Tenía un compañero de trabajo que me re calentaba y él lo sabía, pero yo insistía en que no era más que un molesto que se creía que todas las chicas querían coger con él. Parecía que eso a él lo desafiaba y me decía cosas como "algún día vos también vas a querer" y yo llegaba a casa toda caliente pensando en lo que me decía o en cómo se acercaba a mí. Yo siempre simulaba que no tenía ningún interés en él, pero a veces él se acercaba por atrás rozándome, nunca tocándome, como si supiera que eso era suficiente para calentarme. Una vez escuché una conversación que él y otro compañero estaban teniendo donde le contaba cómo se había cogido a una mina la noche anterior y como él hubiese querido seguir pero que ella ya no aguantaba. Tan absorta estaba en la conversación que me sobresalté cuando una compañera me saludó y ambos se dieron cuenta de que yo había estado ahí todo el tiempo. Él se levantó y me arrinconó contra la pared.
– Estabas escuchando?
– Como si me interesarsn tus fantasías
– Qué fantasías? Ja, no te pongas celosa que para vos también hay.
– No me pongo celosa por tus 5 cm
– 5 cm. Pff, si querés saber cuanto mide lo podes averiguar cuando quieras. Apuesto a que vos tampoco vas a aguantar.
Yo me había re calentado, no le respondí y me fui, pero esa tarde en casa me colé los dedos hasta explotar pensando en esa posibilidad.
Al día siguiente nos habían mandado a transcribir y rellenar planillas, teníamos que tenerlo todo listo para el día siguiente y las horas de oficina no alcanzaban, así que le pregunté a mi compañera si quería ir a casa a seguir con el papeleo, pero no podía. Él en cambio, aceptó encantado aunque yo no sé lo había pedido. De todas formas, accedí.
Fuimos a casa en su auto y cuando entramos se tiró en el sofá como si fuera su casa y me preguntó "alguna vez lo hiciste en este sofá?" No le hice caso, dejé mis cosas sobre la mesa y me puse a hacer té. Él se levantó y me llegó por detrás como siempre y con sus labios muy cerca de mí oreja me dijo: "Creo que no fue buena idea venir, tengo muchas ganas de cogerte y no lo puedo evitar. No quiero incomodarte ni que las cosas terminen mal".
Antes de que termine de hablar tiré mi culo para atrás apoyándolo en su paquete y empecé a frotarme contra él. Él dio un paso hacia adelante poniéndome contra la mesada y apoyando todo su bulto en mis nalgas.
– Ya está listo el té.
Él se apartó y se sentó a la mesa. Separó sus piernas y empezó a desabrocharse el cinto. Yo serví el té y se lo llevé. Me senté junto a él y mientras yo le decía cómo rellenar las planillas y él tomaba el té empecé a masajear su pija por encima del bóxer. Definitivamente no media 5 cm.
Sacó su compu y empezó a trabajar sin que yo me detuviera. No tardó mucho en crecer y yo no aguanté más. Cómo una desesperada me lo metí en la boca hasta el tope. Era grande, muy grande. Había metido todo lo que podía y todavía agarraba el tronco con la mano. Me arrodillé debajo de la mesa y empecé a bombearlo en mi boca con furia mientras lo escuchaba teclear.
Luego de un rato me preguntó si yo podía seguir con las planillas, así que un poco desilusionada me levanté, él me agarró de la cintura, apartó un poco la silla, metió la mano por debajo de mi pollera y me sacó la tanga. Luego se escupió en los dedos y me los pasó por los labios de mi concha. Yo sabía lo que seguía y me ponía un poco nerviosa tener una pija tan grande dentro pero mi concha estaba por explotar así que no ofrecí resistencia. Me levantó un poco la pollera y puso la cabeza de su pija en la entrada de mi concha y de una embestida me la metió toda de golpe.
Pegué un grito muy fuerte y él empezó a controlar mis movimientos con sus manos en mis caderas
-Trabajá!
Intenté teclear dos palabras pero no pude, mi cuerpo se movía sólo. Era delicioso y no podía dejar de montarlo. Acabé una vez y él seguía como si nada, dos veces, entonces me abrió la camisa y desprendió el corpiño para masajear mis tetas, tres veces, y sé paró para embestirme por detrás como una bestia. Yo tenía las manos extendidas hacia adelante sobre la mesa, la cabeza tirada hacia atrás y los ojos en blanco. Me dejé llevar, creí que se me iban a dormir las piernas y no podía parar de gemir al ritmo de las embestidas.
-Voy a acabar, me dijo con toda tranquilidad
– Hacelo adentro, le respondí jadeando
Y así lo hizo. Descargó toda su leche en mí, muchísima, salía a chorros sin parar y se me escurría por la pierna.
Estaba destruida, pero él quería seguir y así lo hicimos…