No hace mucho tiempo tomé unas clases de natación, siempre había tenido la inquietud de aprender, todo muy bien en las primeras clases que en un inicio tomaba por las mañanas, la instructora muy amable, los compañeros de clase (principalmente adultos) la mayoría mayores que yo (que por esas fechas recién había cumplido 30), también todos muy amables y la verdad un ambiente muy cordial y relajado.
Hasta que un día por razones de trabajo solicite a la administración un par de semanas de clase por las noches y fue ahí en donde lo vi por primera vez, era uno de los instructores, su compañera una chica se ve que estudiante universitaria aún y él, un joven con no menos de 28 y no más de 30 años de edad, alto yo diría poco más de 1.80 m de estatura obviamente más alto que yo pero considerando que mido 1.70 yo diría que él tenía la estatura perfecta, cara un poco alargada, cabello rizado quizás demasiado y por eso prefería usarlo muy corto, ojos cafés con una mirada reflejaba seguridad en sí mismo que es algo que me encanta de un hombre, esbelto no musculoso, pero evidentemente en muy buena forma, él podría usar la barba cerrada o de candado pero prefería andar bien afeitado, aunque más adelante me daría cuenta que de vez en cuando pasaban dos o tres días sin rasurarse y a mi parecer así es cuando lucía más guapo, pero lo más cautivador de él era su voz, una voz grave y fuerte que a más de una nos ponía a temblar las piernas y todo lo demás, en esa clase noté que estaban inscritas varias mujeres más o menos de la misma edad y la razón era más que evidente, a todas nos gustaba, y digo: "nos gustaba".
Porque solo habría que mirarle y escucharle una vez para quedar completamente cautivada por ese hombre y todas, absolutamente todas esperaban con ansia terminar su ejercicio para recibir nuevas instrucciones y cuando eso pasaba sus rostros siempre lucían esa expresión de "pídeme lo que quieras".
No tardé más que un par de vueltas a la alberca para hacer exactamente lo mismo, aunque según yo trataba de disimular, pero seguramente de forma inconsciente o por instinto estoy segura de que mi rostro se veía igual que el de ellas, era muy motivador llegar a la orilla y buscarle con la mirada, acomodar mis googlees o mi gorra mientras el terminaba de dar instrucciones a alguien más y luego él ahí, frente a mí. Y me pasó que en mi mente no quería instrucciones… lo quería a él.
Y pues así fue como mi mente no tardó mucho en comenzar a fantasear con el "Profe", lo miraba de vez cuando, y empecé a imaginar que quizás un día yo tomaría la última clase con él y todo el resto de la clase se fuera temprano o por cualquier otra razón y azares del destinos quedáramos solos, nos miraríamos y encontraríamos en nuestras miradas una chispa de deseo el uno por el otro y lo invitaría entonces a que me acompañara a ducharme, ser iría conmigo al vestidor para entonces estaría doblemente mojada, mojada por salir de la alberca y mojada de la excitación, ya en los vestidores y de pie y teniéndonos de frente empezaríamos a besarnos, él se quitaría su playera mientras yo me agacho frente a él para bajarle los pantalones, se pondría de pie y yo apreciaría ese bulto de carne ya excitado y duro, se lo masajearía aun con la ropa interior para después meterle la mano y sentirlo, acariciarlo todo cuan largo y grueso lo tenía, lo dejaría por un momento para quitarle la ropa interior.
Ya de pie de nuevo frente a él, me besaría mientras sus manos diestras y ágiles poco a poco van bajando el traje de baño, yo le ayudaría levantando mis piernas lo que el aprovecharía para masajearlas y recorrerlas con sus manos primero hacia abajo después hacia arriba para terminar masajeándome las nalgas, le tomaría de la mano para llevarlo conmigo hacia la ducha, y ahí solitos bajo el agua de la regadera llenos de deseo, continuaríamos tocándonos, besándonos, haciéndonos caricias, ambos un poco nerviosos al principio pero poco a poco esas caricias y esos besos irían subiendo de intensidad dejando de lado la timidez, me colocaría de espaldas a él mientras me besaba el cuello y me rodeaba con sus fuertes brazos y yo solo movería la cabeza de vez en cuando un lado al otro para facilitarle el acceso a mi cuello.
Mientras yo toda jadeante y llena de deseo empujaría mi cuerpo hacía él, mis caderas hacia atrás para sentirlo, pera sentir su pene duro contra mis nalgas, mis nalgas todas ellas juguetonas buscarían atrapar ese trozo de carne entre ellas, dejándolo de vez en cuando estar entre ellas para luego moverme hacía un lado y soltarlo para después darme cuenta de que era uno de esos días en que no se había rasurado y sentir como su barba me raspaba al mismo tiempo que sus labios me erizaban toda, imaginaba al mismo tiempo que tomaría sus manos para guiarlas a recorrer mi cuerpo, mis nalgas, mi pecho, mis piernas…
Disfrutaría unos minutos para después voltearme hacía él y besarlo apasionadamente mientras mis manos acariciaban su pene, un pene grueso y duro ansioso de penetrarme, de hacerme gemir, de hacerme sentir mujer, de hacerme gritar de placer, así estaría otros minutos con él para después arrodillarme frente a él y comenzar a chupársela sin ningún pudor, completamente olvidada de mí, entregada al placer, al placer de estar con él y haciendo que él también gozara de mis labios y mi lengua recorriendo su verga, solo escucharía sus jadeos, sus gemidos de placer y sentiría sus manos acariciar mi cabello y mi cara para después el sujetarme la cabeza con ambas manos y empezar a mover sus caderas para dejármela ir hasta el fondo, de vez en cuando yo tomaría la iniciativa de sacarla un momento de mi boca para poder acariciarle la verga con mi cara, que su pene duro recorriera mis mejillas… mi cuello para luego volvérmelo a meter a la boca y seguir chupándosela, lo voltearía para besarle su espalda, sus piernas sus nalgas, lo pondría de nuevo frente a mí para comérmelo a besos y seguir chupándosela, después me pondría de nuevo en pie, de espaldas a él y apoyaría mis manos en la pared de la ducha, tendría que ponerme un poco de puntas con los pies para alcanzar bien sus caderas con las mías y facilitarle el trabajo, primero me restregaría en su pene, sentiría ese cosquilleo de tener ese pene restregándose entre mis nalgas para luego sentir la puntita exactamente a la entrada, le pediría que jugueteara un poco antes de metérmela, le diría:
-dame primero unos piquetitos con la puntita papi
Eso me pondría loca y aún más deseosa de tener toda esa verga dentro de mí, de abrazarla y acariciarla con lo más íntimo de mi ser, sentiría como sus líquidos y los míos empezarían a juntarse y hacer esa mezcla de lubricantes que indican que estamos listos para el placer, para entregarnos el uno a otro, para volvernos uno solo, para estar bien enchufada a él, para sentirme completamente suya, plena, ardiente, apasionada, entregada y totalmente sumisa a él y sus deseos, terminaría pidiéndole que me la metiera, si, así tal cual, sin ningún pudor le diría con voz tierna y sumisa:
-Papito, ya no aguanto, no aguanto más papi, ya métemela por favor, te necesito, necesito sentirte, te necesito dentro de mi papi, métemela toda papito por favor.
Sí, así se lo pediría, con un "por favor", y que enorme favor me estaría dando (favorzote) ¡uhm!, que rico… lo menos que esperaría sería una respuesta con palabras (aunque me encante su voz) lo único que esperaría por respuesta sería que me la empujara, pero justo antes de eso, lo detendría por un momento solo para decirle:
-pero despacito papi… quiero sentirte
Se lo diría exactamente con el mismo tono de voz suave, tierna y sumisa y al mismo tiempo ardiente, ese tono de voz de mujer en celo que nos sale de lo más profundo de nuestro ser cuando estamos deseosas de placer, deseosas de ser embestidas por una verga, enseguida el empezaría a dejármela ir despacio, sentiría cada centímetro de esa verga entrando a lo más íntimo…
-¡uhm!, ¡ay que rico!, ¡que rico se siente papi!
-¡uhm, está bien rico tu pene mi vida!
-¡uhm, que delicia!, ¡uhm, papi que rico estás!!!
-dámela toda papi, quiero tenerte completamente dentro de mí
-quiero sentirme mío papi, ¡uhm, así papi!
-¡así!, ¡ay que rico! ¡Qué rico!
Serían las mejores embestidas de mi vida, él tendría sus manos sujetándome de las caderas mientras yo me abriría lo más que pudiera de piernas y de nalgas con tal de sentirlo completamente dentro de mí, me lo haría con fuerza, con mucha pasión y deseo y yo movería mis caderas para darle el mayor placer posible, en otras ocasiones apretaría lo más que pudiera para sentirlo mejor, me encanta esa sensación de apretar mientras me embisten, otras veces para dejarle descansar yo sería la que tomaría la iniciativa de mover mi culito para darle placer a mi hombre, me movería de un lado a otro de arriba abajo, separándome de él suavemente para luego hacerme hacía atrás con fuerza para ensartarme en su verga y sentirle penetrándome una y otra vez, que rico, que delicia, que placer tan intenso, le diría:
-¡dame más papi, dame duro!
Luego le pediría unas buenas nalgadas
-dame unas nalgadas papito
El obedecería y me acomodaría un poco de lado para darme unas buenas nalgadas, yo estaría loca de placer, me encantan las nalgadas, me excitan demasiado, a ratos se oirían mis gritos de placer y en otros momentos solo nuestros jadeos y gemidos, el seguiría masajeando mis nalgas, ambos alternando para darnos placer el uno al otro, él empujándomela unas veces suave y lento, otras veces rapidito y con fuerza, cuando fuera mi turno también se lo haría suave y otras veces empujaría con fuerza mi culito hacia atrás para ensartarme en esa verga deliciosa, en otras ocasiones aprovecharía para menear el culito cosa que lo volvería loco de placer y gemiría más fuerte y me diría:
-eres maravillosa, me encanta como te ensartas y te mueves, ¡me vuelves loco mamacita!
Eso sería muy motivador para mí, para continuar dándole placer, y moverme más y le diría:
-lléname de ti papi, quiero sentirme llena de ti papito.
A lo que por respuesta solo recibiría las embestidas más fuertes, intensas y ricas de esa noche, nuestras respiraciones se volverían más agitadas, las embestidas continuarían igual o más intensas acompañadas de nuestros gritos y gemidos de placer, finalmente solo sentiría como su verga se empezaría a contraer y de inmediato sentiría como toda esa leche me invade y me llena de placer el gritaría, gemiría y alcanzaría a darme un par de nalgadas más, para luego quedarse quieto por un momento mientras la mantenía empujándomela con fuerza, su verga se contraía y me llenaba de leche, yo aprovecharía ese momento para separarme un poco para casi de inmediato mover mi culito hacia atrás con un ligero meneo de cadera para acariciarle la verga y sacarle todo el resto de ese jugo que tenía para mí, después de hacérselo un par de veces mientras gritaría aún más fuerte de placer, cuando finalmente terminara de llenarme y darme los últimos empujones y con el resto de fuerzas que le quedaran me diría:
-eres una putita con un culito que se mueve maravilloso
Yo le respondería:
-Qué bueno que te gustó papito, cuando gustes sabes que seré tuya las veces que quieras, ¿Te parece si nos terminamos de bañar y te la chupo de nuevo?
Me encantaría mamársela de nuevo después de una cogida así, es como que por educación agradecerle a una buena verga el placer recibido.