Hoy os contaré sobre una pequeña obsesión y rutina que tengo. Soy una chica a la que le gusta mucho probarse ropa interior y lencería y verme en el espejo con ella puesta, literalmente tengo todo un armario lleno de sujetadores, bragas, tangas, etc.
La cuestión es que hace unas semanas compré un body de encaje más unas ligas, todo de color blanco. Estaba ansiosa de probármelo. Llegó la noche y después de un día movidito por fin pude estrenar el encaje: me desnudé y me puse la lencería. Me miré al espejo y me quedaba fantástico, tomé algunas fotos y posé de forma erótica, tanto que me empecé a calentar poco a poco. Me fijaba en como mis pechos sobresalían un poco, mis pezones se veían tras la tela, en el encaje que fijaba la forma del mi cintura, las ligas que apretaban mis muslos y de como mis labios se asomaban por el orificio de la braga ya que este se podía abrir. Toda esa vista reflejada en el espejo de mi habitación con una luz tenue de noche me calentó lo suficiente como para empezar a masturbarme manoseando mi coño lentamente dejando que mis dedos se mojasen con mis fluidos vaginales para luego llevármelos a mi boca.
Tras un rato de un tranquilo tocamiento de coño, decidí ir al siguiente nivel. Agarré un dildo de goma del cajón de la mesilla de noche y lo puse en el suelo en frente del espejo, mojé mis piernas, el escote y mi vagina con aceite, me senté en frente del dildo y empecé a masturbarlo como si fuese una polla de verdad mientras me miraba al espejo. Todo mi cuerpo mojado y reluciente manoseando un dildo de goma rosa claro de 18 cm con aceite para bebés.
Tras ello me senté encima del dildo y poco a poco fui introduciéndomelo por el coño disfrutando de menos a más hasta llegar al final, después de tenerlo completamente dentro empecé a cabalgarlo más rápido soltando jadeos por la boca mientras escuchaba el golpeteo de mi culo chocando con el suelo y el sonido de mis labios deslizándose por el dildo. Jadeaba y gemía sin parar, me agarraba de las tetas y pellizcaba los pezones dejando la parte del sujetador del encaje por debajo de mis pechos, azotaba mi culo hasta dejarlo rojo, veía mis tetas botar al ritmo que cabalgaba mi juguetito. Tuve 2 orgasmos en todo el proceso, dejé todo el suelo encharcado ya que también había soltado un par de squirts, me miré al espejo: tenía la cara rojísima y parte del maquillaje corrido y el cuerpo mojado por el aceite y el sudor.
Cambié de posición, me tumbé con las piernas abiertas frente al espejo, tomé el dildo para comenzar a mamarlo mientras me masajeaba el clítoris suavemente, soltando algún que otro gemido. Tras una lenta mamada comencé a introducirme el dildo por el coño, por el reflejo veía mi cara de satisfacción, la cual se hacía más notoria cada vez que entraba más. Al igual que la anterior vez aumenté el ritmo, con lo mojada que tenía la vagina no costaba nada que entrase y saliese repetidamente, el dildo se deslizaba muy suavemente hasta que entre gemidos y temblores tuve mi tercer orgasmo acompañado de un squirt que además del suelo mojó parte del espejo. Fue tan potente que tuve que soltar el dildo el cual salió solo del coño por el empuje del squirt.
Aún después de esto seguía teniendo ganas de más, por lo que me puse en cuatro y pegué el dildo a la puerta del armario que tenía a mis espaldas. Fui empujándome hacia atrás dejando que el dildo me penetrase y así repetidamente mientras me miraba al espejo nuevamente. Alcancé mi cuarto orgasmo entre un gemido agudo y un squirt que terminó dejando mis piernas mojadas.
Tras mi último orgasmo me dejé caer al suelo para descansar, me dejé tumbar sobre un suelo que estaba totalmente mojado pero me dio completamente igual ya que mi satisfacción sexual superaba la importancia a estar decente. Después de un buen rato de estar tumbada miré el reloj y habían pasado 2 horas que se sintieron como minutos. Me puse de pie y miré mi cuerpo en el espejo: el pelo revoltoso, la cara roja y totalmente mojada, las tetas rojas por los pellizcos, el encaje totalmente mojado por el sudor y el aceite, los labios se asomaban tímidamente por la abertura de braguita, las rodillas marcadas por la rozadora en el suelo y el culo rojo por los azotes.
Después de todo ello, me desnudé de nuevo echando la lencería a la lavadora, limpié el suelo de mi habitación y el espejo, lavé el dildo con el cariño que se merecía y por último me duché. Estaba tan cansada que nada más echarme a la cama me dormí de inmediato. Espero que os haya gustado esta pequeña experiencia y espero poder escribir más, besitos.