Mi nombre es Daniel. Tengo 42 años. Mido 1.70, soy castaño de ojos claros y piel blanca. Tengo una contextura física tirando a musculoso aunque no se me marcan los abdominales. Soy un tipo masculino, y disfruto serlo. Me gustan los hombres masculinos. Principalmente los heteros, como a muchos… Estoy casado con una mujer desde hace 11 años.
Y aquí comienza mi historia…
Durante mi adolescencia temprana nos chupábamos la pija con un vecino del barrio y yo me lo cogía a él.
Después me puse de novio con una chica, después con otra, y así sucesivamente.
Siempre les gustó cómo me las cogía porque en general a todas les chupaba bien la concha.
Pero yo siempre quería volver a estar con un flaco.
Y mi imaginación volaba. Y mis pajas eran diarias.
Ya de grande, a los 30 años, me decidí y conocí a un tipo mas grande que yo, por una página.
(Abro un parentesis… siempre busqué encamarme con tipos petisos, como yo o menos, masculinos, pijudos y musculosos. y si tuvieran piel trigueña, o no blanca leche, mejor. Porque para blanco estoy yo…)
Este tipo cumplía con algunas de estas características que yo buscaba. Y sí que no sabia cómo tratar un culo. Yo era prácticamente virgen, porque no puedo contar la culeadas de pibito como experiencia anterior.
Literalmente me rompió el ojete. No fue agradable, en lo más mínimo. Me hizo doler. El sólo quería que su pija entrara en mi culo. Y yo no supe qué carajo hacer.
Algo que aclaraba siempre cuando planeaba conocer a alguien es que no quería besos. Que no me gustaban. Nunca me gustaron mucho. Que no besar era como una condición que yo ponía.
Y como no pudo ser de otro modo, este tipo me llenó la boca de saliva.
En fin.
De ahí en más entraba en las páginas de contacto y buscaba algo que me gustara. Pero nunca concretaba.
Y era principalmente porque yo buscaba un activo, masculino, petiso, musculoso, y fachero. Y lo fachero para mí tiene que ver más con una cuestión de actitud que de belleza (porque el que me rompió el ojete era rubio de ojos celestes…), y esas cosas son difíciles de encontrar.
Y así transcurrió mi vida. Me casé, tuve hijos, pero nunca dejé de buscar.
Hasta que finalmente sucedió.
En una página de contactos vi su foto. Una foto que me voló la cabeza. Sólo se veía la parte media del cuerpo. Desde el pecho hasta las rodillas. Vistiendo un pantalón corto y nada más.
"Eso es lo que quiero", pensé. Y entré a ver el perfil.
32 años, 1.68 m, deportista, activo.
¿Qué más podía pedir?
Y le mandé una solicitud, esperando que me la rechazara. Porque imaginé que un pibe así, con ese cuerpo, activo (algo muy buscado en las paginas de contactos), debería tener muchos contactos para seleccionar.
Y me respondió.
Me mandó un par de fotos sencillas que me gustaron mucho.
En una de ellas estaba vestido con ropa deportiva, pantalones cortos, con una cerveza en la mano, y me dije: "esa es una actitud de macho".
Le hice algunas preguntas y todas las respuestas me gustaron. Cuando me escribía, no tenía dudas de lo que quería; se lo notaba un tipo amable, masculino, con las cosas claras. Y yo no quería quilombos en mi vida. Era el tipo con el que me quería encamar.
Nos pusimos en contacto por Telegram y me pasó algunas fotos más.
Yo estaba cada vez más convencido de que quería estar con él.
Las fotos del cuerpo estaban espectaculares.
Piel más clara que los trigueños, lampiña. Buenos pectorales, linda panza (muy poca, pero la suficiente como para excitar), unas gambas de futbolista impresionantes (que debo admitir que fue lo que más me impactó a primera vista), y una cola de película.
Su cuerpo era musculoso, natural porque no hacía gym. Tenía todo lo que quería. Y cuando me mostró la pija fue lo más. Se veía una pija hermosa, más oscura que su piel, simétrica, recta, gruesa.
Y la foto de cara, cómo describirlo. Ojos rasgados, marrones, de mirada profunda. Muy poco bello, pelo castaño, corto, prolijo. Un pendejo hermoso. Con las cosas claras.
Le mandé un audio para escuchar su voz. Y me contestó. Qué voz de macho. No se le caía una sola pluma. Hablaba tranquilo, como si nos conociéramos de toda la vida. Así de clara la tenía. Ya me lo imaginaba cogiéndome la boca y diciéndome que me la comiera toda.
Yo estaba como loco. Quería tocarlo ya. Sentirlo. Coger con él.
Pero él no estaba apurado. Y eso hacía todo más interesante.
El quería primero charlar, tomar una cerveza o un vino, conocernos… Y yo, que no tenía experiencia con tipos, no sabía si la ansiedad de estar con él me iba a permitir contenerme.
Luego de algunos intentos fallidos, por diferentes motivos, quedamos en encontrarnos.
El vivía en otra ciudad, y encima yo casado… Difícil lograr un encuentro. Pero yo estaba decidido a arriesgarlo todo por estar con él. Y si no pegaba onda, no me importaba, al menos lo iba a disfrutar mirándolo un poco en vivo y en directo.
Y llegó el día.
Me pasó la ubicación y me dirigí a su casa.
Me bajé del auto y él salió a abrirme la reja.
Salió como si nada pasara, con ropa deportiva, pantalón largo de algodón negro, de esos que se afinan en las piernas y marcan bien la cola (de los que tienen buena cola). Abrió la reja y me invitó a pasar.
Si en las fotos estaba bueno, en persona, no les cuento.
Me invitó a sentarme en un sillón frente al TV y me ofreció una copa de vino. Se puso a charlar, tranquilo, con un manejo de la situación increíble.
Yo ya sabía quién iba a mandar en esa relación. Ya sabía quién iba a coger a quién y quién iba a terminar con la boca o el culo lleno de leche.
Cuando se sentó al lado mío quería tocarle la gamba. Quería manotearle la pija. Pero él no hacía nada, solamente charlaba y tomábamos vino.
Y entonces pensé que tal vez yo no satisfacía sus expectativas.
Y de repente me besó.
Pero… a mí no me gustaban (sí, bien escrito está el verbo) los besos.
La puta, che. Que no podía creer lo bien que se sentían esos labios, esa lengua. Qué campeón este tipo. Nunca me había pasado algo así.
Ya ni siquiera me enfocaba en tocarlo, porque besarlo era tan pero tan placentero que me llenaba, me colmaba, me cubría de placer.
Y yo, que no me gustaban los besos…, no podía ni quería parar.
"Cómo puede ser tan exquisito?", pensaba. "¿Cómo puede gustarme tanto esto?". "¿Cómo puede gustarme tanto sentir sus labios, su lengua, su saliva?".
Y me costaba contenerme, porque él sabía lo que hacía, y yo no me podía controlar, y lo aprisionaba contra mí, pero él ponía el límite, y me frenaba. Ufff, eso sí que era peor, más quería yo. Pero él me enseñaba, me mostraba, me chupaba el labio, me buscaba la lengua, me besaba, me indicaba qué y cómo hacer hablando y sin decir nada también. Un experto. Un experto en el brindar placer.
Pero en el medio de esta idiotez que sucedía en mi cabeza, que me sentía como flotando, me bajó de un hondazo. Agarró mi mano, se la llevó a su entrepierna y me dijo: "Agarrame la pija".
¡Qué hijo de puta! Ni me dio tiempo a prepararme para hacer eso. Eso que yo quería desde hace tantos años, tocarle la pija dura a un macho. Y que desde que me besó hasta ese momento se había esfumado de mi cabeza porque su boca me llevó a otro planeta.
Y encima me lo dijo con esa voz de macho, con esa intensidad, con esa dureza que no te da opción (y encima es la que cualquiera hubiera querido).
Mi pija estaba que explotaba, pero no me importaba en lo más mínimoo. Sólo me enfocaba en disfrutar de esa boca, de esos labios, de ese labio de abajo carnoso que tenía una consistencia dura que daban ganas de morderlo todo el tiempo, de chuparlo, succionarlo, tocarlo. Y ahora le había sumado su pija….
"Dale, agarrame la pija", me volvió a decir.
Pero es que yo no tenía otra opción, porque mi mano estaba ahí mismo, con la de él encima dirigiéndola. Y yo no lo podía creer. Este macho, hermoso, masculino, musculoso, me estaba mandando a agarrarle la pija. ¡Y ni tuve que pedírselo!
Volaba…
Mientras lo besaba lo olía, le tocaba el pelo, el cuello, la cara.
!Qué piel! ¡QUE PIEL! Impresionante esa piel, suave, extremadamente suave, lisa. De esas pieles que parecen aterciopeladas. Que no podés dejar de tocar porque es placentera al tacto.
Pero necesito detenerme acá. Porque tocarlo fue increíble. Era tan agradable hacerlo que no podía parar de hacerlo. Tocarlo y besarlo al mismo tiempo era grandioso. Tocarle el pelo y despeinarlo. atraerlo hacia mí. Tocar su cuello, sus orejas, su nuca. La gloria misma.
Y ya imaginaba que si tenía esa piel en el cuello y el rostro, tenía la misma piel en la pija (ya verán que no me equivoqué…)
¡Qué perfume! No sé cuánto era de él y cuánto agregado. Porque el olor que emanaba se mezclaba con el gusto que percibía cuando lo besaba y le chupaba el cuello. Muy natural. Exquisito. No tenía olor. Nada. Sólo un tono perfumado natural que también imaginé sería así en todos lados.
Nos paramos. Nos pusimos de pie (porque él quiso, obvio) y pude tocarlo todo. Qué cola hermosa. Qué piernas musculosas. Todo duro. Todo firme. Y sí, no dejaba de besarlo mientras lo tocaba. No podía.
Lo apoyaba. Sentía su pija contra la mía. Sentia su abdomen duro.
Se sacó el buzo y quedó en musculosa. Le quería sacar la remera y cuando lo estaba haciendo veo que se mete la mano en el pantalón para bajarlo y me dice: "chupamela".
Cómo describir lo que sentí en ese momento… Imposible. Lo miré a los ojos. me temblaban las patas.
No me dejó ni siquiera verlo en bolas para poder disfrutarlo! No perdía tiempo,
Le terminé de sacar la remera como pude, le chupé las tetillas y la panza antes de bajar…
Qué piel. ¡Por favor! ¡Qué piel! Lo chupaba, lo tocaba. Pero no me dejó hacer, porque ahí no mandaba yo. Se me había dado vuelta todo sobre el sexo. Acostumbrado a dirigir con mi pareja, pasé a ser sumiso.
Acá se hacía lo que él quería. Sin violencia. Sin palabras.
Era como bailar el tango. Pero mandaba él. Y qué bien lo hacía.
Me arrodillé y me encontré frente a una pija gorda, con una cabeza morada de un tamaño acorde al contorno de esa verga (sí, terrible cabeza tenia ahí abajo este hijo de puta). Pero juro que no me dio tiempo ni a contemplarla, porque se agarró la pija con una mano, me agarró de la nuca con la otra y me la mandó a guardar en la boca…
Pero no la puntita. Este quería que me la metiera toda. Pero no me entraba! Porque esa pija era gorda de verdad.
Me ensalivé un poco los labios y volví a intentar… obvio que con una mano en mi nuca que no me daba más opciones.
Mientras tenía la pija en la boca le iba sacando el pantalón, el slip y las medias. Y él se sostenía de mi nuca.
Ya completamente en bolas se la seguí chupando.
No puedo decir que sentí la piel suave de su prepucio en ese momento, o que esto o aquello, porque realmente me la metía hasta la garganta.
"Así, toda", me decía.
La sentía bien al fondo Y eso me gustaba. Mi sueño hecho realidad.
Lo que no me imaginé es que ahí mismo me iba a dar un pijazo que me iba a hacer caer las lágrimas.
"Sí, toda", me decía. Y me cogía la boca. Literalmente hablando. Porque le daba al movimiento de cadera…
Una mano la ponía en mi nuca, la otra debajo de mi cara, para sentir hasta dónde entraba su pija. Y el movimiento de cadera hacía todo lo demás. Me la sacaba toda y me la volvía a meter. Reiteradas veces.
Cuando la sacaba un poco intentaba chuparle la cabeza. Quería disfrutar y terminar de comprobar que su piel era perfecta en todos lados. Pero enseguida me la volvía a meter. Y ya no sólo se me caían las lágrimas, cada tanto se me producía una arcada por lo adentro que me la metía.
"Vení", me dijo. "Vamos a la habitación".
Y recién ahí lo vi completamente desnudo. Porque antes solo estaba de rodillas y con la pija en la boca.
Parado frente a mí. Con esa pija erecta, gorda, y esa cabeza perfecta, morada. Las gambas musculosas haciendo juego con su torso.
Qué ejemplar de macho.
No podía dejar de admirarlo.
"Qué lindo tipo que sos", le dije.
"Vamos a la cama", me respondió.
Se dió vuelta y empezó a caminar.
Un orto perfecto. Como no podía ser de otra manera.
Una espalda ancha y cintura chica.
Y yo deleitándome con el espectáculo… sí, de culo y de cuerpo entero.
Ya en la cama me hizo acostar de frente a él y me volvió a besar. "Tranquilo", me decía. "Yo te muestro". Y me enseñó a disfrutar de sus labios.
Pero no mucho.
"Chupámela", me dijo. Y me hizo bajar hasta su verga erecta.
Intenté nuevamente metérmela toda, pero me daba arcadas. La posicion no era la mejor. pero a él le gustaba. Me hizo acostar boca abajo mientras le chupaba la pija porque me quería ver el culo.
"Qué lindo culo tenés", me decía. "Uh, sí, tragátela toda". "Así, toda". Y me daba un pijazo.
"Sí, toda", repetía. "Toda". Y me la volvía a meter.
"Cométela toda, es para vos". "¿Te gusta?, ¿te gusta la pija?", me decía. Y no le podía contestar, porque él no me dejaba que me la sacara de la boca que ya me la metía otra vez.
"Vení, acostate boca arriba con la cabeza colgando".
Dudé un poco. Sabía lo que quería hacer. Y si en una posición en la cual yo podía tener cierto control, no podía controlar que me hiciera dar arcadas, sabía que en ésta, me dominaba al 100% y que la pija iba a entrar más al fondo aún.
Dicho y hecho.
Se acomodó de pie detrás mío. "Abrí la boca", me dijo. Y me la metió.
Una mezcla de placer, miedo, desesperación… todo junto.
Pero… ¡qué PLACER!. Sentir las bolas de ese macho cuando me metía la pija en la boca, tocarle las piernas, saber que me controlaba por completo. Indescriptible.
"Te gusta?, Mmm? Te gusta?", me decía. "Toda". "Toda". Y exactamente eso pasaba. Entraba toda. Y arcada tras arcada, la sacaba por completo y me la volvía a meter.
Me pasaba la verga llena de saliva por la cara, me golpeaba la cara con la pija. Y otra vez la verga en el fondo de mi boca.
No se cansaba. Era un pijazo tras otro.
Y yo soñaba despierto esa maravillosa experiencia.
"Sentate". Y le hice caso.
Estaba todo congestionado. La nariz tapada de tanta pija. Los ojos llorosos.
Me trajo servilletas y Vick vaporub.
Sí, tenía toda la intención de que se me despejara la nariz para poder volver a cogerme la boca.
Nos volvimos a acostar un rato. Me dio unos besos.
"Vamos a hacer un 69", me dijo.
Qué bien que me chupó la pija!, y qué rápido se fue para mi ojete!!!
No duró mucho ese 69. Me hizo poner boca abajo y me comio el orto.
¡Qué placer! Nunca imaginé que se podía sentir eso. Me devoró el culo. Y me lo empezó a preparar.
"Relajate", me decía.
Lógico, sabía que semejante pedazo no iba a entrar así nomas.
Mucha saliva, un dedo, dos dedos, tres dedos. Y en el interín abria un envase de forro.
"Sacá la cola". Decía.
Y yo no hablaba. Sólo me dejaba hacer.
Y llegó el momento en el que se me subió encima…
Notaba que tenía una mano con los dedos metidos en mi culo y la otra agarrándose la pija para guiarla hasta mi agujero.
Intentó. Pero no entró.
No dijo nada.
Volvió a bajar y otra vez comenzó con la lengua y los dedos. Yo volaba. No veía nada, porque estaba boca abajo. Solamente imaginaba lo que hacia.
Y otra vez subió.
"Relajate. Sacá cola". Y sentí que algo caliente estaba empezando a meterse adentro mío. y me dio miedo a que me doliera.
Pero no. No entiendo cómo pasó. De un momento para el otro tenía la pija de este macho adentro de mi ojete. Quien ni lerdo ni perezoso me empezó a coger.
Primero despacio.
"Te gusta", me decía
"Me encanta" le contestaba. "Cómo me gusta sentirte atrás mío. Sentir tu verga en mi orto".
"Que bueno que te guste", dijo y cambió el ritmo.
Y era tanto el placer que no me acuerdo todas las posiciones que me hizo poner. Que la pierna para aca, que para alla, que levanta la cola.
El tipo este no se cansaba nunca…
Y con la pija ensartada me hizo poner boca arriba. Con mis piernas sobre sus hombros.
Y me besó, pero sin dejar de cogerme. Todo un experto en la cama.
Y lo pude ver. Lo pude mirar cogerme. Mirarlo a los ojos. Leer sus expresiones, ver su cuerpo en movimiento, sus caderas, su abdomen. Y lo tocaba. Y no lo podía creer.
"Te gusta", me decía
"Me encanta" le contestaba. "Qué bien me coges".
Y se intensificó más la cogida. Y le cambiaba la cara. Se mordía el labio. Y se escuchaba el golpeteo de los cuerpos.
Me cogió un rato más. Me la sacó. Y se fue a lavar la verga al baño.
Volvió y me dijo: "¿me la chupas?"
Yo no lo podía creer. Un macho insaciable.
Se sentó contra el respaldar de la cama y me invitó a chupársela.
Ahora sí. Ahora era mia esa verga.
La tocaba, la chupaba, le metía la lenga debajo del prepucio. Le tocaba los huevos, se los chupaba.
Y otra vez me cortó del bambo.
Y otra vez la pija al fondo. Cómo le gustaba al hijo de puta!
"Toda", decía. "Toda". Y me empujaba la cabeza.
Y me gustó el jueguito. E intentaba mantenerle la pija al fondo de mi garganta lo que aguantara mi respiración. Y hacía como que tragaba para estimular su glande. Y le gustaba… "Uh! qué rico!", decía. Y daba un empujoncito más que me hacía dar una arcada.
Yo la sacaba para respirar, pero él me la volvía a meter. No paraba. y nuevamente lo mismo. Me la dejaba al fondo de mi garganta, chocaba mi frente con su abdomen, me daba un empujón con la cadera para que entre más su pija hasta darme una arcada y yo la sacaba de ahí.
Y así estuvo jugando conmigo un rato.
Y me gustaba.
"Te gusta?", Me decía. Y yo no podía hablar. Porque tenía esa hermosa pija en la boca.
"Date vuelta", me dijo. Se puso un forro. Agarró lubricante, se embadurno la pija, me puso en cuatro y me dijo "para la colita".
Y otra vez me empezó a coger.
Era tanto el placer que me dejaba sin aliento, no respiraba. "Respira", me decía. Y yo volaba en placer.
No paraba. Cogía, cogía y cogía. Y yo disfrutando.
Siempre me decía "para la colita, eso, para la colita". Y hacia lo que podía.
Después de garcharme en varias posiciones, se sacó el forro y se fue a lavar la pija.
"Chupamela", me dijo.
Me hizo sentar contra el respaldo de la cama. Él se paró adelante mío. La pija quedaba justo a la altura de mí cara. "Chupamela" fue la orden. "Abrí la boquita". Y de una se fue esa verga al fondo de mí garganta. Sentía su abdomen contra mí cara. Cada tanto una arcada. Cómo me cogía la boca! Manejando siempre la situación. Todo un macho alfa
"Pedime la lechita", me dijo.
Y se la pedí. Se la pedí y se la pedí. "Mírame" me decía. Y lo miraba con toda esa pija en mí boca. Y los ojos llorosos porque me la mandaba a guardar hasta el fondo.
Una vez había probado el semen. Y me desagradó.
Con el quise probar qué pasaba.
"Pedime la lechita" me volvió a decir. Así lo hice, y él, mirándome desde ahí arriba, se pajeo y vi el placer en sus ojos, vi el momento del clímax, y en ese instante, me empezó a tirar la leche adentro de la boca. Una leche tibia, rica, dulzona. Una leche que tragué completamente.
Y bueno, después de eso nos bañamos, lo bañé, lo toque, y me cocinó unos churrascos con ensalada. Yo me vestí, cenamos, y antes de que me fuera me dijo " me la chupas un poquito más?".
Pero cómo decir que no! Me dejó sentado como estaba en el sillón, se me puso adelante, y otra vez esa pija en mí boca.
Me cogió la boca como si no hubiera estado garchando hacia una semana. Yo no lo podía creer. Era un sueño de película hecho realidad.
Y obviamente me dijo "abrí la boquita", " mírame", mientras se pajeaba.
Lo miraba a los ojos. Veía su placer, su gozo. Su excitación. Yo mantenía la boca abierta. Esperaba otra vez esa leche caliente.
"Pedimela" me dijo. "Dámela, dámela toda. Dame la leche". Ahí va, me dijo, ahí va, y me volvió a vaciar su esperma en mí boca.
Y sentí esa leche caliente adentro de mí boca, en mis labios, en mí lengua. Y le lo tragué todo.
Para mí fue el día de sexo más placentero de toda mi vida.
Aún sigo sin creer que eso me haya sucedido.
Haber conocido a un macho, dominante, lindo, musculoso, pijudo, lechero y que encima de tener rico olor y rico gusto, coge bien