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Me tiré a amiga del trabajo
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Este relato toma lugar en el distrito de los olivos, Lima, Perú. 

El primer día de trabajo yo, Luis de 18 años conocí a Fernanda, de 19. Una joven que aparentaba de más edad por su aspecto físico. Cabello largo y castaño, 169 cm, un delicioso cuerpo contorneado que escondía unos grandes senos debajo del uniforme. Al momento de presentármela noté cierta mirada cómplice que me evaluó por unos segundos demás que me dejó pensando, en mi inexperiencia, que algo raro había pasado allí.

Los días transcurrieron con normalidad cuando un día el jefe no fue a la tienda y los empleados nos dimos un relajo tomando las cervezas del local. Entre copa y copa no pude dejar de notar como Fernanda no dejaba de mirarme, así que sentí esa electricidad en el cuerpo que me impulsó a ponerme a su lado. Risas van y risas vienen, pasan los tragos… En un momento dado digo la siguiente frase:

Yo: saben, hace mucho que no tengo pareja, hasta ya olvidé como besar, ja.

A lo que Fernanda contesta:

-no te preocupes que eso tiene solución.

Ruborizado y entre los gritos de mis compañeros solo atiné a reírme de los nervios mientras ella no dejaba de mirarme.

Llega la hora de salida y siento que me llaman de la oficina: era Fernanda.

F: bueno, ya que estás aquí, quiero ayudarte con ese problema que tienes.

Yo: bueno, que puedes hacer por mí?

F: puedo hacer esto.

A lo que se me pone muy cerca y nos empezamos a besar apasionadamente, impulsado por las cervezas y el vino en nuestra sangre. Que fuego sentía por dentro mientras acariciaba sus mejillas, cuello, para recorrer su cintura y cadera con mis manos, mientras sentía como ella iba subiendo las suyas por mi pecho. Estaba a punto de agarrarle esos grandes senos con los que había estado soñando desde hace días cuando escuchamos pasos cercanos y nos separamos.

Luego de esto no pasó mucho más porque me cambiaron de tienda, pero semanas más tarde fui invitado a una fiesta de la empresa, donde volví a encontrar a Fernanda.

Luego de lo que habíamos hechos hace pocas semanas, nos lanzábamos miradas de lujuria de tanto en tanto. Una amiga nuestra se puso mal por los tragos y Fernanda se la estaba llevando en un taxi a su casa, a lo que, ni corto ni perezoso, me ofrecí a ayudar. Subimos al taxi Fernanda, la amiga borracha y yo, ambos sentados al lado de la amiga ebria.

F: avisa en tu casa que hoy no vas a llegar, ya es tarde para que tomes un taxi solo.

Yo: por mí no te preocupes, yo estaré bien si me dejas quedarme en tu casa, puedo dormir en el sofá?

F: claro, veremos si puedes dormir esta noche.

Estas palabras hicieron que el taxista me mirara con una sonrisa pícara a través de su espejo retrovisor.

Llegando a la casa de Fernanda en Comas llevamos a la amiga borracha a que descanse en el sillón, mientras Fernanda iba a su cuarto un momento. En este punto estaba nervioso por la posibilidad de quedarme a solas con Fernanda, a oscuras, en su sala. Vuelve Fer vestida con una pijama corta. Shorts cortos y una blusa pegada negra, sin brasier. Esto me provocó una erección al ver sus pezones marcados aún en la oscuridad y ver como ese short no alcanzaba a ocultar todo su trasero y solo lo dejaba a 3/4. Era obvio que algo iba a pasar esa noche.

Acomodamos a la amiga en un sillón, que ya dormía, y ambos nos sentamos juntos a su lado. Para romper el hielo hice un pequeño sonido de dolor:

F: estas bien? Te sucede algo?

Yo: si, es que tengo un dolor aquí en los hombros or cargar algunas cajas temprano en la tienda.

F: recuéstate en mí, te haré unos masajes.

Me sentía en la gloria al estar acostado y sentir sus senos duros encima de mi cabeza, mientras Fernanda me hacía masajes en los hombros. Poco a poco fui poniendo mis manos en sus piernas desnudas e ir acariciándolas, primero empezando por las rodillas y subiendo por sus muslos. Fernanda por su parte había dejado de masajearme los hombros y estaba tocando el pecho por debajo de la camisa. Era tanta la excitación que empezamos a besarnos como la vez pasada. Cuando empecé a besar su cuello sentí como ella arañaba mi espalda, y no me importó sentir el dolor.

Yo: vamos a tu cuarto, sigamos allí

F: no podemos, comparto con mi hermana. Sígueme cuando te indique

Fernanda se paró y se fue a otra habitación, que resultó ser la cochera. Desde allí me llamó.

Tomé un segundo para respirar y procesar que luego de un tiempo por fin iba a cogerme a alguien y quién mejor que está tetona que me traía loco desde. Hace dos meses.

Al entrar a la cochera la vi apoyada sobre una pared, sonriéndome e invitándome hacía ella. Me acerqué y salvajemente empecé a besarla y morderle los labios, el cuello. Fui metiendo mi mano debajo de su blusa y rápidamente toque sus efectos pezones. Ella soltó un gemido y me apretó el pene cuando hice esto. Con las dos manos le hice masajes a sus tetas grandes mientras le besaba el cuello. Ella no paraba de sobarme el pene por encima del pantalón. Baje a mordisquear y retorcer sus pezones. Ella no podía hacer más que reprimir gemidos para no despertar a sus padres y agitarse por lo que estaba haciendo. Le bajé el short y para mi sorpresa no tenía calzones. Tenía el monte sagrado depilado a cero.

Estando loco y salvaje me agaché y la volteé. La abrí de piernas y hundí mi cara en su muy húmeda vagina. Empecé a meterle la lengua a su agujero mientras estimulaba su clítoris con la mano derecha. Tenía un olor rico, fresco, para nada a sudor u olores raros. Esto me hizo perder más la cabeza y empecé a lamerle el ano. Primero poco a poco, a los lados, y luego enterraba la lengua en su pequeño agujero. A este punto ella no podía contenerse y lanzaba gemidos que podía despertar a la amiga borracha. Se dio cuenta y tomó mi mano y me llevó al pequeño baño que había en la cochera.

Dentro seguimos besándonos mientras me introducía tres dedos. Ella no podía dejar de gemir y suplicarme que se la meta de una vez, a lo que finalmente accedí. Me senté en el wáter y ella se montó encima. En esa posición empezó a moverse de arriba a abajo, de izquierda a derecha, en círculos, a saltar. Era una maldita experta en esta posición. Se sentía muy rico ver cómo bailaba mi pene en esa estrecha vagina. Poco a poco fue aumentando en ritmo entre ambos y sentí como me venía, a lo que ella empezó a moverse más rápido y terminé viniéndome dentro de ella. Fue tanta la arrechera que no usamos condón y en ese momento no importaba.

Exhaustos por tirar nos sentados al lado de la amiga borracha, y sentía un gran morbo por tener el pene al aire con Fernanda y esta amiga al lado. Luego de un rato el amigo empezó a resurgir y Fernanda lo notó. Esta vez no pedí permiso e hice que se agacharse un me cogiera el pene con la boca. La maldita era una experta en el arte del fellatio. No sólo se la tragaba entera, sino que también me lamía las bolas y con la mano libre estimulaba el perineo. No podía aguantar más y pedí que se sentará otra vez encima mío, pero está vez lo hizo de espaldas. Por fin pude tener ese culo glorioso en mi pene erecto. Ver cómo entraba y salía ese carnoso trasero hizo que pierda el control y me venga en 8 minutos…

Al día siguiente me retiré de su casa, con la promesa de que nos volveríamos a encontrar para seguir con la faena. Y VAYA que lo volvimos a repetir…

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