Se suponía que llegaba de mi viaje el viernes pero terminé mi labor más pronto de lo esperado y volví el jueves. Decidí no decirle nada a mi esposa y darle la sorpresa. La sorpresa me la llevaría yo.
El taxi me dejó en la puerta de mi casa, saqué la llave y abrí la puerta. Me recibieron unos gemidos frenéticos. Me quedé helado en la puerta oyendo.
-¡Aaah sii ricooo! – decían los gritos, era mi esposa.
Oí pasos aproximándose y no sé por qué pero mi reacción fue ocultarme dentro del baño del primer piso junto a la sala. No cerré completamente la puerta para poder ver que pasaba. Aparecieron dos tipos atléticos desnudos, entre sus piernas colgaban unas vergas considerables. Detrás apareció mi esposa. Ella llevaba una ropa negra de encaje. Detrás de mi esposa venía otro tipo más.
Ella se adelantó a la sala y tomó una botella de whisky de la mesa, había 4 vasos, no era el primer trago, los llenó todos. Después tomó una bolsita y la vació sobre la mesa. Entre risas y charlas armó cuatro líneas, era cocaína. Ella inhaló de primera. Los chicos la siguieron y cada uno tomó un vaso.
Ella los llamó. Le pidió a uno que se sentara y se hizo penetrar por el culo, al otro lo atrajo para que se la metiera por el coño y al último empezó a chupársela. Uno para cada hueco, no era al azar que fueran 3.
Yo solía viajar con frecuencia… ¿Hacia ella esto siempre? ¿Consumía drogas y hacía orgías en mi ausencia?
-¡Diooos que ricooo! – gritaba.
Cuando se iban a venir los sujetos ella les pidió que lo echaran en un pocillo, en el pocillo en el que yo tomaba café. Los tipos se pajearon y eyacularon dentro de mi vaso. Ella los despachó y subió a la habitación. Oí la ducha, pensé que se acostaría a dormir pero pronto pude ver como salía vestida de gala.
Mi esposa era una mujer atractiva, rubia, delgada, elegante y fina. En su ausencia caminé por la casa para ver los estragos de todo aquello, ropa interior, condones, semen. Ella se ausentó unas tres horas. Cuando sentí que llegaba me escondí de nuevo. Mi esposa entró con un tipo, era su jefe, yo lo conocía, habíamos compartido reuniones. Subieron a la habitación principal. Los gemidos empezaron a salir.
Hasta ese momento no había querido aceptar la realidad de que en medio de todo el shock aquello me tenía la verga dura. Abrí un poco más la puerta para oír mejor y me hice una buena paja con los gemidos infieles de mi esposa. No solo me fue infiel, el tipo durmió en mi cama. Yo dormí en el baño. Me despertaron unos pasos.
-Vete ya jajaja, mi esposo está por llegar – Decía mi esposa.
-Si si si jajaja ya me voy – Decía su jefe.
-Gracias por venir
-¿Cuándo nos volvemos a ver?
-Como siempre, él se va en dos semanas. Pero quiero lo que me prometiste
-Sí, vamos a ir a la cabaña
-Que rico
-¿Me la chupas antes de irme?
Estaban a metros de mi escondite y vi todo. Mi esposa se arrodilló frente a él y le hizo una tremenda mamada. Cuando se iba a venir lo pajeó y buscó mi pocillo para depositar allí toda su leche. La leche de 4 tipos estaba ahí. Cuando el tipo se fue ella se puso a organizar todo rápidamente. Caí en cuenta que se suponía que yo estaba por llegar así que en un momento en el que subió a la habitación salí del baño. Calculé el tiempo, toqué la puerta.
-¡Hola mi amor! – Dijo al verme entrar.
-Hola amor ¿cómo estás? – dijo tratando de sonar normal.
Vi como se dirigía a la cocina, fui tras ella. Agarró el pocillo y vertió sobre él una buena cantidad de café.
-Toma mi amor, tu café – Me dijo sonriente entregándome la taza.
Sabía que allí dentro además de café había una buena cantidad de semen, pero no hice nada, me tomé todo.
Decidí volver un día o dos antes de mis viajes. Los amantes de mi esposa eran incontables.
-¿Y tú esposo? – Le preguntaba un tipo que estaba con ella.
-Está de viaje
-Pobre cornudo
-jajaja sí… es un idiota
-Que mala eres
-Se lo merece por mal polvo
-Ven, quiero te vengas en su almohada.