Bueno, después de haber tenido tremendos polvos con Brenda. Deje de ir a esos lugares, ya que mi pareja comenzó a ponerme más atención. No sé si habrá sentido mi distanciamiento, o simplemente, el hecho de haberlo hecho esa noche después de tanto tiempo, despertó algo en ella que volvió nuestra vida sexual más interesante.
Un día, caminando por la calle, a lo lejos pude ver a Alexa, vestía un vestido corto, que, si bien no era pegado, dejaba apreciar su cuerpo. Después de eso, me había quedado varios días pensando en Alexa, recordaba los masajes, su cuerpo, sus corridas y hasta el sabor de su vagina regresaban a mi mente. Me habían dado ganas de llamarla, pero realmente, mi vida sexual por el momento era satisfactoria.
Unos días después, mi pareja me comentó que iba a viajar a visitar a su familia. Se iría 2 semanas. Yo no podía viajar por motivos de trabajo. Así que me quede solo en mi departamento. Los primeros días pasaron con normalidad. Pero después de haber estado acostumbrado a tener relaciones casi todos los días, empezaron a volver las ganas de llamar a Alexa. Decidí escribirle.
-Hola Alexa, ¿cómo estás? – escribí – quisiera ver si estabas disponible para hoy.
-Hola, sí, ¿pero qué servicio desea? – respondió rápidamente.
-Bueno, sexo, pero no sé si se puede por horas, o si se pudiera toda la noche. –me atreví.
-Si, el polvo está 100, si quieres por hora, serian 150 soles, pero ya por toda la noche, podría ser 700 soles.
-Ok, si es toda la noche, ¿es trato de pareja no?
-Si claro.
Coordinamos todo el servicio, le dije que, si podía ser en mi departamento, respondió que sí. Mi departamento es bastante reservado, pero si ingresas con vehículo. Por lo que coordine recogerla y llevarla en mi carro. Acepto y nos despedimos.
Cuando la vi llegar casi me vuelvo loco, estaba con un vestido pegado, muy pegado, era corto, con las justas le cubría el culo en su totalidad y unos pantis negros muy sensuales. La verdad que se le notaba muy puta. Yo estaba como loco.
Se acercó al carro, se asomó a la ventana y al parecer me reconoció. Me saludó cordialmente y subió al carro. Llegamos rápidamente a mi departamento. Entre al estacionamiento y subimos por el ascensor, todos muy discreto, no podía arriesgarme a ser visto por algún vecino. El ascensor llega directamente a la puerta de mi departamento, así que una vez dentro, ya no habría opción a que nos puedan ver.
Una vez dentro, la invité a sentarse, le ofrecí un trago. Nos servimos un ron cada uno y nos sentamos a conversar.
-Me hubieras dicho que eras tú, te hacia una oferta, papi – me dijo.
-De haber sabido – respondí sonriendo – jajaja.
Seguimos conversando un rato, puse música, le serví más ron, estuvimos así un buen rato. Cuando volvimos a tocar el tema de Brenda, me dijo que pensaba que no me había gustado estar con ella.
-¿Cómo se te ocurre? Si eres hermosa, sobre todo vestida, así como ahora – le dije mientras sobaba su pierna.
-Gracias – respondió, se acercó a mí y me dio un beso en los labios.
Comenzamos a besarnos muy apasionadamente. Pasaba mis manos por todo su cuerpo. Ella se subió encima mío, abriendo las piernas, lo que hizo que su vestido se subiera y dejara al descubierto ese hermoso culo. Lo apreté mientras nos besábamos hasta que se acercó a mi oído.
-Quiero que me hagas venir como a Brenda – me susurró – me dijo que eras muy bueno en la cama.
-Yo también la pasé muy bien, pero creo que contigo la voy a pasar mejor – atiné a responder.
-Me vas a hacer todo lo que le hiciste a ella – decía gimiendo, mientras le besaba el cuello.
-Todo lo que quieras mi amor – le respondí – te voy a chupar la concha, te voy a reventar la concha y el ano y te voy a llenar de leche por todas partes.
-Uy que rico papi – respondió.
Se levantó, tomó un sorbo grande de ron y me comenzó a sacar la camisa, mientras lo hacía, me besaba el pecho, pasaba su lengua por mi abdomen. Luego paso a quitarme el pantalón, mientras bajaba, seguía besando mi abdomen. Mi pene estaba semierecto, pero se notaba debajo del bóxer. Alexa se acercó y comenzó a besarme el pene por encima del bóxer. Masajeaba mis testículos. Yo quede solo en bóxer, sentado en el sillón. Ella se paró y se sacó el vestido rápidamente, quedando en ropa interior.
Estaba tan excitado que quería apresurarlo todo, quería que se desvista. Ella se desnudó, rápidamente. Al quedar completamente desnuda, no me pude contener, me levanté y me abalancé contra sus tetas. Las besaba, mientras le apretaba las nalgas. Ella gemía. Mi pene se puso duro de golpe. Ella lo notó y metió una mano dentro de mi bóxer.
-Wow, había olvidado lo grande que era – dijo sorprendida.
-Y todo eso te vas a comer putita – le dije.
La acomodé en el sillón, le abrí las piernas y metí mi cara directo a su vagina. Tenía un olor riquísimo. Comencé a lamer, le sobaba las tetas. Su concha estaba caliente y mojada. Agarro mi cabeza con sus manos y me apretó a su concha. Mi lengua ya estaba dentro de ella. La comencé a mover, su concha se humedecía más. Sus pezones estaban duros y grandes.
-¡Ah por dios, que rico lo haces -decía gimiendo – sigue así por favor!!!
Yo seguía lamiéndole la concha, ella puso sus piernas en mis hombros y se contorsionaba. Movía su pelvis de arriba hacia abajo y gemía. Después de un rato, grito y me inundo la boca con su corrida. Se desplomo en el sillón y trato de recuperar el aire.
-Que delicia papi. Me has hecho venir como loca – decía aun agitada – ahora te toca a ti. Párate y quítate eso – me ordeno señalando mi bóxer.
Me paré frente al sillón, me saqué el bóxer y ella rápidamente se metió mi pinga a la boca. Chupaba fuerte, se la metía toda hasta la garganta, al sacarla de su boca, le pasaba la lengua y se la volvía a meter. Me sobaba las bolas con una mano y con la otra las nalgas. De vez en cuando se la metía hasta el fondo y la dejaba ahí unos segundos, cuando la sacaba, escupía hacia mi pene y abdomen. En un momento, coloco sus dos manos en mis nalgas, las abrió y comenzó a sobar la entrada de mi ano. Creo que era una de las mejores mamadas que me habían dado en mucho tiempo. No me quería venir aún, así que me separe.
-Ven – le dije, jalándola hacia la mesa del comedor – apóyate acá, quiero que esas nalgas reboten en mi barriga.
Le pregunte si tenía preservativo y me dijo que no, que quería que se la meta todita así no más. No dudé, estaba muy excitado. La apoye en la mesa, sus tetas aplastándose en el vidrio de la mesa y el culo levantado. Le abrí las nalgas y metí dos dedos en su concha, los moví fuertemente hasta que noté que se comenzaba a mojar. Le saqué los dedos y le metí la pinga de golpe hasta el fondo.
-Ahhh, puto despacio – me dijo, pero no le hice caso y comencé a bombear rápidamente.
-Me dijiste que te haga lo que le hice a Brenda, así que te espera toda una noche de sexo duro – le dije envalentonado.
Aceptó y seguí bombeando, comenzó a gemir. Sentía su concha bien mojada, estaba chorreando. Comencé a darle nalgadas. Ella comenzó a mover el culo de arriba a abajo. Gemía como loca. Le abrí las nalgas y escupí en la entrada de su ano. Comencé a sobar con un dedo. No dijo nada, así que lo metí hasta la mitad. Dio un respingo de sorpresa y luego siguió moviendo el culo.
-¿Quieres que te reviente el culo también perrita? – pregunte empujando más el dedo.
-¡Si!!!! ¡Por favor!!! Quiero que me rompas el culo – respondió casi gritando.
Seguí un buen rato bombeando mientras estimulaba su ano. Después de haber metido dos dedos y cerciorarme que su ano estaba dilatado lo suficiente. Se la saque de la concha. La levanté y la recosté en el piso. Subí sus piernas lo más que pude, para dejar su ano en buena posición. Coloqué la punta de mi pinga en la entrada y comencé a empujar. Entro casi sin dificultad hasta el fondo. Comencé a moverme despacio, ella gemía, me decía que le gustaba. Agarro sus piernas mientras yo masajeaba su clítoris y sus tetas. Seguía gimiendo. Comenzó a estremecerse.
-Puto me vas a hacer venir de nuevo, lléname el culo de leche puto – decía desesperadamente.
-¿Quieres mi leche puta? – pregunté.
-¡Si! ¡Me vengo!!!
Comenzó a eyacular lanzando un gran chorro que saltó por los aires y cayó en sus tetas y su cara. Esa imagen fue demasiado y sentí como el semen recorría mi pene y salía llenándole el culito. Después de una larga corrida, se la saqué del culo y me desplomé encima de ella. Caí de cara en sus tetas mojadas por su corrida y comencé a lamerlas para limpiarlas. Su sabor era delicioso.
Después de descansar unos minutos, nos volvimos a sentar en el sillón, le serví un ron y nos pusimos a conversar.
-Estuvo riquísimo – me dijo – ¿esto haces con tu pareja todos los dias?
-No exactamente -reí – a ella no le gusta tan duro.
-De lo que se pierde. Eres una máquina papi.
Seguimos conversando un buen rato, ambos desnudos. Luego nos levantamos y le hice el tour del departamento, le mostré la cocina, el dormitorio, el estudio y el pequeño salón de televisión. Y bueno la sala y el comedor ya lo había conocido a fondo. No es un departamento muy grande, pero si es cómodo. Le mostré también el baño de mi dormitorio, era un baño normal., pero con una amplia ducha.
-Que grande tu ducha, ¿entraremos los dos? – pregunto coquetamente.
-Claro que si – respondí – siempre nos ha gustado hacerlo en la ducha, por eso es así de amplia.
-Bueno, ¿entramos entonces?
Fuimos a la ducha, puse el agua caliente y nos metimos. Era excitante ver como el agua caliente corría por todo su cuerpo. Me distraje mirándola ducharse, hasta que ella me jaló y me abrazó, plantándome un ardiente beso en la boca. Nuestras lenguas jugueteaban dentro y fuera de nuestras bocas. Eran besos muy húmedos. Yo sobaba sus tetas y ella mis testículos. Ella se agacho y comenzó a besarme alrededor del pene mientras me masturbaba. Luego comenzó a lamerme las bolas. Se las metía enteras en la boca y las succionaba. Todo esto mientras me masturbaba ferozmente.
Luego se metió mi pene en la boca y volvió hacerme una mamada de campeonato. Realmente tuve que usar todas mis fuerzas para no venirme con esas mamadas. Era una experta chupapingas. Le pedí que se levante y le levanté una pierna, sosteniéndola con mi mano. Con la otra mano dirigí mi pinga a su concha y empujé con fuerza, una vez más, entro de golpe hasta el fondo, se abrazó de mi cuello.
-Me encanta tu verga papi. Y me encanta como me tiras – susurro en mi oído.
-A mí me encanta tu concha mojada – respondí – quiero tirarte toda la noche sin descansar.
-Que rico papi, venirnos mil veces. ¡Métemela toda!!!!!!
Seguí bombeando, me movía rápido, ella gemía y su concha se mojaba y chorreaba. Sentía como se deslizaba con facilidad dentro suyo ayudado por sus jugos. Levante su otra pierna y la cargue.
-Agárrate de ese fierro – le ordené, mostrándole un fierro que habíamos puesto en la pared de la ducha, exclusivamente para esta pose.
-Wow. Estas bien preparado papi – me dijo – creo que tu novia es una putita también.
-Ya te dije que nos encanta hacerlo acá.
Ella se colgó del fierro, levante sus piernas y se las apoyaba en mis brazos. Se la metía con fuerza, bombeaba rápido, vi cómo se mordía los labios y su concha chorreaba mientas ella trataba de estirar las piernas. Asumí que se había corrido. Se la saqué de la concha y la metí en el ano, que seguía dilatado, pero seguía apretando delicioso. Seguimos así un rato, hasta que decidimos salir de la ducha.
Me empujo en la cama y se subió encima mío, dándome la espalda. Ahí veía sus nalgas rebotar mientras me cabalgaba. Metía dos dedos en su ano. Su culo me tenía loco. Ella se levantó, me ordeno que espere y fue a la sala. Cuando volvió, tenía un pequeño consolador en la boca. Lo saco y estaba embarrado de su saliva.
-Métemelo por el culo, quiero que me claves por los dos huecos. – me dijo, dándome el consolador y subiéndose nuevamente encima mío,
Volvió a cabalgarme, agarrándose las nalgas mientras las abrió para dejarme ver su dilatado ano. Sin pensarlo dos veces, metí el consolador en su ano, entro todo. Mientras ella se movía encima mío, yo metía el consolador en su culo a gran velocidad. Comenzó a gritar.
-¡Me voy a correr de nuevo papi, sigue así, duro!!!! – gritaba mientras se movía a gran velocidad.
-Vente otra vez, quiero tirarte la leche en la cara – le dije.
Comenzó a correrse y se desplomo, mientras yo la seguía clavando por el culo. Me levante, la voltee para que quede boca arriba y me masturbe hasta explotar u bañarle la cara de leche. Nos recostamos uno al lado del otro.
-Que rico lo haces papi. Realmente eres una máquina. Has hecho que me corra como loca – dijo recuperando el aliento de a pocos.
-Tú también, realmente eres tan buena como imaginaba.
Nos recostamos abrazados y después de besarnos cariñosamente nos dormimos.
Unas horas después, me desperté. Me levanté tomar un poco de agua y al regresar, al verla desnuda, boca abajo, con el culo al aire. Decidí abrirle las nalgas y chuparle la concha. Estaba excitado otra vez y quería aprovechar al máximo esa noche.
Debe haber terminado muy cansada, porque demoró en despertarse. La concha ya la tenía chorreando cuando sentí que despertaba, me levanté, y así echada, se la metí de golpe. Eso hizo que se despertara de golpe con un grito de placer. Se lo estaba haciendo con furia. Se la metía rápido y fuerte. Ella gemía y agarraba las sábanas con fuerza. Estuvimos en esa posición un buen rato, hasta que se levantó y me empujó en la cama, se subió encima mío y me comenzó a cabalgar con rapidez. Veía sus tetas rebotar en el aire mientras ella saltaba encima de mi pinga. Estiré mis manos y comencé a masajearle las tetas. Se las apretaba con fuerza y ella gemía.
-¡Qué rico papi, apriétame las tetas! – decía entre gemidos.
Me levanté y comencé a besarle las tetas y en la boca, lo hacía como un desesperado. Estaba en la gloria. Ella movía sus caderas de atrás a adelante. Estaba mojando mis vellos púbicos, mientras frotaba su clítoris con ellos. Yo la ayudaba con los movimientos, empujando su gran culo. La cargue y la coloque al borde de la cama, boca arriba. Me pare al borde de la cama y comencé a metérsela con mucha fuerza. Ella gritaba de placer.
-Párteme en dos puto – gritaba – haz que me venga de nuevo maldito. Lléname la concha de leche.
-¿Quieres mi leche putita? – pregunte, sabiendo la respuesta – quieres la leche de tu macho dentro no perra?
-¡Si por favor!!!! Vente conmigo mi amor.
Comencé a bombear con fuerza, ella se movía también acompañando mis movimientos. Comenzó a gritar y a convulsionar.
-¡Me vengo! – gritamos al mismo tiempo, mientras nuestras corridas se mezclaban en su interior.
Nos volvimos a recostar y nos dormimos otra vez.
En la mañana, fue ella la que me despertó con una mamada. Despertar con la imagen de su cara mirándome mientras se metía mi pinga en la boca, era lo máximo. Se la saco de la boca, completamente erecta y chorreando con su saliva.
-Quiero que me claves de nuevo. Pero rápido que me tengo que ir papi – me dijo.
La recosté en la cama, puse sus piernas en mis hombros y se la metí de golpe. Se debe haber estado tocando mientras me la chupaba, porque estaba completamente mojada. Esta vez lo hicimos solo en esa posición, ya que tenía que ser rápido, se la metí fuerte y rápido hasta que sentí que se venía. Se la saque y le ordene que me la chupe. Me hizo una de sus extraordinarias mamadas hasta que me vine llenándole la boca de leche.
Poco después se levantó, se dio un duchazo rápido, se cambió y se fue.
-Ya me voy papi, pero esto no puede quedar así, puedes llamarme cuando quieras, quiero ser tu amante. Quiero que me claves cuando se te antoje – me dijo dándome un húmedo beso en los labios.
-Está bien mi amor. Yo también quiero que seas mi amante – respondí, se despidió y salió.
Después de eso, la volví a llamar muchas veces. Fuimos amantes por casi 3 meses hasta que se mudó a otra ciudad y nunca más la volví a ver. Una vez, tuve que viajar por trabajo y decidí llevarla como mi pareja. Estuvimos una semana de viaje. Yo salía del hotel a trabajar y ella esperaba en la habitación o salía a pasear. En la noche tirábamos como si no hubiera un mañana.
Fin de la serie.