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Mi esposa y el gringo
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Trataré de ser breve. Somos nuevos en USA, vine a trabajar con mi esposa y nuestros dos pequeños hijos. Yo hablo el suficiente inglés como para trabajar. Mi esposa no lo habla y estudia por tanto en una academia donde hay cursos para nacionales y extranjeros.

Yo siempre había tenido la fantasía sexual de ver a mi esposa en la cama con otro macho y siendo su putita, y para darme en el gusto ella aceptaba llegar al límite de que lo habláramos en la cama mientras hacíamos el amor para que yo disfrutara más intensamente. Ella hasta aprendió a agregar sabrosos detalles de las fantasías que creaba para mí donde ella cogía con otros. Su intención era aumentar mi placer, mi cornudo placer, mientras teníamos sexo.

Una vez, y previo a hacer el amor, le pregunté cómo sería su hombre ideal. Ella me lo describió con sorprendente cantidad de detalles. Inusual, pensé yo, pero a la vez excitante que ella ya tuviera en la mente a un tipo de hombre al cual le gustaría entregarse. Como me gustó eso, seguimos hablando de su hombre ideal más veces, a veces mientras la conducía a su academia, y otras veces al momento de hacer el amor.

Al poco tiempo me confesó que su hombre ideal existía y lo veía a diario, y que él la miraba y ella no podía evitar mirarlo de vuelta. Pero como mujer que quiere guardar las apariencias ella evitaba mayor contacto. Me sorprendió su confesión, pero sobre la misma vi la gran oportunidad de cooperar para que mi amorcito fuera la deliciosa puta de otro semental, y la llené de besitos y le di la confianza para que habláramos del tema y sobre todo de él. Hicimos luego el amor deliciosamente, yo imaginándome que así mismo estaría ese macho encima de ella metiéndole la verga y haciéndola gozar. Ella disfrutaba con los ojos cerrados y no tengo la menor duda de que su fantasía en ese momento era exactamente la misma. Nuestros orgasmos fueron extra intensos, y al acabar los dos nos miramos en silencio ya sabiendo lo que mutuamente habíamos fantasiado.

Ya desde el siguiente día hablábamos con más y más frecuencia del tema, al desayuno, en momentos libres, mientras veíamos televisión, previo y durante el sexo también. A ella le encantaba hablar de él, describirlo, y a mí me gustaba escucharla y le daba espacio para que me dijera lo mucho que deseaba coger rico con él. Yo le preguntaba calientes detalles, y ella sabiendo que eso servía a su propósito, pintaba morbosas situaciones en mi mente que simplemente me seducían a ser su cómplice. En una de esas conversaciones hasta me dijo que qué tendría que hacer ella si él a la larga no se conformara con el sexo vaginal. No desaproveché mi oportunidad para decirle que en ese caso ella tendría que entregarle el culo. Ella estaba esperando esa misma respuesta. Ella sabía cómo mover mis hilos y me estaba llevando a donde quería. Yo por mi parte conservaba en la mente esas palabras que me acababa de decir y yo ya casi eyaculaba al pensar en ese macho gozando del hoyo del culo de mi linda esposa. Yo quería eso! Quería que mi mujer fuera su puta gratis y que él la embriagara de morbo siendo su macho recio y cogiéndola en todas las posiciones posibles y por todos sus agujeros.

Como los dos deseábamos eso, ya hasta lo hablábamos descaradamente en casa. Por suerte nuestros hijos eran demasiado pequeños para entender las palabras y el contexto. Y a mí me excitaba que ella siendo esposa y madre hablara conmigo en distintas situaciones en el hogar acerca de gozar con ese semental y tener maravillosos orgasmos gracias a él. Eso me decidió a dar el siguiente paso.

Como visité su academia ella me lo mostró. Me las arreglé para acercarme a él y hacer preguntas sencillas sobre la academia usando el momento para tirarle buenas vibraciones y que se sintiera cómodo con la corta pero amable conversación. Como era la hora de la salida le dije a ella que se subiera al auto en el asiento de atrás mostrándole que intencionalmente dejé un asiento de los niños adelante para que ella fuera atrás. Me apresuré y a poco de avanzar me aproximo con mi auto y alcanzo al hombre en cuestión. Lo saludo, él me reconoce y le ofrezco llevarlo a su casa. El agradece y ve que hay una mujer atrás pero no la reconoce inmediatamente, y como el asiento de adelante estaba ocupado… se tuvo que sentar atrás con mi esposa.

Ya adentro la reconoció pues la miró intensamente, y ella respondió esa mirada. Aprovechando la dinámica del momento los presenté y le dije a él que era nuestra costumbre que el hombre saludaba a la mujer con dos besos en la mejilla. Lo hizo con gusto pero con cautela. Le dije que lo repitiera, para practicar… él lo hizo con mucho gusto y me dijo que era bueno practicar… como le recomendé que siguieran practicando él entendió la situación y ya le daba cálidos besos en las mejillas, y me hizo caso cuando le dije que él mismo viera qué tan cerca de los labios se atrevía a besarla. Y como mi esposa quería ser besada por él, ya en un momento se juntaron los labios de ambos y se estaban dando ricos besos.

Empecé a conducir y él ya tenía claro que yo era un cornudo y que ella estaba loquita por él. Entre besos en la boca y luego besos en el cuello él aprovechó para abrirle un poco la blusa y ver la forma de sus tetas. Por el espejo retrovisor yo veía cómo la deliciosa puta disfrutaba de tener los ojos y luego las manos de él sobre sus tetas. Les propuse ir a casa para que estuviéramos más cómodos y a ellos les pareció genial.

Entramos a casa y directo al dormitorio. Yo les daba instrucciones en ambos idiomas ya que ellos no se entendían, pero sabían lo que querían. Hice que él se parara detrás de ella y la abrazara, y que la besara en la boca. Ella con gusto inclinaba hacia atrás su cabeza para disfrutar de esos ardientes besos a la vez que sentía el vergón de él presionando sobre su culo. Como ella no sabía inglés me di cuenta de que yo podía disfrutar a mi propia cornuda manera. Le dije a él "abre la blusa y agárrale las tetas a la puta!". Me gustó llamarla puta delante de él y me gustó plantar en su pensamiento que ella era una puta fácil. Mi esposa estaba feliz dándose besos con lengua y sintiendo las manos de su galán sobre sus tetas.

En la privacidad del hogar y sin nuestros hijos en casa, de momento, los tres disfrutábamos de la morbosa situación. Le dije a él que se quitara la camisa, y a ella que se volteara hacia él. Se siguieron besando profundamente, y mientras él le manoseaba rico las tetas le dije a mi esposa que le acariciara la verga por encima del pantalón. Luego le dije a él que le levantara la falda y le acariciara el culo. A mi esposa le susurré que le dijera que estaba excitada. Por supuesto que ella me preguntó cómo se decía eso en inglés y le dije "I am your bitch!", lo cual hizo furor en él pues ella lo dijo en el mismo momento en que él le estaba agarrando el trasero con una mano. Al oirlo, él se decidió a meter sus dos manos por debajo de las bragas y agarrarle el culo descaradamente. A mi mujer le gustó eso y sintió que yo verdaderamente la estaba ayudando.

Le quité la falda a mi esposa y le dije a él que abriera su cinturón y soltara sus pantalones. Ella vio lo que él hacía, y obedeció cuando le dije a mi amorcito que se pusiera de rodillas. Seguramente que ella pensó que era para ayudarlo a que se quitara los pantalones y por tanto ella le bajó los pantalones. El quedó en calzoncillos. Ahí le dije a mi mujer que acariciara con su rostro la verga para agradarlo y excitarlo más, y que le dijera que estaba "excitada". Ella repitió lo aprendido… y le volvió a decir que ella era su "bitch". Hubieran visto la cara de felicidad de ese hombre al tener delante de sí a una mujer casada acariciándole la verga con la cara y diciéndole que ella era su puta!

Luego le dije a ella que le bajara los calzoncillos, donde apareció una imponente verga, y me arrodillé a su lado y le pregunté si él era un hombre guapo. Ella me dijo que sí, y yo le dije que tomara la verga con la mano y la acariciara. Mi esposa lo hizo con mucho gusto, y sobre la misma le dije que ese momento era su gran oportunidad no sólo de mamarle la verga sino de dejarlo a él encantado con lo que ella sabía hacer con sus labios y su lengua. Mi mujer estaba como en piloto automático y obedecía todo lo que yo le proponía.

Me puse de pie, y le di la mano a mi corneador para que viera que todo iba bien y que él contaba con mi apoyo. Le dije "goza de esa puta sucia", "mira cómo disfruta la perra de mamar una verga!", "a ella le gusta que la usen y la dominen". Todas las cosas groseras y vulgares que yo quería decir sobre mi esposa yo las aprovechaba de decir ahí, total mi amorcito por un lado no entendía, y por otro lado estaba feliz mamando la verga de su guapo semental. Hice que él mismo gozara diciéndole groserías cada vez más morbosas, y yo le interpretaba a ella en la versión "él dice que tú eres muy bella", "también dice que lo mamas muy bien", "que tienes las tetas más lindas del mundo".

Luego los hice desnudarse, ella lo esperó en la cama, y él ya iba enardecido luego de hablarle como a la puta más sucia y barata, sintiéndose dominante y dispuesto a partirla a cogidas. Realmente que él le estaba dando una cogida intensa, semi violenta, donde la ensartaba y la tomaba firme del cabello, donde hasta le podía dar algunas bofetaditas y le mordía las tetas. Mi mujer, feliz de estar en la cama con su deseado macho disfrutaba de todo lo que él le daba. El le metía la vergota y le decía todas las groserías que se le ocurrían. Yo le decía a mi esposa que le dijera que estaba muy excitada, y ella sin saber bien lo que yo le había enseñado, le repetía que ella era su puta, lo que a su vez excitaba más a mi corneador.

Cogían sin condón, y ya llegó el momento en que mi amorcito tuvo sus orgasmos, luego llegó el momento en que nuestro invitado se dio el lujo de acabar adentro de una mujer casada y en presencia del feliz marido y la inundó con su semen. Yo mismo tengo que confesar que acabé en los calzoncillos mientras él disfrutaba de mi hembra.

Los tres quedamos felices, ellos dos en la cama descansando, sonriendo. Ella feliz de haberse acostado con su amor platónico y de haber sido cogida de esa manera tan intensa. Y él feliz de haber conocido a una puta gratis que se dejaba dominar y aceptara oír vulgaridades extremas mientras era cogida. Seguro que lo mejor para él era que ella era casada, y que al ser yo cornudo podríamos hacer esto muchas veces más.

El se fue, nosotros fuimos a buscar a nuestros hijos a la guardería infantil, y ya de noche, en la cama, pudimos hablar de lo acontecido temprano. Lo hicimos con amor. Ella estaba agradecida de mí y feliz de su logro de haberse llevado a la cama al hombre más guapo de esa academia. Recordando la intensa cogida que él le pegó le dije a mi amorcito que se notaba que a él le gustaban las palabras groseras durante el acto sexual. Ella "entendió" que él era como yo y que nos gustaban las vulgaridades. Y como eran dichas en otro idioma a ella no le molestaban. De hecho mi amorcito me preguntó que si era bueno que ella respondiera algo en esas situaciones en que él le hablaba así, y le dije que tenía que responder de la misma manera pues eso era lo que él deseaba oír. Intentamos algunas frases en inglés, morbosas, obvio, no creo que se le hayan quedado muchas, pero lo importante era que ella ahora aceptaba como parte de la cogida con ese macho que él le diría obscenidades. Y a la vez, yo en silencio, estaba feliz de ese semental no sólo viera a mi esposa como una puta que se le iba a entregar fácil, sino que él había entendido que la mejor manera de hacer disfrutar a mi mujercita en la cama era dominándola y tratándola como una sucia ramera. Sí, yo sé que los engañé a los dos, pero lo que cuenta es el resultado final de que ambos ahora disfrutaban de intensas, violentas cogidas y que ambos sabían que el uso de groserías les intensificaba el orgasmo.

Cuando a ratos que ella no estaba presente, por ejemplo si ella estaba en el baño, hablábamos él y yo de nuestra putita, y él me decía que esa era la primera vez que cogía con una casada delante del marido, y que eso era maravilloso, pero más maravilloso aún era que esa era la primera vez que gozaba tanto en la cama con una mujer y era gracias a que a mi esposa le gustaba ser dominada y que le dijeran escandalosas groserías. Yo me felicitaba, porque mi plan de ver a mi mujer ser la puta de otro y que la trataran como tal había dado un maravilloso resultado.

Con el tiempo ella fue aprendiendo más inglés y tanto él como yo le enseñamos cosas que ella tenía que decir al estar en la cama y abierta de piernas para él. Ya que eran una garantía de cogidas maravillosas, mi mujer las fue aprendiendo con mucho gusto. Y sí, lo instruí a él para que llegado el momento correcto él le pidiera el hoyo del culo. Y yo me masturbé a lo bruto viendo cómo él le ensartaba el hoyito anal y se lo llenaba con su leche. Mi esposa ya desde antes había escuchado mi argumento de que si quería mantenerlo embobado como su amante tenía que darle sexo anal cuando él lo pidiera. Ella no lo hacía tanto porque le gustara, pero a la larga terminó sí gustándole el hacerlo feliz con su hoyito del culo para complacerlo y mantener bien vivo su interés por ella.

Ahora los niños están más grandes y tenemos que esperar a que se duerman para ir los tres al dormitorio a gozar por horas. Pero también ocurre que ante emergencias sexuales de parte de él, mi esposa me hace una seña acordada para que yo mantenga a los niños bien ocupados un momento mientras el "tío gringo" se mete con mi mujercita al baño y él le da una cogida rapidita.

Qué felicidad verla luego de vuelta, ordenándose el cabello y disimulando para que no se note que estuvo puteando a escasos metros de ahí. Mientras ella está en la cocina o habla con nuestros hijos yo busco a mi amigo gringo para que me cuente los sabrosos detalles y me diga en qué hoyito le tiró la leche.

Estar casado y disfrutar de cuernos es fabuloso!

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