Primero me presentaré, soy José, de 36 años, hombre normal con cuerpo corpulento, claro de color, de 1.60 y ojos verdes, mismos que enamoraron a mi esposa Irene, ella de 44 años, 8 años mayor que yo, bajita de 1.54m clara de color, delgada, muy guapa, no es solo porque sea mi esposa, sino que también atrapa las miradas de los hombres cuando estamos fuera de casa. Su mayor atractivo se ha convertido en ese trasero respingón a pesar de estar delgada y gracias a los aerobics que practica de lunes a viernes ha ganado un cuerpo espectacular. Desde que la conocí ha tenido las tetas grandes 36B, pero desde hace dos años que lleva practicando aerobics y se ha cuidado más en su alimentación ha ganado un cuerpo espectacular.
En el 2023, pasábamos por una crisis matrimonial, como todos los matrimonios, el sexo se fue reduciendo cada vez más, teníamos problemas más a menudo, por el dinero, por mis viajes de trabajo y casi siempre sacaba a relucir que seguro tenía otra mujer, cuando eso no pasaba, en fin, eso fue disminuyendo nuestros encuentros en la cama, reduciéndose a solo compartir la cama.
Arturo, el tercero en discordia es un policía con el que estuvo viviendo en pareja por 4 años, eso pasó antes de conocernos y casarnos. Siempre había sabido de Arturo desde que, en una noche de copas con mi esposa, hablando de trivialidades y con las copas un poco pasadas me confesó que Arturo le había enviado solicitud de amistad por el Facebook, ella me dijo que no preocupase que a ella no le daba importancia y hasta ahí quedó plática.
Siempre he confiado en ella y a pesar de considerarme un hombre celoso, algo pasaba con mi esposa, en lugar de molestarme me parecía excitante que uno de sus ex la estuviera buscando, el solo hecho de pensar de compartir a mi esposa con alguien más y además fuera uno de sus ex me ponía caliente y aunque me molestaba sentirme así me excitaba.
Mientras dormíamos escuché sonar varias veces su celular, me levanté, tomé su celular y pude ver unos mensajes de Arturo donde le saludaba seguidamente le decía que no podía esperar más que se moría de ganas de verla, lo que me llamó la atención es que no tenía más mensajes que ese, eso me hacía pensar que mi esposa borraba los mensajes después de que se comunicaba con su ex. También decía que esperaba con ansias poder verla el jueves de esa semana, mismo jueves que iba a viajar a la ciudad de México, ya que nosotros vivimos en el sureste del país.
Me llené de intriga, no paraba de pensar en los mensajes de Arturo, siempre había escuchado de él por mi esposa, pero no lo conocía, pude mirar su foto de perfil y me pareció una persona atractiva, puedo darme cuenta de eso aunque no me gusten los hombres, se reconocer a un hombre atractivo, moreno con barba de candado, en la foto se veía como aquel tipo malo de la escuela del que todas las niñas se morían por él. Eso me estremeció más, pensé mi esposa siempre me había dicho que ese tipo de hombres jamás le han gustado y confirmaba todo lo contrario, le fascinaban.
Recordaba que Irene me había contado que Arturo era un hombre posesivo, violento algunas veces que se portaba como todo un chico malo con ella, controlándola y privándola de salir de fiesta con sus amigas, como tanto le gusta a ella. Pensé, como pudo aguantar tanto a un hombre por muchos años si no era su tipo, si no le gustaban los hombres así. Muy al contrario de mí, yo de oficio un informático con cuerpo normal, a lado de su ex era pasivo completamente, él por otro lado era todo un macho, tipo malo que cualquier mujer se moría por estar con él, además su oficio de policía le daba un plus a su varonilidad.
El día jueves llegó, el jueves que me iría a mi viaje de trabajo, el mismo jueves que mi esposa Irene vería a su ex que ahora no tenía dudas que era su amante, en los mensajes también le decía que la vería para el desayuno como habían quedado, parecía que esos mensajes estaban dirigidos más a mí que a mi esposa, para que lo viera, para que me enterara que se cogería a mi esposa mientras estaba de viaje. Mi vuelo saldría a las 8:45 am, entonces ya estaba planeado, mi esposa me dejaría en el aeropuerto y después se iría a ver con su amante policía que además era su ex. No podía dejar de pensar si era correcto irme así o encararla justo de camino al aeropuerto.
No sé si me faltó valor o fue mi curiosidad y excitación por dejar las cosas así al no intervenir para luego saciar mi morbo y curiosidad de que pasará con mi esposa y su amante.
Tomé el vuelo, llegando a la ciudad de México como es de costumbre, avisé por mensaje a mi esposa que el avión había aterrizado y estaba en camino a la oficina de trabajo. Su última conexión había sido media hora después de dejarme en el aeropuerto, mi mente no podía pensar en otra cosa más que en ese preciso momento ella estuviera de piernas abiertas con su ex, lejos de enojarme de pronto tenía una erección y me sentía mal por eso, imagina a mi esposa en la posición que tanto le encanta, de perrito sometida por su ex, el fornido policía moreno que tanto deseo le tenía después de varios años de no verse.
Mi esposa se reportó, hasta después del mediodía con la excusa de haberse quedado dormida después de llegar a la casa, he de aclarar que tenemos cámaras a las afueras de la casa, entonces pude notar que como me dijo llegó a tiempo a la casa, pero también que alguien llegaba con ella, en las cámaras pude notar que era Arturo, no pude ver más por el foco de la cámara, pero pasado el mediodía pude notar que Arturo salía de la casa se dirigía a irse, la cámara que instalé es discreta y solo yo sabía dónde estaba, mi esposa Irene no sabía que contábamos con cámaras en acceso principal de la casa.
Por eso tuvo la libertad de llevar a su amante, sin ningún remordimiento. Pasaron los días, sin ningún reclamo de mi hacía ella, me tocó regresar a casa, Irene fue por mí, al recogerme en el aeropuerto, noté una chispa diferente en su mirada, se veía feliz y más atractiva de lo habitual.
Tengo que confesar que me dio gusto el saber que es felicidad se la daba su amante, no podía negar lo que acababa de descubrir, pero no tenía el valor de encararla, más que valor, sentía excitación por lo que sabía, al llegar a casa estaba caliente que nomás de entrar tiré las maletas y me abalancé a mi mujer, la besé frenéticamente, mismo que ella correspondió llevaba un vestido holgado de color beige, se traslucía su ropa interior, se veía hermosa le arranque el vestido y tuvimos el mejor sexo que habíamos tenido por un largo tiempo, mientras estaba dentro de ella, mi erección crecía descomunalmente al imaginarme la escena que habían tenido en mi nuestra propia cama matrimonial, donde habíamos pasado largo tiempo de nuestras vidas.
Fue una sesión de sexo como ninguna otra, me decía a mí mismo que guardaría todo el secreto, tenía la necesidad de que mi esposa me siguiera poniendo el cuerno con su ex, el policía fornido, le estaba dando permiso sin siquiera decirle y haría lo posible por saber más, me moría de curiosidad por saber cómo se la follaba, como la trataba en la cama, si la hacía sentir lo que yo no podía.
Mientras estaba en casa y mi esposa en su trabajo, buscaba alguna pista que me confirmara más la relación de mi esposa con su ex, noté que había comprado unos vestidos cortos y tenía algunas piezas nuevas de ropa interior de encaje, algunas eran diminutas, más diminutas de las que suele usar, seguro su amante se las regalo o ella las compro para su encuentros con su siempre macho.
También aproveché que ella no estaba para instalar cámaras dentro de la casa, las cuales escondí bien, no quería que ella se enterara ni asustar a su amante, estaba convencido de jugar al voyeur con ellos, sin que supieran, nomás de imaginar que vería las guarradas de mi esposa con su amante tenía una fuerte erección que siempre terminaba apagando con masturbarme, pensando que en mi cama se follaba a mi esposa mientras estaba de viaje.
Días después noté que ya no borraba los mensajes con Arturo, se mandaban fotos, mi esposa de su vida rutinaria y de vez en cuando le ambos se mandaban fotos saliendo de la ducha o mi esposa en el baño del su trabajo mostrándole las tetas, por Dios, eso me excitaba. Se referían a mi como el cornudo panzón, así me llamada Arturo, tengo que reconocer que esa humillación hacía mi persona me excitaba, era un sentimiento raro de mí, me molestaba un poco, pero era más mi deseo loco de que mi mujer me siga poniendo el cuerpo y siga como si nada lo que más me gustaba de eso.
Mi viaje de trabajo llegó, mi itinerario de 4 días fuera de casa serviría para observar a mi mujer y a su ex, eso lo contaré en el próximo relato, que nomás de pensar en ello me pone muy caliente, lo zorra que es mi esposa.
Hola José tu relato me exito mucho , tanto que me gustaría conocer a tu mujer y nos vieras haciendo el delicioso, soy de Acapulco y si vienen seré su guía personal de turistas, salidos