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Escúchalo narrado por su autora
Relato
El día que propuse a mi hermano Álex practicar sexo anal, yo afirmé tener virgen el agujerito, y él confesó no haberlo probado nunca. Seguimos un plan progresivo para que me doliera lo menos posible. Le dije que me lo había recomendado una amiga, una tal Mariloli que presumía de ser una consumada adicta a esta práctica. Mi hermano descubrió al final que yo no era tan adicta como mi amiga, pero poco me faltaba, pues recibía por detrás desde un año antes. Este plan no fue sino una artimaña mía para tomarle el pelo, para hacerle sufrir como venganza por algo que me hizo días atrás. Quedamos en empate y fumamos la pipa de la paz.
Desde entonces, el sexo anal se ha convertido en otra forma de gozar juntos mi hermano y yo.
Un par de días después de aquello, confesé a mi hermano que la tal Mariloli existía, solo que no se llamaba así, sino Sonia. Álex no la conocía porque no pertenece a mi grupo de amigas habituales. Le expliqué que es una compañera de estudios en la universidad, de 22 años y de Tarragona como nosotros, y añadí que la invitaría esa misma tarde, junto con las otras, a bañarnos en la piscina que tenemos en casa.
Se la presenté cuando todas estuvimos en topless, y el pobre quedó embobado. En un momento dado, Álex me habló en plan secretitos. Confesó que había quedado prendado de Sonia, y destacó que le encantaban sus tetitas menudas, mucho más su culo un tanto rellenito pero proporcionado. Finalmente dejó caer que le costaba disimular las ganas de joderla allí mismo. Aspectos sexuales a un lado, opinó que de carita estaba bien, y que le encantaban las mechas azul celeste en su cabello largo y moreno.
Hablando con mi hermano por la noche, comenté algo que le dejó perplejo.
-Ahí donde la ves, Sonia es una niña pija de buena familia. El primer año en la universidad, me miraba por encima del hombro, porque sabía que mamá es mexicana y papá español. Luego cambió en segundo curso, desde entonces va por la vida de gótica, yo creo que es una forma de rebeldía, y nos hicimos buenas amigas.
-Teniendo en cuenta lo rica que está y sus manías estéticas -dijo él, admirado y nervioso-, añadido al hecho de que es una porculera, mis ganas de joderla son mayores.
Reí con ganas porque su respuesta era apropiada para lo que habría de venir. Le dije que ella también se había interesado por él, y que le tenía tantas ganas o más. El pobre quedó ojiplático, asombrado cuando añadí que me gustaría que follara con ella, alucinado cuando afirmé que me encantaría ver cómo le daba por el culo.
Álex estalló en carcajadas y no había forma de hacerlo callar. Por un momento temí que tendría que llevarle a urgencias. Cuando se calmó, me llamó celestina, alcahueta y lo peor de todo, embustera y manipuladora. No concebía que yo le arrojara entre los muslos de mi amiga y detrás de ellos. Su conclusión final fue que pretendía tomarle el pelo. No obstante, con motivo de ver por dónde le salía, me dejó al frente de la planificación, pero impuso una condición:
-Tienes que decir a Sonia que soy un tipo peculiar, uno de esos que les gusta mandar y tener a la hembra para lo que uno disponga.
Me dejó intrigada el hecho de que negase y acto seguido aceptara con aquella extraña condición. Algo le rondaba la mente y yo no era capaz de intuirlo.
El viernes noche le comenté lo planeado.
Sonia vendría a comer a casa el sábado, aprovechando que nuestros padres estarían fuera el fin de semana. La comida serviría para romper el hielo y crear un ambiente cómodo para ella. Luego yo me ausentaría con la excusa de ir con las amigas a la playa, subiría al dormitorio de mi hermano por la escalera trasera y me escondería en el armario, donde podría ver todo a través de la puerta laminada.
Sonia llegó a la una del mediodía, vestida de negro riguroso con top ceñido, minifalda y sandalias. Yo también me arreglé, pero mi hermano, tan campechano como siempre que anda por casa, en bañador y chanclas. Su atuendo no me pareció adecuado. Cierto que no precisaba seducirla porque ella sabía a lo que venía, pero qué menos que dejar una buena impresión. Supe que esto no le pasaba por la cabeza cuando pasó a la acción.
-Sonia, dime una cosa -dijo Álex y las dos prestamos atención-. ¿Tú eres tan golfilla como Laura? -preguntó al tiempo que introducía el pie descalzo en su entrepierna por debajo de la mesa.
Sonia dio un saltito en el asiento al notarlo.
-No entiendo el sentido de tu pregunta -respondió aguantando el tipo.
Álex incidió con el dedo gordo en la zona cero y Sonia repitió el saltito.
-Me refiero a si te gusta el sexo tanto como a Laura.
-Diría que no tengo la menor idea porque desconozco este dato. -Sonia contuvo el aliento porque sintió el dedo entre la vulva empujando la braguita.
-¿Y mojas las bragas si un chico te hace cositas? -preguntó Álex de nuevo.
-Si me gusta lo que me hace, como cualquier otra -murmuró ella.
Su respuesta inconcreta y el rubor en las mejillas indicaban que había mojado las braguitas. Álex confirmó que su dedo también lo había notado.
Viendo a mi amiga metida en un apuro, pedí a mi hermano que me ayudara a retirar los platos y me acompañara a la cocina.
-Si la sigues hostigando de este modo -dije con aire inquisitivo-, lo más seguro es que se avergüence y se vaya.
-No entiendo por qué -respondió con aire indiferente-. Ella sabe a lo que viene y yo quiero averiguar su grado de implicación.
Convenimos que dejaría de atosigarla al menos durante el resto de la comida, momento en que yo les dejaría solos.
Después de comer, con el café en la mesa, Álex dijo que le apetecía tomarlo en el jardín. Anonadadas vimos cómo se quitaba el bañador y sus vergüenzas quedaban al aire, lo dejó en el respaldo de la silla, cogió la taza y se fue como si tal cosa. Le miré con ojos de qué coño haces, esto no es lo que habíamos planeado. Le dio igual y siguió su camino. Entonces sospeché que algo tramaba.
Sonia fue con Álex diez minutos después, y se sentó en una tumbona junto a la que él ocupaba. Yo les observaba desde la ventana del dormitorio de mi hermano.
-¿Tienes claro a lo que has venido? -preguntó él.
-Por mi parte sí -respondió ella mirándole a los ojos y añadió desviando la vista a su entrepierna-. Laura dice que tú también.
-¿Y te ha dicho que soy muy peculiar? -Sonia asintió con los ojos y Álex prosiguió-. No quiero que pienses que soy un machista, es solo que me gusta conocer el grado de motivación de las chicas con las que tengo sexo.
Sonia seguía mirando el miembro y se relamió los labios al escuchar la palabra sexo. Álex se sentó en el lateral de la tumbona frente a ella y le pidió que se pusiera en pie. Ella lo hizo con las piernas ligeramente separadas, él metió la mano derecha entre ellas y restregó varios dedos por encima de la braguita. Luego dijo con autoridad:
-Quítate la minifalda y baja la braga hasta donde termina el culo, pero no del todo, solo lo justo para insinuar.
Cuando Sonia obedeció lo mandado, Álex se puso en pie junto a ella y la besó, al tiempo que sus dedos se abrían camino entre los labios vaginales.
-Me gustan las chicas que tienen la vulva muy cerrada -susurró en su oído-. Es un reto placentero abrirla y descubrir lo que guarda -añadió introduciendo los dedos índice y corazón en la vagina.
Sonia gimió un par de veces y se mordisqueó el labio inferior cuando la penetró repetidamente.
-Ayúdame a quitarme el top – rogó Sonia conteniendo el aliento-. Tiene cremallera y no me resulta fácil.
Sonia mintió porque no era complicado, fue tan solo un modo de tomar cierta iniciativa. Álex consintió a medias, se limitó a bajar la cremallera. Luego se sentó en la tumbona y observó cómo ella se lo terminaba de quitar. Lo hizo convertida en una stripper profesional, para mayor regocijo de mi hermano. Entonces los pechos menudos y erguidos le parecieron más apetitosos que la primera vez que se los vio, solo que ahora los pezones estaban duros y puntiagudos.
-Ahora quítate la braga -exigió Álex-, camina muy despacio hacia el rincón donde está la barbacoa y te detienes allí sin girarte, quiero ver cómo meneas el culo mientras lo haces.
Que la mandara a esta zona, no solo era un capricho, también era la zona más privada del jardín y no se veía desde donde yo estaba. Pretendía hacerme sufrir por la incertidumbre de no saber qué ocurría.
Álex se aproximó a Sonia cuando ella se detuvo, se pegó a su espalda y apretó el miembro erecto contra el culo, luego abarcó los senos con las manos.
-Seguro que muchas veces te han dicho que tienes un culo espectacular -susurró en su oído al tiempo que le pellizcaba los pezones.
-No recuerdo cuántas veces me lo han dicho. Imagino que muchas porque los chicos vivís obsesionados con los culos, pero solo me importa ahora que te lo parezca a ti -respondió ella entre jadeos.
Sonia es ligeramente más baja que el metro setenta y cinco de mi hermano, y este tuvo que flexionar un poco las rodillas para introducirle la verga entre los muslos. Ella gimió cuando la sintió rozando la zona genital, como si la follara sin penetrarla.
-Dice mi hermana que te gusta el sexo anal -volvió a susurrarle al oído-. No se sí ha cometido una indiscreción.
-Me gusta mucho y es un secreto a voces entre la gente que me interesa -respondió ella-. Sería una indiscreción si no estuviéramos como estamos.
El desparpajo que Sonia mostraba con cada respuesta y su predisposición, no le parecieron a mi hermano propios de alguien confabulada conmigo para tomarle el pelo, pero faltaba la prueba definitiva.
-Ven conmigo -dijo Àlex, tomó su mano y juntos entraron en casa.
Yo esperé en la puerta del dormitorio, pero tardaban en subir. Caminé de puntillas por el pasillo y llegué a la barandilla al final de la escalera.
Los dos estaban de pie junto a la mesa del comedor, abrazados y comiéndose la boca mutuamente. Dejaron de hacerlo y Álex la forzó por la espalda, hasta que los pechos y estómago de ella besaron el tablero de la mesa. Las piernas apoyadas en el suelo quedaron entreabiertas y el culo a placer.
Me sorprendió que mi hermano la preguntara si tenía objeciones en hacerlo sin condón. Ella negó con la cabeza y afirmó que solo follaba a pelo con algunos chicos de su pandilla, en los que confiaba plenamente. Álex iba tan lanzado, que ya la estaba penetrando el coño antes de que ella acabara con las explicaciones. Inexplicablemente, a los pocos segundos se detuvo con el propósito de ver cómo reaccionaba ella. Lo hizo moviéndose adelante y atrás, cada vez más insistente, gimiendo como una perra en celo. Álex supo con certeza entonces que ella iba muy en serio y se plegaría a sus caprichos.
Salió de ella, abrió el cajón de las servilletas, cogió una, la enrolló en diagonal y dijo:
-Me muero por probar tu espectacular culo y voy a vendarte los ojos. Quiero privarte de la vista para que te concentres en lo que importa. ¿Te parece bien?
Sonia contuvo el aliento unos segundos y consintió susurrando repetidos síes, con un tono tan excitante que costaba creer que fuera real.
Álex le puso el capullo en el ano y fue penetrando lentamente. Ella no emitió sonido alguno de queja, tampoco cuando comenzó a sodomizarla con cierto ritmo.
-Veo que te lo han abierto a base de bien -dijo Álex al comprobar la facilidad con que la verga entraba y salía sin ayuda-. Al final va resultar cierto lo que dijo Laura.
-¿Qué te dijo? -preguntó Sonia entre gemidos.
-Dijo que no solo te gusta el sexo anal, que también eres una porculera de categoría.
Sonia soltó unas risitas y respondió abiertamente y sin pudor.
-Desde que me lo abrieron, hará unos tres años, reconozco que me gusta más que por el coño.
-Eso está bien y es bueno para los dos -dijo Álex sonriendo de oreja a oreja-. Hoy estoy en forma, tenemos tiempo de sobra y pretendo encularte hasta que uno de los dos diga basta. Pero antes quiero observarte un ratito tal y como estás desde la butaca. Procura no moverte.
No lo vi venir, pero mi hermano volvía a dar un giro inesperado. En lugar de sentarse en la butaca, se descalzó y subió la escalera con sigilo. Debió intuir que yo les espiaba, porque en ningún momento le vi mirar hacia mi posición. Me encontró tras la esquina del pasillo, me hizo girar hasta ponerme cara a la pared, levantó la minifalda, bajó la braguita un palmo y ordenó que no hiciera ruidos mientras me la clavaba en el agujerito. Yo no dije ni pío, estaba sorprendida y fascinada a partes iguales, suspirando levemente mientras me sodomizaba.
-El culo de Sonia es un prodigio, pero el tuyo no lo cambiaría por ningún otro. Ni siquiera por el suyo -dijo entre susurros, tapándome la boca para que no le respondiera, y añadió con cierta prepotencia-. Pienso encularos por turnos hasta que me canse.
Ahora entendía por qué cegó los ojos de la otra. Era un regalo inesperado para mí y lo disfruté unos pocos minutos. Entonces regresó con Sonia y volvió a encularla.
Ella gritó al sentirse atravesada por sorpresa. Después gemidos de placer. La muy puta movía el culo describiendo pequeños círculos, rogando con la voz quebrada que le diera más y más.
La escena era brutal y no pude contenerme. Me quité la braguita, abrí las piernas y las flexioné para agitar los dedos en el clítoris. No tardé en lograr un orgasmo y noté como los fluidos vaginales recorrían la cara interna de los muslos. Sofocada miré a los otros y mi hermano la follaba el coño. Ella no tardó en correrse también, gimiendo enloquecida al tiempo que agitaba la melena.
Ambos sudaban como pollos en el asador, y Álex propuso un descanso para refrescarse. Indicó a Sonia donde estaba el aseo de la planta baja, y él subió al de la planta superior, afirmando que allí tenía una toalla especial para su piel delicada. Tuve que taparme la boca para silenciar las carcajadas, alucinada con semejante excusa.
Total, que pidió a Alexa que reprodujera una lista de música, volvió a subir las escaleras, me tomó de la mano y tiró de mí hasta su dormitorio. Allí me empujó por la espalda, caí boca abajo en la cama y quedé completamente estirada.
-No entiendo de dónde sacas tanta energía -dije cuando se sentó a horcajadas sobre mis muslos, abrió los glúteos y volvió a sodomizarme.
-Me hice una paja a eso de las once -confesó al tiempo que me daba por el culo, apoyado con los puños cerrados en el colchón-. Es un experimento para aguantar más, y parece que funciona.
Y vaya si funcionaba. Me la clavaba repetidamente y el tipo aguantaba como un campeón. No obstante, cuando me tenía en lo mejor, la zorra de mi amiga me cortó el rollo.
-En un rato vuelvo -dijo al escuchar que Sonia le llamaba y salió pitando.
Giré en la cama, abrí las piernas y tuve que consolarme de nuevo con la mano.
Cuando regresé al balconcillo de la escalera, escuchaba los gemidos de Sonia, pero no veía a ninguno de los dos. Presté mayor atención y los encontré de aquella manera justo debajo de mí. Resulta que Álex había colocado la butaca allí. Sonia estaba arrodillada en el asiento y se apoyaba con los antebrazos en el respaldo. Respecto a mi hermano, estaba a su espalda y la sodomizaba sin compasión.
Yo veía con todo lujo de detalles como la verga entraba y salía del ano. Pensé que mi hermano lo había dispuesto así con este propósito. El rostro de Sonia no podía verlo, pero debía ser todo un poema a juzgar por los grititos que lanzaba.
-Solo me falta una doble penetración para redondear la tarde -dijo gimoteando de gusto la muy guarra.
-No me digas que también te lo montas con dos al mismo tiempo -dejó caer Álex mirando hacia arriba, clavando sus ojos en los míos.
Extrañamente me puse celosilla, sospechando en qué terminarían las confidencias. Sonia respondió como si tal cosa.
-En alguna que otra ocasión. Mis amigos no tienen tanto aguante como tú, que me tienes fascinada, y recurro a dos de ellos cuando estoy súper motivada, como ahora.
Álex redujo el ritmo de las embestidas. Parecía sumamente interesado en el asunto, tal y como yo me temía.
-Un día de estos podemos organizar un trío con uno de esos amigos -dijo el cabronazo sin apartar la vista de mí.
Sonia soltó un par de carcajadas y dijo en plan putón verbenero:
-Lástima no haberlo sabido antes, porque ya no hay remedio. Aunque, ahora que lo pienso, si sois ellos dos y tú, para mí, mejor que mejor.
A estas alturas de la historia, yo no era capaz de decidirme, me debatía entre el título del más cabrón del mundo para él, o el de la zorra mayor del reino para ella. La muy viciosa se tenía bien guardada esta perversión. Sin embargo, me dio qué pensar. Yo nunca me lo he montado con dos al mismo tiempo, y puede que vaya siendo hora de probar.
Los gritos de Sonia anunciando que se corría, me devolvieron a la realidad. Mi hermano la llenó el recto de leche poco después.
Cierto que la idea de juntarlos partió de mí, pero ya había visto y oído suficiente. Corrí a mi dormitorio, tomé el celular y llamé por teléfono a mi hermano. Tardó porque lo tenía en la mesa del comedor.
-Manda a esa petarda a la mierda -le dije malgeniada-. Dile que me he quedado tirada con el coche y tienes que recogerme.
Mi hermano acató la orden a regañadientes, se vistieron y la despidió en la fachada. Él dijo que tardaría un poco porque debía sacar el coche del garaje.
-¿A qué coño viene eso de follaros a Sonia entre dos o tres? -pregunté con malos modos cuando volvió conmigo.
-Lo he dicho por decir -respondió Álex encogido de hombros, temeroso de que le diera una bofetada o algo peor, que le reventara las pelotas de un puntapié.
-Espero por tu bien que sea cierto -dije algo más calmada y añadí guiada por cierta locura-. Una cosa te digo, Álex, antes de que la jodas con otro, o con otros, prefiero que pienses en alguien que pueda gustarme, pero que no sepa que somos hermanos. Mira por dónde, me ha entrado el gusanillo de probar un trío.
Mi hermano se carcajeó delante de mis narices, pero aceptó el reto de darme el capricho.
La moraleja del cuento es que soy bastante caprichosa. Mi madre suele decirme culo veo culo quiero. No tuve celos de que mi hermano jodiera a Sonia por delante y por detrás; Sin embargo, que participara de las perversiones de ella, significaría que le interesaba más de lo que yo había previsto. Pero bueno, al menos me había animado a probar algo impensable hasta la fecha.
Cada vez que pienso en cómo y cuándo sucederá, mojo las bragas y turba mi mente la idea de joder con dos machos al mismo tiempo.
Normalmente tardo media hora en pasear al perro. Hoy han sido hora y media. Después de escuchar este relato con los auriculares en el celular, me ha gustado tanto que he ido a por los otros que tienes. Ya te digo, hora y media de placer escuchando tus historias. Lo mejor de tus relatos es que cada uno es mejor que el anterior. Eres de las pocas autoras y autores que mejoran cada relato. Ya espero con ansias el siguiente.