Metralleta era una señora que cuida de nuestros hijos cuando mi esposa y yo salimos. Le decimos así, porque habla muy rápido y es difícil entenderla a la primera.
Yo siempre bromeo y me meto con ella, y le vivo diciendo que ella estuvo congelada del cuerpo para abajo, porque solo envejeció de cara nomás.
En una oportunidad la muchacha de servicio renunció y mi esposa no consiguió un reemplazo. Así que terminó haciendo contrato con la fiel Metralleta. Todo transcurría normal hasta que un día cualquiera, Metralleta entró al baño sin avisar y me consiguió depilándome los huevos… Pensé que iba a salir del baño rápidamente, pero no fue así. Me dijo con su hablar rápido… “y Ud. qué está haciendo?”, mientras se reía; a mí me dio risa la situación y la pregunta y le dije… “aquí rasurando el regalito que te voy a dar de utilidades en diciembre”. Se rio a carcajadas y se burló de mi diciendo… “no será que se quita los pelos para que se le vea más machete porque lo tiene corto?”. Yo me reí y le dije que se preparara y afeitara el sobre donde se lo iba a meter, o si no le gustaba depilarse, que se lo dejara peludo, que para mi era como un sobre de manila. Nos reímos los dos y así como entró, se fue.
Yo después de la situación me di cuenta que estaba con una erección y ni me había fijado, y de que fue tan natural y espontáneo que ni yo me inmuté, ni ella se apenó. Desde ese día las bromas de Metralleta y yo eran más en confianza y más atrevidas y de doble sentido cuando mi mujer no estaba en casa. Una vez en esa bromeadera Metralleta me preguntó si no quedaba pintura blanca atrás, refiriéndose al almacén que estaba en la parte trasera de la casa, yo le dije que la pintura atrás se la iba a regar toda yo cuando se descuidara; ella como siempre y sus ocurrencias se ríe y contesta… “pero no me la vaya a pintar con brocha… me la pinta con rodillo, y le das varias manos”. Nos reímos y cada quien siguió en lo suyo.
Un día mi esposa se fue con sus colegas de la universidad a un congreso en otra ciudad, la ida era por dos días de diciembre. La dejé en el aeropuerto y la despedí, volviendo a casa me envió un mensaje: “cariño le dije a Metralleta que se quedara estos dos días en casa para que se encargue de los niños si tienes que salir o visitar a tus amigos y no tengas que quedarte prisionero con ellos”. Cosa que me pareció genial ya que había partida de softball ese fin de semana.
Regresé a casa y ya Metralleta tenía la casa acomodada, niños bañados y jugando, almuerzo listo y le pedí que comiera conmigo para no hacerlo solo. Bromeamos como de costumbre, yo diciéndole que su marido se iba a poner celoso cuando supiera que yo le podía echar dos polvos más que él, ella me decía que polvo era todo lo que yo levantaba y que su marido lo que echaba era polvazos… nos reíamos de las bromas. En unas de esas jugaderas ella me dice… “y ahora se le fue la mujer y lo dejó sólo dos días va a tener que jalársela Ud. mismo, porque la doña me dijo que le avisara si llegaba Ud. después de las diez de la noche”; yo le respondí que era mentira porque mi esposa me dijo que si me daban ganas tú ibas a dormir aquí estos dos días para que no tuviera que jalármela me la jalaras tú”.
Llegada la noche ya desocupada cenamos nuevamente y la noté ansiosa, a arte que estaba con un short con el que se le notaban las piernas macizas que tenía y el buen cuerpo que conservaba, le pregunté la edad y me dijo “400 la cara y 42 el cuerpo según Ud.” y nos reímos, “y Ud. cuántos tiene” me dijo… “yo tengo 51 echando puros polvitos” le dije y reímos igual.
Hablamos hasta las doce de la noche, reímos hasta más no poder, cuando estaba ya pensando en irme a dormir, de verdad les juro que por mi mente no pensé que pasaría algo así; porque estaba convencido de que todo era broma nada en serio. Metralleta me queda mirando seriamente y me dice… “mira, estamos en diciembre, la mujer tuya no está, vamos para que me riegues la pintura atrás y metas en el sobre las utilidades que te estabas afeitando la otra vez, porque si no es ahorita me las vas a quedar debiendo para cuando la mujer vuelva a viajar”. Yo quedé medio en shock.
Estaba pasmado pensando en si era en serio o en broma, le dije “bueno la pintura está donde tú sabes vamos a buscarla y allí te pago”. Salió rumbo al cuartico trasero, yo la seguí viendo el bamboleo del culote que ahora veía más grande, entramos e inmediatamente prendí el bombillo y la tome de la cintura, la besé tiernamente, así comenzamos tímidamente, caricias iban y venían; yo amasaba sus nalgotas mientras ella desabrochaba mi pantalón y bajaba su short… éramos dos adultos que sabíamos a lo que íbamos.
Tomo mi miembro y me dijo, “voy a probar los aguinaldos” y reímos, mamó como una experta, cuando creí que iba a venirme la levanté y la recosté de un mueble que estaba allí y besé su raja y chupé su clítoris como si de eso dependiera mi vida… cuando dio signos de que se iba a venir, me levanté acaricié su clítoris con la cabeza de mi pene varias veces, de arriba hacia abajo y cuando estaba por correrse, se lo metí lo más lentamente y profundo que pude, solo bombeé dos veces cuando me apretó contra su cuerpo, rodeó con sus piernotas mi cintura y en un vaivén descontrolado me pedía que la besara todo lo que pudiera.
Nos besamos con descontrol, metralleta resultó un volcán de pasión y flujos… era un mar de chapoteo, cada envestida mía era un sonido "chop" "chop" yo seguí bombeando era una delicia, estaba pensando en voltearla para darle de perrito, cuando volvió a apretarme con sus piernas y pedirme que la besara de nuevo, esta vez no se contuvo y dio un jadeo y un gritito de gata para soltarme y quedar como desmayada en el sofacito.
Me preguntó si había llegado dentro de ella asustada y le dije solo después que me firmara un recibo y seguimos riendo; la volteé y la dejé en cuatro sobre el pequeño sofá, se lo puse en la puertita y zuaz… se lo encasqueté agresivamente, la bombeaba intensamente, le apretaba por las caderas, no me conocía yo mismo, hasta cuanto podía durar, si estaba excitadísimo, la visión de verla en esa posición y con ese cuerpo tan bien tonificado y duro era maravillosa, solo podía oír sus pequeños jadeos cuando me dice… “dame, dame, dame duro!!”. Yo la obedecí y la ensartaba hasta lo último y con la fuerza suficiente como para no hacerle daño… dijo cosas tan rápido que no entendí y tuve que hacer magia para no correrme dentro de ella, tan pronto destensó su cuerpo saqué mi pene y acabé en sus nalgas, culo, espalda…
Allí caímos un rato, acostados en el piso, ella en mi pecho y yo mirando el techo. Allí me fijé que ese cuarto estaba muy limpio para ser un cuarto que solo se usa para guardar cosas, que el sofá no tenía el protector, ni tenía polvo producto del tiempo guardado allí.
Me reí y le dije, “Metralleta limpiaste este cuarto con premeditación y alevosía, me guisaste y yo caí…”, se rio y me dijo… “y tú loco de caer en esta trampa”, señalándose la totona.
Reímos y de allí nos fuimos al cuarto donde ella dormía, nos duchamos y dormimos acurrucados por unas 4 o 5 horas que despertaron los niños. Ella los atendió y puso a jugar en la sala después de haberlos bañado y vestido para irse a la cocina donde estaba yo esperándola para darle otro pago de utilidades. Fue unos de los mejores fin de semana que he pasado en mi vida.
Seguimos haciéndolo por mucho tiempo, mi esposa luego contrató otra muchacha y Metralleta solo entraba en escena para cuidar a los niños. Pero por lo menos una vez por semana íbamos a un motel discreto a saciar las ganas, de paso, fue la primera mujer que me ha pedido por cuenta propia que le haga sexo anal… pero eso es otra historia.
Espero les haya gustado, es una parte de mi vida que les comparto.