Mi esposa es blanca, sus ojos son amielados, tiene unas piernas bien torneadas y sus nalgas están redondas y bien paraditas, sus senos de tamaño mediano y sus pezones rosados y pequeños como una cereza.
Empezó a platicarme que su compañero la chuleaba mucho y que ella le seguía la corriente, pero que poco a poco le despertó el interés y quiso ver hasta donde llegaba él y un día me pidió permiso para salir a tomar una copa con él y le pregunté si le gustaba el hombre, pero ella lo negó y que solo sería como amigos.
Y acepté y le pedí que se divirtiera, que ella decidiera hasta donde llegar con él.
Cuando regresó me contó que bebieron unos tragos en un bar y que él le pidió salirse de ahí para platicar mejor sin que nadie los interrumpiera.
Entonces se fueron en su carro a un lugar apartado y después de unos minutos de estar charlando él empezó a besarla y tocarle sus tetas y ella le ayudó y se subió la blusa para que pudiera tocarlas mejor haciendo a un lado el brasier, dejando al descubierto esos pezones rosaditos, se los llevó a su boca y dándole una succionada que a mi esposa le encantó y lo tomó de la cabeza y se lo repegaba a ambas tetas y entonces él le metió la mano en la entrepierna mientras seguía chupando ese par de blancas y suaves tetas.
Después de un rato de agasajar a mi esposa le dijo que en otra ocasión seguirían con más, que se hacía tarde y tenía que regresar a casa.
Ya quedaron en salir de nuevo, pero esta vez ella si quiere llegar hasta la cama.