Hola, mi nombre es Leonardo, pero me llaman Leo, soy un hombre atractivo de 36 años bisexual, me considero un hombre aguapo, de cuerpo atlético de gym, 1.86mts de estatura, moreno aperlado, cabello negro, piernas marcadas y torneadas, nalgón, con un pecho ancho y brazos fuertes y musculosos producto se mi trabajo en el gimnasio.
Lo que les voy a contar es una experiencia que tuve con un masajista, tengo que decir que tengo cierta adicción o afición de contratar servicios de masajistas que dan el plus del "Final Feliz", he tenido experiencias buenas y malas, de hecho yo tengo un masajista con el que acudo con frecuencia y me da un servicio de masaje profesional de lujo y al final del masaje termina estimulando mis zonas erógenas de manera deliciosa pero se encontraba fuera de la ciudad y en esa ocasión que les cuento traía una contractura que ocupaba un buen masaje, además de que andaba un algo caliente y quería una buena deslechada, así que al no estar mi masajista disponible busqué un servicio en una página de internet de servicios sexuales, había varios prospectos pero la mayoría ofrecía más sexo que masaje, hasta que encontré a Eduardo, un masajista maduro de 45 años, que se anunciaba como masajista profesional con varias técnicas empleadas y además daba el plus de masaje erótico, vi su foto y a diferencia de los otros que ponían sus fotos desnudos, Eduardo tenía una foto en donde no se veia su rostro pero se veía su cuerpo vestido con playera de tirantes y dejando ver sus musculosos brazos y eso me llamó mucho la atención así que le mandé WhatsApp.
Eduardo me contestó rápidamente y me mandó un listado de sus servicios que incluían varios masajes desde el que solo era masaje profesional en el que él estaba con ropa, uno en el que era masaje medio cuerpo con relax manual, él sin camiseta, otro con relax oral y el ya desnudo pudiendo tocar su cuerpo y el servicio ya completo, obviamente ya más costoso. Acordamos el el servicio que incluía masaje en torso y al final un relax manual, que era de los más económicos, ese día andaba corto de presupuesto. Así que al terminar de trabajar con el estrés del día me dirigí al sitio acordado en el centro de la ciudad, era una pequeña casa antigua, así que llegué, me estacioné y le mandé mensaje a Eduardo quien se encontraba aún en camino, unos minutos después vi que llegó y se dispuso a abrir la puerta, yo bajé del coche, cruce la calle y me presenté. Eduardo fue muy amable, me saludó afectuosamente, muy varonil, sus brazos musculosos cómo en la foto, ojos miel, cabello ya con bastantes canas y con la barba algo crecida, me invitó a pasar, y al entrar pasamos por una sala llena de espejos en las paredes y entramos a una habitación mediana donde había una camilla de masajes, una cama grande, un sillón y una televisión grande.
Eduardo me dijo que pusiera cómodo y que regresaba en un momento, que podía poner mis cosas sobre el sillón, él entró a otra habitación mientras yo comencé a desnudarme, unos minutos después entró con un pequeño shorts y sin camiseta, dejando ver sus hermosas piernas y su torso bien trabajando en el gimnasio, su cuerpo mucho más trabajado que el mío debo decirlo y puso música relajante en con luz tenue.
Eduardo se me quedó viéndome de arriba a abajo y esbozó una sonrisa diciendo: "esto se va a poner bueno" y que me acostara en la camilla boca abajo, cosa que hice inmediatamente, él posteriormente con la yema de sus dedos recorrió mi cuerpo desnudo desde mi entrepierna por detrás a la altura de mis testículos y subió suavemente por mis nalgas espalda y nuca, acariciándome, puso un poco de aceite en mi espalda y cuello iniciando con un masaje suave que subía poco a poco la intensidad, sus manos eran grandes y fuertes, el masaje que daba a mi espalda era muy placentero.
Eduardo si era un masajista con conocimientos de eso me di cuenta; unos minutos después de iniciado el masaje me dijo que lo disculpara un minuto, que ocupaba ir al baño y se retiró, cuando regresó, venía totalmente desnudo y pude ver sus nalgotas bien sabrosas y su verga grande en estado de semi erección; Eduardo continúo dando el masaje y se puso en la cabecera de la camilla, en ocasiones bajaba sus manos y metía una de ellas entre mis nalgas, después metía la otra mano debajo de mi pelvis, por delante y bajaba hasta mis muslos rozando mi pene que ya estaba entumecido, yo levanté mi cabeza y pude ver la verga de Eduardo completamente erecta a unos centímetros de mi cara, el se percató y la acercó aún más, invitandome a degustarla, yo abrí mi boca para degustar el bocado que se me ofrecía y él la introdujo haciendo movimientos de va y ven mientras continuaba masajeando mi cuello y espalda, me gustó su olor a hombre, su verga era grande y gruesa parecida a la mía.
Después de unos minutos de darme un buen masaje, me pidió que me volteara boca arriba, se puso a un lado mío y yo abrí mis piernas para que me tocara, él me comenzó a acariciar mis testículos y la zona cercana a mi ano, después tomo mi pene y lentamente me empezó a masturbar mientras yo le mamaba tremendo pitote y pasaba mi lengua por sus huevos, de pronto con sus dedos ya lubricados con aceite comenzó a introducir un dedo en mi culito, y comenzó a estimular mi próstata, yo sentía mucho placer y lo compensaba con mi boca.
Después Eduardo se pasó al pie de la camilla, me tomó de la cadera y me bajó un poco con sus fuertes brazos separó mis piernas e introdujo mi pene en su boca, tengo que decirlo que me hacía unas mamadas deliciosas, mientras seguía metiendo ya no uno, sino dos dedos por mi culo y masajeaba placenteramente mi próstata, de pronto lamía mis testículos y besaba mis muslos, mientras acariciaba todo mi cuerpo. Yo me encontraba en éxtasis total con mis manos en la nuca y mis piernas abiertas, Eduardo lamía mis pezones, mis axilas y en un momento hasta mis pies y yo me dejaba querer, de pronto me decía al oído en voz baja que yo estaba bien rico y eso me prendía muchísimo.
Nos levantamos de la camilla y de pie me abrazo mientras yo le correspondía y acariciaba su cuerpo el cual era duro y firme por el ejercicio, yo me hinqué frente a él para seguir mamando su verga mientras me tomaba por los cabellos (uso el cabello algo largo) y me movía la cabeza a hacia adelante y atrás, en momentos su pene entraba hasta mi garganta y pensaba que iba a vomitar, pero él controlaba la situación con su fuerza. Después pasamos a su cama y él se tumbó boca arriba mientras yo me le subía encima y ahora era yo quien lo acariciaba y lamia sus pezones, cuello y axilas. Todo era aceite piel y sudor.
Eduardo me dijo que yo le había caído muy bien y que por eso iba a usar algo conmigo que no usaba con cualquier cliente además se dio cuenta de como disfrutaba cuando me metía los dedos en el culo y le comenté que era inter, el me dijo que también lo era. Sacó de un cajón un juguete como en forma de pera con una cuerda de caucho, tenía un control remoto para hacerlo vibrar y subir las velocidades a voluntad, además que el juguete tenía un área de metal que emitía descargas electricas, me pidió que me pusiera en 4 y que él me ayudaría a introducirla por mí ano, al principio tuve miedo de que dicho juguete se quedara dentro pero me aseguró que cuerda caucho aseguraba poderlo sacar.
Me puse en cuatro pegando mi pecho en la cama y exponiendo mi culo lo más posible, el lubricó el juguete con aceite y después con sus dedos empezó a lubricar y dilatar mi ano, metía y sacaba sus dedos y yo me sentía sumamente excitado; colocó el vibrador y lo empujaba lentamente mientras acariciaba mis huevos que colgaban al aire, yo sentía que me desgarraba y en ocasiones le pedía que parara, poco a poco mi ano dilató y el vibrador en forma de pera se encontraba dentro de mis entrañas, Eduardo encendió el vibrador desde su control remoto y elevó la velocidad, yo sentía un cosquilleo dentro de mi muy placentero y me dijo:
-Ahora tu me vas a dar a mi.
Sacó un condón de un cajón y lo colocó en mi pene que estaba erecto al 100. Se puso en cuatro y me pidió que lo penetrara, yo sonreí maliciosamente, y tomé el aceite y con mis dedos lubrique su ano, no sin antes pasar mi lengua por sus nalgas y testículos, coloqué mi pene en su culo y poco a poco fui venciendo la resistencia, mi masajista íntimo gemia entre dolor y placer mientras lo envarillaba.
Comencé a penetrarlo mientras Eduardo con el control del vibrador en mano subía la intensidad, mis ojos imagino yo se ponían en blanco de tanto placer y en un momento comencé a sentir las descargas electricas en mi próstata que me hacían gemir y Eduardo me decía "dame con todo chiquito, dame toda tu verga que la quiero sentir dentro de mi" yo sentía demasiado en mi pelvis y dentro de mi y después de unos minutos que lo penetraba y ya con la velocidad del vibrador al máximo, no pude contener el orgasmo y terminé con tremendo grito de placer que espero no hayan escuchado los vecinos. Me recosté en la cama y Eduardo se puso a lado mío para que se la chupara, después el se masturbó terminando a chorros sobre mi cara y pecho, me retiró el vibrador de mi recto jalandolo de la cuerda de caucho, la sensación no era muy agradable pero finalmente salió. Pasamos a su regadera y nos bañamos, él enjabonada mi cuerpo mientras me decía que le había caído muy bien y que le gustaría que fuéramos amigos, salir al café o ir a hacer senderismo. Yo le dije que si, salimos del baño, nos vestimos y me acompañó a la puerta para despedirnos.
Yo tomé mi coche y fui a casa después de una tremenda experiencia sexual con un masajista, que me provocó muchas masturbaciones en solitario recordándolo en los días posteriores. Les puedo decir que regresé a solicitar servicio 15 días después pero eso ya se los contaré en una segunda parte.