Cuando llegué de vacaciones a la casa de Pablo, mi hermano, ni imaginaba en el caos que se iba a transformar mi vida. Hacía seis meses que me había separado de mi mujer y estábamos en plena etapa de divorcio. Pedro, al escucharme nervioso, me dijo que aproveche que tenía 15 días para tomarme y fuera.
-Escuchame Pedro, aprovecha estos días para relajarte. Aquí en las sierras en esta época es tranquilo y nuestra quinta queda lejos del pueblo. Vamos a poder andar en cuatriciclo, caballos, ir a una cascada, a una pequeña laguna. Y si queremos, vamos al pueblo en el auto.
El plan era perfecto. Pero ya la primera noche… Nos fuimos a acostar, y mi habitación quedaba frente a la de ellos. Al rato de estar acostado, escuche gemidos, quejidos y más gemidos. Llevaba seis meses sin estar con una mujer. Y la excitación empezó a tomar mi cuerpo. No pude contenerme y me hice una terrible paja.
Cuando deje de escuchar gemidos y quejidos, abrí la puerta de mi dormitorio y baje a la cocina a buscar algo para tomar. Grande fue mi sorpresa cuando encontré a Natalia, mi cuñada, solo con una tanga, que también buscaba agua.
-Pedro…
-Perdón, pensé que dormían. Dije y sentí que mi pene se inflamaba por completo.
Natalia era una mujer hermosa, castaña, ojos marrones y un cuerpo hermoso. Ella se quedó llenando el vaso de agua, que empezó a rebalsar y bajo la vista a al bulto que había en mi bóxer. Miro como se rebalsaba el vaso, cerro la canilla y al pasar al lado mío, hizo que su mano libre rozara mi bulto.
Le tome la mano y ella respiro profundo.
-Está despierto… Dijo en voz casi inaudible.
Solté su mano y volvió a su habitación. De inmediato pensé en el problema que se me venía si le decía a mi hermano. Me serví soda, y salí a la galería abierta de la casa a sentarme en un sillón. Trataba de no pensar. Lo único que me faltaba era pelearme con mi hermano y por mi culpa.
Deje pasar un rato, y apareció Natalia.
-Natalia.
-No digas nada. Dijo y se puso de rodillas frente a mí.
Bajó mi bóxer y tomando mi pija con una mano, me la empezó a chupar. Segundos pasaron hasta que estuvo bien firme y parada. Natalia la lamía, la chupaba metiéndosela toda en la boca, chupaba mis bolas mientras se tocaba por encima de la tanga. Si bien mi pija no es una monstruosidad, es de muy buen tamaño y bastante gruesa. Le llenaba la boca por completo y una parte quedaba afuera.
Yo estaba muy caliente por el morbo de coger a la mujer de mi hermano y por cogerme a esa hermosa mujer. La tome de los cabellos e hice que se acercara a mi cara. Le di un tremendo beso, pero ella no quería. Sin soltarle los cabellos, metí mi mano bajo su tanga y le metí dos dedos en la concha, ella comenzó a gemir y nuevamente la besé.
Ella se volvía a negar.
-No me beses, por favor… Me dijo al oído.
Aproveché que su cuello estaba junto a mi boca, y lo comencé a besar. Ella se empezó a mover haciendo que mis dedos entren totalmente en su concha. Yo sin dejar de besarla, deje mi mano quieta y ella se movía con todo masturbándose con mis dedos sin parar. Metí un tercero y ella emitió un suave quejido pero lo paro de moverse.
Puse su cara frente a la mía y la miraba a los ojos. Eso parecía ponerla más caliente. Cuando sintió que entraba un cuarto dedo se quedó quieta. Cuando los cuatro dedos estaban adentro, la bese con todo en la boca. Esta vez, tomo mi cabeza con una mano y me devolvió un tremendo beso, para moverse como loca sobre mis dedos.
Con una mano busco mi pija y me masturbaba al ritmo de sus movimientos. Como si fuera una gimnasta, paso una pierna sobre mi brazo, para quedar dándome la espalda sin sacarse los dedos de la concha ni dejar de moverse. Su boca fue a mi pija y chupaba como desesperada mientras se ensartaba casi toda mi mano en la concha. No paraba detener orgasmos.
Cuando le avise que estaba por acabar, se la metió toda en la boca y trago toda mi leche. Su orgasmo fue tremendo, apenas podía tenerse en pie. Cuando dejo de temblar, me dijo:
-Perdoname, no daba más de calentura. Por favor, no le digas a tu hermano.
-Ni loco Natalia. Como voy a hacer eso.
-Gracias Pedro. Dijo y se fue adentro.
Yo quedé sorprendido por sus palabras y sin poder creer lo que había pasado. Un rato más tarde me fui a dormir.
Cuando desperté, me di una ducha y baje a desayunar. Natalia estaba con un short y una remera en la cocina. Se notaba que no llevaba corpiño.
-Buen día Pedro.
-Hola Nati, buen día.
-¿Te sirvo un café?
-Por favor. Son las 8:30, te levantaste temprano.
-Si, porque Pablo fue al pueblo a buscar a mi hermana que llega en el colectivo de las 10:30 de la capital de la provincia, se va a quedar un par de días porque quiere que Pablo le explique algo de la facultad. Y aprovecha para hacer unas compras.
-Entiendo. Natalia lo de anoche…
-Pedro, por favor, perdoname. No sé si Pablo te contó, pero esta con unos problemas desde hace unos meses, y los médicos no pueden encontrar la solución. Desde hace meses que no me toca, y no doy más.
-Pero anoche te escuche gemir, quejarte.
-Si, que vergüenza. Es que tengo un par de juguetes y bueno, Pablo los compro para jugar nosotros y ahora… a veces el me ayuda, anoche no…
Me paré y me acerque a ella, que estaba parada, apoyada en la mesada. La tome del pelo y la besé. No se resistió y me dejó besarla. Seguí con su cuello y ella empezó a gemir como loca. La tome de la mano y subimos a su cuarto.
-Busca los juguetes.
-Pedro, por favor…
-Búscalos.
Ella saco dos consoladores de un cajón. Uno era pequeño y el otro, del tamaño de mi pija. La lleve a mi cuarto y le baje los short y la tanga, luego le saque la remera.
Me tire en la cama con mi pija al aire y ella quedo parada, con los consoladores en las manos.
-Quiero ver como jugas. Le dije.
-Pedro por favor…
No dije nada y ella comenzó a chupar el grande mientras subía a la cama. Lo lamía sin parar. Por momentos se le daban vuelta los ojos. Se metió el pequeño en la concha y gemía sin parar.
-Chupame la pija.
-Me tratas como a una puta Pedro…
-Sos mi puta. Ahora sos mi puta, mi objeto de placer.
Ella respiro profundo y se puso a chuparme sin parar.
-Metete el grande.
Se puso de costado para mostrarme como se lo metía y lo movía. Tuvo un orgasmo y se quedó quieta por un par de segundos.
-¿Que más haces con tus juguetes?
-Pedro, no…
-¿Quién es mi puta?
-Yo…
Y sin sacarse el consolador grande del culo, chupo dos veces el chico y se lo metió de una en el culo.
-No me engañes, anoche los quejidos no eran de ese consolador.
-No…
Dijo y se sacó el consolador grande de la concha, se puso de rodillas paralela a mí, con su boca en mi pija y su culo hacia mí y se lo empezó a meter. Lo fue enterrando de a poco. Se quejaba y gemía sin parar. Lo empezó a mover y no paraba de chupar. Como su concha ya estaba abierta y totalmente húmeda, metí los cuatro dedos juntos. Ella se quejó pero no dejo de masturbarse el culo.
Tirando de los pelos de su cabeza hice que deje de chupar.
-Quiero ver como acabas por el culo.
-Si… me gusta sentir algo grande en el culo. Soy muy puta Pedro… tu puta… quiero que me cojas cuando quieras, por donde quieras. Quiero sentir tu calentura, tu fuerza.
Hablaba y más se excitaba. Tuvo un orgasmo y cayó sobre la cama. La puse boca arriba y me masturbe acabando en toda su cara, boca y pecho. Ella juntaba mi leche con los dedos y la chupaba.
-Pedro, perdoname, estoy muy caliente. Soy muy caliente.
-Muy puta Natalia, muy puta. Vos lo dijiste, cuando quiera, donde quiera, por donde quiera.
-Si Pedro.
Ella tomo los consoladores, los guardo y se fue a lavar. Bajamos, calentó de nuevo mi café, y se fue a hacer los dormitorios. Cerca de las once llego Pablo con Cande, la hermana de Natalia. Si Natalia era hermosa, la hermana era una diosa total. 19 años, un metro sesenta y cinco aproximadamente, castaña como la hermane pero mucho más linda. Algo que me volvió loco era que miraba a los ojos.
A la tarde salimos con Pablo a caballo y me conto su problema.
-No le dije nada a Natalia, pero parece que es irreversible. Una lesión de un nervio. Tras que yo no era para nada dotado… no funciona.
-Pablo, ¿Por qué no vamos a Buenos Aires?
-Ya hicieron interconsultas. No hay nada que hacer.
-Que cagada.
Seguimos cabalgando un rato y volvimos a la casa. Tuve la sensación que Pablo quería decir algo más.
-¿A qué te dedicas Pedro? Me pregunto Cande mientras cenábamos.
-Hago sistemas web, compra-venta, sitios de negocios, etc.
-Ah, podes trabajar desde cualquier lugar, que copado.
-Si, mientras tenga un buen acceso a internet, no tengo problema.
-Yo no entiendo mucho. Recién me contaron en el pueblo que un cable importante pasa por el pueblo y le hicieron una bajada. Y que ahora podemos tener 1000 megas. En casa ¿eso es bueno? Preguntó Pedro.
-Espectacular, a nivel EEUU. Debe pasar lo que llamamos un caño.
-Eso, me dijeron un caño.
Seguimos charlando un rato, y Natalia y Cande lavaron los platos.
-Pedro, conseguí el whisky que te gusta. Dale tranquilo porque sos el único que toma.
-Hermanito, genio. Me voy a quedar afuera tomando un par de vasos.
-Vos un whisky y yo pastillas para dormir. Me las dio hoy el médico. Dijo Pedro.
Ellos se fueron a dormir y Natalia me miró mientras subían las escaleras. Me serví un vaso de whisky y fui afuera, a uno de los sillones. Al rato apareció Natalia.
-Vení. Tirate a mi lado. Le dije.
-Bueno.
-Hoy jugamos duro.
-Si.
-No te negaste a nada.
-No Pedro.
-¿Te gusta jugar duro?
-Me gusta sentirme una puta, que mi hombre me puede hacer lo que quiera y a mí me vuelve loca saber que goza conmigo, que provoco su calentura. Me gusto sentirme tu puta.
-¿Algún límite?
-Golpes fuertes, lastimarme con cosas cortantes.
-¿Otra mujer?
Ella me miro seria, respiro profundo y no dijo nada.
-Lo tomo como que no tenés problema.
Natalia me miro y dijo:
-Solo está mi hermana…
-Veremos, quien te dice… Dije más como una expresión de deseo y para mortificarla que otra cosa.
Trae tus juguetes.
Natalia subió y bajo de inmediato. Se acostó a mi lado nuevamente.
-Metete el chico en la concha y chupame la pija.
Se sacó la tanga, se puso de rodillas y mostrándome como lo movía me empezó a chupar la pija.
-Despacio, quiero disfrutar el whisky y la chupada.
Natalia me lamía y chupaba la pija de una forma genial. Se metía y sacaba el consolador al mismo ritmo de la chupada. No tenía ningún a puro en que se apure, yo disfrutaba. Extendí el brazo y tomando la botella me serví nuevamente.
-Ves, que me tengas así, dándote placer me pone loca. Saber que estas gozando mi chupada, me pone a mil.
-Dame un beso. Le dije.
Ella se movió y me dio un tremendo beso. Suspiro con todo y fue bajando, besando mi pecho hasta volver a chupar mi pija.
-Natalia… Escuchamos de una voz de mujer. Gire la cabeza y era Cande, parada en la puerta, con un shorcito, y una remera casi transparente que como no tenía corpiño, permitía notar bien sus pezones.
-Cande, no levantes la voz por favor… Dijo Natalia y siguió chupando.
Cande se quedó parada mirando. Lentamente se empezaron a marcar los pezones que se paraban. Sin quitarla vista de mi pija y de la boca de la hermana, metió dos dedos en su boca y los chupaba. Natalia la miraba de reojo y no paraba.
-Vení, sentate. Le dije y como si fuera una autómata, se sentó a mi lado dándome la espalda, mirando a la hermana.
Le levante la remera en la espalda y deslice mi mano hasta tocar sus tetas. Eran bien duras y sus pezones estaban como piedra. Empezó a respirar pesado.
Natalia tomo su mano y la llevo a mi pija. Me masturbaba lentamente mientras Natalia chupaba.
-Sacate la ropa Cande.
Se paró, pero sin soltar mí pija se sacó la ropa y sin que le diga nada se puso de rodillas en el suelo, con su boca cerca de mi pija.
Natalia la miro, y guio su cabeza para que me chupe. Lo hacía torpemente, no tenía mucha experiencia. Le hice una seña a Natalia y se tiró a mi lado. Nos besábamos y mirábamos como Cande me chupaba.
-Chupale la concha y el orto desde atrás. Le dije a Natalia que me miro se mordió el labio inferior y fue a ponerse detrás de Cande.
Cuando la pendeja sintió la lengua de la hermana, dio un brinco y la miro sorprendida.
-No pares, Cande.
La pendeja lamía y gemía. Su excitación subía y se agarró de mi abdomen con fuerza. Empezó a chuparme con todo, y mirarme con una calentura tremenda. Apretando los labios hizo un quejido y se metió toda la pija en la boca, no dejo nada afuera. Quedo agitada luego del orgasmo.
Con una seña, hice que Natalia le arrime el consolador chico al culo. Cande ni se movió cuando lo sintió.
Natalia lo metía y lo sacaba. La pendeja tomo la mano de Natalia solo para sentir como la sodomizada.
-Cande, sos grande, juga con el juguete sola como buena putita. Me miró y sonrió.
-Natalia, subite y cojeme.
-Sí…
Natalia se subió y le costó un poco meterse mi pija en la concha, pero lentamente comenzó a cabalgarme. Cande la miraba fascinada mientras se masturbaba el culo. Como la tenía cerca, metí ajustadamente dos dedos en la conchita de Cande, que al sentirlos entrar se dio vuelta sonriendo y mordiéndose el labio.
-Cabalgalos Cande. Seguí a tu hermana.
Las dos se movían al mismo tiempo, mirándose. Natalia acelero el ritmo y lo mismo hizo Cande, con mis dedos y con el consolador. Arrime un tercer dedo y ella hizo fuerza para que entrara de una sin perder el ritmo. Le hice seña a Natalia que tenía tres dedos adentro y acelero con todo.
Las dos gemían sin poder abrir la boca. Acerque el cuarto dedo y la pendeja se tiró con todo para que le entre.
Natalia cuando vio la cara de placer de Cande, se puso re loca y tuvo un orgasmo tremendo.
-Subite Cande.
-No me va a entrar… es…
-Proba…
Ella me montó y Natalia le ayudo guiando mi pija. Cuando la sintió Cande abrió los ojos en forma tremenda. Siguió bajando y cuando entro toda la cabeza se quedó quieta. Respiro profundo y siguió bajando un poco más.
-Natalia, ponela loquita. Chupale las tetas y dale con la mano al clítoris.
-Si, la voy a poner muy putita.
-Nati, sos mi hermana. Y Natalia se rio.
Natalia le empezó a chupar las tetas y acariciar el clítoris y la pendeja se fue acelerando cada vez más, hasta meterse completamente la pija en la concha. En pocos minutos tuvo un tremendo orgasmo y cayo clavándose mi pija hasta el fondo. Los ojos estaban desorbitados.
La sujeté de la cintura y en luego de varios minutos, me derrame en ella, provocando su orgasmo final. Natalia la ayudo a levantarse y los tres nos fuimos a dormir.
La mañana siguiente mientras desayunábamos los cuatro, Cande evitaba mirarme.
-Voy a ir hasta el pueblo a averiguar por eso de internet, me interesa. ¿Si me dan servicio, me ayudas a comprar una computadora Pablo?
-Por supuesto, ningún problema. ¿Querés que te acompañe?
-No, tranquilo. Vos a aprovechar para encargar materiales para el quincho, ver al arquitecto y varias cosas más. Natalia, no voy a volver hasta media tarde, no prepares comida para mí.
-Bueno, como quieras, si no te la caliento cuando volves.
-No te hagas problema.
-Yo voy a aprovechar para salir a correr un poco. Quiero ventilarme.