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Me dan un arrimón en el metro y terminé entregando el culo
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Tenía 21 años y ya hacía algunos meses que Roberto se había ido a trabajar a Tijuana.

Acababa de empezar a salir con una chica, y mi vida parecía que volvía a la normalidad a excepción de un par de veces que Roberto había viajado a la Ciudad de México y me había hecho su putita, pero nada más, había logrado eso sí tener sexo con mi nueva novia también en un par de ocasiones.

Estaba iniciando el sexto semestre de un total de 10 semestres cuando recibí una oferta de dos de mis mejores amigos, ambos compartían un departamento de 3 recámaras con otro chico, el cual se había transferido a la ciudad de Mérida.

El departamento pertenecía a un familiar de uno de ellos y por esta razón se lo estaba dejando a un precio módico, en una buena ubicación y con metro y transporte muy cerca, más cómodo, grande y espacioso que el que rentaba, y además al dividir la renta entre tres me quedaba súper barato, el único inconveniente es que me quedaba entre 15 o 20 minutos de la escuela, pero en México el transporte colectivo es muy barato, por lo que aun pagando transporte me quedaba muy económico y además me emocionaba poder convivir con mis amigos.

Le comenté a mis padres y aunque no fue fácil convencerlos, al final accedieron al decirles que era más cómodo, en una zona más segura y que no iba a estar solo, así que el siguiente fin de semana me mudé al departamento de mis amigos.

Ese semestre tomé una clase más temprano que mis amigos y por lo tanto me tocaba viajar solo en el metro, salía del departamento antes que se levantaran.

Como no debe ser sorpresa para los que viven en la ciudad de México, entre las 6 y 9 de la mañana son las horas pico y el metro siempre va atestado. así que al entrar y salir del metro a esas horas hay un mar de gente apresurada, corriendo y vas a recibir sin duda empujones y apretones al entrar y salir del metro y viajar apretado entre varias personas, perdiendo completamente la distancia social, también debes ir muy pendiente de la cartera porque los carteristas aprovechan la multitud y también cuidar la mochila, porque pueden utilizar una navaja para romperla y tratar de robar algo, por lo tanto mi mochila la traía colgada enfrente de mí, entre mi pecho y mi vientre a fin de tenerla siempre a la vista y reducir el riesgo.

Como de costumbre entré al vagón del metro entre empujones y busqué acomodarme entre el mar de gente agarrándome de un tubo vertical que la gente usa para sostenerse y evitar perder el equilibrio entre los apretones, empujones y el vaivén del vagón, llegamos a la siguiente estación y se abren las puertas entrando otro mar de gente, y entre los empujones alguien presiona su bulto contra una de mis nalgas, lo sentí claramente, solo un segundos, pero no creo que fuera la hebilla de su cinturón u otro objeto. Consideré que el contacto fue accidental y no puse mucha atención.

El tren inició su marcha y en los vaivenes del vagón alcancé a sentir otra vez el roce de su bulto contra mi nalga, muy suave, casi imperceptible, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi piel se erizó, los roces parecían accidentales, solo un segundo y se retiraba, siempre siguiendo el movimiento del metro, pero me estaba poniendo cachondo, intenté cambiarme de lugar pero era imposible, así que lo pensé mejor, me quedé estático y cerré los ojos tratando de concentrarme y sentir con mayor agudeza el leve contacto, que estaba disfrutando mucho, sentí en los siguientes roces que su verga se estaba poniendo más dura y mi verga también empezó a pararse, lo cual me ponía en una situación incómoda y para tratar de ocultar mi erección bajé mi mochila a la altura de mi pelvis, y sin intención al hacer ese movimiento tuve que echar un poco el culo hacia atrás y el contacto se hizo más fuerte, alcanzando a sentir el grosor de su verga, creo que creyó que empujé el culo a propósito, porque en el siguiente vaivén del metro me apoyó toda la verga contra las nalgas y no se retiró, ya no podía ser un contacto accidental, sentí claramente que su verga estaba dura como una piedra y podía adivinar su longitud y grosor, e incluso la cabeza de su verga.

Era muy excitante, se repegó más a mi y alcancé a sentir su respiración en mi nuca y el olor de su colonia, y en cada vaivén del vagón aprovechaba para mover su verga por toda mi rajita en un discreto pero suave bombeo, que continuó por varias estaciones. Mi mente dudaba en cómo reaccionar, salir corriendo, reclamarle o fingir no sentir nada, y escogí esta última opción, estaba paralizado, ruborizado y me daba miedo voltear y alguien se diera cuenta, pero intenté reconocerlo a través de su reflejo en la ventana, sólo pude observar que vestía un traje gris y un portafolio, y su tez era morena clara, pelo negro y entrecano, pero no pude ver su cara, seguramente sería algún oficinista o empleado de gobierno. De pronto llegamos a la siguiente estación y un mar de gente empezó a salir, entre ellos mi apoyador, pero antes de irse me dio un pequeño apretón en mi nalga derecha que hizo que diera un pequeño respingo y quedara parado todo cachondo y confundido y con mi verga al tope.

La siguiente estación era la de mi escuela e intenté relajarme para que mi verga se bajara, pero no fue fácil, solo logré que perdiera un poco de dureza, así que me bajé del tren tapándome la erección con mi mochila y discretamente fuí a los sanitarios de mi escuela a masturbarme y soltar la leche, lo cual no fue suficiente ya que estuve todo el día caliente y recordando lo sucedido, terminando clases estuve más cariñoso que de costumbre con mi novia, pero no logré llevarla a la cama y descargar mi calentura y nuevamente me tuve que masturbarme esa noche.

Al día siguiente inconscientemente o no me subí al mismo vagón del metro, pero no pasó nada, salvo los empujones y apretones de costumbre, ni al siguiente, día.

Pasó una semana y ya casi había olvidado la experiencia, cuando en la misma estación de la vez anterior, después del mar de gente, sentí que nuevamente alguien se me repegaba atrás, y directamente apoyaba su verga en mi culo, y percibí el olor de su colonia, el cual me resultó familiar, sin lugar de dudas era nuevamente mi apoyador, así que cerré los ojos y me relajé para disfrutar el calentón que me dio la vez pasada.

En esta ocasión fue muy directo, su verga se puso dura al instante y empezó a refregarme la colita, traía una playerita deportiva la cual discretamente sacó de mi pantalón sin que nadie se diera cuenta quedando desfajado con la playera por fuera del pantalón y después sentí que junto a su verga empezaba a apretar mis nalgas, por debajo de la playera, no pude evitar dar un ligero respingo de sorpresa y apreté el culo, pero inmediatamente me relajé y dejé que disfrutara de mi colita.

Me encantaba como me acariciaba la colita, apretaba mis nalgas muy suave y me abría una nalga para que su verga se acomodara mejor en mi rajita y pude sentir la caricia de su verga directamente en mi hoyito, solamente separada por la delgada tela de nuestros pantalones, fue muy excitante, empujé mi colita hacia atrás para que el contacto en mi hoyito más intenso y en el siguiente vaivén del metro sentí que junto con su rica apoyada apoyaba sus labios en mi nuca y me daba un discreto beso en la nuca, totalmente inesperado, busqué su cara en el reflejo de la ventana y ahora si pude ver su cara, él se da cuenta y sonríe, efectivamente era un señor maduro, alrededor de 50 años, tez morena clara, usaba bigote, no muy grande y bien conservado, podría decirse que me resultaba atractivo.

La apoyada siguió en las siguientes estaciones, siempre en forma discreta y aprovechando los vaivenes del metro para moverse y embestirme por encima de nuestras ropas, en esta ocasión, yo también aprovechaba cada movimiento del metro para empujar mis nalgas y sentir en forma mas intensa sus arremetidas, parecía que su verga quería atravesarme a través de la ropa e incluso sentí el calor de su verga ardiente y el grosor de sus venas, sus dedos se hundían en mi colita también, aprovechando que la tela de mi pantalón era flexible y llegó a masajear la entrada de mi orificio con la yema de uno de sus dedos, tuve que morderme los labios para no lanzar un gemido. Cuando llegamos a su estación me hizo una seña para que lo siguiera a través del reflejo en la ventana, pero me dio miedo y me quedé nuevamente estático, esta vez con la tela del pantalón muy metida en mi rajita y ardiendo de calentura, y fue similar a la vez anterior, me bajé en la siguiente estación y discretamente saqué la tela del pantalón de mi cola, me dirigí al baño a masturbar y tirar la leche y nuevamente me tuve que masturbar en la noche ante una nueva negativa de mi novia.

Al día siguiente, nuevamente me dirigí al mismo vagón del metro y busqué acomodarme como las veces anteriores, llevaba la playera por fuera de mi pantalón para esperar a mi apoyador, por si tenía suerte y se presentaba, y efectivamente al llegar a la siguiente estación pude reconocerlo entre las personas que estaban esperando en el andén y alcanzó a verme, la circulación de los trenes del metro es constante, por lo que seguramente también estaba esperándome, rápidamente se metió al vagón del metro y entre empujones logró ubicarse nuevamente detrás de mí, sonrió al verme con la playera fuera del pantalón y la historia se repitió, nuevamente sentí su verga en mi cola y su mano acariciando mis nalgas, en esta ocasión fue mas osado y en la siguiente estación tomó mi mano y la jaló hacia atrás, con dirección a su verga, pude sentir en mi mano el diámetro y longitud de su verga a través de su pantalón, se sentía muy gruesa y caliente, apreté su verga y pude sentir su dureza, era una situación muy morbosa, con toda la gente alrededor, su verga se endurecía todavía más con mis caricias y de pronto sentí que apartó un poco su verga de mi mano y en el siguiente vaivén del metro, tomó nuevamente mi mano la acercó a su verga, pero ya no estaba la tela del pantalón, sentí la piel de su verga ardiente directamente contra mi mano, no podía creer la osadía de este desconocido, voltee a ver a los lados por si alguien se daba cuenta, pero el maletín de mi apoyador por un lado, una bolsa de mandado de una señor por otro lado y el sacó y mi playera tapaban la acción de cualquier espectador inesperado, así que más confiado estuve recorriendo su gruesa verga con la palma de mi mano, era tan excitante, sentía su suavidad y dureza a la vez, su grosor y sus hinchadas venas, también acaricié la punta de su verga y sentí un líquido viscoso en la punta, era su precum, tomé un poco de su precum en mis dedos y me sirvió para recorrer la punta de su verga ardiente usándolo como lubricante, una situación morbosa en serio, tocando la verga de un macho ardiente en medio de un mar de gente y nadie se daba cuenta de lo que sucedía excepto nosotros dos, seguí acariciando su verga mientras el acariciaba mis nalgas y frotaba la entrada de mi hoyito a través de mi pantalón con su dedo, en ocasiones me embestía suavemente con su verga desnuda a través de la ropa punteando directamente a la entrada de mi culo, afortunadamente protegida por la tela del pantalón que evitaba la entrada del invasor, pero era una caricia que me volvía loco, cerraba los ojos para concentrarme en disfrutar y mordía mis labios para evitar que de mi boca saliera cualquier sonido que nos delatara, sentía su respiración muy cerca de mi oreja y mi piel se erizaba, pensé que tal vez me susurraría algo, pero no lo hizo, en lo que cabe era muy discreto.

Llegamos a la estación del metro donde siempre bajaba y se guardó su verga en el pantalón, al bajarse me jaló la mano para que lo acompañara pero nuevamente me resistí, no lograba superar mi miedo, así que se bajó solo, una vez que se bajó acerqué discretamente mi mano a la nariz y percibí el aroma inconfundible de su verga, todavía tenía restos de precum en la palma de mi mano y mis dedos, cerré mis ojos aspirando el olor a su verga en mi mano y mi mente daba vueltas, al llegar a la siguiente estación tuve que recomponerme rápido y bajarme, al sacarme el pantalón de la cola, alcancé a percibir una ligera humedad en el pantalón justo a la altura de mi hoyito, así que no me acomodé la playera para disimular y nuevamente hice lo de los días anteriores, masturbarme en el baño y en la noche si logré convencer a mi novia para tener sexo, así que por fin pude descargar con alguien toda mi calentura, para mi novia no fue indiferente que estaba más cachondo que lo usual y así me lo dijo, le hice el amor con pasión y me vine dos veces en su coño, pero usando condón por seguridad, sino seguramente la embarazo, durante el sexo tomé sus manos y las dirigí a mis nalgas mientras la penetraba imaginando al desconocido del metro, pero mi novia pensó que puse sus manos para que se apoyara y la embistiera más profundo, no era igual de excitante el contacto, pero de todas formas lo disfruté mucho y me vine abundantemente dentro de su coño.

El día siguiente era viernes y no tenía clases en la mañana (la mayoría de las clases era de lunes a jueves) excepto un par de materias que tenía en la tarde, aprovechaba los viernes para ir a jugar futbol con mis amigos en las instalaciones de la escuela, incluso teníamos un equipo y participábamos en un torneo interno estudiantil, el partido no era tan temprano, pero a pesar de ser viernes y poder descansar un poco más, me levanté a la misma hora de siempre y me puse mi uniforme deportivo y salí a tomar el metro, en mi mochila en lugar de libros llevaba un cambio de ropa para ducharme después del partido en las instalaciones de la escuela, sabía que era muy temprano, pero no me importó, estaba caliente por encontrarme con mi apoyador del metro y volver a disfrutar, no me fajé la playera deportiva a propósito y pensé que iba a ser más excitante porque la tela de mi short era muy delgada y flexible.

No me equivoqué, mi apoyador estaba nuevamente esperándome y sonrió al verme en ropa deportiva, nuevamente entre empujones se colocó atrás de mí y yo colaboré haciéndome un poco hacia adelante para darle paso y tome su posición, tan pronto arrancó el tren sentí su mano en mis nalgas, a través de la delgada tela de mi short y di un ligero respingo, aprovechando la abertura de mi short, metió su mano por la abertura de una de mis piernas y por debajo de mi bóxer, acariciando mi nalga al desnudo, sin ninguna tela que la separase, piel con piel, apretando mi nalga suavemente y deslizando uno de sus dedos por mi rajita, hasta que encontró mi orificio, inmediatamente di otro respingo, apreté las nalgas, mi piel se erizó y cerré los ojos, la sensación de su dedo frotando la entrada de mi hoyito directamente, sin ningún obstáculo, era exquisita, definitivamente mi hoyito era demasiado sensible y la caricia me volvió loco, me relajé y separé un poco las piernas, al tiempo que apoyándome del tubo superior del metro empiné la colita para darle mejor acceso al lugar más íntimo y secreto de mi cuerpo, estuvo unos segundos acariciando mi hoyito, frotando con la yema de su dedo y lo retiró dejándome sumamente cachondo, mientras apoyaba su verga contra mi culo, unos instantes después regresó su mano por medio de la abertura de mi short y su dedo buscó nuevamente mi agujero, pero ahora era diferente, se sentía húmedo, seguramente lo había mojado con su saliva y nuevamente frotó la entrada de mi hoyito, empujó suavemente y mi esfínter se abrió con la ayuda de su saliva, solamente la puntita de su dedo, ardió un poquito, pero fue muy excitante, mi verga estaba durísima y sentí una oleada de placer recorrer mi cuerpo, era indescriptible las sensaciones que sentía con la punta de su dedo recorriendo mi interior, mordía mis labios para no gemir, mi vista se ponía turbia, sacó su mano y sentí que ahora me bajaba el short junto con mi bóxer dejando mis nalgas desnudas, pero fuera de la vista de la gente gracias a mi playera y su saco, y enseguida algo ardiente y duro, adiviné al instante que se había vuelto a sacar la verga como la vez anterior y que me quería penetrar, lo cual ya sería el colmo de la desvergüenza, dejarme dar por el culo en un lugar público en medio de un mar de gente, era demasiado y apreté las nalgas, no estaba en mis planes dejarme dar por el culo, pero no apoyaba directamente su verga contra mi hoyito, si no que era una caricia transversal, su enorme verga recorría mis nalgas y mi rajita en un roce riquísimo y la punta de su verga recorría mi perineo y se estrellaba contra mis huevos, yo estaba loco de placer, las sensación de su verga estrellándose en mis huevos era sumamente erótica, cerré los ojos y no pude evitar abrir la boca, un gemido ahogado, ya que no podía emitir ningún sonido, me relajé era imposible que en esa posición me pudiera penetrar, y mis nalgas se abrieron permitiendo sentir el grueso y caliente tronco moviéndose en forma paralela a la raja de mi culo, jamás había sentido nada igual, sentía en mi hoyito la frotada del tronco de su verga y la cabeza de su verga rozando mi perineo y estrellándose en mis huevos, mientras mis nalgas envolvían su tronco, llegamos a la estación donde siempre se bajaba, pero no hizo movimiento de bajarse, continuó restregándome la polla así, el tren volvió a arrancar y llegamos a la estación en dónde estaba mi escuela, pero tampoco hice el movimiento por bajarme, el roce era muy intenso y lo estaba gozando muchísimo, en cada frotada sentía una corriente eléctrica que me atravesaba, además era temprano para mi partido por lo que podría regresar en el mismo metro, así que la frotada continuó unos minutos más, pero sucedió algo que no tenía contemplado, de tanto rozar su verga contra mi culo, en una embestida no aguantó más y sentí que estallaba entre mis nalgas, no lo podía creer, me estaba llenando de leche el culo rodeado de un mar de gente, y no podía hacer nada para detenerlo, fueron 3 o cuatro chorros de leche ardiente que se encargó de untarla entre mis nalgas, y en la rajita de mi culo, cuando terminó de descargar sacó su verga y me subió mi boxer y mi short deportivo, apreté las nalgas, tratando de que no escurriera la leche depositada entre ellas, estábamos llegando a una estación, por lo que rápidamente me bajé, sentía totalmente húmedos mi short y boxer, afortunadamente podía disimular dicha humedad con mi playera, pero me sentía sucio, sentía me daba mucho miedo que alguna gota de leche llegara a escurrir por mis piernas, sería algo muy vergonzoso que alguien lo notara, caminaba apretando las nalgas, seguramente algo gracioso y sentía que la gente me miraba, me urgía algún baño donde poder asearme y cambiarme, entonces escuché una voz detrás de mí

– Espera amigo,

Giré mi cabeza para ver, y si, era mi apoyador, el culpable de mi vergonzosa situación, el cual me había seguido y el único que sabía cuál era mi urgente necesidad y esbozando una sonrisa algo burlona, posiblemente conteniendo la risa dice:

–Tal vez yo pueda ayudarte

Era la primera vez que escuchaba su voz…

Lo que pasó después se los cuento en el siguiente relato

Si les gustó espero sus comentarios, mi correo es:

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