Esta historia ocurrió hace una semana y lo que sentí, fue una sensación de auténtico placer.
Trabajo de camarero y después de doce horas o más sin parar, acabo agotado. Y os aseguro que aguantar a algunos clientes es bastante difícil.
Mi mujer es enfermera en un Hospital de Barcelona y también acaba destrozada y, evidentemente, lo que necesitamos de vez en cuando es montarnos una fiesta y beber un poco y reírnos, lo cual es una terapia fantástica.
Pero una noche, con mi amigo Eduard, se nos fue un poco de las manos.
En casa preparamos mi mujer y yo, copiosa comida y, en cuanto a la bebida, nos bebimos entre los tres cinco botellas de blanco y cinco chupitos de limonchelo cada uno.
Mi mujer, esa noche vestía unos tejanos y una blusa con un canalillo espectacular.
El ambiente y la temperatura fue creciendo en intensidad y mi mujer, de golpe, me suelta:
– si le doy un beso a tu amigo, que pasaría?
– Pues vida, sabes que nada, vosotros hace tiempo os saludáis con un pico.
-Ya, pero yo hablo de…
Y ni corta ni perezosa, se levantó de la mesa y acercándose a mi buen amigo, acercó sus carnosos labios a los de él y se recreó un buen rato.
Eduard, mientras tanto, empezó a acariciar a través de la ropa de ella, su culo, su espalda y la cintura.
Cuando acabaron, ella se acercó a mi y me dio un morreo espectacular, sonriendo y guiñándome un ojo.
-Te apetece cumplir tu fantasía? -me preguntó con la mejor de las sonrisas.
-Sería el hombre más feliz de la tierra.
Muy lentamente, en el comedor, entre platos, copas de vino y la mesa abarrotada, ella dejó que Eduard la desnudara.
Yo estaba excitadísimo y me desnudé también.
Mi mujer apareció ante nosotros como una joya en bruto y sus pechos de infarto, no tardaron en ser degustado por Eduard.
Yo la iba acariciando por la espalda con ternura y sigilo, mientras Eduard lo hacía en el cuello y sus piernas.
Ella estaba muy feliz.
Cuando me di cuenta, Eli se agachó para mamarle la polla a Eduard, que agradeció cogiéndola de la cabeza y manteniendo en ritmo.
Yo intentaba que me hiciera caso, pero pronto se olvidaron de mi y cogiéndola de la mano, marcharon al lecho para entregarse uno con el otro.
Ahí, en la cama jugó con sus huevos, masajeándolos con lascivia y metiéndose todo el falo hasta donde pudo.
– oye, tienes preservativos?
Cuando me quise dar cuenta, se la estaba follando de locura y no tardó el primer e intenso orgasmo en aparecer del interior de mi mujer.
– quieres probar por el culito? Es una hermosura…
– No sé- respondió ella- hace daño?
-Mujer, tu tranqui que se lo que hago…
Y vamos si lo sabía.
Pude ver la cara de orgasmo y de placer de mi mujer y como Eduard jugaba con su trasero y como lentamente iba introduciendo su gran rabo en el interior del culazo de mi mujer.
Cuando me quise enterar, el ritmo aumentaba, ella le pedía más y más y más y él se lo daba.
Y al final, quitándose la goma, le regaló, gritando ambos de placer, una buena descarga de leche, dejando blanco el culazo que mi buen amigo desvirgó con todo el placer del mundo.
Quiero volver a repetir, pero por el momento iremos poco a poco.
David Caricias.
Excelente relato te envió correo cornudo contestame