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Mi fantasía es verte con otro en la cama
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Recibí un mail de Arturo desde CDMX solicitando le ayude con un relato, luego del intercambio de mensajes les entrego lo que surgió del pedido por el hermano mexicano.

El hecho de que una persona tenga una fantasía sexual no presume necesariamente que desee llevarla a la práctica. No es mi caso, tengo una fantasía y quisiera realizarla.

Se dice que el varón es el que más fantasías tiene, pero de diferentes formas, aunque, varones y mujeres fantasean por igual.

Estoy casado con Fernanda, con sus cuarenta y dos años, que no contrastan para nada con mis cincuenta y siete, llevamos una vida sexual muy activa.

Es la mujer más exquisita que jamás conocí. Chaparrita ella, cabello negro, unos ojos curiosos que te observan al introducir la verga entre sus carnosos labios. Tetas término medio y un culo perfecto y grande, combo que hace de ella una morena increíble. Cuando vamos por la banqueta se nota en las miradas masculinas brotar el deseo por ella. Por mi cabeza pasa la idea que únicamente yo me excito con ella, pero al regresar a casa y hacer el amor luego de ese paseo cuasi exhibicionista, con ligeras ropas y transparencias, ambos estamos muy calientes y tenemos ese sexo desenfrenado.

¿Cómo nace mi fantasía?

Simple, así tal cual he relatado, a raíz de las miradas ajenas.

¿Cuál es mi fantasía?

Aunque parezca loco, quiero ver a mi esposa teniendo sexo con otro hombre. Quién lo diría, a mi edad querer andar de mirón, pero el haberme excitado tanto y tantas veces al saber que la gente la desea, me hizo tomar la decisión de proponérselo.

Luego de una noche de paseo y buen sexo le digo.

– Fernanda, te quiero hacer una pregunta, espero no te enojes, pero aparte de las fantasías que ya realizamos, ¿te quedo alguna pendiente?

– Creo que no, Arturo, siempre me dejas satisfecha sexualmente y lo que hemos querido, lo hemos realizado, ¿Por qué me preguntas? ¿Por qué no debo enojarme?

– Porque tengo una que me ha surgido hace un tiempo, desde que presto atención cuando paseamos, veo cómo te observan con deseo y se babean por vos.

– Bien y el punto es…

– Que me gustaría verte hacer el amor con otro hombre.

– ¿Pero estás loco?

– No, pero siempre hemos hablado y te hago la propuesta, no tenés que decidir ahora mismo y tenés la posibilidad de decir si, o decir no. Desde que me di cuenta de lo que generas en la calle y también me percate que te diste cuenta vos también, porque cuando regresamos estas muchísimo más excitada y caliente que habitualmente.

Poniéndose colorada y habiéndose visto descubierta.

– Bien lo voy a pensar, pero no te afirmo nada.

Pasaron los días y note que al salir de paseo mi esposa salía vestida distinta, más transparencias, vestidos o polleras excesivamente cortos, casi dejaban ver la ropa interior y cuanto más transparente más se animaba, inclusive una vez pude ver a través de la transparencia que venía sin interiores, dejando el pensamiento de quien la miraba al libre albedrio.

Seguía siendo recurrente las sesiones de sexo extraordinario luego de esos sucesos y a mí me ponía a mil.

Pasados escasos dos meses, vino un primo hermano de Fernanda que había emigrado de la Ciudad de México hacia Londres, pues como ingeniero en informática había conseguido una chamba en la empresa I.B.M. para nada naco y había hecho mucha lana.

Lo recibimos en casa, invitando a que se quede con nosotros, preparando una habitación para él, lo que acepto enseguida.

Durante la semana se la paso visitando gente que hacía rato no veía, por eso quedamos en cenar el día sábado.

Llegado el día, preparamos para comer, chiles rellenos acompañados con arroz y tortilla. Para tomar, bien tradicional, unas chelas bohemia.

Luego de cenar y hablar de su vida en el exterior, continuamos con las cheves, que corrían como agua, ya medios mareados por el alcohol, decidimos ir a dormir, me retiro al baño a fin de orinar quedando los primos hablando en el sillón.

A mi regreso me encuentro con una escena que me fascino, Raúl acariciaba el brazo de mi vieja, nos miramos a los ojos y reconocí de volada esa mirada, sin que él se diera cuenta, me guiño un ojo entendí de inmediato.

Me quedo al margen de la escena dispuesto a esperar que se cumpliera mi fantasía sentado en un sillón individual casi en frente de ellos.

Sus caricias fueron subiendo de tono acercando sus rostros comenzaron a besarse apasionadamente, las manos de Raúl se posaron en los pechos de mi vieja masajeándolos con dulzura, dejo deslizar una de sus manos hacia las piernas desnudas rozando con la punta de sus dedos, subía de a poco, hacia solamente nuestra, hasta hoy, zona de placer.

Su ágil mano recorrió todo el contorno de su hilo, que cubría la zona a ser vulnerada por primera vez, por otra verga que no era la mía.

La cara de Fernanda, se iba transformando a medida que las caricias aumentaban, dándome cuenta que había llegado a destino cuando su boca se abrió y dejo escapar un gemido, Raúl se apresuró a desnudar a mi vieja, haciendo lo mismo el mientras la besaba. Mi verga ya tiesa quería escapar del pantalón, evento que me llevo a hacer lo mismo, quedar desnudo.

Ya los tres en traje de Adán y Eva retomamos nuestras posiciones y tareas.

Fernanda se sentó en el sillón a piernas abiertas, tomándolas por debajo de sus rodillas para elevarlas en una, poco sutil, invitación para comenzar la acción.

Raúl, ese hombre que estaba bien padre, con su metro ochenta aproximadamente, se arrodillo frente a la depilada vagina acercando su rostro a ella. Algo podía observar, pero no en detalle, lo que me daba más morbo, Fernanda me miraba de reojo, con media sonrisa dibujada en su rostro. Por momentos, cuando la lengua de Raúl tocaba ciertos puntos de su vagina, que destilaba jugos a montones, esa sonrisa se transformaba en una boca abierta que gemía, mientras tanto yo, con mi mano comenzaba sin haberlo pensado con una lenta, pero deliciosa chaqueta, mi miembro se encontraba duro como, creo, nunca estuvo, la neta me lo estaba pasando de puta madre.

La cosa se estaba poniendo cada vez más chida, puse unas rolas lentas para completar el ambientazo generado.

Creo que les llegó la hora de echar la pasión, ambos dirigieron su mirada hacia mi buscando aprobación, con unos leves movimientos de cabeza asentí.

Raúl le pidió que se arrodille en el sillón, Fernanda obedeció presurosa tomándose con ambas manos del respaldar poniendo su culo en pompa y apertura de piernas para dejar expuesto su sexo al miembro que pendía de la entrepierna de su amante, duro y apuntando a su objetivo. Siguió besando esa vagina por un rato más, arrancando a mi vieja un ¿segundo, tercer? Orgasmo, ya he perdido la cuenta. Se incorporó, apuntó su arma a la entrada de la chorreante vagina y de un solo empujón hizo que se perdiera en su interior, logrando que un grito de placer escapara de la boca de Fernanda.

Sus hermosas tetas iban de adelante hacia atrás cual badajo de campana, Raúl con movimientos de vaivén entraba y salía de “mi” vagina, esa que hace años vengo disfrutando, hacía rebotar sus testículos en la entrepierna con un ruido hermoso y excitante. Fernanda ya extasiada hacia que su cadera se moviera en círculos y hacia ambos lados, por momentos leves elevadas y bajadas de ese gran culo que tiene, me detuve a escucharlos y era un solo gemido, mi paja ya era más violenta, mi esperma me urgía y pedía salir, se lo permití, con varios chorros salió de la uretra con gran fuerza, impactando contra una silla, jadeante observe como la eventual pareja también llegaba al orgasmo con Fernanda mirándome a los ojos y una gran sonrisa en su rostro, Raúl saco su gran verga de la vagina, que dejaba ver como escurría el semen por sus muslos. Aun duro ese miembro lo coloco en el esfínter anal, Fernanda se dio vuelta diciéndole.

– Ahí sí que no, ese es de mi marido solamente.

Chupando el miembro, se lo limpio de las gotas que aun salían.

Al rato ya aseado y vestido, Raúl quiso hablar de lo sucedido, no lo dejamos, diciendo que lo que sucedió, solo sucedió y listo, sin entrar en mayores detalles.

Sin volver a repetirse la experiencia, a la semana nuestro invitado retorno a su chamba, mientras duro su estadía no se habló del tema, solo que al despedirse le agradecimos el momento que pasamos esa noche.

Siempre tuve claro que Fernanda no iba a no iba a buscar a nadie, tendría que ser yo, tenía que encontrar ese alguien que se lo propusiera, para poder hacer realidad mi fantasía.

Por suerte apareció quien pudo llevarla a cabo, lo bueno que surgió sin pensarlo, el factor sorpresa de esa noche fue mucho más excitante, convenimos en no realizarla más, aunque ella no sabía que yo había grabado todo con el móvil, y a veces lo veíamos para elevar nuestro morbo.

¿Que si me sentí mal? No para nada, al principio un poco de incomodidad saber que la experiencia podía ser muy chida y mi inseguridad podría jugarme en contra, pero como confío plenamente en ella, me dio tranquilidad y pude disfrutar de mi fantasía, esa misma fantasía que le transmití y fue recibida de buen agrado.

– Arturo, gracias por arrastrarme a tu locura linda, fue lindo y excitante sentirme deseada, sentí un poco de pena por vos, pero al verte con esa cara de felicidad también me tranquilice, te amo tanto que amarte mucho es poco.

– Gracias a vos mi vida.

– Algún día, tal vez, yo también te voy a sorprender…

Se desvistió y con su móvil comenzó a sacarse fotos frente al gran espejo de la sala, quería obsequiármelas para que siempre la tuviera presente, para que explicar cómo termino la historia, solo digo que casi rompemos la cama.

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