenuamente.

–¿Y quién más mamá? Si no hay otra mujer en esta casa. Además, tienes un cuerpo tan hermoso que provoca tomarle fotos y mostrarles a mis amigos para que se echen unas buenas pajas, porque a ellos también les gusta las mujeres maduras como tú.

–Ay no, Carlitos las cosas que dices, pero eso sería contraproducente, ¿qué pensarían de mí esos jóvenes?

−No te preocupes, las fotos te las tomaría sin que apareciera tu rostro, les diría a ellos que conocí a una mujer madura que le estoy dando guerra.

−Bueno, bueno, déjame pensarlo –le dije− pero todas estas cosas deben permanecer entre nosotros mi amor.

−Por supuesto preciosa, esto es entre tú y yo, aparte que estamos a mano, ¿sí? Jajaja…

–Sí, estamos a mano, jajaja…

Luego comenzó la rutina de siempre. Cuando me fui a mi habitación para hacer una siesta, otra vez no pude conciliar el sueño, ahora era el pene de Carlos que me tenía alborotada y nunca pensé que lo tenía tan grande, fue tanta mi excitación que me masturbé pensando en la herramienta de mi niño.

Puesto que Carlos todavía no tomaba la iniciativa y mi vagina se mantenía llorosa casi todo el día, comencé a vestir en casa como siempre, pero ya no usaba brasier, por lo que mi hijo al saludarme no solamente magreaba mi culo, sino también con sus dedos me apretaba los pezones.

−Aaay amor, no me toques mis pezones que son muy sensibles, ¡eres un arrecho incurable! Jajaja…

−Jajaja, es que mamá, los tienes espectaculares, jajaja. Me voy a duchar mamá, de aquí salgo para almorzar juntos y esperarte que también te duches.

−Ok libidinoso, jajaja…

Llegó el sábado por la noche, eran aproximadamente como las 9.00 y le pregunté a Carlos si iba a salir o se quedaba en casa.

−No mamá, hoy día no quiero salir, mas bien quiero quedarme en casa. ¿y tú vas a salir con a tus amigas?

–No, también prefiero quedarme en casa, creo que mejor lo pasaré contigo que con mis amigas −le respondí.

– ¿Qué te parece mamá si vemos algunas películas para adultos, pedimos una rica pizza con un buen vino?

− ¡Me parece una excelente idea mi cielo!

Dije: hoy es mi día, sí o sí. Comimos la deliciosa pizza con el buen vino y luego nos sentamos en el sofá a ver la película, siempre acompañados con el vino que se encontraba en el centro de mesa.

Me senté al centro del sofá con las piernas dobladas encima de éste y a mi costado izquierdo tomó asiento mi hijo; él solamente vestía un slip verde donde se podía ver su bulto, yo como siempre con un camisón con tiritas de color violeta, sin brasier y con una tanga hilo dental del mismo color. El sofá se encontraba al frente del televisor y la película era japonesa, donde la trama consistía en que el hijo intentaba seducir a la madre hasta que por fin lo logró. Se podía ver que la madre se retorcía del placer ya que su hijo le estaba chupando las tetas y la madre a su vez le masturbaba el descomunal pene. En esos momentos Carlos puso su brazo derecho encima de mi hombro como si fuéramos novios, yo miraba de reojo que el pene de mi hijo ya estaba levantado y la mitad de su tronco sobresalía de su calzoncillo. Con mi mano izquierda comencé acariciar el muslo derecho de él he iba subiendo hasta su entrepierna pero en forma suave y en círculos, sin apuro.

Ya mi hijo estaba con su pichula casi salida del calzoncillo, entre tanto bajó su mano y empezó a pellizcarme la teta derecha suavemente y su mano entera frotaba todo mi seno. Yo me encontraba super mojada, los fluidos de mi vagina comenzaron a humedecer la tanga.

En la siguiente escena porno, vimos que el hijo le estaba metiendo verga a su madre y ella lanzaba unos gritos exorbitantes de placer. Entre tanto yo seguía acariciando el muslo de Carlos y con su mano izquierda tomó mi mano y la llevó encima de su tranca para que la acaricie, ¡no lo podría creer! ¡al fin se estaba cumpliendo mis deseos! Ni corta ni perezosa comencé a masturbar el garrote de mi hijo, ¡qué duro y grande lo sentía! Entonces mi hijo me tomó de la mejilla volteó mi cara hacia la suya y me estampó un beso con lengua, ¡Qué delicioso morreo que nos estábamos dando!, parecíamos un par de novios que por primera vez tienen su encuentro sexual. A la vez le fui sacando el slip hasta que se quedó completamente desnudo, él al mismo tiempo que me estaba besando me sacó el camisón y el tanga que se quedaron tirados en el suelo y así como él me encontraba totalmente desnuda.

–Gloria mi amor −me hablaba mi hijo al oído– chúpame la pinga. Quiero sentir tu boca y tus labios.

Obedecí inmediatamente, bajé la cabeza y me metí a la boca el inmenso garrote de mi hijo: le pasaba mi lengua, le chupaba el glande, metía mi boca hasta donde podía, ya que era bastante larga y gruesa.

−Ooooh, síííí, así mamá, qué rico, mmmm, mámale la pichula a tu hijo, se siente delicioso –Carlos gozaba de la buena chupada que le estaba dando, hice un paréntesis y vociferé:

−Cariño, al fin puedo disfrutar de este maravilloso instrumento que tienes entre las piernas, mmmm, sluuuup, mmmm –continué chupándole la verga a mi retoño por más de 10 minutos.

Luego mi hijo me propuso que cambiásemos de pose: hizo que me sentara en el sofá con los pies encima de ésta y con las piernas abiertas. Enseguida Carlitos se puso de rodillas y comenzó a chupar cada uno de mis pezones, disfrutaba cada uno de ellos sin mucha prisa, yo me estaba alocando de placer, mis jugos bajaban abundantemente por mi vagina que humedecían el sofá.

−Aaaah, cariño, qué delicia, sigue, sigue, sigue mamándole las tetas a tu madre, ooooh, que desde que eras un bebé no lo hacías, mmmm, cómo me haces gozar mi amor –estaba disfrutando de las mamadas de tetas que me estaba regalando mi Carlos.

Mi retoño me seguía dando un gran disfrute en mis tetas, era fenomenal, no lo podía creer. Podía ver también cuán inflado tenía su verga, una verga hermosa, bella, yo me encontraba feliz, feliz, de tanto gozo que me proporcionaba mi propio hijo. Estoy segura que el morbo de cachar con tu propio hijo es totalmente diferente que hacerlo con otro hombre. Es un placer indescriptible.

No sé cuánto tiempo mi Carlitos me había estado chupando mis pezones, que después fue bajando por mi abdomen muy lentamente, besando cada centímetro de éste, para llegar a mi vulva, comenzó ha aspirar muy lentamente y con mucho placer a esa hendidura que tenemos las mujeres en la entrepierna.

−Ooooh Gloria, ¡Qué aroma tan exquisito emana de tu vulva cariño! Déjame olerte un poco más –mi hijo estaba oliendo mi vagina y yo marcaba 1000, ¡no lo podía creer! Se notaba que disfrutaba mucho de ello.

Después comenzó a pasar su lengua por los labios mayores de mi vagina, luego los labios menores para que finalmente su lengua frote a mi clítoris.

−Aaaah, rico, –era todo lo que yo decía, el placer que me daba mi vástago era inefable, no se podía explicar con palabras. Continúo así por varios minutos, chupando mi clítoris, pasando la lengua en mis labios vaginales, ya no podía más, después de esperar por más de dos años una lamida de concha de semejante calidad exploté en un profundo orgasmo.

−Aaaag –después de unos segundos le dije a mi hijo− ay cariño, has hecho de tu madre la mujer más feliz del mundo.

–Todavía falta preciosa, esto todavía no ha terminado −me respondíó.

Enseguida levantó su cabeza, tomó con la mano su inmensa pichula, la dirigió a mi chorreante vagina y me la incrustó de un solo viaje hasta lo más profundo, llegando a tocar el cuello de mi útero.

–Aaaah, hijo, ¡Has llenado a tu madre con tu potente, mmmm, pichula toda su vagina, ooooh, la siento todita amor! −le expresé henchida de gozo. He inmediatamente mi Carlitos comenzó a bombearme la concha profusamente, era un mete y saca un poco lento y que se fue acelerando poco a poco.

–Aaaar , sí, sí, sí, cacha a tu madre cariño, ooooh, cáchala bien ya que hace tiempo, aaaah, no tiene una pinga dentro, haz lo que quieras con tu madre mi amor −el placer que me estaba dando mi hijo era insuperable.

–Sí mamá, hace tiempo que te deseaba, ooooh, −me decía mi hijo– solamente estaba esperando mmmm, para cacharte. Ahora eres mi mujer, ooooh…

Seguidamente mi hijo me puso en la pose del perrito y continúo taladrándome el coño, en un vaivén interminable. Así estuvimos por varios minutos, maravillosa juventud, eso es lo que venía buscando, un hombre con bastante potencia y quien mejor que mi propio hijo. Luego mi él le puso bastante saliva alrededor y dentro de mi ano, metió primero un dedo luego dos y enseguida me incrustó toda su verga dentro de mis intestinos, todo mi recto estaba ocupado por la grande pinga de mi Carlos, se quedó quieto por un momento.

−Aaaag, pendejo, mmmm, me has rellenado todo el culo cariño, mmmm, espera un segundo Carlitos para que se vaya acomodando mi culo a tu pinga… ahora sí, anda bombeando lentamente mi amor, despacio, es la primera vez que me meten una pichula en mi ano, ooooh, así mi cachero, ya le estoy agarrando gusto, mmmm, hazme sentir una puta cariño, sííí, qué rico, qué rico, qué rico lo siento amor –ya me encontraba trastornada de tanto placer que mi propio hijo me proporcionaba. Comencé a sentir el segundo orgasmo que me salía consecuencia de la culeada que me daba mi propio hijo. Carlos era una máquina del sexo, me otorgaba tanto placer, tanto gozo, que a mi mente le parecía inconcebible todo lo que estaba gozando, mi hijo le estaba taladrando el culo a su propia madre. Luego me llegó el tercer orgasmo.

−Ay mamá, ya estoy por venirme, ya no puedo más, te voy a llenar el culo de leche, ooooh –mi hijo arrojaba todo su semen dentro del recto de su madre.

−Yo también cariño, ya no aguanto más, me corro, me corro, –tuve un cuarto orgasmo. Fue placentero todo esto. Mi bebé sacó su tranca de mi ano y se sentó en el sofá, yo también enseguida me recosté. Nos quedamos un rato mirándonos a los ojos, agitados los dos.

−Ay cariño, me has dado el placer más espectacular de toda mi vida. Eres un cielo mi vida –le dije a mi Carlitos.

−Ay mamá, tú también has estado maravillosa, cachar contigo ha sido lo máximo, mis novias no te llegan ni a los talones.

–Jajaja mi amor, no seas exagerado. Ahora somos amantes cariño, pero esto debe quedar entre nosotros, ahora mucho más −exclamé.

–Claro que sí preciosa, de ahora en adelante voy a dormir en tu cama mientras papá no esté con nosotros. Yo soy tu marido Gloria de aquí en adelante seré tu marido, tu amante, tu follador; te voy a llamar por tu nombre, excepto como repito cuando papá no esté. Vamos a cachar todos los días princesa. De acuerdo mi amor.

−Estoy totalmente de acuerdo cariño, quiero que me cojas todos los días, ya sabes que soy una mujer muy arrecha y tú vas a satisfacer todas mis necesidades lujuriosas, ya que tu padre hace mucho tiempo que no me hace nada.

Y fue así, que con mi hijo empezamos una nueva vida. Se convirtió en mi amante y marido, excepto que disimulamos cuando su padre se encontraba en casa. Todos los días cachábamos con Carlitos, yo estaba feliz, era mi macho y lo hacíamos en cualquier lugar de la casa, en la cocina, en algún baño, en la piscina, etc.

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