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Tiempo de lectura: 2 minutos

No quería acercarme mucho a ti hoy, sabía que algo así iba a pasar, no sabes controlarte, se supone que mis padres están del otro lado de la puerta, pero poco te importa, en el minuto en el que cerré la puerta te pusiste detrás de mí para jugar con mis pechos como quisieras, no pasó mucho tiempo hasta que me rogabas al oído que te deje ver mis pechos, sonabas tan desesperado.

No podía creer que un señor tan respetado como tú esté así de desesperado por una joven. No te desprendiste de mis pechos cuando los viste apretados por mi corpiño, lo rompiste, no te importó que te haya regañado, dijiste que luego me ibas a comprar otro más lindo solo para que yo lo pueda modelar para ti. Los apretabas, masajeabas, ponías tu rostro en ellos, realmente te estabas divirtiendo. Cuando por fin te cansaste de hacerme gemir jugando con mis pezones, apretándolos, estirándolos y mordiéndolos me hiciste sentarme en tus piernas, al principio me dio algo de pena porque temía ser pesada, pero me tomaste de la cadera y me hiciste sentarme.

Te cansaste de verme caminando por la casa con mi pequeña falda tableada que se levantaba cada vez que intentaba agacharme. Admito que usé esa falta solo para que me veas, me parecía graciosa tu carita frustrada cuando quitaba tus manos del borde de la falda cuando intentabas echar un vistazo. Eres tan lindo.

Ni siquiera me importó que el resto de mi familia pudiera pensar mal de mí siempre que tú estuvieses mirándome. Podía sentir tu erección mientras tus grandes manos acariciaban mis muslos con suavidad, me movía levemente para hacerte sentir bien con la fricción, se sentía tan bien poder estar a solas contigo.

Me paré un momento para sacarme el panty y te lo di luego de volver a sentarme en tus piernas. No parabas de olerlo mientras los dedos de tu otra mano se acercaron a mi vagina. Tuve que tapar mi boca con mi mano para que no se escuchen mis gemidos, estabas jugando con mi clítoris, tus dedos estaban húmedos así que metiste uno de ellos dentro de mí lentamente, sabías que era la primera vez que hacía algo así, querías que esté cómoda, lo sacabas y lo metías una y otra vez, hasta que agregaste otro, no podía parar de mover mis caderas buscando más fricción, moví la mano que tenía mi panty y me acerqué a besarte, me metiste la lengua para callarme, pero no paraba de gemir en tu boca.

Mi respiración se agitaba, mi espalda se arqueaba, no pude aguantar más tuve un orgasmo mientras tus dedos jugaban conmigo. Me hiciste destapar mi boca y abrirla para que puedas meter tus dedos llenos de mis fluidos, tuve que chuparlos hasta que quedaron limpios mientras usabas tu otra mano para jugar con mis pechos. Cuando terminamos guardaste mi panty en tu bolsillo, prometiendo que me ibas a atender bien en casa.

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