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Mi caliente visita
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Hace algunos años, de manera imprevista recibí la noticia de que un amigo de crianza de mi esposo pasaría unos días con nosotros en nuestro departamento. Él es un hombre con mucho dinero y posición, por lo tanto yo estaba algo nerviosa ya que casi no lo conocía, no se trataba de cualquier persona y adicional a esto mi esposo y yo vivíamos en un departamento muy pequeño, estábamos recién casados y tenemos pocas cosas como para ofrecerle a alguien con tanto dinero.

Él es una persona bastante humilde, ha trabajado bastante para tener las cosas que tiene y bueno, por su trabajo ha viajado mucho por el mundo, los primeros días yo mantuve algo de distancia ya que no lo conocía tanto y mi esposo sí compartió más con él, aunque ambos siempre trataban de incluirme en las conversaciones y hacerme partícipe.

Hubo un día en el que me quedé sola con él ya que mi esposo trabajaba y yo estaba libre. Ese día me desperté, mi esposo se estaba terminando de alistar para ir al trabajo y él ya estaba despierto, mi esposo se fue y yo me quedé con él en el comedor hablando mientras él me mostraba fotos de sus viajes y sus experiencias, me habló de lo que está bien y lo que está mal… de un momento a otro comenzamos a hablar de sexo a lo que yo no vi tan inapropiado ya que la noche anterior habíamos tocado el tema y a mi esposo lo noté tranquilo, así que decidí seguir hablando con él sin ningún problema.

Él le habló muy abiertamente de sexo, de lo que le gustaba hacer y lo que le gustaba que le hicieran, me habló como quizás nadie nunca me había hablado hasta ese entonces, yo tenía mi mente sumamente cerrada, llena de prejuicios y tabúes. A pesar de todo, yo me sentí bastante cómoda hablando con él así que no hice nada para evadir o cambiar el tema, él por lo que habíamos hablado ya había notado que a mí me faltaba muchísimo por vivir y que era muy inocente para muchas cosas y fue ahí cuando me invitó a ponerme de pie para según él darme una demostración, él se puso enfrente de mí, me abrazó y ahí sí me sentí extraña y volví a tomar mi asiento, él se sentó y continuamos hablado, luego me volvió a invitar a ponerme en pie y lo volví a hacer pero esta vez me abrazó de una vez y con sus manos me tocó mi trasero y bordeó todo mi cuerpo mientras me puso contra la pared, ahí ya si me sentí muy incómoda y le pedí que se apartara, él se detuvo e inmediatamente comenzó a pedir disculpas por su atrevimiento, las cuales acepté al ver su cara de arrepentimiento, le dije que no se sintiera mal, que no había pasado nada, que eso quedaría entre nosotros dos y yo no le diría a nadie.

Ese día habíamos planeado ir al mall y le pedí que hiciéramos como si nada hubiese pasado, que actuáramos normal y continuáramos con el plan del día, así fue…

Llegamos al mall muertos de hambre, llegamos al restaurante y comenzamos a hablar de temas irrelevantes a lo acontecido en la mañana, hasta en un momento me confesó que si no fuese la esposa de alguien a quien aprecia tanto (mi esposo) pues él habría hecho lo que fuera por conquistarme, que desde el momento que me vio había estado controlándose y que ese día en la mañana no aguantó más, yo quedé sin palabras y no respondí nada al respecto.

Llegó su último día de estadía en nuestro departamento y ese día mi esposo se fue antes al trabajo y yo salía más tarde, por lo tanto me quedé sola con él de nuevo. Recuerdo que él muy intencionalmente me miraba cada movimiento que daba mientras preparaba el desayuno y me dijo “me he estado aguantando estos días y hoy no lo haré” se levantó de la silla y me abrazo con fuerza desde la espalda, yo me volteé y le di de vuelta el abrazo, me pidió que me quedara y no fuera a trabajar, propuesta que rechacé.

Él se fue a un hotel y mi rutina con mi esposo volvió a ser como siempre, pero no salía de mi cabeza todo lo que él me decía y todas esas conversaciones sexuales que despertaron en mí tantas ganas y curiosidades, definitivamente él había logrado lo que quería en mí (calentarme).

Continuamos hablando por mensajes a escondidas de mi esposo y llegó un punto en el que ya definitivamente tenía muchas ganas de que él me cogiera y hacer todo las cosas que habíamos hablado. Pero la culpa y solo pensar de serle infiel a mi esposo, definitivamente ¡no podía!

Un día estaba sola en mi departamento y mi esposo estaba trabajando, le envié y le hice saber que estaba sola y él me preguntó que si yo estuviera con él en ese momento, qué le haría? Pensé cómo responderle por varios minutos, cuando me estaba disponiendo a responder, suena el citófono, era él… mis nervios subieron a mil!!

Él llegó y sabía que no estaba ahí para hacer vida social, sabía que me quería coger y aunque yo también a él, yo no quería serle infiel a mi esposo y eso era lo que yo intentaba explicarle a lo que él intentaba justificar y convencerme.

En un momento se sentó al lado de mí en el sofá y sin preguntar metió sus manos entre mis piernas y se dio cuenta de mi humedad y fue ahí cuando afirmó que no se iría sin lo que fue a buscar (cogerme)

Comenzó a besarme mientras tenía su mano en mi vagina, luego sacó su verga para que yo notara que estaba tan caliente como yo y yo apenas vi su verga no pude evitar llevármela a la boca, estaba tan excitada y a la vez ansiosa de probar todo lo que habíamos hablado que no pensaba con claridad lo que estaba haciendo. En esta oportunidad puedo afirmar ese dicho que dice “la curiosidad mató al gato” es cierto.

Él se terminó de desvestir y bueno, yo solo tenía puesto un vestido y un bikini, no había mucho que quitar… estaba deseosa de sentir su verga en mi vagina así que me senté encima de él, metí su verga en mi vagina y comencé a balancearme de forma lenta sensual para poder sentir a detalle cada milímetro que su verga entrando en mi vagina y a la vez apretaba con fuerza dentro de mí para sentirla perfectamente.

Ese momento no duró mucho, luego nos fuimos a la habitación, me acostó en la cama a la altura de que mi vagina quedara casi al borde, alzó mis piernas con sus manos y comenzó a penetrarme con fuerza y sin ningún tipo de compasión. Me pidió que me masturbara mientras él me penetraba, eso hice, me masturbé y no pude contener mi orgasmo en ese momento. Él se detuvo y luego yo fui por otra mamada, esta vez más extensa, para poder apreciar su verga con mi lengua, la llevé a lo más profundo de mi garganta repetidas veces, simulando una penetración pero en mi garganta hasta perder el aire, también me di un par de chupadas fuertes a la cuales él me pedía que me detuviera y yo no obedecía, me gustaba ver su cara de dolor y placer. Viajé con mi lengua hasta sus huevos y los chupaba, jugaba con ellos mientras con mi mano le masturbaba su rica y caliente verga.

Luego me puso en cuatro, igual al borde de la cama, me penetró, puso un pie en el suelo y otro al borde de la cama para tomar impulso y esta vez sí lograr partir mi vagina con todas sus fuerzas, me pegó un par de nalgadas fuertes pero a la vez no dolorosas, eran nalgadas excitantes. Le pedí que se viniera dentro de mí y eso hizo, no lo dejé que la sacara de una vez, cuando acabó apreté lo más fuerte que pude para esta vez sentir cómo era él ahora quien se doblegaba.

Ese día al llegar mi esposo del trabajo le di la mejor cogida en compensación a lo puta que me había portado.

Él a los días se fue del país y a veces hablamos por mensajes.

[email protected].

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