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Me hice bisexual y anal lover
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Cuanto más lo pienso menos lo entiendo y más me excito.  Toda mi vida fui hetero, ni siquiera en la secundaria, o en el club cuando jodíamos en las duchas, tuve siquiera un roce lésbico. No es que esté en contra, simplemente no ¿es? Lo mío.

Hace un par de semanas decidimos con mi novio ir de campamento a un lugar muy lindo en la playa, que conocíamos de pasada, era limpio y sobre todo con muy poca gente.

Ni bien llegamos, armamos nuestra carpa y nos fuimos a la playa. Mientras tomábamos sol conocimos a una chica muy guapa, más o menos de mi misma altura, y muy buen cuerpo. Ella tenía un poco más de lolas que yo, y yo un poco más de culo.

Volvimos juntos charlando al camping y ella nos contó que se había venido sola porque se había peleado con el novio. Nuestra carpa estaba en la zona más separada del camping. La de ella a unos 15 metros. No sé porque me nació decirle que si no era mucho lio, que la corriera a la parcela al lado de la nuestra, así podíamos charlar hasta tarde sin tener que vigilar su carpa. Ella lo hizo gustosa.

Cuando ya había anochecido mi novio prendió el fuego para hacer unas hamburguesas. Como la idea era pasarla bien, habíamos llevado pocas hamburguesas y muchas cervezas. Nati, como se llama la chica, había comprado sándwiches en el campo ya que quería evitar cocinar y algunas latas de cerveza también. Obviamente decidimos compartir. Como era una noche muy cálida nos quedamos con la ropa de baño.

Cuando la “cena” terminó, seguimos charlando al lado del fuego, nos contaba cosas de su vida, nosotros de la nuestra, hasta que apareció el tema sexo. Ella hablaba que el novio no la entendía, que a él el sexo no le interesaba mucho, que con hacerlo una vez por semana estaba bien y que ella necesitaba más contacto. Nosotros le contamos que por suerte ese problema no lo teníamos y que si bien no lo hacíamos todos los días, lo hacíamos cuanto teníamos ganas.

Desde una casa rodante, que estaba casi a 60 metros, en la oscuridad, pusieron música de marcha. De un salto nos paramos los tres y empezamos a bailar. Bailar y tomar cerveza. Con las cervezas empezó el cachondeo, los movimientos más sexis, y las miradas.

Todo se desató cuando pasaron Lambada, un éxito brasileño. Reconozco que fui yo la que empecé a bailar sexy y a refregar mi trasero contra el pubis de mi novio. Nati me seguía con los movimientos, pero no se acercaba a él. Sin ninguna malicia o intención, le extendí mi mano a Nati, como para bailar juntas. Ella reaccionó de inmediato y se colocó frente a mí, tan al frente que al bailar nuestros cuerpos se rozaban. En un momento puso una de sus piernas entre las mías y fue inevitable que roce con mi pubis. La cerveza, el baile, varios días sin sexo y los roces con esa hermosa chica fueron encendiendo mi cuerpo. Noté que me empezaba a mojar, sin haberlo esperado ni deseado en esa situación.

Cuando miré a mi novio estaba fascinado con la escena. Él nunca había dicho nada de verme con otra mujer o hacer un trio, pero sé que es la fantasía de muchos hombres. Morbosamente me gustó su cara. Nati también lo notó. Como notó que mis pezones estaban hinchados. Siempre bailando y sin movimientos que hicieran pensar otra cosa, sus manos comenzaron a rosar mi cuerpo, las piernas, la espalda, la cara, los pechos. Yo no atinaba a reaccionar, no la rechazaba, pero no sabía cómo hacerlo. Aprovechando que nuestras cabezas estaban cerca me susurro al oído: “Tranquila”. Y sí, me sentí tranquila, pero no sabía de qué, ni por qué.

La música tropical seguía y nuestro baile también. Por momentos bailábamos los tres juntos, por momentos yo con mi novio, ella con mi novio. Cada pausa aprovechábamos para tomar otra lata.

Cuando empezó a sonar Despacito, de Fonzi, crucé una mirada con mi novio que lo dijo todo. Cuando la vi a Nati, su mirada me lo dijo todo. Sensualmente se acercó a mí, bailaba pegada, y sus manos iban sin mi control por todo mi cuerpo. No sé como hizo pero me repente me encontré sin el corpiño de la bikini. Bajé la vista para ver mis pechos al aire, y cuando la levanté ella estaba igual que yo. Me acariciaba, me besaba los pezones. Yo a este punto también le acariciaba todo el cuerpo. Mi novio se acercó y quitándonos lo que quedaba de las mallas, nos dejó desnudas. Quedamos los tres bailando pegados, intercambiando besos y caricias. De más está decir que su palo estaba terriblemente parado.

Sin dirigirnos la palabra entramos a nuestra carpa, nos tiramos sobre los colchones inflables. Yo bajé a ese palo hermoso de mi novio y lo comencé a chupar, mientras Nati, besaba mi espalda y culo. Mi novio miraba extasiado. Apretaba mis pechos de una forma que me daba dolor y placer al mismo tiempo. Por efecto de la cerveza y el mareo, me deje caer de espaldas. Mi novio aprovechó para volver a ponerla en mi boca. Nati me abrió las piernas, las levantó un poco y se puso a chuparme la conchita, virgen aún de una lengua femenina. Por momentos alternaba masajeando con mi lengua mi culo. Culo que hasta ese momento era virgen total.

En un momento, me saque la pija de la boca y le pregunté a Nati si quería chuparla. Ella solamente asintió y mi novio se acercó, se la puso en la boca y ella a chupar, pero sin dejar de jugar con sus dedos en vagina y moviéndolos sobre mi ano, pero sin penetrarlo. Verlo a él casi parado, con su palo terriblemente duro, sus ojos brillando de placer, yo sintiendo esos dedos dentro de mí, pensar que no me molestaba compartirlo, me excitaba cada vez más.

Hábilmente ella buscó mi punto G y me lo empezó a masajear. No tardé mucho en llegar a mi primer orgasmo. Un orgasmo fuerte, diferente a otros que he tenido. Pero mi excitación no bajaba. Mi novio se acostó y me hizo montarlo. De un solo movimiento entro hasta el fondo de mí. Me tomó de la cintura y me guiaba, con movimientos suaves. Las manos de Nati recorrían mi cuerpo, chupaba mis pezones, los mordía, besaba mi cuello. Yo me sentía como una reina, todos me adoraban, buscaban mi placer. Se separó unos segundos y comenzó a besar suavemente mi espalda, desde la nuca hacia mi trasero. Sus manos mientras tanto acariciaban mis pechos y se rozaban con las de mi novio.

Cuando llegó a mi culo, me guio para que apoyara mi pecho en mi novio, dejando expuesto mi culo.

Por un segundo, se puso a un costado y me dijo: “Mírame”. Se había puesto en cuatro patas, y se daba dedos en la concha. Chorros de flujo salían, se notaba su tremenda excitación. Ella mojó un dedo y se lo metió en el culo. Ahora tenía los dos orificios ocupados. Ver a una mujer, masturbándose por como nosotros cogíamos era algo que nunca pensé ver, y por esa razón pensé calentarme así.

Ella se volvió a colocar detrás de mí y sentí como uno de sus dedos apretaba mi ano. Quise moverme pero al estar abrazada por mi novio no pude. Sentí que entraba, no fácilmente, pero entraba. Evidentemente estaba usando algo para lubricarlo. Lo empezó a meter y sacar, cada vez más rápido. Vino el segundo y hasta un tercero. Ya estaba casi en el paroxismo cuando me preguntó al oído si quería que meta la pija de mi novio en el culo. Sin darme cuenta, dije que sí.

Me hizo levantar un poco, tomó una crema de manos y la untó en la pija de mi novio. Con dos dedos, puso más crema dentro de mi culo y me guio hasta hacer que entre en mí. “Despacio” le dijo a mi novio, que acatando la indicación, fue entrando y saliendo suavemente. Yo me sentía explotar. Cuando toda esa hermosa pija entraba y salía cómodamente, hizo que apoye mis manos en los tobillos de mi novio, y metió dos dedos en mi concha, mientras chupaba un pezón y apretaba mi otro pecho.

“Ahora dale con todo, gózala” le dijo a mi novio. A él parecía que lo habían estado frenando y de pronto lo soltaron, empezó a bombearme con todo, era un pistón que entraba y salía de mi culo a toda velocidad. Los dedos de Nati acariciaban con todo mi punto G. “Me vengo” gritó él. En realidad acabamos los dos juntos, los dos con tremendos sacudones del cuerpo. Caí casi desmayada, en el medio de ambos. Nos quedamos quietos un rato y descansamos.

Nunca había sentido tremenda excitación. Nunca había estado con una mujer. Nunca lo había hecho por la cola. Mi cerebro no podía creer la locura que había pasado.

Cuando nos recobramos, Nati me hizo un mimo en la cara y me preguntó si estaba bien.

Y: Más que bien, nunca había gozado tanto. Me volvieron loca, totalmente. Pero, vos gozaste Nati?

Nati: si a mi manera, me dijo moviendo dos dedos.

Y: por qué no lo hiciste con él, que no se hubiera negado, jajaja

Nati: No sé, sentí que era tu momento. Tu momento de placer, de descubrir nuevas cosas, nuevas sensaciones.

Y: vos sabías que nunca había estado con una mujer? Cómo?

Nati: no, no sabía, pero me dio la impresión.

Tomamos unas cervezas más, como si nos faltaran, mientras charlábamos. Mi novio nos contaba que le parecía increíble lo que pasó, que no se atrevía a hacer nada para no romper el hechizo. Y que le daba mucho morbo verme con otra mujer, y verme gozar así.

Al rato, lo miré a mi novio, y le dije: “Me dejas jugar un ratito con Nati?, a lo que dijo que sí. Tomó una lata de cerveza, se hizo a un costado y se puso a mirarnos.

Comencé a besarla, acariciar sus pechos, tocar su clítoris. Fui bajando con mi boca, me lo puse entre los labios y le daba pequeñas succiones, fui metiendo dos dedos, buscando como ella el punto G. La sentía temblar de placer, su cuerpo vibraba con todo. Sobrevino el primer orgasmo. Seguí jugando y cuando fui a meter un dedo en su ano, dijo secamente “NO”. La respeté, y me acerque para besarla.

Y: querés que lo volvamos loco, hacerlo gozar como un animal, cogiéndonos a las dos?

Nati: yo no tengo problemas, pero es tu novio.

Y: y yo soy su novia pero vos me diste con todo.

Dicho esto, le empezamos a chupar la pija, las dos al mismo tiempo, las bolas, le apretábamos los pezones y se los besábamos. Le mostrábamos como nos masturbábamos frente a él, yo llegué a levantar con todo una pierna, ponerme crema en un dedo y meterlo en mi culo. NUNCA YO ¡!!!. Cuando ya estaba tremendamente excitado le dije: hacenos lo que quieras, a las dos, estamos para que goces, y que tenía total libertad con Nati

Me hizo acostar boca arriba, a Nati sentarse en mi boca para que la chupe mientras él me cogía y la besaba. Ella gemía suavemente, estaba muy caliente, me dejó que juegue con mi lengua en su ano, pero no meter un dedo, nuevamente. Me levantó aún más las piernas y de a poco me la fue metiendo en el culo. No fue con facilidad pero entró, yo seguía con Nati en mi boca y el hizo que ella mirara como me rompía el culo. Ella se inclinó un poco más y aprovechaba a pasarle la lengua a su pija cuando salía, para volver a entrar.

Ella y yo seguíamos en un 69 y él se colocó casi sobre mí para que se la chupe, mientras la tomaba de la cadera, y la atrajo hacia él. Mientras yo lo chupaba, él jugaba con sus dedos en la concha y le daba chirlos suaves en el culo. Ella respondía con leves gemidos de placer. La sacó de mi boca y se la metió de un golpe en la concha. Yo seguí chupando, la conchita de Nati, las bolas de mi novio. “Movete”, le dijo y le dio un chirlo. Ella iba y venía, hundió su cabeza en mi pubis y pasaba su lengua por mi clítoris aprovechando el movimiento. Instintivamente metí dos dedos y me comencé a masturbar. Más chirlos le daba, más se movía y gemía Nati.

De pronto ella se salió, le dijo a él:

Nati: Solamente escupime una vez el orto y métela, de una, hasta el fondo. Y vos, apretame la cabeza contra tu pubis, no me dejes mover.

Nati: Dale, rómpeme el culo como un macho como vos lo puede hacer.

Fue que mi novio escuche esto que escupió el orto, apoyo la punta de su pija y tomándola de las caderas se la enterró. El grito fue tremendo, pero quedó ahogado por mi pubis. El entraba y salía como una bestia, ella con dos toques en la pierna me indicó que la soltara. Me corrí de debajo de ella y me puse a un costado a mirar. La cara de Nati fue cambiando de dolor extremo a placer extremo.

Mi novio me indicó que me ponga a la par de Nati. Entendiendo su dolor, le acariciaba los pechos y la besaba. De pronto, sentí que tres dedos de mi novio entraban en mi vagina, se movían dentro, salían y volvían a entrar. Nunca esperé el tirón de pelos. Hizo que me arqueara y fue en ese instante que dos de sus dedos entraron a fondo en mi culo. Los empezó a mover frenéticamente, sentí que mi culo chorreaba y estaba segura que era sangre. Cuando pensaba eso, fueron tres los dedos que entraban. Me soltó el pelo y me dio un chirlo. “Muévanse, vamos quiero ver como se mueven con todo” nos dijo, y nos dio un chirlo a cada una.

No sé cuánto tiempo estuvo bombeando a Nati, si 10 o 15 minutos. Para mí fueron horas las que estuve moviéndome con esos dedos adentro. Sentí que su respiración cambiaba, metí dos dedos en mi concha y me empecé a dar con todo. Por lo que pude ver Nati hizo lo mismo.

Cuando él llegó, la tomó de la cintura y la mantuvo en el aire unos segundos mientras daba los bombeos finales. La soltó y ella cayó desmayada, yo al lado de ella, casi igual. Él se mantuvo de rodillas unos minutos, acercó su pija a la boca de Nati se la abrió y siguió bombeando. Parecía que no pasaba la excitación. “déjala, no da más pobre”, me miró como pudo se puso a mi lado, me tomó de los pelos y me la metió en la boca.

Yo no la chupaba, el me cogía la boca. “ponete de rodillas y Pajeate la concha” fue la orden. Nunca lo había visto así, tan loco y excitado. Hice lo que me indicó y el como pudo dentro de la carpa, se puso su pija junto a mi cara y se empezó a masturbar. Cuando estaba por acabar, me abrió la boca y me acabó, parte en la cara y parte en la boca.

Caímos los dos, Nati estaba empezando a recuperarse, nos acostamos los tres juntos y nos dormimos.

Cuando despertamos, nos miramos y nos reímos.

Fuimos a la playa y charlamos sobre lo que había pasado. Mi novio y yo incrédulos todavía, pero genial con el placer que habíamos sentido.

Nati nos dijo que ella, como lo demostró, disfruta del sexo así. Y por eso eran las discusiones con el novio. Aunque nunca llegaron a hablar de hacer un trio.

Al atardecer, fuimos volviendo a la ciudad. Nosotros por nuestro lado y Nati por el suyo.

Confieso que nunca esperé abrir mi mente (y otras cosas también) como ese fin de semana. Yo que creía que más de lo que gozaba (que no era poco) no podía llegar a gozar.

Por un tiempo, Nati nos visitaba y se quedaba en casa. Luego, los tres decidimos alquilar una casa más grande e irnos a vivir los tres. Pero eso es para otro relato.

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