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Mi hermana me obligó
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Mis padres decidieron irse de viaje el fin de semana. Me encargaron mantener limpia la casa y mi hermana tendría que cocinar. Ambos ya éramos mayores de edad, pero seguíamos viviendo con nuestros padres.  Ella tenía 18 años de edad y yo era diez años mayor que ella.

El sábado por la noche decidimos ver una película. Claudia, mi hermana, se quedó dormida y se recostó sobre el sofá. Yo estaba al lado de ella y no pude evitar un estremecimiento cuando su cabeza se apoyó en mis piernas.

Le miraba los muslos y el trasero. No creía que tuviera senos tan desarrollados. Me cuesta creer que mi hermana ha dejado de ser una niña y ahora es una mujer. Está exquisita y mi corazón se llena de un deseo irrefrenable.

Tuve una erección. Mi pene subía y bajaba dentro del pantalón. Me desabroché el cierre y empecé a masturbarme frente a Claudia. Al principio me asustó la idea de que ella pudiese despertar, pero estaba demasiado excitado y en mi mente solo estaba su cuerpo desnudo.

No pude resistirme y empecé a acariciarle los muslos muy suavemente para que no despertara. Le toqué incluso los senos y el trasero. Cada vez más era un poco descarado; mis dedos ya no estaban en su trasero, sino en la parte delantera del pantalón, intentando tocar la vagina. Maldije esa asquerosa prenda que le cubría la parta inferior del cuerpo. Quería desabrocharle ese pantalón y penetrarla hasta más no poder. Quería que mi pene rozara sobre su pecho. Finalmente enloquecí de lujuria y me abalancé sobre ella.

Como era de esperarse, Claudia se despertó confundida y tratando de zafarse mientras yo la sujetaba fuertemente de los brazos y le quitaba el pantalón. Estaba encima de ella y completamente desnudo.

-¿Qué estás haciendo? -dijo ella.

-Cállate estúpida; más vale que colabores -le dije esto y le lancé un fuerte golpe en la espalda.

Claudia tenía un buen trasero que me enloquecía. Su buen cuerpo es lo que cualquier hombre desea de una mujer. Era virgen y yo sentía que tenía el derecho de usarla por primera vez, después de todo "la familia es primero".

-Suéltame, por favor; date cuenta de que somos hermanos. Eres un monstruo -dijo con la voz entrecortada y llorando.

Me quedé en silencio mientras disfrutaba de mi hermana. Le estaba dando con todas mis fuerzas. Mis manos le agarraban el trasero y ella estaba inclinada. Sentía que estaba en el paraíso y cada tanto introducía mis dedos en su vagina y luego me los llevaba a la boca. Luego le agarré los senos y empecé a chuparlos como un niño lo hace con la paleta más dulce. La besé varias veces; Claudia se resistía, pero yo era más fuerte y podía someterla.

-Tienes un buen culo hermanita. ¿Quién es mi zorra? ¿Quién es mi puta? -le susurré en el oído. Como no dijo ni una palabra me molesté y le di varias bofetadas.

-Mira estúpida, debes responder "yo papi, yo soy tu zorra" -le advertí.- Empecemos de nuevo. ¿Quién es mi puta? ¿Quién es mi zorra?¿A quién le gusta mi pene?

-Yo papi, yo soy tu zorra -respondió.

No pude más y terminé eyaculando dentro de ella. Fue lo mejor que he hecho en mi vida. Nunca estuve tan satisfecho con otra mujer. Desde ahora Claudia y yo pasaremos más tiempo juntos. Ya buscaré el modo de chantajearla para que no diga nada a nuestros padres. Ella es una chica tímida y sé el modo en que debo actuar para manipularla y dormir con ella todos los días.

Cuando me recuperé y me vestí con la ropa que había dejado en el sofá, me acerqué a Claudia y le dije: "Hermanita, no hemos usado protección por lo que quedarás embarazada. Entonces ¿nuestro futuro hijo me llamará papá o tío?"

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