Mi nombre es Rafael y el de mi esposa Alicia, estamos casados desde hace seis años y tenemos una vida sexual muy activa, somos muy cachondos y eso nos ha llevado a experimentar cosas nuevas, disfrutar de nuestros cuerpos sin inhibiciones.
Desde que conocí a mi esposa siempre me ha dicho que le gustan mucho mis nalgas, que tengo un culito redondo y nalgas grandes y firmes, en el sexo no me molesta que me de alguna nalgada o me las apriete de vez en cuando, pero siempre cachonda quiso llegar más lejos, en cierta ocasión cuando me estaba mamando la verga, continuó con mis huevos, algo que hacía con frecuencia, de pronto levantó mis huevos y su lengua recorrió mi perineo, me encantó sentir su lengua recorriendo esa zona, nunca pensé que fuera tan sensible, instintivamente abrí más las piernas, siguió avanzando y pronto sentí la punta de su lengua en mi esfínter, sentí una descarga eléctrica cuando su lengua se posó en mi orificio, un gemido involuntario salió de mi boca y mi esfínter se contrajo al instante, al mismo tiempo mi verga se puso más dura que nunca, fue una sensación jamás imaginada, su lengua volvió al ataque, me dejé hacer, me encantaba sentir la rugosa humedad y tibieza de su lengua explorando ese recóndito lugar, sentí tanto placer que mi verga explotó y chorros de leche salieron disparados, desde ese día el llamado beso negro formó parte de nuestra actividad sexual, no conforme con eso, algunas semanas después, cuando la mamada de culo era algo normal en nuestros encuentros sexuales, me rozó con su dedo mi orificio trasero y simplemente me estremecí con esa suave caricia, no puse resistencia y empujó la punta de su dedo, apreté el culo lo más que pude en acto reflejo, fue una sensación extraña, no precisamente de placer, continuó el avance de su dedo y cuando quise reclamar, tocó algo en mi interior que me hizo retorcer y gemir de placer, todo mi cuerpo se tensionó y una oleada de placer recorrió mi cuerpo, fue algo indescriptible, como una explosión de placer interna, después supe que lo que había pasado es que mi esposa había encontrado mi próstata, esa glándula traicionera, que pocos valientes se atreven a gozar debido a que para alcanzarla se tiene que entrar por ese oculto y prohibido lugar, que es un tabú para muchos, ese día nuevamente acabé como loco, desde ese día no había noche en que no me metiera el dedo o mamado el culo, más adelante quiso meterme el consolador que había comprado para ella, sentir ese aparato masajear y vibrar sobre mi próstata me llevó a un placer tan intenso que me corrí entre alaridos de placer, a partir de entonces los juguetes sexuales ya no fueron exclusivos de mi esposa, dildos y bolitas anales, por último, mi esposa me convenció de comprar un arnés strap on, aunque mi esposa quería comprar uno de tamaño grande, acepté comprar el más pequeño y delgado, uno de unos 12 cm, sólo necesitaba que pudiera alcanzar y masajear mi próstata, no que me lastimara, la experiencia fue increíble, el movimiento de vaivén de mi esposa penetrándome con el arnés me hacía ver las estrellas, sentí que mis ojos se salían de mis órbita, aunado a la sensación de la pelvis de mi esposa chocando con mis nalgas, a ella también le encantó la experiencia, decía que le excitaba mucho darme por el culo, que la hacía sentir dominante en el sexo, y al mismo tiempo le gustaba la sensación de vulnerabilidad ya que al permitirle abrir mi cuerpo, sentía una sensación de entrega mía, y que entendía lo difícil que era para los hombres dar placer a una mujer, ya que la responsabilidad de producir placer recae en el que penetra, más que el que es penetrado, nunca tuve algún sentimiento homosexual, la sola idea de un hombre teniendo sexo conmigo me asqueaba, sólo éramos una pareja explorando nuestros cuerpos y gozando, libre de los tabús impuestos por la sociedad y la religión.
En cierta ocasión, buscando nuevas experiencias le pregunté a mi esposa si tendría alguna fantasía que le gustaría cumplir, su respuesta me sorprendió:
– La verdad, amor, me gustaría tener sexo con otro hombre, pero sólo si tú estás presente y eres testigo, creo que sería algo muy morboso y me excitante, me empapo sólo de imaginarlo.
– Mmm, muy morboso, eres una pervertidilla amor, pero no me gusta la idea de compartirte con otro hombre, y menos estando presente, sentiría celos, no creo poder contenerme, lo agarraría a golpes- respondí
– Ja, ja, celosito, me gusta que me celes, pero no sería mi amante o una relación, sólo sexo con un desconocido, yo creo que te excitaría mucho ver cómo me cogen y a mí me gustaría mucho ver cómo te excitas al observar cómo me penetran, sería como si vieras una película porno donde tu esposa es la protagonista, no sé, es una fantasía que me excita mucho.
Pasaron las semanas, seguía pensando en la fantasía de mi esposa, poco a poco me fue excitando más la idea, sería muy morboso ver cómo se cogían a mi esposa en mi presencia, así que un día, después de coger, le hice saber que quería hacer realidad su fantasía.
Le encantó que aceptara y me dio un cachondo beso de agradecimiento.
– Gracias, amor, no te arrepentirás.
Pusimos un anuncio en una página de contactos que decía:
Pareja casada, muy cachonda y sexual, buscando macho que se coja a la esposa mientras el marido observa, pusimos una foto de cuerpo de mi esposa, sin cara, que no es para presumir, pero está muy bien, tiene un cuerpo muy bien formado, es delgada, un culito no muy grande pero bien formado, redondo y respingón, no muy tetona, pero tetas paradas y firmes.
Recibimos muchos correos y mensajes de posibles candidatos y empezamos a seleccionar.
Al final decidimos contactar a un hombre maduro divorciado, se describía como un hombre ardiente, excelente amante, con un apetito sexual insaciable y que garantizaba dejar satisfecha a su pareja, con poca experiencia en tríos o intercambios, pero con intenciones de seguir experimentando en este ámbito, nos mandó unas fotos de su cuerpo y verga y mi esposa se emocionó, tenía un cuerpo atlético y una verga larga y gruesa, parecía galán de película porno, más corpulento que yo y definitivamente mejor dotado, confieso que sentí un poco de celos, y le dije a mi esposa que no se emocionara tanto, ya que las imágenes que se suelen mandar no corresponden a la realidad, le bromeé que seguramente sería un viejo gordo y calvo, mandamos varios mensajes para irnos conociendo mejor, nos contó que su esposa lo había dejado, harta de que le pusiera los cuernos, pero que era algo que no podía evitar, decía que había nacido para hacer gozar a más de una hembra.
Después de un par de semanas acordamos vernos en un hotel para que el encuentro sea lo más discreto posible, pero antes vernos en un restaurante para platicar, ver si congeniábamos y ultimar detalles.
Llegamos al restaurante y realmente era como en las fotos, incluso se veía más alto y corpulento, superó las expectativas de mi esposa que volteó a ver mi cara de sorpresa, nos saludamos y noté como miraba a mi esposa con una mirada libidinosa.
Su nombre era Eduardo, de alrededor de 1.85 de estatura, piernas muy robustas, espalda ancha, piel apiñonada y muy velludo, ojos grandes, cejas pobladas y labios gruesos, se podría decir que era muy apuesto, hablaba con mucha seguridad y un poco de arrogancia, lo que me molestó un poco, pero a mi esposa le impactó y sentí celos al ver como lo miraba.
Después de platicar un par de horas, acordamos que sería sexo protegido, usaría condón y después de correrse desfogaría mi excitación con mi esposa, estuvo de acuerdo y llegó el momento de la verdad, habíamos rentado una suite en un hotel a unos pasos del restaurante y subimos los tres juntos con una botella de tequila en la mano.
Tan pronto entramos en la suite tomó a mi esposa de las caderas al tiempo que le decía:
– ¿Lista preciosa, para gozar de un verdadero macho?
El comentario me molestó, estuve a punto de reclamarle, pero me contuve, me pareció ofensivo.
No perdió tiempo, al momento la tomó entre sus brazos y la apretó contra su cuerpo en lo que le daba un beso cachondo e introdujo su lengua en la boca de mi esposa, sin pudor bajó a sus nalgas y se las apretó.
– ¿Te gustan mis nalgas‽- preguntó mi esposa.
– Me encantan, tienes un culito tan rico, redondito y firme, quería tenerlo entre mis manos desde que te vi.
– Lo noté, me mirabas con descaro y me excitó – agregó mi esposa.
Le bajó el cierre del vestido y este cayó al suelo, mi esposa se había preparado para la ocasión, llevaba una tanga diminuta de color negro que le quedaba muy sexy y provocativa y empezó a manosearla como quiso, pensé que mi novia sería más recatada, pero no, se dejaba manosear como puta por Eduardo.
El pantalón de Eduardo cayó, junto con su saco, corbata y camisa, quedando sólo en bóxer.
Apretó con más fuerza a mi esposa y una de sus manos bajó a su rajita, comenzó a recorrerla por encima de su tanguita, mi esposa gimió de placer, yo estaba paralizado, turbado, con la boca abierta, pero con una excitación tremenda, mi verga parecía que quería explotar de tan dura que la tenía.
– Estas bien mojadita, putita, se nota que tienes ganas de macho.
Mi esposa apretó los labios y acercó tímidamente las manos al bóxer de Eduardo, el bulto que se notaba era impresionante, cuando bajó el bóxer mi esposa quedo boquiabierta, esa verga era imponente, enorme, gruesa y cabezona.
– Ufff, es tan grande y gruesaaa.
Anda, tócala, es tuya- y tomando la mano de Alicia la llevó a su verga, guiando su mano para que la recorra de arriba a abajo, Soltó su mano y Alicia continuó con el movimiento de masturbación, estaba como hipnotizada por esa serpiente de un sólo ojo.
Volteó a verme y dijo:
– Parece que a tu esposa le gusta mi verga.
Me sentí humillado y excitado al mismo tiempo.
La tomó de las nalgas y la llevó a la cama, como corderito al matadero, me quedé paralizado, nervioso, sin saber que hacer, al notar mi nerviosismo me ordenó jalar un sillón y ponerlo cerca de la cama.
– Ya va empezar el espectáculo, tu fantasía de ver como se cogen a tu esposa y te conviertes en cornudo con tu consentimiento, siéntate y observa como coge un macho, tal vez puedas aprender algo.
Me humillaba nuevamente, me aguanté, tal vez me lo merecía por aceptar esa ridícula fantasía, para cualquier hombre debe ser degradante entregar su hembra a otro.
Se sentó en la cama y jaló a Alicia para que se hincara frente a su imponente mástil.
Alicia abrió la boca y entró la punta de la tranca, apenas cabía en su boquita.
Mi esposa es buena mamadora y succionó la cabeza mientras lo masturbaba rítmicamente, continuó con el tronco y luego con sus huevos, los succionaba en forma alternada, Eduardo lanzó un gemido y se acostó en la cama dando un gemido.
– Aghhh, que bien mamas, sigue chupando puta, aghhh, que rico lo haces.
Mi esposa levantó sus huevos y pasó su lengua por el perineo haciéndolo gemir, un dedo se deslizó por su perineo y tocó su esfínter, automáticamente dio un salto y se incorporó molesto.
– ¿Qué haces putita?, no me toques ahí.
– Perdona, solo quería darte más placer, a mi esposo le encanta que le meta un dedo en el culo mientras se la estoy mamando.
– ¿En serio? – respondió, mientras volteaba a verme con una risa burlona.
Me sentí tan humillado, odié la indiscreción de Alicia, no era correcto divulgar nuestras intimidades, no todos tienen la mente tan abierta como nosotros a la hora de explorar nuestros cuerpos.
– Si, a mi esposo le encanta que le chupe el culo y le meta un dedo o dos, cuando lo hago gruñe de placer y se corre como nunca, y ni hablar cuando le meto un dildo en el culo o me pongo mi arnés y lo penetro.
– Deberías probarlo, el punto G de los hombres es la próstata y la forma de alcanzarla es mediante el culo.
– No a todos nos gustan esas cosas raras, princesa- respondió sin dejar de sonreír en forma burlona y ver mi cara.
Estuve a punto de intervenir, seguramente estaba malinterpretando lo que decía mi esposa, explicarle que no era nada raro, solo una pareja libre de tabús, que gustaba disfrutar de sus cuerpos, pero estaba avergonzado y no salió palabra alguna de mi boca
– Pues a mi esposo le encanta, y a mí también me gusta, deberías de ver como chilla de placer cuando lo penetro con mi arnés, deberías probar, abrir tu mente, en otra ocasión podríamos intentarlo.
– No gracias, ya te dije que no me agradan esas cosas- replicó con seguridad Eduardo.
Eduardo seguía sonriendo burlonamente viendo mi cara, no pude sostenerle la mirada, me ruboricé, nunca me había sentido tan humillado, me dieron ganas de darle una bofetada en la cara a mi esposa por revelar nuestras intimidades, sabía que muchos no entenderían nuestra forma de disfrutar del sexo.
– Ven levántate amorcito, ya es hora de romperte ese coñito rico.
La levantó y le dio un beso ardiente, libidinoso, parecía que quería comerle la boca, mordía sus labios y metía su lengua todo lo que podía en forma obscena, la recostó en la cama y llevó una de sus manos a su entrepierna, haciendo gemir a mi esposa.
– Mmmm, ya estás a punto preciosa, tu coñito está bien mojado, listo para meterte la tranca.
Volteo a verme para decirme:
– ¿Listo para ver a tu esposa clavada por una verga dura que la haga chillar de placer?
No respondí, me humillaba nuevamente, pero mi verga me dolía de lo dura que estaba, me quité la ropa y empecé a masturbarme.
Se puso un condón, apenas le cubría su verga, abrió las piernas de Alicia y se posicionó en medio de ellas, se recostó y apuntó el tremendo garrote en la entrada de su tierno coño, restregó la cabeza contra sus labios vaginales sin meterla, mi esposa jadeó y se retorció.
-Tranquila putita, todavía no la meto, relájate y vas a chillar de placer.
Empezó a empujar la punta de su verga, abriendo sus entrañas, la tomó de la cintura y la penetró profundo, hasta el fondo, Alicia se mordió los labios y arqueó su espalda, dio un respingo y un alarido de dolor y placer.
– Ufff, que rico, que apretadito y caliente coño, pareces virgencita princesa, aprietas rico.
– Ay cabrón, aghhh, es que es tan gruesa, siento mi coño tan abierto, ahhhh, que profundo me ha entrado, me siento tan llena
Comenzó Un lento vaivén, mi esposa se retorcía de placer, volteó a verme nuevamente con su sonrisa burlona, definitivamente se estaba burlando de mí, se recostó sobre Alicia para morder y succionar sus tetas y pezones sin dejar de cogerla, la tomó de las caderas y la embestía lento y profundo, Alicia gruñía de placer en cada embestida.
– Esto querías putita, una verga de macho que te abra bien el coño, y te haga gozar como perra.
No perdía ocasión para humillarme, ya era demasiado.
La estuvo culeando unos 20 minutos, disfrutando del coño de mi esposa, poco a poco aceleró sus embestidas y los gemidos y espasmos de Alicia se hicieron más intensos, Eduardo se inclinó y le susurró algo al oído, me molestó que lo hiciera, no me gustaba que le dijera algo en forma secreta, no sé qué le diría pero Alicia volteó a verme, me estaba masturbando en forma lenta, no quería acabar, necesitaba desfogarme en el coñito de mi esposa, recién cogido, la vi que asintió con la cabeza y le dijo algo en voz muy baja, no pude alcanzar a oír, eso me molestó más, que mi esposa hablara en forma secreta, me parecía inconcebible, no sé qué le diría pero empezó a penetrarla en forma brutal, escuchaba el sonido de su pelvis chocando duro contra la vagina de Alicia quien empezó a convulsionar y retorcerse de placer.
– Me corro, me corrooo, aghhh, me corrooo, aullaba Alicia.
Eduardo siguió taladrando duro el coño de mi esposa hasta que en una embestida final se la enterró hasta los huevos y se desplomó sobre ella gruñendo, veía como sus nalgas se contraían y expandían, seguramente depositando su semen en el interior de mi esposa, afortunadamente traía puesto un condón y no pudo inundar de esperma las profundidades de mi esposa.
Después de unos segundos se salió de mi esposa, y se quitó el condón, el depósito de semen estaba inflado cono globo, había sido una corrida muy abundante, hizo un nudo y lo tiró a la papelera, se levantó y mi esposa quedó acostada abierta de piernas y tratando de recuperar la respiración, jadeaba.
Era mi turno de disfrutar a mi esposa, me coloqué entre sus piernas y la embestí de un solo estoque, su coño estaba completamente dilatado, dio un gemido cuando la ensarté hasta los huevos, me gustó la sensación, penetrar un coño recién cogido es una sensación diferente, más sensible y caliente, las embestidas empezaron al tiempo que la veía a la cara y le preguntaba si había disfrutado.
– Mucho, fue muy intenso, amor, sigue, métemela duro, aghhh
Estaba embistiendo a mi esposa, cuando siento que algo separa mis nalgas y roza mi orificio anal, apreté las nalgas de la sorpresa y giré la vista, el dedo era de Eduardo que sonreía burlonamente.
– ¿Qué haces? – me quejé.
– Tranquilo, es para darte más placer, tu esposa ha dicho que te gusta sentir un dedo en el culo, que ahí está el punto G, quiero ver como disfrutas.
– Si, pero el de ella, no el tuyo, cabrón
– Relájate, amor, recuerda que así se alcanza el punto G, no pasa nada, ya lo hemos platicado, sólo experimentar nuestros cuerpos con mente abierta, sin tabús- me jaló del cuello y me dio un beso cachondo provocando que inclinara mi cuerpo y mis nalgas quedaran más expuestas.
Intenté relajarme, era difícil con ese dedo extraño explorando mi retaguardia.
Sentí que abría mis nalgas y su dedo frotó mi agujero, el cual se contraía al contacto, una ola de calor invadió mi cuerpo, mi agujero me traicionaba, di un suspiro para evitar gemir y delatar el placer que sentí.
– Mmmm, no tienes ningún pelito, ¿te depilas el culo? -preguntó
– Es lampiño del culo- respondió mi esposa.
– Pues realmente parece culo de nena, cabrón, tienes buen culo.
No me gustó el comentario, sentí extraño que un hombre alabara mi culo, pero no le reclamé, intenté relajarme y continuar con la cogida a mi esposa,
El dedo de Eduardo estaba lubricado con algo viscoso y presionó un poco, la presión venció mi esfínter y di un respingo, entró la punta, la primer falange y empezó a moverlo en forma circular, definitivamente no era lo mismo, el dedo de Eduardo era más grueso y áspero que el de Alicia, al ser más áspero, frotaba con mayor intensidad mis paredes internas, empujó otro poco, y entró más profundo, mordí mis labios y apreté el culo en forma involuntaria, sentí como un calambre que recorrió mi cuerpo, el dedo intruso empezó a moverse adentro y afuera, se sentía riquísimo y cerré los ojos, intenté relajarme y reanudar las embestidas a mi esposa, justo cuando su dedo punteó mi próstata, todo mi cuerpo se retorció, no pude evitar dar un fuerte gemido, si bien mi esposa me había tocado la próstata en múltiples ocasiones, nunca lo había sentido en forma tan intensa, una ola de placer recorrió mi cuerpo y la verga se me puso durísima, mi esposa lo notó y sonrió
– Así amor, se nota que estás gozando, relájate y disfruta.
Con una mano Eduardo apretaba y abría mi nalga y con la otra metía y sacaba su dedo, ya no protesté, empecé a embestir a Alicia y en cada embestida involuntariamente apretaba y aflojaba el culo, y por lo tanto su dedo, el contacto era muy intenso, el frote de su dedo en mi interior me estaba causando un placer difícil de explicar, sacó su dedo y pronto sentí que entraban dos dedos embadurnados de crema, me ardió y lancé un grito, apreté la cola, intenté girarme y protestar, pero mi esposa me abrazó fuertemente y no lo permitió, me dio un beso cachondo que ahogó mi grito de dolor, sólo alcancé a balbucear,
– Me dueleee, sácalos.
– Tranquilo, es para poder masajear tu próstata con dos dedos y sientas más intenso, relájate, afloja el cuerpo, acabarás delicioso.
Nuevamente intenté relajarme, poco a poco el ardor fue cediendo, era una sensación extraña, sentía mi cola llena y una sensación como de ir al baño, empezó a mover sus dedos y me fui al paraíso, sus dedos frotaban mis paredes internas y el contacto con mi próstata era tan intenso, estaba a punto de correrme, sería una de las corridas más intensas de mi vida, entonces sacó sus dedos, y casi le ruego que me los volviera a meter.
En ese momento mi esposa rodea con sus brazos mi cuello y me abraza con fuerza sus piernas se anudan a mi espalda, en forma sincronizada Eduardo empuja mi espalda hacia abajo y siento la punta del ardiente nabo entre mis nalgas.
Una sensación de terror me invadió, apreté las nalgas lo más que pude y traté de girarme sin éxito, entre ambos me tenían bien sujeto.
Alicia me susurró al oído.
– Tranquilo amor, tranquilo, va a ser como cuando me pongo el arnés y te penetro, relájate.
Definitivamente no iba a ser lo mismo y grité con desesperación:
– Suéltenme, no soy puto.
Las manos de Eduardo siguieron empujaron mi espalda con fuerza, impidiendo cualquier movimiento y obligándome a quebrarla al máximo y empezó a empujar, un alarido salió de mi boca, fue un dolor atroz, terrible, se me nubló la vista, era como si me partieran en dos, sentí como se rompían las fibras musculares de mi recto al ir entrando la monstruosa cabeza, claramente sentí como mi esfínter se abría al máximo cediendo a la presión y se cerraba sobre el tronco, el enorme hongo quedó abotonado dentro de mi culo, sentía una presión tremenda, el dolor era insoportable y lágrimas empezaron a salir de mis ojos, mis esfuerzos por liberarme eran inútiles, estaba siendo violado con la complicidad de mi esposa.
– Por favor, sácala, me estás matando, ayyy, no me gustaaa- gritaba con todas mis fuerzas.
– Pronto te gustará, aguanta y afloja la cola porque de lo contrario te voy a desgarrar por dentro, me encanta como aprieta tu culo mi verga y no voy a salirme.
Al ver mi sufrimiento mi esposa me apretó contra su cuerpo y acariciando mi cabeza me susurró al oído.
– Relájate, amor, relájate, pronto vas a empezar a sentir placer, el placer más intenso que te puedas imaginar, ese dolor sentí yo cuando desvirgaste mi culo, pero ahora me gusta mucho que me lo rompas.
Definitivamente no pensé que fuera igual, el diámetro de esa verga era inmenso, no dije nada, no podía, sentía que me faltaba el aire.
– Vamos amor, afloja el cuerpo, déjate llevar, gozarás lo que gozan las mujeres, todas pasan por esto, por su desvirgue, pero después es puro placer, ¿Porque crees que a pesar de que duele tanto cuando nos desvirgan seguimos teniendo sexo?
– No aprietes, tiene razón tu esposa, va a ser inolvidable esta noche, recordarás esta noche toda tu vida, la noche que dejaste de ser virgen, te marcaré por siempre, pero la recordarás como la mejor noche de tu vida o la peor noche de tu vida, tu decides- añadió Eduardo.
Dejé de forcejear e intenté relajarme, con la esperanza que el dolor disminuyera, como señalaban y se acabara pronto la pesadilla, mis piernas las sentía sin fuerzas, mis brazos me dolían, todo esfuerzo había sido en vano, la cabeza de su miembro seguía alojada en mi interior, la sentía ardiendo y notaba como palpitaba dentro de mi culo.
Efectivamente el dolor empezó a disminuir, ya era más tolerable, me dio un cachete en cada nalga, que sorpresivamente me ayudó a relajar y empezó a perforarme lentamente, sentía mis carnes abrirse, rindiéndose al invasor y arropándolo.
– Mmm, que culito tan apretadito, como cuesta avanzar, pero que tibio y suave, me encantaaa, aghhh
– Ya va por la mitad mamita, ya eres mi hembra, te la voy a empezar a meter y sacar lentamente y vas a chillar de placer.
No lo podía creer, sentí terror, tenía el culo a punto de estallar. lleno de verga al máximo, ya no aguantaba y solamente había metido la mitad, así que le supliqué:
– Para, para, me duele, sácamela siento que me revientas, ya no puedo, me vas a matar, ya no empujes más, te lo suplico.
– Ni lo sueñes nena, me ha costado mucho abrirte el culo y siento riquísimo, aguanta, falta poco, aflójate porque estoy haciendo mucha fuerza para abrirte y te puedo desgarrar, apenas va a empezar la cogida, ten paciencia y sentirás placer.
No había escapatoria, cerré los ojos, y aflojé la cola, intentando que el dolor no fuera tan terrible, resignándome a morir empalado, mi esposa empezó a acariciar mi espalda y siguió tratando de relajarme.
Aguanta cariño, ya falta poco, no temas, vas a gozar tanto como él o más, el placer de una hembra es más doloroso pero más intenso, sentir una verga caliente y dura profanando tus entrañas es lo máximo.
Empezó el vaivén, la sacaba un poco y avanzaba otro poco más, el dolor se iba haciendo más tolerable y poco a poco empecé a sentir placer, empecé a gemir y suspirar inexplicablemente mi verga, la cual no se había salido del coño de mi esposa, se volvió a poner dura, por lo que Alicia lo notó.
– Eso cariño, ya empiezas a disfrutar, estás gozando como goza una hembra, será lo más intenso y morboso que hayas sentido jamás, siento tu verga super dura
Me tomó de la cintura y dio un golpe de cadera, su pelvis chocó con mis nalgas, dí un grito aterrador, el dolor se volvió insoportable y mis ojos se llenaron de lágrimas.
– Ya te la metí hasta los huevos princesa, siéntela – anunció mi desvirgador.
– Relájate y disfruta, no me voy a mover hasta que se calme el dolor.
– Ay cariño, no pensé que pudieras tragarte toda su verga, eres un campeón, sé que te duele, pero el placer va a ser más intenso, aguanta, tienes suerte que te desvirgue un macho como Eduardo- añadió Alicia
Efectivamente el dolor disminuyó y una oleada de calor intenso recorrió todo mi cuerpo, aflojé la cola y empecé a mover el culo.
Eduardo, al notar que ya estaba moviendo el culo,, sacó su verga hasta dejar solamente la cabeza dentro y me dio una embestida larga y profunda, el gemido que pegué fue escandaloso, pero definitivamente un gemido de placer, el roce de la cabeza de su verga contra mis paredes internas me causaban oleadas de placer y la presión que hacía su verga en mi próstata me causaba un gozo inenarrable, era la sensación más intensa de mi vida, tanto que aunque me seguía ardiendo el culo, empecé a culear, en busca de su verga, quería que me siguiera culeando, ya no me importó el dolor, el placer lo superaba con creces.
Al notar mi rendición quitó las manos de mi espalda y me tomó de la cintura, las embestidas se hicieron más fuertes, en cada embestida me proyectaba con fuerza contra mi esposa, enterrándole a su vez mi verga, era como si ensartara a Alicia a través de mi cuerpo, mi esposa y yo, gemíamos como putas, todo mi cuerpo vibraba, nos estuvo cogiendo así largo rato, posiblemente unos 20 o 30 minutos, cuando nuevamente dobló más mi espalda haciendo que levante más el culo y empezó a cogerme a un ritmo infernal, mis ojos se pusieron en blanco y empecé a convulsionar, espasmos de placer recorrían todo mi cuerpo, mis piernas temblaban, al arreciar sus arremetidas la presión sobre mi próstata fue más intensa, ya no aguanté, me corrí intensamente dentro del coño de mi esposa, chorros y chorros de leche salieron de mi verga, parecía que Eduardo me estuviera ordeñando, a través del culo.
Mi esposa empezó a convulsionar también, sentí como su interior se volvía más húmedo, jugoso, sus fluidos se mezclaban con mi semen, su vulva se contraía exprimiendo mi verga, algo similar me pasaba a mí, mi culo se contraía apretando la verga de Eduardo, haciéndolo gruñir de placer, seguía retorciéndome y Eduardo aceleró sus embistes, prácticamente taladraba mi culo sin piedad, se escuchaba el sonido de su pelvis chocando con mis nalgas, un sonido parecido a un aplauso, un aplauso de mi cuerpo a mi desvirgador, por tan brillante faena, me dio un último embiste muy profundo con todas sus fuerzas que me hizo gritar y sentí su verga engrosarse y estallar dentro de mi culo, el cabrón no se había puesto condón y chorros y chorros de espeso y ardiente esperma inundaron mis entrañas, ayudando a calmar el escozor en mi interior, se desplomó sobre mí y poco a poco su verga fue poniéndose más flácida y salió de mi interior, se desplomó a un lado y comentó.
– Fue fantástico, creo que fue el mejor culo que me he cogido. Estoy seguro de que disfrutaste como nunca, espero no sea la única vez, me encantó tu culo y quiero volver a disfrutarlo.
Me dio una nalgada y se levantó, se dirigió al baño y escuché el agua de la regadera.
Me sentía apenado, avergonzado, humillado, le reclamé a mi esposa porque había dejado que me violaran y peor aún, había sido cómplice de mi violación.
– Perdona amor, Eduardo me estaba cogiendo tan rico, estaba gozando tanto, que cuando me preguntó al oído: ¿Quieres que me coja a tu marido?, voltee a verte y quise que tu también gozarás de un macho así, los juguetitos que tenemos nunca te iban a dar el placer de una verga de verdad, una verga dentro de tu cuerpo es un placer intenso y exquisito y con un macho como Eduardo mucho más, al proponerme cogerte no podía desperdiciar la oportunidad de que tú también gozarás al máximo y fue notorio que lo disfrutaste mucho, ¿o no?
No respondí, me seguía sintiendo avergonzado, pero no era necesario que respondiera, fue evidente que me hizo gozar como nunca.
Alicia me dio un beso ardiente en mi boca, mordió mis labios y me susurró al oído.
– Gracias por cumplir mi fantasía, sabes, me excitó mucho ver cómo te desvirgaban, eres un campeón amor, no sé si yo hubiera podido con una verga tan larga y gruesa por el culo, me dio tanto morbo.
Me desplomé a un lado de Alicia, sentía mi culo abierto y dilatado, me ardía y lleno de semen, un poco escurría entre mis nalgas, era una situación en la que jamás pensé estar, pero me dio tanto morbo, me acababan de coger y lo había disfrutado.
Eduardo salió del baño y le reclamé que no hubiera usado condón.
– Tranquilo, no hay porque preocuparse, no vas a quedar preñado, ja, ja,
– Ya hablando en serio, soy una persona sana y limpia, y quería que gozaras más con mi verga al natural, que tu desvirgue fuera completo y que sintieras el culo lleno de semen, mi semen fue el premio por darme tu virginidad, un culito tan rico como el tuyo se la merecía- respondió con la arrogancia que lo caracterizaba.
Se despidió de nosotros y nos dijo que ya sabíamos dónde encontrarlo si gustábamos repetir.
Una vez que se retiró me sinceré con mi esposa y le dije que efectivamente había disfrutado mucho, pero también dolido y sentía el culo al rojo vivo y que no podía ni moverme del ardor que sentía.
Sonrió y me dijo:
– No te preocupes amor, te entiendo perfectamente, pobre de tu colita, pero yo la cuidaré para que sane rápido.
De todos modos, me realicé unos análisis médicos por precaución que resultaron negativos y seguimos con nuestra vida sexual normal, bueno, casi, ya que lo volvimos a contactar y se convirtió en nuestro amante habitual, nos daba unas cogidas fenomenales que nos dejaba a mi esposa y a mi exhaustos pero felices.
Hasta la fecha creo que no tengo inclinaciones gay, no me gustan los hombres, no me atrae su físico, pero me vuelve loco ser perforado por una verga larga y gruesa, ¿Ustedes que opinan?
Espero sus comentarios al correo [email protected].