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Mi crush de universidad (3): En la playa
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Para mí fue una grata sorpresa aquel viaje. Una semana antes de que empezáramos el semestre (y justo antes de que empezara la pandemia) Clara me había dicho que quería viajar a la playa. Yo llevaba tiempo sin ir y la verdad me hacía falta volver a ver el mar. Gracias a que había comenzado a trabajar en lo que empezaba el semestre había conseguido un poco de dinero para hacer el viaje. Desde luego que no iba a ser fácil convencer a mi jefe de dejarme ir a tan pocos meses de haber comenzado a trabajar, pero con la promesa de que iba a recuperar el tiempo perdido, accedió. Pensaba pagarle las horas debidas en la primera semana de clases, ya que nadie solía tomar esos días en serio y pues tenía esa ventaja.

Con lo de mi trabajo solucionado, le dije a Clara si quería ir conmigo a la playa y accedió. Decidimos irnos en avión para evitar perder tiempo en carretera, el viaje había sido un poco problemático para mí. Mi trabajo requería que estuviera sentado frente a la computadora todo el tiempo por lo que mi espalda estaba algo destrozada, así que había comprado uno de esos pequeños masajeadores que vibran y no me lo quite durante todo el camino

En cuanto llegamos pedimos un Uber que nos llevaría al Airbnb que habíamos alquilado. Fue una enorme ventaja que lo hiciéramos, ya que el lugar que alquilamos era una casa que estaba cerca de la playa.

Pronto y dispuestos, dejamos nuestras cosas en la vivienda y fuimos a comer a uno de esos restaurantes de mariscos que estaban en la playa.

No falta decir que Clara se veía demasiado sexy en bikini. Sus pechos sobresalían ligeramente de él y desde luego que no podía dejar de mirarlos. De vez en cuando debía acomodar mi ligera erección. Verla ahí, sudando, tan radiante, tan sexy, me encantaba. Su piel morenita me había vuelto loco desde la primera vez que lo habíamos hecho, realmente era hermosa y sobre todo era excelente en la cama. Aún no podía creer que había logrado hacerlo con mi crush de universidad y sobre había hecho un viaje solo con ella.

—Oye, Clara —dije una vez terminado nuestra comida y mientras esperábamos la cuenta—. Estaba pensando, ¿qué te parece si… ya sabes, nos volvemos pareja?

—¿En serio? —me preguntó ella.

—Sí, digo ya llevamos tiempo haciendo cosas juntos, estamos aquí solos. ¿Por qué no?

Clara desvió la mirada hacia el océano y se mordió el labio de forma dubitativa.

—En realidad pensaba pedirle a alguien más que fuera mi pareja.

Me quedé sorprendido por su respuesta y me incliné sobre el asiento.

—¿Has estado viendo a alguien más? —pregunté algo celoso.

—Sí, no sé si te conté, pero soy bi y pues he estado saliendo con Daniela y… creo que me gusta mucho.

Regresé a mi asiento y asentí. Daniela era la persona que nos había presentado y la amiga con la que había tenido sexo antes de que empezara a hacerlo con Clara. Podía entender porque ella quería tener una relación con Daniela, era una chica bastante bonita y súper amigable. Suponía que Clara se había hecho muy cercano a ella en el semestre que no había hablado con ella.

—Ya veo, entonces ¿todo lo que hemos hecho…?

—Digamos que fue mi forma de decirle adiós a mi parte heterosexual por un momento —me dijo—. Digo, realmente me gusta mucho y quiero que dure.

—Bueno siempre podemos tener un trío —dije entre bromeando y diciéndolo en serio.

Clara rio, pero negó la cabeza.

—Quiero que funcione y no estoy muy seguro que a ella le pueda agradar mucho esa idea.

Abrí la boca para responder, pero me detuve. Estuve a punto de decirle que ya había cogido con Daniela, pero no estaba seguro qué podría hacerle esa confesión a nuestra amistad. A pesar de todo, Clara seguía siendo mi amiga y realmente se notaba que quería intentar algo con Daniela. Recordé mi relación con Ori y todo lo malo que había pasado, cómo ella me había separado de mis amigos por celos, quizá podría pasarle algo como eso.

—De acuerdo, lo entiendo —dije intentando que mi decepción no se oyera en mi voz.

—Oye, pero quiero agradecerte —me dijo tomando mi mano—. Estuviste increíble y creo que no pude escoger a alguien mejor para ayudarme. Espero que no te moleste que te diga todo esto.

En realidad no lo estaba, prefería que me dijeran las cosas de frente en vez de mentirme, además de que el sexo con ella había sido increíble las dos ocasiones. Le dije que estaba todo bien y ella sonrió.

Pagamos la cuenta y decidimos meternos al mar unas cuantas horas. Durante este tiempo, estuvimos jugueteando y lanzándonos agua entre nosotros. Me acercaba a ella para poder meterla al agua, pero ella se defendía y me obligaba a abrazarla mientras pataleaba entre risas. Cuando lo hacía, sentía como su cuerpo rozaba el mío. En más de una ocasión, mis manos tocaron sus perfectos pechos, pero su confesión había hecho que no me pudiera concentrar mucho en eso. Había tenido la esperanza que en este viaje pudiéramos volver a tener sexo, pero ahora dudaba si eso era posible, pues lo que me había dicho prácticamente era una forma de decir “este es un viaje sólo de amigos”

Cerca de las 3 de la tarde, regresamos a la casa para poder comer y recuperar algo de fuerza ya que en la noche planeábamos ir a cenar a un lounge en donde iban a celebrar una noche hawaiana.

Terminando de comer, Clara decidió ir a tomar un poco el sol mientras yo decidí descansar en uno de los sillones de la casa mientras leía un libro.

Así que ahí estaba yo, disfrutando de una excelente lectura acostado, cuando Clara entró en la sala, completamente empapada.

—¿Volviste a nadar? —le pregunté.

—Sí, es que realmente me gusta mucho el mar.

—Te entiendo, yo ya lo extrañaba.

En ese momento, Clara pasó justo por donde estaba yo y pude ver que la parte inferior de su bikini se había metido un poco en su entrepierna, dejándome un excelente vistazo de su trasero. Las palabras en el libro se perdieron y mis ojos no podían despegarse que aquella gloriosa visión del trasero de Clara mientras se secaba el agua.

—Así que… ¿vas a bañarte?

—Quizá, aunque quiero comer algo primero —Clara me estaba dando la espalda, quizá sospechaba que seguía leyendo, pues vi cómo le quitaba el nudo a su bikini y lo lanzaba al suelo. Me quedé de piedra al ver su espalda desnuda y comencé a sentir aún más calor del que hacía. Mi mirada se desvió al sillón frente al mío, había dejado una muda de ropa ahí, cuando ella se acercó me atrapo mirándola y desvié la mirada rápidamente a mi libro.

—Así que te gusta mirar ¿eh? —me dijo con una sonrisa.

Volví a desviar la mirada. Sus pechos estaban completamente desnudos, aun brillando por el agua que caía de ellos. Se veía tan increíble.

—No —dije colocando el libro sobre mi entrepierna para ocultar la erección que estaba creciendo.

—¿En serio? Qué lástima, iba a hacer algo —me dijo comenzando a tomar su muda de ropa.

—Por pura curiosidad —le dije nervioso y ella se detuvo—. ¿A qué te refieres con eso?

Clara me miró, sonrió y soltó la ropa sobre la mesa que separaba ambos sillones.

—Nada importante —dijo pero sus manos se dirigieron al borde de su bikini—. Sólo algo que quizá podría gustarte.

—¿Cómo qué?

—¿Por qué no sólo ves? —me dijo sentándose en el sillón y quitándose la parte inferior para luego lanzarlo a mi cara.

Con rapidez me lo quite para poder verla mientras abría sus piernas y me dejaba ver por completo su coño.

—Ya veo que si te gusta —me dijo mirando mi erección. Volteé a mirarla también, había crecido tanto que levantaba ligeramente el libro—. Entonces esto te va a encantar.

Clara metió su dedo índice y medio a la boca para humedecerlos y luego comenzó a masturbarse lentamente.

—¿Sabes? —Me dijo casi como susurro y entrecortado mientras continuaba acariciando su coño—. En el agua, me estaba gustando como me agarrabas.

Me senté aun con el libro encima de mi erección, mis ojos no se despegaban de su mano mientras continuaba su movimiento circular sobre sus labios vaginales.

—Me hizo recordar —hizo una pausa para soltar un ligero gemido— como me cogías en tu casa.

—¿La primera vez o en la fiesta? —pregunté como un idiota.

—Ambas.

Clara continuó masturbándose, mientras yo la veía completamente hipnotizado. Introdujo su dedo medio y anular mientras su otra mano apretaba uno de sus pechos y gemidos salían de su garganta. Quite mi libro y lo dejé sobre la mesa para empezar a tocarme sobre mi pantalón. Podía sentir lo dura que estaba mi verga sobre el pantalón. Al verme, Clara me pidió con una sonrisa y con su dedo índice que me acercara.

Me levanté del sillón y me arrodille frente a ella mientras no dejaba de castigar su coñito que ya estaba más que empapado.

—¿Vas a ayudarme o sólo vas a quedarte viendo? —me dijo acercando un poco más su cintura hacia mí.

—Creí que querías tener una relación —comenté mientras acariciaba sus torneadas piernas y las tomaba con fuerza para dejar la marca de mis dedos en ella.

—Sí, pero lo haré hasta que regrese —me dijo con una sonrisa—. Ahora quiero que me hagas tuya de nuevo.

Y así lo iba a hacer.

Acerque mi rostro para comenzar a comerle el coño, pero me detuve.

—Tengo una idea —le dije y fui rápido a mi mochila que estaba a la mano gracias a que de ahí saqué el libro que estaba leyendo.

Busque rápidamente y saque el pequeño masajeador de espalda que había usado en el avión y regresé con ella. Sin darle tiempo de reaccionar, abrí sus piernas lo más que pude y prendí el masajeador para ponerlo en su coño.

—¡Oh dios! —dijo entre grito y gemido.

Su coño se empapó de inmediato, mojando también el masajeador. Clara comenzó a retorcerse y a morderse el labio para evitar que sus gemidos se convirtieran en gritos de placer, pero en ocasiones no lo lograba. Estiraba las manos para poder aferrarse lo mejor posible al sillón mientras movía el masajeador de arriba a abajo sobre sus labios vaginales. Su clítoris decidió que también quería un poco de la diversión así que en cuanto salió, desvíe el masajeador directo hacia él.

Estaba vez Clara no pudo evitar pegar el grito.

—¡Sí, sí, sí! ¡Sigue! —me decía sin poder evitar que su cuerpo se retorciera.

Yo miraba maravillado todas sus reacciones, la cara que ponía y sobre todo cómo se mojaba su coño. Unos minutos, ella empujó mi mano y soltó un grito que casi me rompía los tímpanos. Su coño comenzó a fluir como una hermosa fuente y yo no pude evitar acerca mi boca para beber de ella. Tenía un sabor dulce con ligero toque salado debido al agua de mar, pero me encantaba.

—Wow —me dijo intentando recuperar el aliento después de su orgasmo—. Eso estuvo increíble. Ahora te toca a ti.

Sin darme tregua, Clara me tomó de la playera y me lanzó contra el sillón para que ahora fuera yo quien estuviera sentado. Sin quitarme la playera ni nada, fue directamente a mi pantalón y lo abrió para sacar mi pene de su encierro y comenzarlo a chupar. Lo metió directo hasta el fondo, lo cual me hizo soltar un gruñido de placer.

Comenzó a comer mi verga como una hambrienta, se ayudaba con una mano, recorría todo el tronco con su lengua y luego volvía a metérsela hasta lo más profundo que podía antes de repetir el proceso.

—¡Mierda! Vas a hacer que me… —no pude terminar pues la corrida y el orgasmo llegaron, pero era lo que ella quería.

No separó sus labios de mi falo mientras llegaba al orgasmo, lo cual hizo que durara más. Cuando termine de correrme, ella se separó y abrió la boca para mostrar que se la había tragado toda.

—Wow —dije entre cortado.

—Oh no —me dijo con una sonrisa y colocando mi miembro entre sus pechos—. Aún no hemos acabado.

Con sus pechos comenzó a acariciar mi falo para evitar que perdiera la erección, pero honestamente no lo necesitaba. Estaba demasiado excitado para eso, así que sólo disfrute lo que estaba haciendo.

Unos momentos después, Clara tomó mi pantalón y me lo quitó para poder subirse en mí. Me acomode en el sillón para estar más cómodo en lo que ella se empalaba con mi dura verga. Comenzó a montarme como sólo ella sabía hacerlo: con maestría y viéndose como una diosa. Sus pechos rebotaban para mi deleite y ella se tocaba el cuerpo mientras gemía.

Tome su trasero para intentar controlar sus subidas y bajadas, pero ella tenía el completo control de la velocidad, me dominaba por completo, así que sólo me quedo darle un par de nalgadas mientras dejaba que ella me montara a su gusto.

Un segundo grito de placer salió de su garganta, su cuerpo se retorció y cayó unos momentos después sobre mi pecho.

—Está muy sensible, dios —me dijo refiriéndose a su coño.

—Perfecto —le dije levantándome para ponerla ahora ella sobre el sillón.

Abrí sus piernas lo más que pude e introduje mi miembro en su entrada para comenzar a penetrarla. Sus gemidos no esperaron. Sin detener mis embestidas, me quite la playera y ella acercó su mano para arañarme ligeramente el pecho. Sus pechos rebotaban al ritmo de mis embestidas y sus gemidos cambiaban de decibeles poco a poco.

—¡Así! ¡Así! Dame, quiero sentirte hasta el fondo.

Gruñía de placer al sentir como su coño se apretaba contra mi miembro y hacía que me esforzara más. Su orgasmo no tardó en llegar. De nuevo me empujó para poder disfrutar su orgasmo.

—Aún quiero más —me dijo en cuanto su respiración regresó a la normalidad.

—Con mucho gusto —le dije tomando su cintura para darle la vuelta—. Recárgate en el reposabrazos.

Ella obedeció y arqueó ligeramente la espalda; sin embargo, en vez de penetrarla acerque mi rostro y comencé a comerle de nuevo el coño.

—¡Oh por dios! ¡Sí! Que rico, que rico.

Introduje mi lengua dentro de ella y Clara tomó mi cabello para acariciarlo. Me separe de ella y apunte mi miembro en su entrada pero aun sin entrar.

—¿Qué esperas? Dámelo —me dijo ella volviendo a arquear la espalda.

—Quiero que me lo pidas.

—¡Cógeme por favor!

Gritó en cuanto mi verga entró de repente en ella. No sólo su trasero chocando contra mi pelvis lo que hacía ruido, sino también su mojado coñito al ser golpeado por mis testículos. Agarre el cabello de Clara y lo jale ligeramente para hacer que se arqueara hacia arriba.

—Así, así. Dame, dame. Me corro.

Un cuarto grito inundó la casa. Por un momento creí que iba a caerse del sillón de los fuertes espasmos que su cuerpo tenía, pero al bajo un pie para estabilizarse.

—¡Que rico!

Volví a meter mi miembro en su irritado coño, estaba a punto de llegar al orgasmo yo también.

—¡Dame! ¡Dame! Así. Me encanta —sus palabras me infundían ánimos.

Casi como sus orgasmos, el mío llegó casi de imprevisto y apenas tuve tiempo para poder salirme de ella y correrme en su trasero y parte de su espalda mientras soltaba un gruñido de placer.

Caí de espaldas en el sillón, intentando que mi respiración se recuperara y Clara movía su trasero de un lado a otro mientras me volteaba a ver con una sonrisa.

—Wow —me dijo.

—Sí, wow.

—Y pensar que apenas llevamos un día aquí —me dijo riendo ligeramente.

Yo también reí, pues tenía razón. Aún nos quedaba una semana por delante.

Esa noche fuimos al lounge pero no nos quedamos mucho tiempo pues ambos estábamos cansados por el ejercicio de la tarde.

Los siguientes días paseamos en los parques turísticos, fuimos a la playa y desde luego que tuvimos mucho sexo.

Lo hicimos en la cocina, en la ducha, en el cuarto y en unas ocasiones lo hicimos en la playa en la noche frente a una fogata y en otra ocasión hicimos un 69 en una hamaca (lo cual recomiendo mucho).

Cuando regresamos a la ciudad, Clara comenzó a andar con Daniela y hasta ahora siguen siendo novias.

Hablo con ambas y pregunto cómo van con su relación, ambas parecen felices y me alegraba por ellas.

Ahora que empezó la cuarentena no se habían podido ver a lo cual ambas se quejaban por la situación, sobre todo porque ambas ya habían cogido y necesitaban verse.

Hace unos días volvía a hablar con Clara y mientras hablábamos de un tema y de otro, recordé aquella sugerencia que le había hecho en nuestro viaje. Llevado un poco por mi calentura, decidí preguntarle:

—Sabes, me gustaría en alguna ocasión ver como lo hacen tú y Daniela.

—No serías el único jajaja, pero no sé me animaría a tener un trío. Esta cuarentena me ha puesto demasiado caliente y como que se me ha antojado.

—¿Entonces qué dices si lo hacemos terminando la cuarentena? Yo estoy dispuesto.

—Bueno, veremos qué tal está tu suerte para entonces.

Estaba casi seguro que me lo decía de broma, o quizá realmente era la calentura en el encierro la que hablaba, pero pensar que la posibilidad de tener un trío con ambas.

Ya veremos que sucede…

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