Hola, mi nombre es Gery, soy hombre, de 42 años y desde hace ya tiempo he tenido la intención de escribir, como en una especie de diario erótico, las anécdotas sexuales que he tenido en mi vida.
Para entrar un poco en contexto les cuento que yo viví desde los 5 años con mis abuelos paternos ya que mis padres se separaron cuando yo tenía esa edad y cada uno formó una nueva familia, aclaro que aunque yo me quedé con mis abuelos, ellos nunca desentendieron de mí. Con mis abuelos vivía una hermana de mi papá que era un año mayor que yo, así que prácticamente éramos como dos hermanos, mis abuelos me trataron como un hijo.
Para no aburrirlos paso directamente a cuando cumplimos 18 años, yo entré a la universidad mientras que mi tía Rosario ya estaba en el segundo año, pero en diferente universidad, por lo que ella se quedaba de lunes a viernes a vivir en otro municipio mientras yo seguía en casa de mis abuelos pues mi uni quedaba cerca de la casa.
Compartíamos el mismo cuarto desde niños así que se puede decir que yo tenía acceso a sus cosas personales. Mientras mi tía no estaba en casa por las noches yo acostumbraba a vaciar el cajón de su ropa interior y masturbarme con sus calzones y brasieres, desde siempre he tenido como fetiche la lencería femenina, mi tía y su ropa eran mi fantasía, aunque nunca le había faltado el respeto.
Hasta una noche de día jueves que ella llegó sin avisar. Yo estaba como casi todas las noches desnudo en mi cama, tenía una de sus pantaletas sobre mi cara y un brasier suyo enredado en mi verga y en mis huevos, pues el roce y el dolor que provoca la tela y los tirantes alrededor del pene me excita mucho. Así estaba yo con la verga parada y toda la ropa de mi tía alrededor mío, cuando se abrió la puerta y entró ella con su maleta y su mochila, solo alcancé a sentarme y cubrí mi verga con las manos, me moría de vergüenza.
Ella con su cara de nervios dejó sus cosas al lado de su cama y se sentó junto a mi, sin decir nada empezó a juntar su ropa y a ponerla en su cajón, cuando terminó me dijo que le faltaba uno. Faltaba el brasier que tenía enredado en la verga, quité mis manos y empecé a desenredarlo, se lo di, y de inmediato me tapé con mis sábanas como si pudiera hacerme invisible.
La luz continuó un rato más prendida y oía como mi tía acomodaba cosas, cuando apagó la luz ella fue a acostarse a mi lado, le pedí que por favor no le fuera a decir nada a mis abuelos y ella contestó que si yo no decía ella tampoco diría. Me jaló la sábana y pude sentir que ella estaba solo en calzones y brasier, me empezó a besar en los labios y tomó mi verga con su mano y empezó a jalármela, se me paró casi al momento y así ella sin desnudarse por completo, se montó en mi y empezó a moverse en círculos, gemía despacito y después de un rato así sentí que se venía, sus jadeos y el rose de su vagina lo demostraba.
Me volvió a besar y me dijo que le quitara el brasier, así lo hice y se recostó de nuevo a mi lado, se lo di y empezó a enredarlo en mi verga y en mis huevos, lo apretaba más y más y me encantaba esa sensación, me masturbaba delicioso y me pidió que le avisara cuando fuera a eyacular. Cuando sentía que me venía ella apretaba más el brasier que enredó en mí, así varias veces y ella apretaba más, mientras me besaba, yo sentía mi verga hinchada y adolorida, pero no quería que parara hasta que por fin no pude contener mi venida, que pudo salir todo mi esperma hasta que ella aflojó un poco el brasier, me vine como no había hecho antes, con esa intensidad.
Limpió con su brasier mi esperma y se lo enredó alrededor de su cuello, creo que sacó de su calzón un condón, me lo puso en la verga la cual seguía dura, más de lo normal, pero en ese momento no tenía yo mucha sensibilidad, se sacó su pantaleta y se montó en mi verga, qué sensación más rica, la primera mujer que me cogía era mi tía, ella subía y bajaba y su movimiento de adelante y atrás la hacía gemir y sentía como lo disfrutaba, mi erección no se bajaba y aunque ella se daba sentones rápidos yo no lo sentía mucho, empecé a sentir contracciones de su concha en mi verga y sus piernas temblaban, y luego muy caliente.
Se dejó caer sobre mi y sentí su sudor, sus pechos y pezones duros sobre mi pecho y recuerdo el frío de mi esperma en su brasier que traía alrededor del cuello, gemía agitadamente y mi verga dura, no se bajaba mi erección. Yo no sabía que decir o que hacer, entonces ella me pidió que me parara y con un poco de dolor fui sacándole mi verga que seguía muy hinchada, ella se puso sobre la cama en posición de perrita, y me dijo que me tocaba a mí moverme, sus tetas y su cara recostada sobre la cama y solo su culo en alto, con su mano tomó mi verga y la dirigió a su panocha súper mojada y llena de pelos, entré con un poco de dolor y empecé un mete-saca mientras yo la tomaba de sus caderas, el dolor empezó a quitarse y comenzaba a disfrutarlo, estuve un rato dándole así, mientras recordaba como veía a los perros cogerse a las perras, justo así me veía yo con mi tía, ella era mi perra en ese momentos.
Con esa idea en la mente, me volví a venir y me vacié dentro del condón. Disfrútalo! Me dijo muy despacito. Yo me salí y ella se puso de pie, se quitó el brasier y me lo dio. Y me dijo que mañana se lo entregara lavado y seco. Me dio un beso y se pasó a su cama, me acosté en mi cama oliendo su brasier aunque en realidad olía una mezcla de su perfume y mi esperma y así me quedé dormido.
Esta fue mi primera vez con mi tía, y mi primera relación sexual. Ella era una joven de caderas amplias con pechos pequeños, piernas gruesas y aunque no tenía una cintura de avispa fue y es una de mis fantasías más eróticas por todo lo que aprendí con ella y que en la actualidad seguimos experimentando. A la edad que tengo he tenido muchas experiencias y me gustaría escribirlas, les agradezco que se tomen el tiempo para leerme. Y que este relato sea el primero de muchos.