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Mi angelical princesa
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Me casé cuando tenía 20 años, mi pareja tenía 18 y tenía una hermosa hija, mi esposa falleció cuando la niña cumplió 6 años, tuvo un accidente por lo que me tocó ser un padre soltero.

Actualmente tengo 42, los años me han sentado bien, voy al gimnasio tres veces por semana y salgo a correr, algunas veces me acompaña Julieta que recientemente cumplió 20 años y se empezó a interesar por los deportes.

Describiendo un poco, mido metro ochenta, tez blanca, pelo muy negro, tengo un cuerpo muy atlético, aunque hago ejercicio seguramente me ayuda la altura. Lamentablemente ya tengo un par de canas.

Mi princesa mide metro sesenta, tiene los ojos verdes más hermosos que vi en mi vida, pelo castaño claro y una tez muy pálida. Cada vez es más parecida a su madre, heredó sus hermosos pechos y un culito muuy redondo.

Hoy me toca salir a correr, como siempre últimamente me acompaña mi niña, que está llegando tarde por lo que la voy a buscar a su dormitorio.

Al llegar está la puerta cerrada, golpeo y digo:

-Juli amor ¿estás despierta? -oigo que algo se cae detrás de la puerta

-Papi pasa, estoy terminando de aprontarme

Al entrar la veo sentada en la cama atándose los cordones del calzado.

Tiene puesto un conjunto de maya blanca y top de deporte, cuando se para puedo ver lo delgada que es la tela, se le marcan los pezones de esos redondos pechos, la maya es tan apretada que se le marcan los labios vaginales y me empiezo a volver loco. Pero no es hasta que ella se da vuelta a agarrar su botella de agua que veo ese hermoso culo que se marca integro en su calza blanca y por dios, voy a perder la cabeza.

Salimos a trote ligero, ella delante de mi para poder cuidar que no le pase nada. No puedo parar de ver ese hermoso culo moverse al correr, me deja una tremenda erección que tengo que acomodar constantemente. Hace demasiado calor y empezamos a sudar, ella me habla de que quiere aprender a manejar, pero yo no puedo parar de ver ese culo, ella está empezando a sudar y se está transparentando la tela del conjunto.

-Mi niña ¿te parece si damos vuelta?

-Si papi, tengo mucho calor y quiero bañarme

Al darse vuelta veo sus tetas, se ven claramente sus pezones pequeños muy rosados, están tan húmedos. No puedo apartar la vista de ellos, son espectaculares y por instinto mi mano se empieza a mover hasta mi verga que pide a gritos salir. Pero me percato que estamos en la calle y pasan autos.

-Papi ¿pasa algo?

-Juli bebe, se está volviendo transparente tu maya, ponte mi remera para volver a casa.

Al volver a casa ella va directo al baño, luego de un rato escucho que me llama.

-No encuentro la esponja papi ¿me ayudas a buscarla?

-Ay hija, no la encontré hoy en la mañana, pero luego compro otra. Princesa déjame te ayudo a bañarte.

-Si papi, ayúdame

Me saco el short y quedo en bóxer, abro la mampara de la bañera y la veo sentada en el agua. Tan húmeda, blanca y suave.

Entro a la bañera y me siento.

-Bebe ven arriba mío para que te enjabone.

Ella se para y se le empieza a escurrir el agua del cuerpo, queda a la vista su desnudez. Mis ojos escanean todo en un momento y por dios, esos pezones rosados en esas tetas redondas son mi perdición. Paso mis ojos descaradamente por su vagina. Tan pequeña y con unos bellos rubios que dejan ver todo perfectamente, es tan rosada que automáticamente empiezo a imaginarme su ano igual. Se me empiezan a ocurrir muchas cosas.

Se sienta arriba mío y me maldigo por no haberme sacado el bóxer, queda su vagina muy cerca de mi pene y empiezo a moverme para acomodarme en su calorcito. Mi verga dura quedó bien en el medio de sus labios vaginales y estoy tan caliente que empecé a temer acabarme ahí mismo.

Empecé a enjabonar su espalda mientras ella me abraza por los hombros y apoya su cabeza dejando su carita bien pegada a mi cuello.

Mi mano pasa por lo alto de su espalda, tan suave que empiezo a bajar hasta su culo, muy lentamente. Siento sus tetas pegadas a mi pecho y eso hace que sea aún más audaz en lo que estoy por hacer. Llego hasta lo alto de su culo y empiezo a enjabonar sus nalgas, paso bien las manos y le doy un apretón que hace que su cuerpo se presione con el mío y que su vagina se presione en mi verga.

Ya perdí totalmente la razón, empiezo a meter mi mano cada vez más en su culo, con dos dedos recorro a lo largo la entrada de su vagina y su rico ano, está todo tan húmedos que ese resbala con mucha facilidad, empiezo a presionar un dedo en la entrada de su ano y ella larga soniditos de placer, quejiditos que me matan. Noto que ella saca su lengua y la presiona sobre mi cuello, succiona y me babea todo el cuello.

-Princesa te voy a pasar la lengua para dejarte todo bien limpio, como si fuera una esponja

-Bueno papi

Saco el tapón de la bañera para que se vaya el agua y así poder lamerle toda la conchita. La acomodo con las piernas bien levantadas, le pido que se las sostenga bien arriba.

Bajo lo más rápido que puedo y empiezo a lamer, restriego y succiono bien el clítoris, devoro y succiono esta vagina rosadita, la escucho gemir, no pensé que fuera a gemir tanto y eso me pone peor, saco la lengua y la muevo por su entrada una y otra vez.

-Ay princesa que deliciosa que esta

-Papi límpiala bien -dice entre gemidos

Eso me lleva a bajar mi lengua a su perfecto ano, chupo con desesperación todos los líquidos que largo. Con una mano acaricio su clítoris mientras chupo su ano, voy presionando un dedo mientras la escucho gemir como loca.

-Juli que rico culito mi niña, tan rosadito, quiero hundirme en el y llenarte de lechita

-Yo te lo doy papito

Sin percatarme ella acaba ferozmente, largando flujo que tomo con desesperación mientras su sabor me lleva a explotar en un orgasmo con mucha leche, que posteriormente le doy para que limpie mientras me mira a los ojos.

Este relato contiene únicamente ficción.

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