Después de mi primera experiencia en este salón de masajes, me había vuelto adicto, por lo menos iba una vez al mes, a veces más. Pero después de la primera experiencia con Gabriela, ya no la encontraba libre, cuando pedía las fotos de las masajistas, me decían que no estaba disponible.
Un día me llego un mensaje a mi celular, diciendo que tenían una oferta y nuevas masajistas. Entré por curiosidad y entre las fotos vi una morena con un cuerpo espectacular. No lo pensé dos veces y pedí cita con ella, consulté el nuevo precio y me dijeron que era 90 soles la hora. Accedí y me confirmaron la cita.
A las horas ya estaba otra vez, bañadito frente al local, llame y al rato me abrieron. Igual que con Gabriela, no la vi hasta después de ingresar. El lugar estaba igual que siempre, volteé y me di con la sorpresa de que estaba con ropa de calle, un jean apretado, un polo ancho y una casaca. De igual manera se le veía bien.
– Hola, ¿cómo estás? Soy Gonzalo – le dije mientras me acerqué y le di un beso en la mejilla, poniendo una mano en su cintura y acercándola a mí.
– Hola mi amor, yo soy Alexa – me dijo sonriendo – que guapo, disculpa que este así vestida, pero se me hizo tarde y acabo de llegar. ¿Has venido antes? – preguntó.
– Si, una que otra vez – respondí.
– Bueno, entonces ya sabes dónde está todo, ¿no? Serian 90 soles – le pagué y me mostró el pasillo – pasa, cámbiate y ponte cómodo, yo me alisto acá y cuando estés listo me llamas.
– Ok, gracias.
Pasé por el pasillo y entré al cuarto, esta vez la iluminación eran unas velas que ponían un ambiente un poco más relajante. Me desnudé, y me acosté boca abajo. Le avisé y esperé.
Unos minutos después, sentí que se abría la puerta, se demoró un buen rato en venir, pero al levantar la cabeza, me di cuenta que había valido la pena. Por el espejo la vi entrar, descalza, pero con un sostén hermoso, que se transparentaba y dejaba ver un poco sus pezones, su tanga también transparentaba y dejaba ver ligeramente sus labios. Se me abrieron los ojos del asombro, se dio cuenta y se dio una vuelta, mostrándome el hilo de su tanga metido entre esas grandes y redondas nalgas.
– ¿Te gusta lo que ves papi? – me dijo mientras se daba la vuelta.
– Claro que sí, estas buenísima – respondí aún asombrado.
– Qué lindo eres – me dijo mientras sonreía y se apretaba los pechos por encima del sostén – y mi culo, ¿qué tal? – se dio la vuelta y se levantó las nalgas con ambas manos. Al dejarlos caer, rebotaban de una manera deliciosa.
– Wow. Que rico culo tienes.
Puso música relajante, pero comenzó a moverse al ritmo de la música, lentamente, mientras se sacaba el sostén y el hilo. Yo seguía todo este espectáculo mirando fijamente por el espejo.
Comenzó sentándose encima mío, con las piernas abiertas y su vagina encima de mi culo. Comenzó a frotarme el aceite en la espalda. Vi que se frotaba aceite en las tetas también. Se acostó encima mío y comenzó a frotarme las tetas en la espalda. Yo sobaba sus muslos, ya que, en esa posición, era lo único que tenía al alcance. Comenzó a besarme la parte de atrás del cuello y se acercó a mi oído.
– Que quieres que te haga papi – me susurro.
– Todo. Me encantaría que me hagas de todo – respondí.
– Pero eso tiene un costo adicional, ¿sabes?
– Y, ¿cuánto es eso?
– Bueno, la pajeada ya está incluida, si quieres que te la chupe, serian 50 soles más. Pero si me la quieres meter, serian 100 extras. – todo esto me lo decía mientras me frotaba las tetas en la espalda.
– Pucha mi amor, la verdad que solo traje plata para el masaje, no pensé que iba a gastar más, creo que el masaje no más – le respondí con pena y bronca.
– Bueno mi amor, como gustes – respondió un poco seria, pero luego con voz sensual me susurró – pero no te preocupes, que igual lo vas a pasar muy bien – y me lamio la oreja.
Se volvió a sentar y siguió masajeando mi espalda, paso a los brazos y siguió todo con normalidad. Sentía su vagina frotarse por mis piernas hasta q se arrodillo detrás mío. Levanto una de mis piernas y coloco mi pie en una de sus tetas. Sentía la suavidad de su piel y de su seno mientras masajeaba mi pantorrilla. Luego mi pie se colocó entre sus tetas y se frotaba con mi pie, mientras sus manos subían por mi muslo y me sobaba por el interior de este. Lo mismo hizo con la otra pierna. Se sentía delicioso.
Se levantó y se dio la vuelta para sentarse en mi espalda. Comenzó a moverse frotando su vagina por toda mi espalda y sus tetas en mis muslos y nalgas. Por el espejo podía ver cómo iba y venía ese culo hermoso, que al acercarse se abría y dejaba ver sus labios vaginales ligeramente abiertos dejándome ver la entrada de su vagina. Cada vez retrocedía más y yo trataba de levantar mis brazos para tocarle las nalgas, pero por mi posición se me hacía difícil. Llego a retroceder tanto que sentía su húmeda vagina en mi cuello y sus nalgas golpeando mi nuca. Seguía frotando sus tetas en mi culo y al mismo tiempo pasaba la lengua por mis muslos y sus manos por mis pies y pantorrillas.
Ya tenía el pene medianamente erecto. Pues estaba encantado con esa sensación. Con el tipo de masaje que me estaba dando, mi mente volaba pensando en que cosas podría llegar a hacer con ella. Después de su proposición de sexo, me di cuenta que era más permisiva que Gabriela, y no dejaba de pensar si podría chuparle las tetas o tal vez tocar más allá de lo permitido.
Se volvió a dar la vuelta y me pidió que abriera las piernas, se arrodillo entre ellas y comenzó a masajearme el culo. Comenzó por encima pero rápidamente empezó a abrir mis nalgas y pasar ligeramente los dedos por mi ano mientras me frotaba las nalgas. Luego bajo un poco más y con ambas manos sobaba mis testículos. Metía un poco las manos por debajo y rozaba mi pene que cada vez se ponía más duro. Sin darme cuenta, yo mismo estaba levantando un poco el culo para dejarle más espacio debajo mío. Ella metió la mano por debajo y comenzó a sobarme el pene despacio. Este se puso duro casi de inmediato.
– Que grande lo tienes papi – me dijo con voz de excitada – y esta durito. Se nota que te gusta.
– Claro que me gusta – le respondí.
Después de haber tenido varios de estos masajes, ya había perdido ese nerviosismo inicial que tuve con Gabriela la primera vez. Ya me sentía más cómodo con las masajistas.
– Y a ti que te gusta bebe – pregunté.
– Me gusta sentir tu pinga durita mi amor – respondió – me gusta que me toquen, que me laman, que me besen – todo esto me tenía más excitado. Se acercó a mi oído y después de meterme la lengua mientras sus tetas se aplastaban a mi espalda, me dijo – date la vuelta papi, quiero ver esa pinga en vivo y en directo.
Me di la vuelta, esta vez no me tapé. Tenía la pinga dura. Ella se acostó encima mío, su vagina contra mi pene, sus tetas aplastándose en mi pecho y su cara frente a la mía. La tenía tan cerca, me miraba a los ojos. Sabía que lo que ella buscaba era provocarme, eso es lo que hacen para excitarte más rápido y no dures tanto. Pero, como dije, ya había perdido el nerviosismo y no me aguanté. Levante mi cabeza y rocé sus labios antes de que ella se tire para atrás.
– No bebe, nada de besos en la boca – me dijo coquetamente.
– ¿Ni uno suavecito? – pregunté.
– No – me dijo tajantemente pero aun sonriendo.
– ¿Y qué es lo que puedo besar?
– Bueno – se levantó, quedándose sentada encima mío – estas las puedes chupar como quieras – me dijo apretándose las tetas – todo esto puedes lamer – y se pasó las manos por cuello y bajando hasta su abdomen, ahí se detuvo en su vagina – pero aquí no, acá solo se mira.
– Pero si se ve tan deliciosa esa conchita – le dije relamiéndome – al menos, ¿te la puedo tocar?
– Bueno, eso lo veremos más adelante, depende de cómo te portes – me dijo con una sonrisa coqueta.
Como para provocarme un poco más, se paró con las piernas abiertas, una cada lado de mi cuerpo y comenzó a menearse. Podía ver sus largas piernas moviéndose a mi lado y su vagina encima mío. Fue una vista espectacular. Volvió a sentarse encima de mis piernas esta vez y se frotaba de adelante a atrás sobando su vagina por toda mi pierna. Ponía cara de placer cada vez que pasaba por encima de mi rodilla. Tenía una cara muy hermosa y cuando ponía cara de placer se le notaba toda una puta deseosa. Luego se recostó y frotaba sus tetas por encima de mi pene, mientras seguía frotándose con mi pierna y pasando su lengua por mi abdomen. Me estaba volviendo loco. Esta puta quería provocarme y lo estaba haciendo. Así como estaba solo podía sobarle los brazos, tenía la piel muy suave.
Poco a poco fue subiendo sin dejar de frotarse. Mientras ella subía con sus tetas aun pegadas a mi cuerpo. Coloque mis manos en su espalda y mientras ella subía, mis manos bajaban sobando su espalda. Cuando ya estaba cerca del comienzo de sus nalgas, ella volvía a bajar y me quedaba con las ganas. Ella sabía que quería tocárselas y me estaba tentando. Así estuvimos unos pocos minutos. A veces le fallaba el cálculo y lograba sobar esas preciosas nalgas.
Se levantó y pude ver esas tetas grandes y hermosas en todo su esplendor. Rápidamente las agarre y las comencé a apretar, estaba demasiado excitado para hacerlo con delicadeza, sobaba sus pezones y los apretaba suavemente. Elle comenzó a moverse encima mío, ya estaba encima de mi pene y sentía como se frotaba la vagina contra mi pinga, estaba húmeda, se sentía delicioso. Ella comenzó a gemir mientras se frotaba y yo apretaba sus tetas.
– Ay que rico papi –decía jadeando – apriétalas por favor, chúpamelas – al escuchar eso, me levanté y comencé a lamer sus pezones, pasaba mi lengua por sus tetas mientras las amasaba – sigue así papi, me encanta.
Mientras ella se movía yo puse una mano en su culo, la otra en una teta y comencé a besar su cuello, le pasaba la lengua y ella gemía.
– ¿Te gusta que te toque así? – sabía que sus gemidos eran fingidos, es su trabajo, pensé, pero me excitaba seguir con el juego – te gusta que te lama toda no perrita – me aventure a decir, esperando no se moleste.
– Si!!!! Me encanta papi, soy tu perrita – dijo mientras gemía. Por más fingido que sea, me encantaba que se ponga así.
Me empujó para que me acueste, se separó de mi pene y empezó a frotarse contra mi pecho y mi abdomen. Sentía toda su concha mojada. Mientras se frotaba, su mano masajeaba mis testículos y la punta de mi pene se metía entre sus nalgas cuando ella retrocedía. Seguía gimiendo, mientras le seguía sobando las tetas. Eran perfectas, redondas y suaves al tacto, mis manos con las justas podían cogerlas completas. Ella se agachó y colocó sus tetas en mi cara mientras me masturbaba sobando la punta de mi pinga entre sus nalgas. Le besaba las tetas, los pezones, metía mi cara entre ellas y besaba y lamia. Luego me soltó la pinga y fue bajando lentamente. Sentía como mi pene se hacía campo abriendo sus labios sin entrar, hasta que se quedó inmóvil encima mío, sus labios envolviendo mi pene. Su boca cerca a la mía, sentía su respiración. Me lamió el cuello, pasó su lengua hasta llegar a mi oído.
– Te has portado muy bien papi – me susurró – te has ganado dos premios. El primero es el que querías y el segundo lo guardo para el final – me dijo y me guiño el ojo. Se levantó, y fue acercando su vagina a mi cara, la tenía cerca, sus nalgas en mi pecho – ey, solo tocar, recuerda. Si no, pierdes tu premio sorpresa.
Ahora me masajeaba con las nalgas y tenía vista de primer plano de su vagina, comencé a tocar suavemente por encima, pasaba un dedo entre sus labios, comenzaba a temblar suavemente. Con el pulgar de una mano frotaba su clítoris y con el índice de la otra frotaba entre sus labios mientras iba entrando poco a poco. Estaba caliente y húmedo, se sentía riquísimo. Hacía mucho tiempo que no sentía la calidez de una vagina. Seguí frotando, ella gemía, ahora si parecían reales, aunque igual dudaba. Se movía como loca frotando sus ricas nalgas en mi abdomen. Comencé a meter dos dedos. Los metía juntos y los iba moviendo dentro de ella, dejé un momento su clítoris para sobarle las tetas y pellizcar sus pezones.
– Ay que rico papi, sigue así, me vas a hacer venir bebe – decía jadeando, seguía sin creer al cien por ciento, pero cada vez se sentía más real. Su vagina chorreaba y ella se movía descontrolada – ah sigue, me vengo – comenzó a gritar y a temblar y se desplomo de espaldas encima mío.
Sé que su trabajo es fingir, pero no la creía tan buena actriz. Realmente se había venido y lo demostraba lo mojados que estaban mis dedos. Estaba tan excitado que no lo pensé, simplemente me metí los dedos a la boca y lamí todos los jugos que habían salido de ella. Ella seguía respirando agitada. Se levantó, se sentó encima de mi pinga que seguía erecta.
– Bebe te has ganado un premio adicional y justo a tiempo que ya se acaba tu hora – me dijo mientras retrocedía y agarraba mi pinga.
– Que rico sabes mi amor – le dije mientras saboreaba sus jugos de mis dedos – ahora quiero tirarte toda la leche encima.
Puso su boca unos centímetros encima de mi pene y le tiro saliva encima, comenzó a masturbarme con su saliva. Que rico se sentía.
– Primer premio papi – me dijo mientras sacaba la lengua y me lamia el tronco, no se la metía, pero la embarro todita de saliva, luego se separó un poco y dijo – segundo premio mi amor – colocó mi pinga entre sus tetas y comenzó a masturbarme con ellas.
Cada vez que sus tetas bajaban, su boca quedaba a centímetros de la punta, ella abría su boca, pero no se la metía. Y así siguió un buen rato.
– Dios, me vas a hacer venir, ¿te la puedo tirar en la cara? – pregunté después de haber perdido toda la timidez.
– No papi, pero en las tetas si, si quieres – me dijo con cara de puta.
Comenzó a masturbarme con ambas manos, cada vez más fuerte y rápido hasta que no pude más y exploté. Salió muchísimo semen y con tal fuerza que no llegó a caer solo en sus tetas. Unas cuantas gotas escaparon y le cayeron en la mejilla. Esa vista era espectacular, su cara de puta con unas gotas de leche encima y sus tetas completamente bañadas con mi semen.
– Lo siento – le mentí – no pensé que iba a salir tanta leche.
– No te preocupes papi – me dijo – para ser sincera, si la quería en la cara – me dijo guiñándome el ojo y sonriendo.
Se limpió con pañitos la cara y las tetas, luego me paso unos a mí para limpiarme lo que había salpicado, me limpió la pinga y cuando se paró se pasó una mano por la concha y se dio cuenta lo mojada que estaba.
– Por dios mi amor, mira cómo me has dejado – dijo mientras agarraba más pañitos y se limpiaba la vagina y los muslos – bueno, cuando estés listo te cambias, te espero afuera. – y salió
Estaba un poco tarde para hacer unas cosas, así que decidí saltarme el descanso y me cambié rápido. Cuando salí, ella seguía desnuda, que vista, ¡por dios!
– Wow, que rica q estas – le dije – ¿te las puedo besar de nuevo?
– Ven acá papi – me dijo abriéndome los brazos.
Fui rápido y me abalance a sus tetas, se las bese, lamí y con mis manos le agarre las nalgas y se las abrí un poquito y toque un poco su vagina.
– Ay papi, no sigas, que, si no, nos tenemos que meter otra hora ahí – me dijo alejándose de mí.
– Ok, ok – dije con pena – me voy entonces, estuvo muy rico, te aseguro que volveré pronto.
– Que rico bebe, acá te espero – dijo sonriendo – pero la próxima vez trae extra porque esa verga la quiero dentro, jajajajaja – se rio guiñándome un ojo.
Salí y se cerró la puerta detrás de mí. Caminé bastante y nunca dejé de sonreír.
FIN