Ellos son Héctor y Moisés, dos amigos de hace unos cuantos años, ambos casados pero sin hijo alguno. Héctor tiene 37 años, 1,75 m, complexión delgada, piel moreno claro y usa lentes. Moisés tiene 35 años, mide 1,70, delgado y de piel clara. Se conocieron el día que Héctor entró a trabajar a la constructora de la cual, Moisés ya era parte hacía un tiempo. Desde el primer día, ambos congeniaron muy bien, gracias a varios gustos que compartían ambos, entre ellos, el fútbol, Héctor es americanista de corazón y Moisés chiva hasta en la sangre. Esa pasión por el fut, los orilló a formar parte de uno de los equipos de la empresa, situación que ayudó a fortalecer la amistad entre ellos, creando un vínculo de confianza y comunicación más grande.
Por supuesto, como en muchas amistades, el alcohol fue gran cómplice, en su relación, pero también fue un serio enemigo. Y es que en una noche de copas, justo después de un partido de fútbol, sus sentidos les jugaron una extraña pasada, perdiendo conciencia alguna y aventurándose por primera vez a probar del sexo homosexual. ¿Habrá sido correcto o tal vez un error? Sin duda, una interrogante que poco a poco ellos irían descubriendo.
Hablemos de como inició todo… cierto viernes, se llevó a cabo la gran final del torneo de fútbol que organizaba la empresa para la cual Moisés y Héctor trabajan, y precisamente, el equipo en el que ellos estaban, es el que jugaría en dicho evento. Esa mañana en el trabajo fue peculiarmente distinta, a pesar de lo mucho que había por hacer laboralmente, se sentía mucha emoción por el encuentro; sus compañeros de equipo nerviosos intentaban planear las mejores jugadas, mientras que los del equipo contrario realizaban burlas sobre la “paliza” que les meterían.
Dieron las seis de la tarde y el momento había llegado, todos se apresuraron a tomar sus cosas y salir rumbo al encuentro, que tendría lugar en un deportivo cercano a la constructora. Antes de comenzar el juego, Moisés y Héctor se dieron su tan acostumbrado abrazo de hermandad y salieron a la cancha. El partido transcurrió muy emocionante y reñido, al final, el encuentro favoreció al equipo de ellos, con un resultado de 4-3, y como era de esperarse, había que festejarlo, así que cada uno se despidió de sus familias presentes durante el juego y partieron a la celebración en casa de uno de ellos, llamado Mauro.
Bastaron unos minutos para abastecerse de cervezas, alcohol, refresco, hielo y botanas y ahora sí, todo estuvo listo para festejar.
Un poco de buena música, amenizó la noche, todos los presentes aún con adrenalina comentaron las mejores hazañas, los goles y todo lo ocurrido hacia horas atrás. Pasado el tiempo, algunos debieron retirarse a sus hogares, por lo que poco a poco la multitud fue haciéndose menos, quedando al final únicamente diez hombres, volviéndose algo un poco más íntimo, y con ello la plática cambio a temas más subidos de tono, como el sexo.
El reloj marco las once y media de la noche, los últimos chicos en irse lo hicieron, esta vez, solo quedaron Mauro (el dueño de la casa), Moisés, Héctor, otro hombre llamado Joaquín y Camilo, quién continuó por mucho rato contando sus intercambios sexuales con su esposa e incluso, invitando a los demás a un encuentro sexual con ella. Hasta que un rato después se despidió de sus colegas, para ir a divertirse con su esposa y un viejo amigo.
Los aún presentes continuaron bebiendo durante un par de horas más, Héctor y Moisés habían decidido quedarse a festejar por lo que esa noche no llegarían a sus casas. Después de un rato, Joaquín -uno de los presentes- se quedó dormido, fue entonces que decidieron que era mejor subir a descansar.
La casa de Joaquín sólo contaba con dos habitaciones, por lo que esa noche había que compartirlas. Mauro llevó a Joaquín a su habitación, apoyado por Héctor y Moisés puesto que Joaquín apenas y podía detenerse. Una vez que le acostaron, Mauro les llevó a la recámara donde Moisés y Héctor descansarían, luego se despidió y se retiró a descansar.
Este dúo, aún con cerveza en mano continuaron platicando un rato, bastante alcoholizados ya, la plática sexual de hacia un par de horas los había dejado con la hormona bastante encendida, ambos, no pudieron dejar pasar los comentarios de Camilo y su vida de pareja swinger, se preguntaron si serían capaces de aceptar aquella invitación, Moisés se dijo un tanto dudoso, Héctor de igual forma, aunque no reparo en comentar:
-”Con lo prendido que ando ahorita, no le negaría un pedazo de esta a nadie. Ando bien filoso”- Agregó, retocándose su ya muy endurecido bulto, que Moisés no pudo evitar pasar desapercibido.
-”Mira que yo ando igual compadre. Yo también me ando animando. ¡Deberíamos decirle que si!”- Le respondió Moisés.
-”Apenas y como pa’ marcarle ¿Verdad? Segurito ahorita se la han de estar cogiendo bien rico y uno aquí sin un hoyo donde meterla”.- Agregó Héctor.
-”¡Si mi hermano! Ahorita hasta tu culo es bueno, mira que se ve que mal, no estás”-. Sugirió Moisés.
-”Jajaja, ¡Cállate compadre! Ese ni mi vieja se lo doy”- Concluyó Héctor.
Continuaron varios minutos con aquella plática sexual, esta vez, más en confianza, ambos se sinceraron contando algunas de sus experiencias y fantasías propias; para sorpresa de los dos, Héctor confesó tener la fantasía de cogerse a un chico gay.
-”Qué compadre, la neta dicen que aprietan y se mueven bien rico y que el oral, ni se diga.”- Argumentó Héctor.
-”Pues alguna vez llegué a ver porno gay, y se ve que disfrutan como nadie teniendo una verga hasta adentro. Y ni pero ponen de que les den por el culo, y una mujer difícilmente se deja wey.”- Concluyó Moisés.
-”¡Con tu permiso compadre!”- Añadió Héctor, tomó su celular, ingresó en el navegador, buscando alguna buena página de porno, tanta plática sexual le había dejado muy caliente y al no tener a su esposa al lado, no hubo más remedio que ver porno para calmar sus ganas.
Moisés le miró soltando una risa, no dando crédito a que su amigo pareciera un jovencito de secundaria, se terminó su cerveza y se dispuso a recostarse, pero el morbo de lo que vería su amigo le hizo acercarse a él; para sorpresa suya, Héctor miraba un video de porno gay. De principio su expresión fue de total desagrado pero enseguida aquellas escenas le fueron provocando una inminente erección.
Pasaron los minutos, nadie decía nada, solo se limitaron a observar el video, hasta que un momento después, Héctor no pudo más, colocó su celular en un banco frente a la cama, y sin tapujo alguno bajó un poco su short, dejando salir una verga erecta, de aproximadamente 20 cm, un poco gruesa, venosa y completamente depilada; “espero no te moleste” añadió, al tiempo que comenzó a masajearla.
Moisés le miró atónito por algunos segundos, pues nunca había visto a un hombre masturbarse a su lado, al menos no desde la secundaria. Por un momento sintió la necesidad de imitar a su amigo, pero el pudor y la pena que tuvo le limitaron a solo seguir observando el video, al menos, hasta que Héctor se percató de ello, entonces le comentó que no tuviera pena por él, que eran amigos y que no se limitara, puesto que estaban en confianza. Moisés lo pensó por unos segundos, concordó con las palabras de su amigo y en instantes comenzó a bajar su short y bóxer, liberando su erecto miembro, media 18 cm aproximadamente, era un poco más delgada, aunque evidentemente más larga, y venosa, de igual modo, desprendía de su punta mucho presemen, este decidió tomar un poco con sus dedos, pero para sorpresa de su amigo, decidió llevar los dedos a su boca, probando así el sabor de su sexo.
Pasaron varios minutos, ninguno decía nada, pues la tensión de estar ambos demasiado cerca semidesnudos y además, masturbándose, era ciertamente incómodo, por lo que solo se limitaron a masturbarse viendo videos, intentando saciar sus instintos. Poco tiempo después, Moisés, tal vez inconsciente por el alcohol, la calentura y la cercanía de su amigo, hicieron que lentamente fuera acercando una de sus manos hasta la pierna de Héctor, la posó sobre esta y se quedó mirándolo unos instantes, este, no realizó ningún comentario, le miró fijamente, sin tampoco poner objeción alguna, al contrario, tomó la mano de Moisés y la fue subiendo levemente hasta colocarlo a la altura de su pene, fue ahí que Moisés se detuvo inquieto, los nervios se adueñaron de su ser, algo dentro suyo le hacía ir por más, pero el miedo a algo más le detenía, <<no era buena idea, no era gay>> se cuestionó, pero cuando estuvo a punto de retirar su mano, Héctor le sorprendió haciendo lo mismo, acercó su mano al miembro de Moisés, lo tomó y aprisionó con su mano, le apretó varias veces, Moisés le imitó.
Continúo el silencio, ambos solo se miraban expectantes a la situación; la cercanía de sus cuerpos generaba una fuerte tensión, ninguno daba crédito a lo que estaba empezando a ocurrir pero la curiosidad por ir más allá los alentaba.
Segundos después, el video pasó a segundo plano, ya no le miraron, ambos se despojaron de sus camisetas, era evidente el calor en sus cuerpos, no dejaron de mirarse, ambos sentían una extraña necesidad de intentar, pero no sé atrevían, solo se limitaron a continuar masturbando al otro.
-“¿No quieres probarla?” preguntó Héctor a Moisés, al tiempo que elevó un poco su cadera, ofreciéndole su viril miembro a su mejor amigo, quién se sorprendió ante aquella pregunta, se quedó pensando un instante, pero el morbo ganó, así que se fue agachando poco a poco hasta que su cara quedó a escasos centímetros de aquel pene; le miró y olfateó unos segundos, cerró sus ojos como en síntoma de desagrado, abrió su boca y lo metió un poco, sacándolo inmediatamente después del roce con su lengua. Se detuvo a pensar si aquello era correcto, pero esta vez, Héctor le tomó del cabello, mirándole a los ojos, le sonrió, en ese momento Moisés se sintió con más calma y de nuevo metió el pene en su boca, esta ocasión por más tiempo y suavemente fue probándolo todo. Una vez que lo tuvo todo dentro, no pudo evitar sentir ascos, se detuvo unos segundos y de nuevo reanudó lo que hacía, ahora parecía tomar un ritmo propio, lo metía y sacaba de su boca, evidentemente con mucha torpeza.
Después de unos minutos se detuvo, reincorporándose en la cama; Héctor miraba un tanto satisfecho lo que su amigo le había hecho, pero era precisamente Moisés quién no quería quedarse con las ganas, se puso de pie, con la verga bien erecta se dirigió al costado de Héctor, mirándole fijamente, con ciertos gestos le indico que era su turno para probar por vez primera de un miembro.
Al igual que su amigo, Héctor sintió pena de animarse a realizar por vez primera sexo oral gay, instantes después, algo en su mente le hizo pensar que se trataba de su mejor amigo, y que no estaba demás probar, si este ya lo había hecho, lo menos que podía hacer era corresponderle, de modo que tomó aquel pene, lo masajeó un segundo y después lo fue acercando a su boca, al tenerlo en los labios, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, respiró profundamente y se animó a llevarlo a su boca. Giró su mirada al celular, casualmente en dicha escena un chico le realizaba oral a otro, por lo que Héctor decidió que era buena idea seguir sus movimientos, para causarle placer a su amigo. Moisés volteó su mirada al techo disfrutando la situación, acarició suavemente el cabello de su amigo y no reparó en mencionarle lo bien que estaba haciendo su trabajo. Algunos minutos más tarde, Héctor se detuvo, sacó el miembro de su boca, lo masturbó un instante más y después lo soltó, se colocó de pie delante de amigo.
Ya de frente, ambos se miraron estáticos, habían roto una barrera entre ambos, lo cual les hacía preguntarse qué pasaría enseguida, era propio dejar aquello de jugarle al heterosexual curioso y acostarse a dormir, o por separado continuar masturbándose hasta eyacular y saciar sus ganas o bien, dejarse llevar por la situación hasta ver a dónde llegaban sus instintos.
-“Creo que este vídeo ya no lo vamos a necesitar”- Añadió Héctor al tiempo que giro inclinándose hacia al banco para tomar su celular, acción que fue aprovechada por Moisés que no dudó en acercarse y acariciar una nalga de su amigo, este giró inmediatamente mirándolo fijamente, pensó que Moisés intentaba ir más allá y tal vez eso ya no era de su agrado, pero al mismo tiempo, la sangre comenzó a recorrerle el cuerpo en especial en su pene que comenzó a dar pequeños movimientos. Moisés se percató de aquello y justo cuando Héctor se puso frente a un pequeño mueble frente a la cama, decidió acercarse y sin pena tocarle ambas nalgas, acto seguido se colocó detrás de él comenzando a rozarle su pene sobre ellas.
Dicha situación fue un choque para ambos que parecían disfrutar ese momento, por un instante, Héctor indeciso intentó apartarse de su amigo, pero este, le aprisionó colocando sus manos sobre su cintura y recargándolo ante el mueble; segundos después, Moisés comenzó a realizar una serie de movimientos emulando una penetración, a los cuales Héctor no consentía del todo, los nervios le invadían, se notaba en el temblar de sus piernas y lo agitado de su respiración, no tenía pensando perder la virginidad de su ano, pero la curiosidad le ganaba a todo impedimento. Pasaron los minutos, la poca resistencia en Héctor hizo que Moisés fuera avanzando sutilmente, tomó de nuevo las nalgas de Héctor y esta vez comenzó a separarlas, provocando así un libre contacto de su verga con el estrecho y rosado ano de su amigo.
-“¡No wey! ¡No te pases!”- comentó molesto Héctor, apartándose de su amigo. El juego había llegado muy lejos y eso, al menos Héctor ya no lo iba a permitir. De modo que tomó su bóxer y su short, luego de colocárselos salió de la habitación bastante molesto.
Moisés se quedó atónito, se acercó al borde del colchón y se sentó, se quedó pensando en lo ocurrido en aquellos instantes, sin duda el alcohol combinado con la calentura, les había jugado una mala pasada, y a causa de ello estaban a punto de perder su amistad.
<<¿Qué iba a ocurrir ahora?>> Se preguntó Moisés.
Las dudas, cuestionamientos y posibles afirmaciones rodearon su cabeza. Pasaron los segundos, quizá minutos y Héctor no volvía, era evidente que se había roto una barrera en su amistad y ahora esta se encontraba a prueba. ¿Qué podría pasar después?