Lo que contaré será más por catarsis que por perversión, una amiga me sugirió hacerlo para sentirme mejor y liberarme de ello. Mi nombre es Sandra, tengo 20 años, estudio la universidad (UNAM) y este fin de semana me ocurrió algo muy fuerte. Primero que nada, soy linda (o eso me han dicho), mido 1.63, torneada (practico voleibol), fuerte, prominente por virtud de herencia genética (pechos grandes) y de cabello largo con labios gruesos. El asunto es así:
Ayer sábado salimos tarde de mi taller de diseño de hipótesis porque estoy queriendo publicar unos artículos y mis papás fueron de fiesta con amigos y no podían ir por mí; no me importó, uso mucho el transporte, pero nunca me imaginaría que terminaría de rodilla a merced de 4 señores y con la cara y pechos cubiertos de semen.
Eran cerca de las 10 pm y abordé el metro, había poca gente para ser fin de semana y pues tenía que recorrer toda la línea y todavía hacer un trasbordo y desde el andén un grupo de señores no dejaba de verme (alrededor de 40, 45 años) y me puse nerviosa. Llego el metro y me subí. De inmediato, estos señores se subieron en el mismo vagón que yo. Había unas 10 personas en total, unos de espaldas, otros dormidos y estos señores sentados justo delante de mí sonriéndome, mirándome y recorriendo mi cuerpo con la mirada.
No me atreví a confrontarlos solo pensé “en cuanto llegue a la siguiente estación me bajo y espero el otro”. Vaya ingenuidad, estos señores comenzaron a hablar y decirme cosas: “Hey, hola, ¿qué tal bonita?, ¿por qué tan sola?”. Yo solo me quedé callada sin hacer contacto visual y ahí fue donde me di cuenta que iban alcoholizados. “¿Tus papás no te enseñaron a ser amable con las personas? Pues nosotros te enseñamos amor” Se levantó y se sentó junto a mí, estaba a punto de gritar cuando puso su mano en mi boca y me dijo “¿para qué gritas? ¿Crees que alguien te va a ayudar? No seas tonta muñeca, solo déjate querer” y comenzó a tocarme las piernas. Yo solo cerré los ojos, aprete mis manos e hice lo posible por no llorar.
En ese justo momento llegamos a la estación y en vano intenté levantarme para salir, los demás me rodearon y no me lo permitieron, me resigné a que ni escaparía y uno de ellos se dio cuenta y me dijo “así mamoncita, mejor hagamos esto rápido para que puedas irte, de inmediato se sentó y puso mi mano en su entrepierna. Los otros dos comenzaron a tocarme los pechos, las piernas, por todas partes. Ya ni siquiera intenté gritar o huir, solo pensaba que si acabara pronto podría irme de ahí.
El primer señor se acercó a mi y comenzó a besarme el cuello y alrededor, solo lo dejé y entonces se rieron y dijeron “les dije, esta putita es la buena, hagámoslo rápido”; me dijo “así de fácil tetonsota, haznos acabar y te puedes ir, es todo, no te haremos daño, solo queremos disfrutar a una sabrosa nenita como tú” y la verdad yo solo quería salir de ahí, así que le dije que estaba bien, que lo haría. Llegamos a la siguiente estación y nos cambiamos de vagón a uno vacío, no había personas en el andén. El de a un lado estaba vacío, cerraron la puerta y en cuento eso ocurrió todo comenzó.
Me hicieron arrodillarme y se sacaron sus miembros, me hacían chuparla unos segundos y cambiar a la otra, los masturbé con mis manos. Soltaban gemidos, murmullos y groserías, decían que nunca se las habían chupado así de rico, que era una experta con la boca y demás cosas. Me concentré en chuparlos y masturbarlos para terminar. En cuanto llegamos a la estación uno de ellos se corrió en mi boca y me dijo “si lo escupes te cojo cabrona”, así que solo aguanté y lo tragué y me dijo “así pendeja, tómate tu lechita caliente”.
Nadie entró al vagón y tuve que seguir. De a uno se fueron corriendo mientras me tocaban, empujaban sus penes hasta mi garganta y con los pechos de fuera. El segundo me dijo “pon tu carita perra, ahí te va tu premio”, cerré los ojos y sentí su eyaculación, fue mucho y estaba muy espeso y caliente. Su amigo le digo “aaa, no mames, la dejaste bien moqueada, ahí va la mía”. Comenzó a masturbarse frente a mi y me dijo “saca la lengua nenita”, no lo hice y me tomó del cabello, “que la abras culera”, la abrí por el tirón de cabello, metió la cabeza en mi boca y soltó su carga, al sacó y el resto lo echó en mi cabello y cara. Solo faltaba uno, lo miré resignada y me dijo “una corrida más sabrosa y eres libre, pero yo quiero que lo hagas con tus chichotas, ven acá”.
Estaba muy sucia por estar de rodillas, lo bueno que mi pantalón era oscuro. Se sentó y me dijo “apúrate, sé que quieres tu lechita pinche tetonsota”. Acomodé su pene en medio de mis pechos y me movía de arriba abajo. Me sentía utilizada, sucia por tanto semen, pero solo quería acabar con eso. Me decía que se sentía rico, que hasta ganas le daban de cogerme bien rico, metérmela con todo y huevos y justo ahí expulsó su excitación, me salpicó toda, la cara, el cabello, los pechos, la blusa y él no dejaba de masturbarse con mis pechos.
En cuanto terminó, se levantó para subirse el cierre y hablar con sus amigos. Todos se reían y me decían que esperaban volver a verme para la siguiente darme una buena cogida y llenarme el culo de semen. Yo seguía arrodillada sin creer lo que había pasado. Faltaban todavía 6 estaciones para llegar al trasbordo. Me ayudaron a limpiarme y platicar conmigo, creo que solo respondía por el impacto de todo eso, estaba en shock; me preguntaban si había chupado muchas vergas, que si los dejaba terminar sobre mi, que si era la putita de mis maestros, sacaron todos sus comentarios guarros y perversos, incluso me dijeron que ganaría parada en una esquina con una minifalda un escote mostrando mis melones.
Finalmente llegamos al trasbordo, nos bajamos y ellos salieron del metro, yo cambié de línea mientras pensaba cómo es que todo eso había ocurrido. Al llegar al andén noté que un señor me miraba mucho y se acercaba mí. No puede ser, pensé que ocurriría otra vez.
Les agradezco por leer mi historia. Hasta pronto.