En este tiempo transcurrido Guillermo había ido cambiando paulatinamente sus costumbres, ahora no le importaba que fuera a su casa estando los empleados, no todos ya que aprovechaba para darles días libres de los que les pertenecían.
Justa, la cocinera, que había trabajado con mi abuela, Rodolfo, su mastodóntico hombre de confianza (entonces supe su nombre), eran las personas que siempre estaban allí. Justa para prepararnos las comidas y Rodolfo se encargaba de recoger el todo terreno con las motos, lo que antes hacíamos nosotros, también nos acompañaba al monte pero no siempre.
Suponía que todos ellos imaginaban lo que yo hacía allí, y no me importaba en lo más mínimo, me respetaban y para todos era Mario, simplemente el nieto de la señora Rosa y don Román.
También había dispuesto que usara una de las habitaciones del piso alto, al lado de la que pertenecía a Robert, no sabía si lo quería así para que no pareciera tan descarado y obvio que era su amante.
Rodolfo nos dejaba en casa después de bajar del monte y marchaba con el coche a la gasolinera, Justa nos preparaba la comida, actuaba prudentemente dejándose notar lo imprescindible, nosotros actuábamos con la misma naturalidad con que pudieran haber vivido Guillermo y Robert.
No cambiaba sus costumbres de follarme dos veces, al menos, en la noche del viernes y otra más las tardes de los sábados. Me hacía gozar de su hombría y si él se retrasaba en actuar, era yo quien lo pedía.
Desconocía si para Guillermo, esas tres corridas semanales, le eran suficientes, o si tenía encuentros con otros hombre o mujeres en los días que no me tenía a mi. Yo me conformaba y aguantaba a que llegaran los viernes, pero con unas ganas enormes de verga, siempre tenía ganas. Guillermo había conseguido enviciarme y lo necesitaba con más frecuencia.
Procuraba centrarme en los estudios, rechazaba los frecuentes ofrecimientos que me llegaban de compañeros de la universidad, de profesores y sobre todo de Lorenzo y mi primo que no perdía oportunidad para pedírmelo.
Esa semana partiría para Japón y no tenía fijada la fecha de vuelta.
-¿Qué voy a hacer sin ti papi? Va a ser muy largo y podías pensar en que día volverás. -le acariciaba el pecho recostado sobre él, sin querer tocarle demasiado para poder hablar con cierta frialdad.
-No puedo precisarlo bebé, tengo que analizar el tema de esa concesión de coches para implantar en nuestro país, ya te hablé de ello, tengo que estudiarlo con detalle para tomar una decisión, preveo varios desplazamientos allí.
-Te voy echar de menos, a ti y a tu amiguito al que adoro. -pasé la mano por sus gordos huevos sin llegar a tocarle la polla.
-Mi verga y yo también vamos a pensar mucho en nuestro bebé. Si lo deseas puedes venirte los sábados para que Rodolfo te lleve y sigas entrenando, para lo otro no tengo una solución.
-¡Ja, ja, ja! Eres increíble papi, ¿no te importaría que me entregara a otro hombre?
-NI puedo, ni quiero hacerlo.
-¡Gracias papi! Por tu confianza. -empujé la mano debajo de sus testículos y él se abrió dejando que llegara hasta su ano. En el momento que le toqué la polla pegó un respingo y comenzó a endurecerse. Subí la cabeza y mordí sus labios.
-Me enloquece tu machete papi, pero creo que podré sobrevivir hasta que vuelvas. -le besé la cara y el cuello y fui besando hasta llegar a su verga.
-Quiero que me la metas, ya. – y le indiqué la manera que deseaba tenerla. me acomodé de perrito.
-Trabaja un poco papi, fóllame. -apoyé el pecho en la cama y elevé las nalgas moviéndolas provocativamente.
Guillermo se colocó tras de mi, se sujetó el pene por la base y me lo colocó entre las nalgas, le sentía deslizarse por el perineo y debajo de mis huevos.
-Estas ansioso y no quiero hacerte daño.
-No importa y además tengo el culito dilatado esperándote. -sentí como ponía el glande en mi hoyito.
-¡Ummmmm! Lo siento calentito, empuja papi, hazme mujer, hazme tuya papi. -me agarró del pelo y tiró de él haciendo que volviera la cabeza.
-¿Qué acabas de decir?
-Que quiero ser tu mujer, tu hembra.
-Eres un muchacho.
-Ahora no lo soy, no me siento así en este momento.
-Entonces te romperé el coño y te llenaré la matriz de semen. -papi estaba excitándose, le gustaba el juego.
-Y me harás un hijo papi, quiero un bebé tuyo. -aferró con una mano mi cintura y con la otra se sostuvo la polla, escupió en mi hoyito y en su glande y comenzó a meterla.
Si que estaba dilatado, pero a pesar de ello tuve que morderme la mano para evitar el grito por el dolor de su entrada, una vez que me tuvo bien clavado empezó con sus acometidas de toro.
-¡Ahhhh! papi me destrozas.
-¿No lo querías así?
Eran tan fuertes y contundentes los golpes que cai sobre la cama y él sobre mi. sin salirse de mi culo. Me abrió más piernas con las suyas y me besó en la espalda raspándome con el bigote.
-Te voy a follar bien duro ya que eres mi hembra. -en ese momento, por la excitación tan grande que tenía dejé de sentir dolor.
Empezó a embestirme de nuevo, los golpes eran precisos y sonaban ruidosamente al golpear con su pelvis y los gordos cojones en mi culo.
Veía, reflejado en la bruñida madera del mueble, su figura de musculoso macho bajando y subiendo, enterrando la verga en mi culo, atacando con fuerza mis nalgas.
Tumbados como estábamos perdíamos parte de su lanza entre mis nalgas y subí el culo ofreciéndoselo. Su glande poderoso se llevaba en mi recto todo lo que podía. Actuaba como un animal, como yo le había pedido.
Asi estuvo unos minutos y le miraba en el reflejo, gimiendo sin cesar, delirando de placer y gozo.
-¡Préñame papi, préñame ya!
-¡Qué rico cariño, rómpeme el culo papi!
-Se dejó caer posándose otra vez sobre mi espalda y me mordió la oreja, besándome el cuello y la espalda.
-¡Estas buenísimo! Abre más el culo, déjame que llegue a tu útero y te lo llene de leche. -sentí un escalofrío y pensé que realmente era una chica, que mi cuerpo se transformaba y lo que me decía se hacía realidad.
Al instante comenzaron a salir regueros de liquido de mi pene, sin que me corriera ni tuviera un orgasmo, solo sentía temblores y como me estremecía sin cesar debajo de mi macho.
Ahora se sostenía apoyado sobre sus manos en la cama y me machacaba sin piedad aumentando la intensidad de la follada, la dureza de los golpes resonaban ruidosos en la habitación secos y sonoros.
-Te voy a llenar el culo y parirás un hijo de los dos. -pensaba que terminaría rompiéndome el culo o dañándome la columna vertebral, su tremenda polla, a pesar de su gordura, entraba con facilidad.
-Ya te va mami, toma mi leche. -y comenzó a descargarse los cojonazos llenos de leche dentro de mi culo, intenté levantarme de la cama para cogerme la polla y masturbarme pero no tuve ocasión, algo explotó en mi culo y comencé a correrme yo también. Sentía unos fuertes espasmos que me hacían rebotar en la cama y volverme a follar en su verga.
-Wooooo! papi, no hay otro como tu.
-Ja, ja, ja, Eso no lo sabes bebé. -estuvimos largos minutos besándonos, quería realmente a aquel hombre, no lo amaba pero me llenaba de satisfacciones e iba a sentir su ausencia.
***********
Transcurrió una semana y no tenía noticias de él, tan solo las que aparecieron en algún diario hablando de la boda de Robert, Shizu se llamaba la chica, ahora su mujer. Por las fotos que publicaban, iba vestida según la tradición japonesa, era una chica muy guapa y Robert continuaba igual que cuando marchó.
El viernes me llamó Migue por el móvil cuando regresaba de la clase de alemán y ya estaba llegando a casa.
-¿Donde te encuentras Marito?
-Camino de casa amor.
-¿Te animas a tomar algo y hablamos?
-Paro si estoy ya en el portal. Mejor lo dejamos para otro día.
-¿Y mañana? No tienes nada que hacer estando tu…, de viaje.
-De acuerdo, también quiero estar contigo, ¿has visto las fotos de Robert?
-¡No cariño, no!, sabes que no leo esas revistas banales.
-Te las llevaré. ¿A qué hora podemos quedar?
-A la salida del trabajo, estarán también Lorenzo y unos amigos.
-¿Los conozco?
-Algunos estuvieron en la inauguración, no te vas a encontrar solo, y no te preocupes, mejor si te pasas por la tienda y partimos de aquí mismo.
-Vale precioso, seguiré tus instrucciones., y me despido…
-Ponte guapo amor, quiero que llames la atención de mis amigos.
-¡Ja, ja, ja! ¡Qué tonto eres!
A pesar de que me apetecía y que Guillermo me había autorizado, decidí que no subiría al monte, su guardaespaldas seguía cohibiéndome, y además no era su hijo como para usar sus cosas.
Había pasado una semana, el mismo tiempo de otras veces sin verle, pero en esta ocasión se me hacía más largo sabiendo que hoy nos nos veríamos. Me vendría bien salir a divertirme y relajarme, hablar de los chismes de la boda de Robert con Migue.
Cuando llegué a la tienda estaban ya recogiendo, además de Migue y Lorenzo estaban otros dos chicos que recordaba como me presentaron en la inauguración. También eran algo mayores, como Lorenzo, atractivos y muy bien vestidos, me saludaron abrazándome y con besos en la cara, se esforzaban porque me encontrara a gusto con ellos.
-Los demás nos esperan en el lugar de encuentro. -Lorenzo se había puesto la chaqueta al terminar de recoger la ropa del mostrador y me hablaba mirándome con detenimiento.
-Unos simples vaqueros son exquisitos si tu los vistes. -volvió a abrazarme y besarme en las mejillas.
-No olvides que también llevo la parka. – le dije sonriéndole, me cogió del brazo y me llevó para la salida.
-Cierra tu Migue, me adelanto con Marito. -no me había soltado el brazo e íbamos por la calle despacio.
-Me alegro de que te hayas decidido a venir.., y a estar con nosotros.
-Migue es capaz de convencer y convertir a un ateo.
-¡Ja, ja, ja! Para nuestra alegría y regocijo, ¡bienvenido a nuestra congregación fiel creyente!
-¡Ja, ja, ja! Gracias por hacerme reír Lorenzo, después de una semana sin parar de trabajar lo necesitaba.
-Podías llamarme Loren como los demás.
-Conforme Loren, no te digo lo mismo, tu ya me llamas como mis amigos.
En la cafetería estaban varios amigos más de Loren sentados en una mesa alargada con mantel, no lejos de la barra, después de saludarnos, y me besaron todos ellos, pidieron para beber, no me preguntaron lo que quería y me trajeron un gin con tónica como a los demás, habían pedido también para comer, unos snacks, jamón y diversos tipos de quesos y rebanadas de pan tostado.
Migue y yo nos habíamos instalado en la zona más retirada de la mesa. Esperamos a que comenzaran con los brindis protocolarios y a comer. Migue, impaciente me reclamara la atención.
-No tenías algo para enseñarme, después de que me hablas me mata la curiosidad.
Recogí la bolsa donde llevaba la información y le saqué dos revistas. Al elevar la mirada observé a un nuevo chico que se sentaba en la mesa y que no conocía. También él me miraba e hice un rápido viaje por su figura.
Era un chico alto, delgado y fibroso a pesar de que sus hombros eran anchos, de nalgas estilizadas y fuertes, marcadas por su pantalón ajustado, el cabello moreno y alborotado y barba cerrada sin recordar ni cuidada. La distancia no me permitía ver mucho más el detalle. Me llamaba la atención sin saber el motivo y seguía mirándole hasta que Migue me llamó la atención.
-Ya se que Peru está muy bueno, pero tu amigo esta aquí, a tu lado.
-¿Peru? -repetí como un estúpido.
-Pedro, los demás le llaman Peru. -me centré de nuevo en Migue.
-Toma, empápate y te volverás un intelectual leyendo estas cosas banales. -le dejé que fuera ojeando hasta que localizó, pasando hojas, lo que nos interesaba.
-Es preciosa Marito, y Robert está mejor que nunca, en su mejor momento. El traje de ella la hace volar en el aire, maravilloso. -continuó mirando y leyendo el contenido de la muy breve reseña que se limitaba a dar cuenta del acontecimiento y, eso sí, enumerar las virtudes y posesiones de la familia.
-Yo creía que no te interesaban estas cosas amigo, vas a quedarte sin comida.
-Ya lo dejo pero tienes que prestarme las revistas para estudiar esos ropajes. -guardó las revistas y nos pusimos a atender los comentarios que se hablaban en la mesa, a veces mis ojos se desviaban para mirar al tal Peru.
Después de la primera copa llegó la segunda que yo no probé. Veía como Loren y Peru lo hacía también disimulando, Loren no dejaba de mirarme y cuando cruzábamos la mirada era para sonreírme y hablarle a Peru al oido.
-Tomaremos la última en mi casa, ¿te apetece? -se había colocado a mi lado y me cogió de la mano.
Nos levantamos y busqué la bolsa con las revistas.
-La llevó yo no te preocupes. -Migue me la mostraba en su mano.
Durante el pequeño recorrido, hasta llegar al piso de Loren, me llevó pasando el brazo por encima de mis hombros apretándome contra él, escuchaba hablar detrás de nosotros a Migue y alguno más.
Subimos andando las escaleras, total era el primer piso, diecinueve escalones contando desde la calle, mientras íbamos a la cocina para tomar un vaso de agua, Migue y los demás llegaron y pasaron, unos a la sala y otros a la cocina buscando bebidas en la nevera.
Bebí el vaso de agua y no pude aguantar más, le besé. Con un beso cálido, solamente con los labios y la punta de la lengua para probar el sabor de su boca, luego me introdujo la lengua y la recibí con la mía.
-Vamos a un lugar para estar solos. -musité nervioso en su oreja, Loren no se había quedado quieto y me mordía lamiendo el labio inferior.
-Ven, sígueme a mi habitación. -me abrazaba sin demora tocándome el culo, metiendo la mano en mi pantalón y tocándome la piel, me acariciaba y volvía a cogerme las nalgas llevándome hacía él.
-¡Ohh! Loren, me excitas.
-Lo se, yo también lo estoy Marito. -senti su verga y se apartó para comenzar a desnudarme y lo mismo hacía yo. A la vez que me besaba me quitaba la parka, el jersey y la camisa.
Loren perdía la cabeza sin saber que hacer o que tocar, tan pronto quería bajarme el pantalón como chuparme los pechos, comenzó a besar y lamer mis tetitas.
-Ya me quito yo el pantalón o lo romperás. -los dos estábamos muy nerviosos y nos temblaban las manos, terminé de desnudarme y me tendí en la cama mirándole como él se quitaba la camisa.
Tenía un pecho y abdomen marcados con un poco de pelo en el centro y alrededor de las tetillas, al quitarse el pantalón el slip marcaba un paquete hermoso y grande, se quitó el slip, su verga no era una exageración pero estaba bien, unos veintidos centímetros, y lo curioso era su forma, muy curvado hacia el ombligo y un costado, de color blanco rosado y el glande descubierto y rojo, los huevos pegados a la base y completamente depilado.
Sentí una gran excitación al notar en la distancia la dureza de su polla, con las venas muy marcadas y una rigidez que no la permitía moverse.
Se tumbó sobre mi y empezó a besarme.
-Déjame un poco tu polla Loren, déjame tenerla.
-También yo quiero ver la tuya. -se colocó apoyado en un codo, con la cabeza enfrente de mi verga y que yo pudiera sujetar la suya.
-Tienes una buena polla Marito. -no le respondí y sujeté su barra de acero, era imposible moverla de su posición y olía todo aquello divinamente a hombre, a huevos, a pene y a macho, metí el glande en mi boca y le mordí con suavidad. Loren gimió.
Me la chupó un poco lo mismo que yo y volvió a tumbarse sobre mi. Era muy rico y sabroso sentir su cuerpo duro y fibroso, sus fuertes piernas cubiertas de vello enroscadas en las mías, el pecho cuadrado, fuerte y cálido apoyado en el mío, le abracé pasando las manos por su espalda.
-Métemela, dame tu polla Loren.
-¿Necesitarás que te dilate?
-Estoy bien métela. -me elevó ligeramente las piernas, y a pesar del ángulo tan raro de su verga enseguida localizó mi agujero. Cerré los ojos para sentirle entrar, su polla tocaba lugares diferentes dentro de mi culo. Era una sensación no sentida con otra verga, diferente y rico.
Empezó a meterla y sacarla con lentitud, le miré y él disfrutaba sintiendo mi culo apretarle la polla, así estuvo unos minutos haciéndome sentir maravillosas sensaciones.
En ese preciso instante volvía la cabeza, habíamos dejado la puerta abierta y Peru, el chico nuevo, nos miraba mientras se acariciaba el bulto de la entrepierna. Cruzamos la mirada y se acercó, era un muchacho más joven que los demás exceptuando a Migue y a mi, unos veinti pocos años, de pelo enmarañado y barba tupida como ya había observado en el bar.
Se inclinó y me besó en la boca, Loren también se había tumbado pegando su pecho al mío, acerco la boca a mi oreja y la chupo.
-¿Estas de acuerdo, te parece bien? -pedía mi conformidad para que su amigo entrara en nuestro juego
-Vale. -en ese momento no me sentía expuesto, ni vulnerable aunque iba a ser la primera vez que dos hombres me hicieran el amor a la vez.
El barbudo al escucharnos se apresuró a ponerse desnudo, tenía una verga delgada y recta, bastante larga, con algún centímetro más que la de Loren, el glande también era alargado y algo más gordo que el fuste, de un rojo morado y brillante, con una tupida y frondosa pelambrera en la base, los huevos en una bolsa redonda, arrugada y dura con algunos pelos.
Volvió a inclinarse y a besarme en la boca, sus generosos y gruesos labios atraparon los míos, le rodeé el cuello con mis brazos para que no se apartara, mientras Loren volvía a follarme con la misma parsimonia del principio.
-¡Gracias! -me dijo el barbudo cuando interrumpió el beso, se sujetó la polla para darme pequeños golpes con ella en los labios provocándome a que los abriera, y yo lo hice deseando atrapar aquella golosina para que entrara en mi boca.
Tenía a mi servicio dos estupendos machos dispuestos a hacerme gozar y a su vez gozar de mi, Loren continuaba follándome el culo con dedicación plena y variaciones para hacerme sentir el poder de su rica verga, y el otro me follaba la boca sin brusquedades y permitiendo que fuera yo el que precisara hasta donde quería que llegara.
Cerré los ojos y me dispuse a disfrutar de mis machos. A la vez que Peru me follaba la boca, con su mano acariciaba mi polla, envolviéndome el glande en suaves masajes que me volvían loco.
Fui el primero en correrme por las maniobras que me hacía aquel chico y temblé a punto de morderle el machete que seguía chupando, después me siguió Loren lanzando rugidos muy roncos y desplomándose en mi pecho, por último el chico nuevo se vaciaba convulso mientras se masturbaba llenándome la cara y la boca de semen. Degusté aquella cálida leche que me caía en la lengua y elevé la mirada para mirarle.
Sentí, en ese momento, que aquel chico me gustaba, no le conocía, ni había hablado con él más de tres palabras, y sin embargo notaba queme interesaba todo él, mucho más que Loren a quien tenía aún metido en mi culo.
Sin salirse aún de mi me lamía la cara comiéndose el semen de su amigo, y yo le limpiaba la verga metiéndola hasta la garganta. Degustando los últimos restos de su dulce leche.
No se en que momento me dormí y cuando desperté la luz estaba encendida, a mi izquierda yacía Loren y a la derecha su amigo, este tenía la cara pegada a mi costado y me aparté un poco para mirarle.
El chico era jodidamente viril y guapo, su perfil resaltaba con la nariz recta y los carnosos labios envueltos en la larga y tupida barba, tenía la piel ligeramente morena y suave. Abrió los ojos y una sonrisa enorme se asomó a su boca.
Aproximó sus piernas y comenzó a rozarlas con las mías, había colocado la mano en mis tetillas y la fue bajando hasta mi pene, estaba dormido pero a su contacto empezó a cobrar vida. Viendo mi reacción el chico se arrodillo y me dio la vuelta para empezar mordisquear mis glúteos, me los abrió y pasó la lengua por mi ano. Todavía me salía la leche que Loren me había dejado y al chico no le importaba.
Volví a desear que me tomaran y entonces Loren se despertó, sentado en la cama nos observaba, se fue aproximando mientras se pajeaba y le cogí la verga para mamarla, no resultaba sencillo en esa posición y se tumbó transversal para dejarme que le chupara su linda y durísima pija depilada.
Le besaba el capullo y pasaba la lengua por él haciendo círculos, el otro hombre no dejaba de lamerme el culo, tenía que haberse comido toda la leche que me dejó Loren.
Entonces se puso sobre mi espalda para decirme al oido.
-Díme como quieres que te la meta.
-Así está bien, de perrito. -y realmente eso era en este momento, así me sentía teniendo a aquel macho encima mío dominándome, una perra a punto de ser follada por un joven semental a la vez que chupaba y lamía con ansia la verga de otro macho más maduro.
Metió la polla y solo la sentí cuando hizo tope, estaba tremendamente dilatado y podrían habérmela metido los dos sin problema. Sabía follar muy bien y buscar los lugares propicios para que yo gritara cuando no tenía la boca ocupada mamando la polla de Loren.
A la vez que me follaba estimulaba mi polla pajeándola como solo él sabía hacerlo, hasta que Loren sacó su pene de mi boca y comenzó a correrse sobre mi cabeza ensuciándome el pelo, a continuación sentía los latigazos violentos de la otra verga dentro de mi culo, y como el otro macho me abrazaba el abdomen dando las últimas sacudidas a mi pene hasta que me yo también me vacié, ahora creo que totalmente.
Me levanté de la cama para ir al baño. necesitaba lavarme el cabello, Loren me lo había ensuciado con su semen y no quería que se secara y quedara pegajoso. Las piernas me temblaban y Peru se dio cuenta, saltó de cama para sujetarme.
-Déjame que te ayude. -me llevó sujetándome de la cintura y se metió en la ducha a mi lado, comenzó a lavarme el cabello.
-Es una pena que te lo haya ensuciado, tu cabello es precioso, en realidad todo tu lo eres. -lentamente pasaba la esponja por la piel y la dejó para sustituirla por las manos, me las pasaba por todo el cuerpo delineándome, como el escultor que quiere asegurarse de que el mármol recién pulido ha quedado perfecto.
-Me llamo Pedro, Peru para los amigos…, nunca nos habíamos visto.
-Ya conozco tu nombre.
-Mario suena mejor. -también él había averiguado como me llamaba demostrando que le interesaba
-Déjame que ahora te lave yo.
Hice como él y así pude sentir y conocer su atlético cuerpo, duro y potente dotado de alargados músculos, lavé su bolsa escrotal y noté la pesadez de los testículos, la verga larga y de piel morena, delicada y suave, el glande delineado y cubierto por la piel del prepucio.
Nos secamos y volvimos a la cama. Lorenzo estaba con los ojos abiertos, tumbado y con las piernas separadas mostrando el sexo descansando sobre sus huevos, solamente le dirigimos una breve mirada, casi sin notar su presencia.
Nos movimos para quedar enfrentados y Peru me cogió una mano.
-Me gustas Mario.
-Tu también me gustas Peru.
-Quiero volver a verte.
-Me adivinas el pensamiento, yo también lo deseo.
Parecíamos dos enamorados sin estarlo, y a pesar de tener a Loren al lado, nos sentíamos los dos solos.