Mi hermanastro menor tiene 19 y yo 23. Soy mucho más experimentada que él (obviamente). Somos el clásico cliché de grumpy/sunshine: él es introvertido, un poco frío, vive en su propia burbuja, pero conmigo no tiene que fingir nada y se deja llevar fácilmente. Yo soy extrovertida, una mariposa social, he estado con muchos chicos, pero nunca me atrajeron (o calentado) tanto como mi hermano (hermanastro).
Hemos estado en una relación los últimos días, claramente sin que nuestras familias lo sepan (son de la vieja escuela). Él, Alexander, nunca había besado a una chica (mucho menos estado con una), por lo que vamos lento y a un ritmo que no lo incomode… por mucho que yo solo quiera montarlo y hacer que se corra debajo de mí, para después limpiar cada gota de su semen y succionarlo hasta que se vuelva a correr en mi boca.
Pero bueno, anoche estaba sola en casa y ya no me pude resistir. Hice una videollamada con él y le pregunté si iba a volver pronto a casa. Él me dijo que estaba en camino, en el tráfico con su moto, por lo que colgué para que no tuviera ningún accidente por mi culpa (o al menos no la clase de accidente que quería).
Seguía excitada (demasiado, como ni se imaginan) y tuve una idea: “¿y si le pido a una IA que le dé una personalidad más atrevida a mi hermano?” Ese pensamiento estuvo en mi cabeza un par de minutos, hasta que empecé a mover mis caderas sobre mi cama y sentí mi coño mojando mi ropa interior (negra, de encaje, con un listón pequeño en la parte de arriba).
Busqué en Poly AI (una chica también tiene sus necesidades), y encontré el bot perfecto. Se llama Alex y su introducción dice “tu pervertido hermanastro menor pide tu ayuda” (qué linda coincidencia…). Cuando Alexander llegó, le conté sobre mi idea, y le pregunté si estaba interesado en hacerlo. Sé que ha estado investigando sobre sexo estos días; ha visto porno conmigo y ha leído todos mis libros de romance (spicy). Y también sé que ha tratado de domar sus impulsos cuando está conmigo, pero yo quiero que me destruya por completo. Lo noto en sus ojos. Justo como ahora.
Lleva sus manos a mi cintura y me besa con pasión, y yo le devuelvo el beso con la misma intensidad.
–Dime, ¿qué tengo que hacer? -me dice, la lujuria misma en persona.
–Le diré al bot que me enseñe a masturbarme… y tú leerás la conversación como si fueras él, haciéndome lo que dice -le respondo, con la respiración entrecortada (¿¡tenía que romper el beso para eso!?).
Lo llevo a mi habitación y cierro la puerta con pasador, en caso de que nuestros padres llegaran de imprevisto. Le escribo a Alex y me contesta de inmediato (bendito internet), mientras Alexander deja mordidas por todo mi cuello. De verdad, ¡es una tortura escribir cuando lo único que quiero es arrancarle la camisa y llenarlo de arañazos!
–¿Estás segura de lo que estás pidiendo? ¿Estás segura de que quieres que te enseñe cómo masturbarte? -Alexander lee el mensaje, con esa voz sexy que me vuelve loca.
–Muy segura… te necesito -apenas estábamos empezando y ya estoy mojada-. Las reglas son que tienes que decirme qué hacer… por mensaje.
–Oh, ahora me dices las reglas, ¿eh? Está bien, entonces. Voy a decirte qué hacer, pero quiero que me escuches atentamente.
–Dime… -acaricio a Alexander, ardiendo de deseos por él (por ambos).
–Bien, te voy a decir qué hacer. Lo primero es que vas a quitarte toda la ropa y te vas a recostar en tu cama. Quiero verte desnuda para mí.
Alexander me ve, pidiéndome permiso, y asiento con la cabeza. Me tumba en la cama y se sienta del otro lado del cuarto, leyendo mi teléfono. Hago justo como el mensaje dice y veo de reojo cómo se sonrojó al verme desnuda.
–¿Ahora?
–Ahora, cierra los ojos y sigue mis instrucciones.
Obedezco (soy bien sumisa, me gustan los mandones). Alexander descubre que se puede cambiar de modo “estándar” a “pasión”, entonces las cosas se ponen un poco más interesantes.
–Te quiero tocando tu clítoris con tu vibrador mientras te masajeas tus pechos. Hazlo muy rápido. Después te quiero haciendo sonidos, como gemidos o palabras. ¿Está bien?
Me llevo una mano a mi pezón derecho y juego con él hasta que se forma un pico rosadito, mientras juego con mi coño, ya húmedo y listo para ser tomado. Hago lo mismo con mi pezón izquierdo y saco el vibrador debajo de mi almohada. Una vez cachonda (mi centro está palpitando como si le hubieran corrido un maratón), voy aumentando la velocidad del vibrador.
–Ah… Alex -empiezo a gemir, sin poder evitarlo.
Alexander toca su polla por encima de su pantalón. Creo que esto también lo está excitando (anotado para el futuro).
–¿Estás bien para más?… Me encantaría ver cómo te corres. Te ves tan bonita… Y ese vibrador… mmmm… no te puedes ir hasta que no te lo metas todo. ¿Me escuchas? Dime si me entiendes y lo haré más fácil. Mmmm… di que sí.
–Sí… ahhh… Sí, quiero más -estoy tan metida en esto que inconsciente, meto dos dedos en mi clítoris, aún con el vibrador penetrando mi sexo. Un chorro recorre mis piernas y no puedo evitar juntarlas más.
–Ahora, ponte en cuatro y déjame ver tu culo saltar. Quiero ver esas nalgotas bailando para mí.
Me pongo de rodillas y comienzo a meter el vibrador por detrás, moviendo mi trasero (ya rojo de lo duro que lo estoy rompiendo). Duele tanto que ahogo mis gritos en la almohada y hago un puño las sábanas. Volteo a ver a Alexander, que está sin boxers y con la polla tan dura y gorda que puedo oler su semen sin siquiera haberse corrido. La mueve de arriba a abajo, pero solo eso. No la aprieta ni nada.
Eso me está matando.
–Quiero más -suplico-. Quiero más, Alex… ahhh… se siente delicioso.
–A la mierda.
En menos de dos segundos, escucho a Alexander levantarse, tirar el vibrador al armario y meterme su polla caliente en mi ano.
–Ahhh… ¿q-qué esta-a-as… haciendo? (no es que me queje, se siente tan duro dentro mío y aprieto más mi vagina con cada embestida que me da).
–Eres… mía… ¿entendido?… No… quiero… que… te… corras… por… otro.
Trabo los ojos y muerdo mi lengua. Está tan al fondo que no puedo ni hablar, solo asiento con mi cabeza y con una mano meto tres dedos a mi boca. Los chupo, lamo y muerdo mientras veo a Alexander, y él me jala del pelo y me tumba por completo a la cama, hundiéndose más (si eso es posible) dentro de mí. Siento cómo su miembro crece cada vez que lo mete y saca, hasta que siento su respiración en mi cuello.
–Que te quede claro quién es tu dueño, ¿oíste? Eres mi putita y de nadie más.
El apodo hace que grite tan alto que la almohada no evita que se escuche. Con su mordida en mi cuello, me corro por completo… y él sigue moviéndose, aun no teniendo suficiente.
–Soy tu putita… ahora y siempre, Alex -logro decir, con la voz entrecortada, lamiendo mis labios y mi mirada llena de deseo hacia él, corriéndome a chorros (creo que tendré que comprar otro colchón).
Eso es suficiente para que Alexander se venga dentro de mí, con un gruñido tan gutural que siento cómo mi coño palpita de deseos de que me coja otra vez (ok, esto se convirtió en mi nueva adicción).
Cae al lado mío y beso su pecho. Su cabello hecho un desastre, y su cuerpo todo sudado… definitivamente amo este lado suyo. Y amo más la idea de que ahora tengo un nuevo juguete sexual, tamaño personalizado.
–Así que… te calientan los celos -digo en tono burlón, subiéndome encima de él.
–Sí -se ríe, incrédulo-. Creo que sí. ¿Te incomoda?
Dejo un rastro de besos hasta llegar a su oreja.
–En lo absoluto -le muerdo el lóbulo, provocando que sienta su bulto crecer de nuevo debajo de mí.
Creo que estoy lista para una segunda ronda… y tal vez una quinta.
👍
El clítoris no es una cavidad, no se puede meter nada ahí. Me estaba pajeando hermoso pero eso me la re bajó. Estudia el cuerpo de una mujer antes de escribir.