Tomás estaba saliendo de la guardia del hospital donde hace las residencias de medicina. Eran las 20 s de un martes de tormenta y estaba tan cansado que lo único en lo que pensaba era en ir directo a su casa, tomar un baño y tirarse en la cama a mirar alguna película poco interesante.
Iba caminando con su paraguas abierto, pensando en que esperaba que Julián, su mejor amigo, le hubiera dejado en condiciones el departamento.
Julián estaba hospedando en su casa a su mamá que era de un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad y había viajado a la Capital para hacerse un tratamiento médico. A él no le molestaba vivir con su mamá temporalmente, pero sí le molestaban las limitaciones que su visita implicaban. Estaba saliendo recientemente con Sara, una colombiana divina que había conocido en un bar, pero no podía llevarla a su casa con su madre ahí. Es por eso que desde que ella estaba instalada en su casa, Julián pasaba mucho tiempo en la casa donde Sara convivía con otras dos amigas también colombianas.
Ese martes Julián y Sara tenían franco en sus trabajos, pero no podían estar en la casa de ella ya que había obreros trabajando. Julián, sabiendo que Tomás iba a estar de guardia durante todo el día, le pidió que le permitiera llevar a su chica a su departamento para pasar ahí una jornada intensiva de sexo mientras él trabajaba.
Tomás no dudó en acceder, aunque le pidió que tuviera consideración en algunas cosas como no dejar la casa llena de fluidos y manchas, cambiar las sábanas antes de irse, etc. No le gustaba la idea de llegar cansado a su casa y encontrar todo como si fuera una habitación de hotel barato.
Tomás volvía a su casa y pensaba en el contraste entre su estresante martes laboral y el martes desenfrenado de su amigo.
Llegó al edificio aliviado, tenía las zapatillas mojadas y frío en el cuerpo. Cerró el paraguas y entró, subió al ascensor y apretó el piso 5. Abrió la puerta de su departamento y para su completa sorpresa encontró a Julián y a Sara teniendo sexo sobre la mesa del living. Se congeló y tardó unos instantes en reaccionar. Su amigo y la acompañante lo miraron agitados, frenando el acto, aunque no parecían incómodos ni confundidos. Parecía que hubieran sabido que Tomás iba a volver pero que no les hubiera importado lo suficiente para interrumpir su tarde de conejos.
– Uhhh, perdón. Vuelvo en un rato.
– No, Tomi, ven. – Dijo Sara sonriéndole provocativa
Sara era una morocha latina hermosa. Parecía salida de una película. Unas tetas grandes y naturales, preciosas. Un culazo, y unas piernas fuertes y fibrosas. Que lo estuviera llamando le nubló la mente. ¿Había entendido bien? ¿Lo estaba invitando a pasar al departamento mientras ellos terminaban? ¿Iban a interrumpir debido a su llegada? ¿Lo estaba invitando al acto? No le quedaba claro y tampoco podía preguntar.
Tomás estaba en el medio de estos pensamientos cuando vio que Sara le tendía la mano, invitándolo a acercarse a ellos. Tomas miró a su amigo, como queriendo descifrar si él estaba de acuerdo, si aprobaba su presencia o si quería que se fuera. Julián también tenía una media sonrisa divertida en su rostro, estaba disfrutando de su nerviosismo.
Tomás entró y cerró la puerta detrás suyo. Sara, desnuda, se acercó a él a darle la bienvenida.
– Por fin llegas, estaba muy ansiosa por conocerte – le dijo tomándolo suavemente de la nuca y poniéndose en puntitas de pie para besarle la boca.
Tomás se tensó, no respondió al beso pero tampoco se quitó. Miró de reojo a su amigo, y este asintió, como invitándolo a seguirle el juego a su chica.
En ese momento Tomás tiró el paraguas mojado al piso, revoleó las llaves arriba de la mesa, y comenzó a besar apasionadamente a Sara.
– Ahora sí… – dijo ella
Él comenzó a distenderse, y a medida que se iba sintiendo más cómodo se iba soltando. La tomaba de la cara mientras la besaba, pasaba su mano por la cintura desnuda de ella, por sus tetas, su culo. Empezaba a sentir el calor en el ambiente. No podía creer estar besando a la chica de su amigo, con él ahí desnudo.
Tomás notó que Julián se acercaba a ellos con una visible erección. Se puso detrás de Sara y apoyó su cuerpo al de ella, sosteniéndola de la cintura y besándole el cuello, mientras ella continuaba besando cada vez más desenfrenadamente a Tomás.
– Estás muy vestido tú, nos sentimos en desventaja contigo – dijo la colombiana mientras le quitaba la remera y acariciaba su abdomen lentamente.
Tomas se quitó las zapatillas y las medias empapadas de lluvia, y sintió la mano de Sara acariciándole la bragueta con deseo. Ella lo tocaba mientras giraba la cabeza para besar a Julián que seguía manoseándola desde atrás.
Tomás ya tenía la verga dura, y el morbo de que estuviera su amigo y de que ella fuera su novia, lo volvía loco.
– Me vas a matar, morocha – dijo Tomás mientras desabrochaba su pantalón y lo bajaba junto con su bóxer
– Vos viste lo buena que está, amigo? Mirá este orto. – dijo mientras le daba una fuerte nalgada y ella comenzaba a masturbar a Tomás
– Ustedes tienen unas vergas hermosas. Se me hace agua la boca. – dijo mientras se arrodillaba entre ellos, teniendo un pene en cada mano
Los masturbó durante un momento, mirándolos desde el piso a las caras, viendo el placer en sus rostros, y después escupió una pija y luego la otra.
– Ufff, bebé – dijo Julián
Sara comenzó a chupar los dos miembros simultáneamente, comenzando por el de Tomás, quien tiró su cabeza hacia atrás y emitió un leve gemido. Fue intercalando entre las dos vergas, lentamente, mirando a los amigos a los ojos llenos de lujuria. Pasaba la lengua con ganas, deteniéndose en los testículos, subiendo hasta la punta, metiéndose la verga de uno y del otro hasta la garganta, lubricándolas bien con su saliva.
Llegó un momento en que Tomás estaba muy caliente. Tomó de la cabeza a la joven y comenzó a penetrarle con fuerza la boca.
– Discúlpame amigo, pero vos ya cogiste toda la tarde. – dijo con la respiración agitada
Julián rio y contempló la escena. Su amigo ahogando a su chica, cogiéndole la boca con furia, gimiendo. No sabía por qué pero estaba disfrutando demasiado del morbo de la situación. Se agachó desde atrás y tocó el sexo de Sara. Estaba empapada. Comenzó a meterle dedos lentamente, y ella gemía como podía con el pene de Tomás que casi le impedía respirar.
– Te voy a llenar toda la boca de leche – le dijo mientras seguía embistiendo la hermosa boca se Sara cada vez con más violencia, hasta que ella sintió el líquido caliente en su boca
Sara se tragó todo y Julián la levantó del suelo, la hizo parar y la besó, saboreando los restos de semen de su amigo. La dio vuelta y la puso contra la mesa, apuntando el culo hacia él.
– Mirá lo mojada que estás – dijo mientras jugaba con su glande en la entrada vaginal de ella.
Movía su verga por la entrada del agujero pero no la penetraba. Estaba esperando que ella le rogara.
– Por favor, métela ya. Te quiero dentro.
Julián la penetró y ella gimió alto, mientras tanto Tomás acariciaba y contemplaba su enorme culo, lo apretaba, pasaba su mano por su ano. No podía creer esa perfección.
Se chupó el dedo y comenzó a meterlo suavemente por el culo de Sara, mientras su amigo seguía garchándola. Ella disfrutaba cada vez más.
– Ayyy uff, me encantan tus dedos en mi culo- le dijo ella
La pija de Tomás estaba recuperado su erección, y ahora le metía dos dedos en el culo, que entraban y salían sin dificultad. Tomó un envase de lubricante que había sobre la mesa, que probablemente había usado la pareja más temprano, y colocó una buena cantidad en el culo de la morocha. Continuó metiendo y sacando los dedos, hasta que tuvo la verga dura como una piedra.
– Vení que te quiero coger ese orto – le dijo
Tomás se sentó en el sillón y ella se sentó sobre él dándole la espalda, mientras lentamente iba entrando el pene de Tomás en su culo. Ambos gemían, mientras Julián miraba masturbándose lentamente, esperando poder continuar con su chica.
Una vez que Sara comenzó a moverse con ligereza en la verga de Tomás, se recostó para atrás, poniendo su nuca muy cerca de la cara de Tomás, y Julián volvió a penetrarla de frente. Esa doble penetración la hacía gozar como perra. Gemía como loca y Tomás pensaba en el festín que se estarían haciendo los vecinos con tanto show.
Sara se masturbaba el clítoris, Tomás movía su pelvis para arriba con ritmo, dándole fuerza a las embestidas en el culo de la colombiana, y Julián la garchaba con fuerza mirándola a la cara y tomándola del cuello.
Los tres chorreaban sudor, sus gemidos se mezclaban.
– Cómo me vas a hacer acabar, hija de puta – le dijo Julián y después de un par de embestidas acabó dentro de su novia
Salió de su vagina, y comenzó a tocar su clítoris.
– Ahora quiero que te vengas vos. Así que te gusta la pija de mi amigo en el culo eh?
– Pfff, me encanta – dijo entre jadeos y gemidos
Julián comenzó a tocarla mientras Tomás le daba por el culo con furia, y luego se arrodilló en el piso y comenzó a estimularla también con su lengua. Se la chupaba con devoción. Sara no tardó mucho en explotar en un orgasmo celestial y Julián se chupó los dedos llenos de sus jugos. Tomás tomó a Sara de la cintura y la acomodó, poniéndola en cuatro sobre el sofá. Se puso detrás de ella y continuó dándole por el culo abierto, dándole fuertes nalgadas y tirándole con fuerza del pelo. Aumentó la frecuencia y con un grito profundo y viril acabó dentro de su culo. El semen rebalsaba y los tres estaban exhaustos.
Recién en ese momento Tomas fue consciente de que venía de una guardia de 24 horas y de que estaba cansado desde antes de llegar.
Se tiraron los tres en el sillón, agitados, y se empezaron a reír a carcajadas.
– Tenés absolutamente mi bendición como cuñada – le dijo Tomás a Sara bromeando y miró a Julián que sonrió con picardía
– Invítame más seguido que todavía no has visto nada – respondió ella