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Matando la rutina (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

El sexo se había convertido en una sola muestra de aun estoy aquí… pero la atracción que había entre nosotros en un principio había desaparecido.

Ante todo,  mi nombre es Alveiro y hoy quiero contarles cómo es que tras tan solo tres años de casados la rutina se había apoderado de nuestra relación.

Salía de casa tan solo mirándola, los besos de despedida acompañados con un “hasta pronto mi amor” habían desaparecido de mi boca y aún más, de mis pensamientos. Y al volver, un simple hola y encerrarme en mi habitación era la escena de todas las noches.

Hasta que a eso de las once de la noche sentía su cuerpo frío acomodándose junto al mío, sus manos acariciaban mi pecho por encima de la ropa buscando de esta forma conducirnos a una noche más de sexo y claro yo acostado boca arriba y ella montada sobre mi verga cabalgando a un ritmo ni muy lento, pero tampoco demasiado rápido. Lo suficiente para luego de unos minutos sentir placer sexual como todas las noches. Un placer muy pasajero.

Les contaré algo para que traten de imaginarse hasta donde de horrible o desesperante era nuestra rutina. Cuando la conocí el tan solo oler su aroma tenía el suficiente poder de ponerme a full y aún más el más ligero roce de sus manos sobre mis hombros lograban poner mi verga tan dura que estoy seguro que la danza de espermatozoides no era en mis bolas sino en mi cerebro.

Podía cerrar mis ojos con el solo deseo de adivinar el color y tipo de su interior, y si en su suave voz podía oírle decir tanga color rojo o hilo amarillo, podía trasladarme en milésimas de segundos a una noche de sexo apasionado. Pero todo esto había desaparecido tras los tres años de casados que llevábamos.

Y un día como si fuera cosa del destino, como si estuviera escrito desde mucho antes. Una conversación hizo de esa noche una muy diferente a todas las anteriores. Y fue que se nos ocurriera recordar las veces más ardientes que hubiéramos tenido con nuestros ex… En ambos casos ya sea en los recuerdo de ella como en los míos, todos eran solo meros tocamientos debido a que ella y yo llegamos vírgenes. Ella de haber sido penetraba y yo de haber penetrado, pero aun así nuestros recuerdos tuvieron el poder de sacarnos de la rutina y de trasladarnos a una vida sexual muy placentera. Nunca antes había disfrutado de sus juegos sexuales y a partir de esa noche son para mí como una dieta que no puedo dejar.

Nuestros cuerpos se encendieron y de pronto mi verga estaba dentro de su boca y su lengua parecía querer deshacer mis bolas como si de una paleta de caramelo se tratara… Y mis manos que anteriormente solo se habían limitado a posarse sobre sus caderas cada vez que ella se montaba, ahora estaban jugando en cada parte de su cuerpo… Sus pechos, sus nalgas y aun en sus labios mis manos encontraban forma de satisfacer el deseo ardiente que se había apoderado de nuestros cuerpos esa noche.

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