Como les conté en mi relato anterior, recibí muchos mensajes obscenos de mis pies diciendo que me los querían chupar, que querían venirse encima de ellos, que se la jalaban viendo fotos de mis pies y me pedían que los masturbara con ellos, pero me ofrecían mucho dinero… así que accedí.
El primer día acepté la petición de un chico que quería chupármelos por $500 pesos. Nos vimos en uno de los salones de la uni que siempre estaban vacíos. Como era mi primer cliente, quise dar una buena impresión y me arreglé muy bichota: me puse un short de mezclilla para que resaltara mi silueta (porque estoy muy caderona), me puse un top blanco para enseñar mi abdomen, me puse unas arracadas grandes, me hice un chongo en el cabello, me puse una gargantilla en el cuello, me puse unos tacones altos de color beige y mis uñas las pinté de blanco para combinar con mi blusa.
Hacía mucho calor y yo estaba muy nerviosa, entonces cuando llegué al salón estaba toda sudada y mi blusa estaba muy mojada y se transparentaban mis pezones (nunca uso brasier). El chico ya estaba en el salón cuando llegué. Me acerqué a él y nos presentamos. Me pagó lo que habíamos acordado y me dijo:
—¿Qué hago primero?
—Sólo siéntate ahí y yo te voy a guiar papi. —Le respondí.
Yo no podía creer que estuviera ganando dinero tan fácilmente usando sólo mis pies. El chico se sentó y me quité los tacones. Puse una silla frente a él, me senté también y extendí mi pierna acercando mi pie a su cara. Empecé a mover los dedos de mi pie delante de su cara, empecé a abrirlos y cerrarlos y a apretarlos frente a él, y le pregunté:
—¿Te gustan? ¿Te gustaría tenerlos dentro de tu boca?
El chico ni siquiera respondió, solo abrió la boca y se metió todos mis dedos en ella. Empezó a meter su lengua en medio de mis dedos y a moverla en círculos. Entonces me agarró la pierna con ambas manos y me la empezó a apretar mientras me chupaba los dedos de los pies. Inmediatamente mi vagina se empezó a mojar y no pude evitar gemir, primero muy despacio, pero mientras más me los chupaba mis gemidos comenzaron a ser más intensos.
El chico entonces se sacó la verga y se empezó masturbar mientras me chupaba los dedos. Por curiosidad le acerqué mi pie izquierdo a la verga y le dije: —déjame hacerlo a mí. —Él dejó de jalársela y yo comencé a darle pequeñas caricias usando mis dedos de los pies. Eso fue demasiado para el chico y se vino inmediatamente al sentir mis dedos tocando su verga. Su semen cayó sobre mi pierna y el chico se avergonzó mucho por venirse tan rápido y salió de ahí casi corriendo. Sólo se subió los pantalones y fue sin siquiera despedirse.
No supe qué más hacer porque me dejó toda caliente, así que me limpié su semen de la pierna con mi mano y me lo embarré en los dedos de los pies. Luego me empecé a masturbar hasta que acabé; me puse mis tacones y salí de ahí.
Unos días después acepté otra invitación un poco más atrevida: un par de chicos querían que los masturbara al mismo tiempo usando los pies. Me pareció muy curioso y excitante y acepté. Nos citamos en el mismo salón y empezamos la acción. Los dos se sentaron uno junto al otro, se quitaron la ropa y yo me senté frente a ellos con las piernas abiertas. Con mis pies empecé a estimular el pene de ambos chicos, usando un pie para el pene de uno y mi otro pie para la verga del otro.
Al principio fue un poco difícil coordinar mis dos pies para masturbarlos al mismo tiempo, pero poco a poco todo empezó a fluir. Las vergas de ambos ya estaban muy duras y mis habilidades con los dedos para masturbarlos iba mejorando. Fue muy cansado tener piernas levantadas para masturbarlos a ambos, pero finalmente uno de ellos se vino. Yo le estaba apretando la cabeza de la verga con mis dedos cuando de pronto sentí salir la leche de su verga y escurrirse encima de mis dedos.
No hay nada que me ponga tan caliente como sentir el semen caliente caer sobre mis pies, así que yo también empecé a masturbarme. El otro chico aún no se venía y le pregunté:
—¿Qué quieres que te haga para sacarte la leche, papi? ¡Ya la quiero sentir toda aquí encima de mis pies!
—Ponte en 4 y déjame verte el culo mientras me la jalas con las patas. —Me respondió.
Sin pensarlo dos veces obedecí, me puse en 4 y lo empecé a masturbar con mis pies. El otro chico aprovechó que ya se había venido y empezó a tomarle fotos a mi culo y a mis pies mientras masturbaba al otro sin que me diera cuenta. Finalmente el otro chico acabó, me aventó la leche en las plantas de los pies y yo lo disfruté mucho. Los chicos se despidieron, salieron del salón y yo me puse mis sandalias con los pies embarrados de leche.
Pasaron los días y cada vez tenía más clientes. Me convertí en la atracción principal de la universidad porque todos querían venirse en mis pies. Se venían en mis dedos, en mis plantas, en mis piernas… a veces era uno, a veces 2, 3 o hasta 5 chicos aventándome su leche en las patas. Y con el tiempo incluso algunos de mis profesores llegaron a contratarme para hacerlo.
Subieron tantas fotos mías y de mis pies a internet, que me empecé a volver famosa incluso en otras universidades y hasta en otras ciudades. Me llamaban “la patona”, “la puta de los piesotes”, “la chaparrita” y “la dedos mágicos”. Pero entonces empezaron los problemas.
Una ocasión me contactó un chico de otra universidad. Todo parecía normal, pero me pidió que lo hiciéramos en los baños de la uni. Yo ya lo había hecho antes ahí, pero ese día el chico cerró la puerta con seguro sin que me diera cuenta. Me pidió que me sentara en la taza del baño y que lo masturbara con mis pies, pero completamente desnuda. Así que primero me quité la blusa, luego me quité los huaraches que llevaba puestos, me bajé el pantalón, las pantis y quedé completamente desnuda.
Me daba mucho asco sentir el suelo mojado del baño en las plantas de mis pies, pero a la vez me daba cierto morbo pensar que estaba pisando la pipí de completos desconocidos. Después me senté en la taza y lo empecé a masturbar con los pies por varios minutos, hasta que me empecé a mojar. Me metí los dedos como de costumbre y empecé a gemir despacio, hasta que de pronto el chico me agarró las piernas, me las levantó y me quiso coger.
Nunca me había pasado algo así y no supe cómo reaccionar, así que me quedé paralizada; puse las manos en las paredes para no caerme y el chico simplemente me la metió toda. Pero me la metía tan rico que mis gemidos aumentaron. Me empezó a chupar los pies mientras me la metía y yo sentí que estaba en el paraíso. De pronto me la sacó y me tiró al piso, me puso en 4 y me la empezó a meter por el ano.
Me estaba cogiendo muy rico y la verdad yo lo estaba disfrutando, pero de pronto pasó algo inesperado. Sin darme cuenta, dos amigos del chico entraron al baño. Sin previo aviso uno de ellos se puso detrás de mí y me la metió en la vagina. Me asusté mucho porque me tomó por sorpresa sentir dos vergas adentro, y nunca lo había hecho con dos al mismo tiempo.
Intenté levantarme y grité, pero el tercer chico se acercó, me tapó la boca y me agarró con mucha fuerza para evitar que me levantara. Entonces uno de ellos dijo:
—Valiste verga pinche Paola puta. Esto te pasa por andar ofreciendo tus patas como una perra.
Al principio quise resistirme, pero estaba tan caliente y excitada que ya no pude resistirme más. Los dejé cogerme con libertad. Tenía dos vergas adentro de mí, una en la vagina y otra en el ano, y lo gocé como nunca lo hubiera imaginado. Hasta que uno de ellos dijo:
—Vamos a ver qué tan apretadita estás Paola.
Entonces sacó su verga de mi vagina y poco a poco empecé a sentir que me la intentaba meter en el ano junto con su amigo. Dos vergas en el ano era algo completamente nuevo para mí, y por supuesto doloroso. Empecé a gritar y decirle que no, pero obviamente no me hizo caso. Intenté forcejear pero era inútil, los tres chicos me agarraban con mucha fuerza y no me dejaban moverme. Centímetro a centímetro la segunda verga empezó a penetrarme el culo y mi ano se dilataba poco a poco mientras su glande entraba en mí.
Dos vergas estaban dentro de mi culo. Mis gemidos eran cada vez más fuertes, gritando por dolor y placer a la vez. Yo seguía puesta en 4 y de repente uno de ellos me agarró de las muñecas y me jaló los brazos hacia atrás, me caí al piso y mi cara se golpeó contra el suelo. Quedé en 4 con mi cara y mis pechos contra el suelo y con el culo levantando. En esa posición me empezaron a coger y el tercer chico se masturbaba y me escupía mientras decía cosas sucias y humillantes:
—Gime puta, eso te mereces por perra. Eres una perra sucia. Mírate, toda chaparrita y con unos piesotes… y ve esas pinches piernotas de gorda… Así me gustan, piernudas y caderonas…
—Hasta que finalmente se vino y me dejó caer toda su leche en el cabello.
El dolor en mi culo comenzó a disminuir, y empezó a convertirse en placer. Empecé a disfrutar cada roce de sus penes entrando en mi culo, tratando de identificar de quién era la verga que me entraba o salía. Empecé a disfrutar cada centímetro de verga penetrándome el ano y por alguna razón me excitaban las palabras humillantes del otro chico, así que puse de mi parte y ahora yo también empecé a mover mi culo para hacerlos disfrutar.
Escuché que uno de ellos dijo que se iba a correr y rápidamente le grité:
—¡En mis pies! ¡Por favor córrete en mi pies! ¡Quiero tu leche aquí, aquí papi!
Levanté mis pies, le mostré mis plantas y extendí mis dedos. El chico me sacó la verga del ano y empecé a sentir su semen cayendo en mis pies. Fue una gran corrida. Mis pies estaban totalmente llenos de su leche. Unos segundos después el otro chico, con toda su verga metida dentro de mi culo, no tuvo tiempo de avisarme y se vino dentro de mí. Estaba exhausta, adolorida y muy excitada. Mis piernas empezaron a temblar y no podía levantarme.
Cuando el chico terminó de venirse dentro de mí, me sacó la verga y me dejó ahí tirada en el piso, acostada en 4 con mi cara y mis pechos contra el suelo mojado, llena de semen en el cabello, en mis pies y en el ano. Fue una experiencia que no me esperaba, y aunque al principio me asusté, al final fue muy satisfactorio. En ese momento supe que lo mío era ser sumisa y humillada.
Los chicos me empezaron a tomar fotos tirada en el piso, pero yo no podía moverme por el cansancio y el dolor en mi culo que aún palpitaba y dejaba caer algunas gotas de semen. Cerré mis ojos y les susurré a los tres con voz tierna:
—Gracias guapos… me dejaron seca…
Cuando abrí los ojos los chicos ya no estaban, habían salido corriendo. Pero cuando me levanté me di cuenta de que se habían llevado todas mis cosas, se llevaron mi bolsa con el dinero, mi teléfono y toda mi ropa, sólo dejaron mis tacones.
No supe qué hacer, estaba en el baño de hombres de la escuela completamente desnuda, solamente con mis tacones, llena de leche en los pies, en el pelo y en el culo. Pasaron varios minutos y no sabía qué hacer, así que empecé a llorar. Pero no por mucho tiempo. Entró en mí una valentía que no puedo explicar y me dije:
—Sal de aquí Paola, sal de aquí y no te avergüences de tu cuerpo. Eres perfecta, sal de aquí desnuda, exhibe tu cuerpo, enséñales a todos que una chica chaparrita de 1.52, con sus caderas anchas, sus piernas gordas, con nalgas gigantes y pies enormes que calza del 7,5, puede hacer lo que ella se proponga. Muéstrales a todos la mujer tan perra que eres.
Levanté la cara, me limpié las lágrimas, me puse mis tacones, abrí la puerta y salí caminando del baño, desnuda y sin ninguna vergüenza.