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Masturbándome en la oficina, la mejor corrida de mi vida
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Partiré diciendo que llevo siglos sin tener sexo, últimamente ando más ganosa que nunca, pero no tengo tiempo de salir y conocer a alguien para pasar la noche. El trabajo me consume mucho tiempo y llego a casa prácticamente sólo a dormir, últimamente también a masturbarme hasta el cansancio antes de dormir.

La necesidad y el llamado de naturaleza es tal que en mis días fértiles me pongo excesivamente sensible y hasta el roce de la ropa interior me hace mojarme.

Hace unos días atrás andaba así de ganosa y húmeda, sentada en mi oficina me acomodé discretamente para presionar la costura del pantalón contra mi clítoris, la sensación fue increíble, y aún más con el morbo de estar con más personas alrededor. Así estuve toda la jornada mientras trataba de concentrarme en trabajar. Las horas pasaron y mis compañeros comenzaron a irse, por lo general soy la que se va de último, así que siempre me quedo sola algunas horas antes de irme a casa.

El asunto es que no podía dejar de pensar en los caliente que me sentía, me estuve aguantando por horas las ganas, haber sentido mi braguita permanentemente húmeda todo el día a esas alturas ya me tenía loca, así que me fui a dar una vuelta para verificar que no hubiera nadie, aseguré puertas y me devolví corriendo a la oficina con la idea de sacarme las ganas.

Me senté y comencé a frotarme en la silla, suavemente al principio, subiendo de a poco la intensidad, estaba realmente caliente, me mojé tanto que hasta se me humedecieron los pantalones, necesitaba más, así que me abrí el pantalón y metí mi mano, riquísimo, toda mi entrepierna estaba muy sensible y muy mojada, lamer mis dedos fue una delicia, mi clítoris sensible e hinchado pedía por más, me metí unos dedos dentro pero no era suficiente, quería más con desesperación, busqué entre las cosas de mi escritorio algo para meterme dentro y lo primero que vi fue el pegamento en barra, era de los grandes, ni quiera lo pensé, metí mi mano sin bajarme la ropa y me lo introduje dentro, que sensación más rica, cuando lo metí todo me volví a sentar y comencé a dar pequeños saltitos en la silla, cada vez que caía me lo hundía dentro hasta el fondo, y cuando subía lo empujaba para que saliera, pero mi ropa interior evitaba que se saliera del todo, así estuve un buen rato, salta que salta en la silla, mojándome más y más, tanto que podía escuchar el chapoteo cada vez que me lo hundía dentro.

La silla de mi escritorio comenzó a incomodarme después de un rato, así que me puse de pie con el pegamento en barra metido dentro para buscar otra locación para seguir con mi cochinada, se sentía rico caminar con él dentro, mientras me tironeaba los pantalones hacía arriba hasta metérmelos por toda la extensión de mi ranura, desde mis nalgas hasta mi chochita, iba partida en dos, pasé por el baño para mirarme en el espejo, me calenté aún más, verme así, toda necesitada por sexo, viéndome el pantalón metido bien duro, la costura haciendo magia en mi botoncito de la entrepierna, me abrí unos botones de la blusa y me saqué las tetas por encima del brasier, que espectáculo verme así en el espejo, me quería morder las tetas, como las tengo un poco grandes puedo lamerme los pezones si me las tironeo un poco hacía la boca, así que eso hice, me chupé los pezones y todo lo que pude de tetas por turnos, me las mordí y me las apreté, mientras que con la otra mano seguía tirando de mi pantalón para aumentar el roce mientras meneaba las caderas, estaba caliente hasta más no poder, pero me aguanté la corrida porque quería disfrutar un poco más, nunca había hecho algo así, así que el morbo me tenía a mil.

Así como estaba, con las tetas por fuera llenas de saliva, el pantalón metido, el pegamento en barra dentro, los labios de mi boca hinchados de tanto morderlos, los labios de mi chochita sensibles y chapoteados, crucé la oficina con dirección a la salita que tenemos para comer, ahí tenemos unos sofás bien cómodos para tomarnos un descanso, así que ese fue mi objetivo final, me quería correr bien rico, así que apenas entré comencé a sacarme la ropa, me quedé sólo con el brasier, porque me gusta como se sienten las tetas cuando las tengo por fuera medio colgando y bien paradas, me abrí de piernas y comencé a frotarme en el apoya brazo del sofá, fue delicioso sentir como mi chochita ultra mojada se deslizaba sin problemas por la cuerina, y más delicioso fue ver la marca que iban dejando mis fluidos, tan caliente estaba que me quería lamer y morder la misma concha! estuve frotándome por varios minutos mientras con cada vaivén intentaba que mis pezones también se rozaran con el respaldo del sofá, ya no me quería aguantar más, así que me saqué el pegamento en barra de dentro, venía cubierto de mis ricos fluidos, incluso quedaron hilos de mi babita colgando de mi concha sedienta, no quería desperdiciar mi rico sabor así que lo lamí por todos lados hasta dejarlo bien limpio.

Me metí todos los dedos que pude mientras trataba de seguir frotándome intentando meterme la mano dentro, porque me quería sentir bien llena, estaba literalmente sentada encima de mi mano, tratando de tragármela completa, movía mis dedos dentro, trataba de abrirlos para dilatarme más, si hubiera podido hacerme un fisting créanme que no lo habría dudado, mientras trataba de tragarme mi mano derecha, con la izquierda me apretaba las tetas, comencé a morderme uno de los pezones, estaba sobre estimulada, ya no aguantaba más, así que me dejé ir, me corrí en medio de jadeos muy sonoros, me corrí tan fuerte y rico que salían chorros y chorros de fluidos, exquisito, nunca me había corrido de esa forma, el sonido del mi eyaculación caer sobre la cuerina del sofá fue lo mejor que he escuchado en mi vida, fueron varios chorros, así que escucharlos y verlos caer fue tan excitante que podría haberme corrido de nuevo, me puse de rodillas en el suelo y lo lamí, lamí todos los fluidos que pude, mientras me metía un par de dedos para sentir las palpitaciones de mi orgasmo, ha sido el mejor que he conseguido masturbándome.

Lo mejor fue al día siguiente, el morbo de ver a uno de mis compañeros sentado justo en el lugar donde el día anterior tuve la mejor corrida en solitario de mi vida hasta ahora, me calentó tanto que sentí como mi chochita se humedecía otra vez.

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