Es recomendable leer mi relato anterior para comprender la continuidad a esta historia. Les dejo el enlace al final de este relato.
Abrí mis ojos a la mañana siguiente, no supe en que momento el cansancio había hecho presa de mí, lo último que recordaba era estar acostado en el centro de mi cama escuchando los gritos de mi mujer cada vez que alcanzaba un orgasmo en la habitación de a un lado con su nuevo macho.
Gerardo… el nuevo dueño de sus orgasmos, aquel ser que le causaba lastimas y ella no podía comprender como podía alguien tan insignificante tener mi amistad, esas palabras en mi cabeza escuchando a un lado el golpeteo de las nalgas de mi mujer en cada embestida y los chasquidos de sus jugos mientras mi mujer gritaba:
– “¡¡SIii Sii Aaayy!! Cógeme duro!! Métemela toda, ayyy!! siii que rico… soy tu puta!!”
Esas palabras provocaban una excitación en mí que nunca antes había tenido. Cada que esa mezcla de cosas en mi cabeza alcanzaba el limite me provocaba que me masturbara una y otra vez, tanto que cada eyaculación era acompañada solamente por unas gotas de mi semen, esos dos me habían vaciado los testículos sin saberlo, mi papel de cornudo más que causarme decepción o algún otro sentimiento desagradable, era todo lo contrario.
Finalmente pude levantarme de mi cama, aun el shock de lo sucedido hacia presa de mí, dure unos minutos sentado en la cama recordando cada escena, cada palabra como queriendo entender donde habíamos perdido la cordura. Me dirigí hacia la puerta de aquella habitación que se escuchaba en total silencio, dude unos minutos en tomar la perilla y girarla sin embargo la excitación de saber lo que ahí me encontraría me tenía nuevamente con el corazón acelerado. Finalmente gire la perilla y esta fue acompañado por un rechinido casi imperceptible, poco a poco abrí aquella puerta que una noche antes se cerraba y me regalaba una de las escenas que nunca olvidare de mi esposa, esta vez me revelaba un escenario distintito pero igual de morboso e inimaginable.
Lo primero que pude apreciar fue un par de piernas entrelazadas, después el par de nalgas de mi mujer que apuntaban hacia mi dirección y la espalda de ella abrazada por uno de los brazos de mi amigo, ambos dormían profundamente, ya que si el cansancio me había vencido ellos debieron haber tenido una noche exhaustiva, el aroma a sexo aún estaba presente.
Pude notar como una erección nuevamente se hacía presente en mis pantalones, debía aprovechar al máximo esa escena y sin hacer ningún ruido camine alrededor de la cama, quería observar esa imagen y aprenderme cada centímetro de ella. Pude ver la cara de mi esposa reposando en el pecho de mi amigo, mientras su brazo cruzaba su torso, la cabeza de Gerardo estaba descansando hacia el lado contrario. Mi búsqueda fue más morbosa y me incline sobre las nalgas de mi mujer fue ahí donde me di cuenta que los labios de su vagina estaban rojos e hinchados, un camino seco de semen se resbalaba desde sus interiores y se perdía en uno de sus muslos. Lo sorprendente fue encontrar la otra mano de mi mujer, que sujetaba esa verga que ahora se encontraba flácida y rebosante, la mano de mi mujer parecía decir que disfruto hasta su último minuto despierta apreciando ese tesoro maravilloso que había encontrado.
Como ladrón que se escabulle de la escena del crimen me retire de la habitación para no despertarlos, me fui rápidamente a la habitación y nuevamente tuve que masturbarme pensando en esa escena. Mi pene estaba hinchado de tanto estruje que le había propinado desde la noche anterior.
Decidí darme una ducha para bajar mis emociones, pensando en cómo reaccionaríamos al vernos por primera vez. Bajo el agua mi mente no dejaba de pensar en la transformación de mi mujer, nunca hubiera pensado que mis fantasías se habían por fin hecho realidad y que sería lo primero que tendría que decir al verla. En ese momento la cortina de mi baño se abrió estrepitosamente, mi esposa apareció desnuda frente a mí diciéndome “buenos días mi amor!! ¡Puedo bañarme contigo?”, le conteste aun sorprendido que por supuesto.
Nos dimos un beso apasionado y mi cuerpo reacciono rápidamente, había besado por años a mi mujer pero ese beso fue especial, no tenía comparación, los sentimientos de pasión, lujuria y morbo se hicieron presa de nosotros lo cual mi verga no pasó desapercibida. Mi mujer se dio cuenta y rápidamente se inclinó hacia ella para meterla en su boca, la sensación de su cálida boca hizo alivio a mi maltrecha verga la cual se encontraba irritada de las masturbaciones a la cual fue víctima esa noche. El solo imaginar la escena de anoche de mi mujer comiéndose esa enorme tranca, hizo que me viniera de inmediato, a lo cual mi esposa succiono el poco semen que mis testículos pudieron proveer mientras yo con un grito vaciaba lo poco que quedaba en su boca.
Ahí estaba mi esposa, inclinada frente a mí, con su cara mojada bajo la ducha juguetona viéndome directamente mientras jugaba con su lengua en el cuello de mi verga. Tenía que hacer la pregunta obligada..
¿Cómo te sientes después de lo de anoche?
Ella respondió. –“Yo estoy bien ¿y tú? Tengo miedo saber que puedas estar pensando”.
No supe que responder, solo acerté a incorporarla de pie frente a mí y darle un beso apasionado y profundo, el cual sin darme cuenta aun tenia rastros de mi semen en su boca, así fue cuando mis las palabras me salieron de mi boca sin pensarlo..
“me encanta que ahora seas mi puta”… me sonrió y nos reímos como dos niños que acabábamos de hacer una travesura.
Minutos más tarde, sentados en la mesa de la cocina tomando un café, finalmente Gerardo hizo su aparición, llevaba solo sus calzoncillos los cuales apenas ocultaban esa herramienta causante de mis nuevos cuernos. Le dije "siéntate, te sirvo un café para que te recuperes" solo acertó a decir si con la cabeza y sentarse en la mesa.
Le serví una taza de café caliente y me senté a la mesa, los tres evitábamos vernos a los ojos, así que yo fui quien rompió el hielo de lo acontecido una noche anterior y deshacernos del minuto de silencio que nadie dijo nada. "Bien pues creo que yo soy el primero que tiene que hablar, solo quiero decirles que lo que ayer ocurrió no cambia nada en nuestras relaciones de amistad, si tengo que ser honesto… lo disfrute al igual que ustedes, ¿cierto?". Ambos se voltearon a ver y mi esposa solo dijo:
– "que alivio es escucharte decir eso, siendo honesto yo también lo disfrute".
Gerardo continúo diciendo:
– "Gracias amigo, ha sido una de las mejores noches de mi vida y realmente no quisiera que esto cambiara nada en nuestra amistad".
Sonríe y solamente le dije "tremendo afortunado que eres cabron!, claro que no quisieras perder mi amistad borracho oportunista" los tres soltamos una risa y así termino esa mañana.
Puedo decirles que los días consecuentes a ese episodio mi esposa y yo hemos tenido las cogidas más morbosas que puedo recordar, el solo recordar lo sucedido esa primera noche nos hacía arrancarnos la ropa y coger como locos acompañadas de varias sesiones de sexo, tanto que algunas veces nos tuvimos que salir de nuestro trabajos para ir corriendo a la casa a matar esa calentura que se desataba via whatsapp al mencionar al recordar brevemente la aventura. Sin embargo sabíamos que esto no quedaría como un hecho aislado.
Una noche mientras cogíamos como adolescentes, mientras la penetraba en la posición del misionero, le dije a mi mujer si aún deseaba a esa verga lo cual gritaba sin pensarlo que sí. Que desearía volver a tenerla dentro de ella y sentir esos chorros de semen que depositaron en su sexo, estas palabras me hacían venirme de inmediato, sabía que la puta de mi mujer extrañaba ese rabo que tanto placer le había dado, fue entonces que decidí que esto tendría que continuar.
Contacte a Gerardo después de una semana y le dije que como se encontraba, el me respondió que bien pero algo triste porque había perdido su empleo, al parecer su jefe lo había cachado durmiendo en alguno de los turnos nocturnos y esto derivo que fuera despedido, lo note algo triste y decidí invitarlo a la casa para tratar de charlar con él y ver cómo hacerlo sentir mejor, hasta ese momento mi cabeza realmente quería ayudarlo.
Ese día, Gerardo llego a la casa temprano, le había comentado yo a Laura lo sucedido y sobre todo que posiblemente por el estado de ánimo de él, lo mejor sería que solo platicáramos a solas él y yo para evitar la pena de contar que había perdido un empleo más. Fue así que lo invite a pasar a mi despacho, le serví un trago y comenzó a contarme la historia de lo sucedido, debo confesar que mientras él hablaba acerca de su despido, en mi mente algunos recuerdos rápidos cruzaron por mi cabeza, podía volver a ver y escuchar lo que aquella noche mientras yo estaba en la recamara principal pasaba en la habitación de a un lado, tuve que poner mucha atención para que no notara que en momentos me perdía de su relato.
Fue entonces que abordó el tema de sus preocupaciones, al quedarse sin empleo me di cuenta realmente de lo endeudado que estaba ya que no tenía para pagar las cuentas pero sobre todo el alquiler del pequeño departamento donde vivía. Sin pensarlo mi mente me traiciono y lo interrumpí diciendo "puedes venirte a vivir aquí en lo que consigues un nuevo empleo y te estabilices", el respondió que no podía aceptarlo pero insistí, finalmente se levantó y me dio una abrazo, fue en cuenta que caí que estaba dándole entrada al hombre que había hecho disfrutar a mi mujer como nunca y que esto iba a cambiar mucho las cosas.
"muchas gracias amigo, de verdad te lo agradezco y veras que pronto me voy para no dar más molestias" concluyó.
Le conté a Laura lo sucedido, se tardó en contestarme que pensaba, creo por su cabeza algo decía que estaba bien pero que al mismo tiempo no, le dije que sería temporal y solamente lo hacía por ayudarlo, ella lo entendió y me dio un beso. Aproveche para apretarle duramente una nalga y levantarle la falda, ella torpemente trataba de evitarlo pero fue más mi habilidad que llegue hasta su entrepierna, mi sorpresa fue mayúscula al ver que su ropa interior estaba húmeda, mis dedos estaban mojados y rápidamente los saque diciéndole "ya vi que no te desagrada la idea", su cara estaba roja de los nervios, apasionadamente la besa y cogimos como locos sobre la mesa.
Mi amigo llego un día después con sus pocas pertenencias, finalmente había entregado su triste morada y lo acompañe a la habitación la cual había sido el escenario de aquella situación excitante, me dijo que acomodaría algunas cosas y nos acompañaría a la mesa.
Por la noche mientras estábamos sentados viendo una película mi mujer y yo, le pedí a Gerardo sentarse junto a nosotros y acompañarnos. Esa noche el clima era fresco, así que estábamos en el sofá tapados con una manta ligera que nos cubría por completo de cabeza al cuello, él se integró en el lugar disponible el cual era a un lado de Laura, así que lo invitamos a meterse dentro de la manta para cubrirse y disfrutar de la película.
Mientras estábamos ahí sentados viendo aquella película, mi cabeza empezó a volar imaginándome aquellos dos cogiendo como aquella noche, mi verga empezó a reaccionar ante eso y yo trataba de acomodarla para que no fuera evidente, mi esposa se dio cuenta de mi movimiento y me volteo a ver con cara de extrañeza, yo gire hacia ella y sin decirnos una sola palabra creo que pudo entender lo que ocurría en mi mente. Con su mano toco mi verga y empezó a sobarla por encima de mi pants pero debajo de la manta, mi amigo no se había percatado de esto. Mediante pasaba la película mi verga al sentir de las caricias de mi esposa estaba al punto, mi calentura se había adueñado de mi cordura nuevamente, con mi mano empecé a frotar por encima de su legión sus labios vaginales, rápidamente ella reacciono con un ligero brinco que Gerardo acertó a decir
– ¿todo bien amigos?
Si claro, contesto ella mientras con una sonrisa picarona me indicaba que parara, cosa que no por supuesto no hice. Seguí frotando y con la yema de mi dedo intentaba separar sus labios, fue cuando sentir el calor húmedo de su vagina reaccionando a mis estímulos, mi mujer empezó a sonrojar sus mejillas, cerraba sus ojos para disfrutar de aquellas caricias, su mano seguía masturbándome por encima de mis pantalones. Entonces decidí hacer el movimiento clave y busque la mano de mi amigo, este se sorprendió pero tome su muñeca y coloque su mano sobre la vagina de mi mujer, rápidamente entendió lo que sucedía y empezó a frotarla, mi mujer descubierta de lo que sucedía por fin soltó un gemido ligero pero sonoro al mismo tiempo que aventaba la manta hacia a un lado, dejándonos al descubierto a los tres. Su mano izquierda rápidamente busco el pene de mi amigo el cual ya había reaccionado a la situación, mi mujer por fin volvía a tener en sus manos esa verga que la hacía vibrar , con dificultad metió su mano bajo los pantalones de mi amigo para acariciarla, mi amigo con su mano libre desabrocho su pantalón y bajo sus boxes torpemente para liberar a la enorme verga que nuevamente nos robaba la vista a ambos, ahí estaba ese monstruo cabezón y rojo, ligeramente curveado, unas venas gruesas se marcaban sobre su pene, mi mujer instantáneamente dejo de acariciarme para tomar con esa mano aquel capullo que le robo toda su atención y su voluntad, ya que rápidamente bajo aquella carne que envolvía esa cabeza y sin decir nada se inclinó para introducirla a la boca.
Ahí estaba nuevamente mi mujer empinada con su cabeza en los testículos de mi amigo devorando aquella serpiente, solo podía ver como intentaba meterse la mayor cantidad posible de carne a su boca, la escena era riquísima para mí, como pudo se giró y puso sus nalgas sobre mi cara para poder facilitarse el trabajo oral que hacía con aquel instrumento, Gerardo solo reclino su cabeza hacia atrás sobre el sillón y soltaba ligeros gemidos de placer cada que mi mujer aceleraba el ritmo de sus mamadas.
No dude en poner mis manos sobre sus nalgas, busque con mis manos su vagina y pude sentir el calor que emanaba por encima de la prenda, supe que el celo estaba llegando nuevamente y tenía que probar esos jugos en ese instante, baje el legging mientras ella no perdía tiempo disfrutando ese glande en su boca, lo acompañaba de besos y lengüetazos que tenían a mi amigo en la luna, recuerdo verla bajar por el tallo de esa verga con sus labios por un lado, realmente era una escena excitante.
Una vez los leggings debajo, me encontré hasta ese momento sin saberlo, su tanga blanca de encaje que era de mis preferidas, estaba incrustada en sus nalgas y me dejaba ver su hermoso ano queriéndose esconder detrás de la ligera tela; sin perder tiempo acerque mi nariz a su vagina y de un jalón de aire pude percibir esa humedad que emanaba de sus entrañas. No pude aguantar más y haciéndole a un lado su tanga, incruste mi cara en su sexo. Pude escuchar un largo gemido pero sin sacar jamás de su boca ese apreciado pedazo de carne que disfrutaba en cada succión.
Así estuvimos unos minutos, mientras yo me alimentaba de ese néctar pude ver de reojo que ella ya había llegado a los testículos de mi amigo, los cuales intentaba meterse a la boca mientras mi amigo sujetaba fuertemente su cabeza y soltaba palabras entre cortadas por la falta de aire. Lo recuerdo decir:
– “ahhh que rico me chupas los huevos Laurita, aaaggg venga déjame los huevos brillosos”
Mi mujer solo respondía con gemidos una afirmación pero nunca dejo de darle placer a cada una de esas bolas carnosas que estaban adornadas de unos pelos que yacían ensalivados por la mamada que mi mujer les estaba propinando.
No recuerdo cuanto tiempo estuve metiendo la lengua de mi mujer en su vagina, solo recuerdo que mi lengua empezaba a sufrir los efectos de los calambres, fue entonces que supe que había dejado lubricada esa vagina lista para ser nuevamente poseída por esa verga descomunal, así que retire mi cara, le di una nalgada a mi mujer y le dije firmemente.
– “anda… es hora de que montes esa verga que soñabas desde hace días”
Mi mujer saco de su boca el escroto de Gerardo, creando una sonido como si destapara un corcho de vino, se limpió los rastros de saliva que tenía en su cara producto de esa mamada y se puso de pie, se quitó la playera para dejar sus senos al aire y libero de su pierna el legging y tanga que yo había dejado en sus tobillos, acto seguido saco los pantalones de su nuevo macho y bajo de un solo jalón los boxers de este, liberando el resto del tallo de aquella monstruosa verga, la cual rápidamente pude notar su erección descomunal, sus venas parecían enredadera aferrándose a ese tronco el cual debía medir un promedio de 25 cm, en la punta de esa anguila un glande rojo cubierto de carne que ya mostraba nuevamente ese líquido seminal regado sobre el prepucio.
Mi mujer, desnuda ahí enfrente de los dos, subió una de sus piernas a un costado de Gerardo, acerco su pelvis hasta la punta de esa verga y tomándola con su mano empezó a acariciar su clítoris, la cara de mi mujer cambio rápidamente a un gesto descompuesto de placer y pude ver como por fin los jugos de Laura se mezclaban con los de él, así estuvo unos segundos hasta que subió su otra pierna al lado contrario y en posición de rana, se fue introduciendo la cabeza en la entrada de su vagina. Mi amigo con sus brazos debajo de sus muslos la ayudo a sostener el peso de su cuerpo y está poco a poco agradeciendo el apoyo, fue introduciendo esa herramienta en su interior.
– “ahhh que ricooo, moría por sentir tu verga en mi otra vez, ayyy que rico”. Le decía Laura a su macho.
Yo escuchaba atento, y no me perdía cada centímetro a centímetro que iba entrando en mi mujer. Por fin pude ver como chocaron sus pelvis, fue entonces que comenzó un sube y baja por parte de mi mujer. Yo podía apreciar esa escena en primera fila, ahí estaba mi mujer rebotando en esa verga y el calor de sus cuerpos rápidamente se hizo sentir. Pude sentir la respiración agitada de ambos, fue entonces que mi mujer después de cabalgar esa verga por unos minutos, viendo sus pechos rebotar y con sus manos tomar el cuello de mi amigo. Este le daba unas nalgadas que fueron subiendo la intensidad mientras ella respondía con gritos de placer, entonces empezó un movimiento rápido por parte de ella aferrándose fuertemente al cuerpo de mi amigo, supe que el clímax estaba cerca y mi excitación llegaba a su límite, tome mi miembro y empecé a masturbarme al ritmo de ellos, nuestros gemidos empezaron a subir de tono y fueron interrumpidos por mi diciéndole a Gerardo:
– “¿te quieres venir adentro de ella?”
Gerardo responde, “claro que sí, le voy a llenar el útero de leche” esto prendió la pólvora de ambos amantes, en mi interior estas palabras retumbaron, ya que aunque sabía que mi mujer estaba tomando la píldora, la sola idea de pensar que mi mujer fuera embarazada por ese “fracasado”, me voló los sesos de la excitación. Fue entonces que mi amigo llego al orgasmo y eyaculo soltando litros de leche en el sexo de mi mujer. Mi mujer al sentir el semen caliente de su nuevo macho, llego al orgasmo y grito como una perra mientras se apretaba los senos y se arqueaba, sintió en sus interiores como ese líquido le llenaba hasta las trompas de Falopio. Verla llegar al clímax de esa manera, provoco que yo eyaculara sobre mis pantalones.
Este fue solo el inicio de aquella etapa en la que Gerardo vivió bajo nuestro techo, los días pasaron como una autentica película pornográfica, Gerardo y Laura hacían el amor varias veces al día en nuestra casa y en todas las zonas de la misma, por las mañanas algunas veces era despertado por el movimiento de la cama, al ver que pasaba era mi mujer recostada sobre la cama de lado y con una pierna al aire, mientras la verga de su nuevo dueño, la penetraba duramente en esa posición y ella se sujetaba fuerte a las sabanas del placer que le estaban dando, los fines de semana ella podía entrar el viernes a esa habitación y no verlos hasta el media día del sábado, todo mientras yo disfrutaba como gran cornudo desde mi habitación escuchando la faena del otro cuarto, otras veces entraba a la cocina y ahí estaba mi mujer empinada con una pierna al aire sobre la barra recibiendo la caña de mi amigo mientras sujetaba los senos de Laura, en otra ocasión mientras viajábamos en el coche los tres, ellos en la parte posterior cogiendo como adolescentes y para aumentar mi humillación, parábamos en algún estacionamiento solitario y yo cuidaba desde las fueras del vehículo como mi esposa vaciaba los testículos de mi amigo, recuerdo estar sentado frente al televisor y ver pasar a mi amigo desnudo con el pene flácido pero aun brilloso de los líquidos de mi mujer y suyos a tomar una cerveza del refrigerador, para luego regresar y ver cerrarse la puerta tras de él y retomar los orgasmos a los cuales mi mujer se empezaba a hacer adicta. Esta rutina pudo provocar inconscientemente en mí que no me sintiera lo suficientemente completo para llenar a mi mujer a partir de ese momento, así que me consolaba masturbándome al ritmo de sus encuentros sexuales, me excitaba cuando yo no estaba en casa y ella me mandaba fotos o videos mientras estaban cogiendo en donde estuvieran, sobre todo aquellos donde me enseñaba su vagina goteando el semen caliente de mi amigo. No tenía duda que mi Laura, profesionista e impecable esposa para la sociedad era la puta de mi mujer amigo y yo era feliz siendo el esposo sumiso y cornudo.
Y digo era… Por qué el gran momento que vivíamos se opacó una vez que llego el tío Teo a nuestras vidas por culpa de Gerardo. Sin embargo eso se los contare en el siguiente capítulo. Recuerda escribirnos a nuestro correo, haznos saber qué piensas de nuestra experiencia y sobre todo si has pasado por algo similar. Correo: [email protected].
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Relato anterior:
“Mi amigo dejó de ser fastidioso para mi esposa en una noche”.