Hola mis lectores, es un sueño para mi escribir mi primer relato, ya que es algo que siempre había tenido la curiosidad de hacer.
Esta historia empieza cuando yo entré a mi primer trabajo, yo soy masajista, en una ocasión tuve que faltar a mi trabajo unos días porque no me estaba sintiendo muy bien, pero en mi trabajo me pidieron ir al seguro para que me pudieran dar una hoja de incapacidad.
Era mi primera vez en el seguro social, cuando llegué di mis datos, mi cartilla y me senté a esperar mi turno, cuando llegó la hora de pasar con el doctor después de casi 3 horas de espera me sentí aliviada de por fin poder pasar.
Al entrar con el doctor me hizo las preguntas típicas para saber qué es lo que tenía y después llegó la hora de hacerme un examen físico también, me checó la temperatura, presión y escuchó mis pulmones, al momento de acercarse a mi pecho para escuchar mi respiración me desabrochó un poco más los botones de mi camisa, lo hizo con tanta seguridad que no vi nada malo con eso, hasta que me pidió que me quitara toda mi ropa de la parte de arriba para revisarme, a lo cual accedí sin pensarlo mucho, él era un hombre mayor, de unos 50 años le calculo y yo tenía 18, estaba sentada en la camilla de revisión, con mis tetitas al aire, inocente sin saber lo que estaba por ocurrir.
El doctor me empezó a rozar los pezones con la punta de sus dedos y yo me quedé en shock por un momento, ya que me asustaba la idea de que un hombre mayor me hiciera eso, y yo sabía en el fondo que no estaba bien lo que él estaba haciendo, pero poco después me empezó a gustar la sensación y no pude evitar sentir placer y mis pezones se pusieron muy duros y eso lo excitó más, me siguió rozando los pezones y me dijo:
-Te está gustando verdad?
A lo cual yo no respondí y simplemente bajé la mirada apenada, el doctor tomó más confianza y empezó a acariciarme todas las tetas suavemente y con la otra mano a acariciarse la rica verga que ya estaba poniéndose dura, yo estaba excitándome, pero era una sensación nueva ya que era la tercera vez en mi vida que un hombre me tocaba.
Entre roces me dijo que me quitara los pantalones porque tenía que checarme también la vagina, a lo cual obedecí sin decir más, me quedé en calzones, me abrió las piernas aún sentada en la camilla y me acarició la vagina y el clítoris, yo estaba muy mojada y sus dedos rápidamente se resbalaron dentro de mi vagina, él estaba completamente excitado y me recostó sobre la camilla, me quitó el calzón, me abrió toda mi vagina con sus manos y me pasó la lengua grande sobre mi vagina pequeña y con muy pocos pelitos y me lamió, me lamió 3 veces y después me metió los dedos a la vez que me veía con una mirada pervertida, me preguntó que si me habían penetrado antes y le respondí apenada que no, lo que hizo que hiciera un gemido suave, pero demasiado sexy, parecía un perro en celo queriendo aplacar su deseo.
Me dijo: te voy a enseñar lo que se siente que te penetren.
Se bajó el pantalón y sacó su verga grande y peluda y me penetró ahí mismo, no pude evitar excitarme y dejé que me cogiera ese hombre maduro y excitado, con esas ganas que me tenía, me sentía como caperucita con el lobo feroz, me dolía ser penetrada por su verga tan grande y gruesa, a la vez que me penetraba hasta lo más profundo de mí, metía sus dedos en mi boca y yo se los chupaba buscando excitarlo aún más.
Después de un rato penetrando mi vaginita virgen me bajó de la camilla y simplemente me acercó para que chupara su rico miembro y lo hice sin dudar, me metí su verga a la boca y la disfruté como nunca había disfrutado un pene, esa fue la primera vez que chupé verga, se vino sobre mi cuerpo, y yo no terminé, pero fue una sensación deliciosa el tener sus líquidos calientes sobre mi cuerpo.
Al terminar se subió los pantalones, me agradeció por haberle regalado mi vagina virgen y yo simplemente me vestí y salí del consultorio como si nada hubiera pasado, pero fueron los 15 minutos más ricos que había experimentado nunca.
Todo el día me lo pasé pensando en lo que había hecho, y en cómo perdí mi virginidad con un doctor viejo, sabroso y pervertido.