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Marta: azotes y orgasmo
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Marta abrió la puerta de su piso y se quedó unos segundos quieta intentando oír algo que delatara la presencia de su pareja.

No oyó nada.

Normalmente Luis llegaba sobre las ocho, eso si no se retrasaba. Eran las siete y media.

Marta se quitó los zapatos de tacón y caminó en medias hacia su habitación sentándose en la cama. Estaba nerviosa, la reunión con su jefa no había ido bien.

Sacó el móvil del bolsillo, abrió el whatsapp, y tras unos segundos de indecisión comenzó a escribir a Luis un mensaje escueto.

– "me han despedido."

La respuesta no tardó en llegar.

– "prepárate, estaré allí en media hora."

La mujer se levantó y entró en el baño.

A los veinte minutos salió, colocó la almohada horizontalmente en medio de la cama y se tumbó boca abajo apoyando la tripa sobre ella. Aguardó unos minutos observando el reloj digital.

Cuando faltaban 5 minutos para la hora recordó que tenía que esperarle en posición. Se desabrochó el pantalón gris de vestir y tirando de la prenda y de las bragas desnudó su trasero. Tratando de calmarse acostó su cabeza sobre el lado derecho y aguardo.

La puerta de la calle se abrió y luego la de la habitación.

Una ráfaga de aire acarició sus nalgas.

– Ya estoy aquí. Anunció de forma redundante el recién llegado.

Marta tragó saliva y apretó el culo instintivamente cuando oyó el tintineo de la hebilla que anunciaba que Luis se estaba quitando el cinturón.

Aguardó.

– Separa las piernas. – ordenó el que iba a azotarla.

Marta separó las piernas, su sexo expuesto, su culo en pompa.

Unos instantes, la calma antes de la tormenta.

Y finalmente, sin previo aviso. Sintió un contundente golpe de cuero en sus nalgas desnudas.

Era la segunda vez que Luis la calentaba el culo. Recordaba que a su pareja le gustaba propinar un castigo rápido e intenso y esta vez no fue una excepción.

Los azotes caían uno tras otro a buen ritmo haciendo danzar el culo y coloreándolo de rojo. El escozor iba en aumento.

" zas…. ¡ay!… zas… ¡ay!… ¡zas!… ¡aaayyy!" Se convirtió en la banda sonora del correctivo.

Cinco minutos después, Luis dio por finalizado el castigo y se colocó el cinturón. Bajo sus pantalones el pene se había hecho grande.

Luego acarició el cabello de Marta y secó un par de lágrimas que corrían por sus mejillas. A continuación sacó de un cajón un tubo de crema y echando un chorrete en cada glúteo, empezó a extenderla por todo el trasero rojo.

Terminado el masaje, puso la tapa a la crema y salió del cuarto.

Marta, con el culo encendido, notaba escozor y calor. Buscando mitigar la sensación se llevó una mano a la vagina y comenzó a frotarse. Pronto el placer se mezcló con el picor y gimió.

No se detuvo, al contrario, incrementó el ritmo e introdujo un dedo en su sexo. Gimió de nuevo. Su pareja podría oírla, pero lejos de importarla, aquella posibilidad la excitaba más. La corriente de placer la recorrió de pies a cabeza, jadeó, gimió, arqueó la espalda y se corrió como pocas veces lo había hecho alcanzando varios orgasmos.

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