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Mario (04 de 22): Marcos me prepara el culo
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Tiempo de lectura: 8 minutos

—No quiero que más tarde te arrepientas de lo que vamos a hacer.

—Nunca Marcos, quiero hacerlo, ser tu mujer y que me poseas.

—Mi vida, estoy temblando Marito, nunca me ha pasado.

—Yo estoy igual, tu verga crece mucho ahora Marcos. —se la tenía apretada en una mano y con la otra acariciaba su ancho pecho.

—Estoy muy excitado, tengo miedo de mi fuerza Marito, ¿Quieres que vayamos a la cama?

—Allí será mejor, por algún lado podré escapar de tu cepo.

—No vas a poder escapar Marito, esta vez no y vas a ser mi mujer.

—Llévame a la cama y fóllame, dame tu hermosa verga, tu jugoso pene que tanta leche me ha dado, me sabía rica, ¿sabes?, ahora me la darás en el culo como un macho, mi hombre de toda la vida.

—Me vuelven loco tus palabras Marito, me mareas amor. — se levantó y me quitó los pantalones sin desabotonar, junto con el slip antes de cogerme en brazos para llevarle a su cama.

Así me gustan los hombres, machos fuertes pero suaves en el trato, poderosos y potentes pero que no hagan daño a los débiles.

Ronroneaba como gatito en su cuello lamiéndolo dándole pequeños mordisquitos con los labios.

Tenía ganas de estar así otra vez primo precioso, entre tus brazos y sintiéndote mi hombre, mi defensor, mi Robin Hood.

Me dejo arrodillado sobre la cama, dispuesto como él quería para prepararme el culito, yo no hacía nada, solo agarrarme a la ropa temblando emocionado, era mi primo quien movía mi cuerpo disponiéndolo en la posición que deseaba.

—Sí, si Marcos, sigue lamiendo mi culito. ¡Oh ese dedo me ha hecho daño, más suave amor, déjame que llegue hasta tu polla, necesito lamerla para ponerla tiesa total. ¡Uiii! que rica verga mi amor. Me llegará muy profundo? No vayas a correrte ahora, tienes que preñar a tu hembra mi rey.

—No puedo aguantar más Marito, te la meto.

—De perrito amor, dámela por atrás para que no entre toda.

—Quiero verte la cara y sentir como gozas mi polla.

—Luego amor, primero por atrás, quiero ver hasta donde puedo llegar.

—Chúpame una vez más el hoyito y luego intenta meterla. —Marcos no me cogió con su brazo izquierdo por abajo, puso las manos en mi cintura y así me manejaba fácil, su verga, indudablemente más pequeña que la de mi papi también estaba más dura y más rígida, no necesitaba la ayuda de la mano para empujar por su misma en la entrada de mi culo.

Tiró de mi cintura y después de la presión el glande consiguió colarse dentro, yo le detenía con mi mano en su muslo, indicándole que se detuviera o continuara, poco a poco aprendía, cuando dejaba de apretarle él sabía que debía empujar para ir metiendo la verga y detenerse cuando era al revés.

Así, lentamente, el cilindro de carne caliente horadaba mis entrañas, algún pequeño dolor, la presión muy fuerte y el golpe de sus huevos contra los míos, señal de que la metida estaba consumada.

Me fue soltado de la cintura dejando que me tumbara, él vino tras de mi sin dejar que se saliera la verga y quedo tumbado sobre mi espalda.

—¡Qué gusto, que gusto! —decía entre suspiros con la boca en mi cuello.

—Al fin tengo a mi primito como siempre quise, clavado en mi verga.

—¡Ayyy! No te muevas Marcos.

—¿Te duele, te hago daño? —lo cierto es que estaba sintiendo el latido de mi culo y el de su verga temblando al unísono y solo sentía un ligero escozor, nada igual a la metida de don Guillermo.

Empezaba a sentir un gustillo exquisito en ese movimiento y me sentía maravillado de tener a un hombre que no permitía que me moviera con su peso sobre mi, totalmente sometido a él.

—¡Ummm! Me gusta Marcos, siento como late tu polla…

—¡Uyyyy! Sabe rico primo, pero no te muevas por favor.

—¿De verdad te está gustando, más que con don Guillermo? —ronroneaba en mi oreja y me la mordía, luego metía la lengua haciéndome cosquillas.

—Su polla es más grande, la tuya una maravilla para mi culo.

—Entonces te hizo daño.

—Solo un poquito, pero la tuya me da un gusto muy bueno, muévela un poco por favor. —en la nueva posición parte de su miembro se había salido, mi culo contenía solamente parte de la verga y la fue sacando lentamente y volviéndola a meter.

—¿Te gusta así?

—Lo haces muy bien, sigue sigue. —continuó haciendo como yo le indicaba, pequeñas salidas y entradas y el placer se volvía mayor.

—Qué placer primo, me follas divino. —liberó una mano y me apartó el pelo para lamerme el cuello.

—Cuando tu me digas te follo de verdad, creo que ya no te va a doler. —abrí las piernas y las suyas cayeron entre ellas, su verga podía ahora continuar la incursión más profunda en mi culo. La sentía avanzar, era terriblemente delicioso y gemí abriéndome más.

—Parece que te va gustando primito, voy a darte un poco más.

—Sí, dame tu verga, métela toda. ¡Oh! es delicioso. —comencé a gemir sin parar.

—Pareces una gatita en celo, me vuelves loco precioso. —sentía que por segundos su verga se volvía más y más dura según le crecía la excitación.

—¡Qué rico me coges Marcos!, nunca sentí algo igual.

—Tu culito se te va ablandando, estas gozando la verga putito. —me excitó la rabia contenida en su expresión.

—Sí, si que me gusta, dame más.

—Parece que te gustan más las vergas que no sean grandes ¿eh?, que tu culito se adapte mejor. —inició un movimiento más rápido, con más brio, la bolsa de sus huevos sonaba al golpear en mi culo cuando metía la polla hasta el fondo.

A veces sentía un pequeño dolor cuando terminaba la metida, pero el placer era mayor. Mi culo se estaba acomodando a la perfección a la verga de mi primo. Aplastada por mi vientre, mi polla latía desaforada, totalmente empalmado y la sentía dura como el acero.

Me atreví a ir levantando poco a poco el culo, como una ofrenda a la polla que ahora entraba más, hasta sentirla resbalar por el interior de mi vientre

Gemía de placer, sollozaba, los sentidos despertaron en todos los sentidos, Me llegaba su olor a macho a sexo, la humedad caliente del sudor de su pecho al chocar con mi espalda, los bufidos salvajes de su boca en mi oreja y los sonidos de su verga entrando y saliendo, ahora salvaje en mi vientre.

El pelo de su pecho chorreaba sudor, me cabalgaba con las ganas locas que siente el primerizo en su primer coito, quería someterme hacerme suyo íntegramente, y a veces abría las piernas abrazando mi cuerpo como si se lo fueran a robar.

La sensibilidad extrema de mi ano sentía cada vena y pliegue, cada protuberancia por mínima que fuera de su polla, y también la suavidad de su piel rozando las paredes de mi recto.

Jadeaba sofocado en mi cuello, a veces besaba mi espalda.

—Te gusta mi verga, sabía que la deseabas, tu culito y mi polla están hechas el uno para la otra, ahora siempre desearás mi verga que te folle y te posea como ahora.

—Reventaré tu culito delicioso, sentirás al macho de verdad que te folla y hace mujer. —no dejaba de hablar ni de follarme entrando con fuerza en mi cuerpo, haciéndome gozar como nunca me lo habían hecho, esto era mejor que las mamadas de Migue, mejor que nada que hubiera sentido hasta ahora.

Su fuerte cabalgada no cesaba haciéndome gemir, gritar a veces, y morderme los dedos, y aferrarme a las sábanas como si fueran mi salvavidas, su verga se ponía más dura si pudiera ser y pensaba que pronto me preñaría y terminaría todo, y se salió de mi de golpe poniéndose de pie dejándome el culo abierto.

Levanté la cabeza y allí estaba, desafiante como un guerrero, erguido y poderoso, con la verga enorme, dura y brillante escurriendo líquidos, y mi culo vacío.

—Ahora de frente, quiero ver tu cara cuando te llene de semen. —aunque sentía temor de que me follara en esa postura, pues la verga entraría mas profunda, pero deseoso de que me llenara el culo de nuevo, me di la vuelta y le abría las piernas como la mejor puta ramera.

Soltó una risa sonora y se tumbó entre mis piernas, y su pecho sobre el mío.

—¡Qué guapo estas cabrón! y ahora tan rojo parece que vas a explotar— aplasto con brusquedad sus labios sobre los míos y después me lamió la cara.

—Te comería entero primito, pero serás tu quien se como mi polla, ¿la deseas?

—Por favor, deja de jugar se me va a cerrar el culo.

—Puto, mariconcito, ya nunca se te cerrara el culo, yo no dejaré que eso suceda. —se apoyó sobre un codo y apuntaló la verga en mi ano.

—¡Toma, toma verga, es toda para ti. — dolió esa fuerte entrada y me hizo gemir.

—¿Te ha gustado? —no podía hablar, solo le miré mordiéndome el labio.

—¿Sigo? ¿Es lo que deseas? —solo le miré y musitaron mis labios.

—¡Fóllame!, quiero que me folles, que me rompas. — alargué las manos para sujetarle del culo y tirarle hacia mi, las piernas me dolían por lo abiertas que las tenía.

Marcos se levantó de mi pecho dejándome que respirara, me sujetó de la cintura y tiró de mi para enterrar la verga totalmente en mi cuerpo, tiraba y me empujaba, haciendo que fuera yo el me follaba con su verga, mi cuerpo era el que se metía la polla profundamente y luego la sacaba.

Mi polla se balanceaba golpeando en mi vientre y el hilo de pre semen que me salía formaba una lámina que brillaba y parecía hielo. entonces agarró mi polla y empezó a acariciarla, envolvía el glande en su manaza envuelto en la humedad que yo mismo desprendía.

—Así me corro Marcos.

—Correte, quiero ver tu cara. —cerré los ojos, abrí la boca y un agudo grito se escapó de mi garganta, se me contrajo la verga y comencé a descargar leche como nunca me había corrido, entonces quitó su mano del glande y los trallazos de semen llegaban hasta mi cara.

El placer de mi corrida aumentaba por la follada continua que no había dejado de hacerme, entrando con la verga y saliendo de mi sensibilizado ano.

No había terminado aún de tirar leche cuando volvió a colocarse tumbado sobre mi, su pecho sobre el mío manchado de semen. Me miró socarronamente.

—Ahora me toca a mi.— elevaba el culo y lo dejaba caer con fuerza, enterrando su polla cada vez más profundamente en mi cuerpo, hasta que se le puso dura, dura como nunca la había sentido en mis manos y me miró alucinando.

—¿Dónde lo quieres? —como respuesta y sin poder hablar, pasé los pies por sus muslos para que no se apartara de mi.

Empezó a temblar y sus espasmos eran increíbles, sentía en mi interior como me iba llenando y el golpeteo de los chorros de leche que me dejaba en el cuerpo. Al final quedó tendido y temblando sobre mi, sacando las útimas gotas de semen que le quedaban.

Relajé las piernas y abracé a mi primo acariciándole la espalda, lentamente recobrábamos el resuello hasta que se separó elevando el pecho, lo tenía cubierto de semen igual a como estaba yo.

Se quedó a unos centímetros de mi cara y no podía enfocarlo.

—¿Te ha gustado?

—Mucho, mucho, quiero sentir así siempre.

—Entonces podríamos decir que soy tu primer hombre, al menos el primero que te ha dado placer.

—Así es, pero don Guillermo no tiene culpa por ser tan vergudo.

—¿Siempre le vas defender? —me le quedé mirando y le abracé del cuello para que bajara la cabeza y me besara.

—Ofréceme una ducha, estoy envuelto en semen. —hizo un gesto para separase y su verga se deslizó saliendo de mi culo, detrás de ella salió un largo reguero del semen que me había dejado dentro. Miramos todo aquello y nos echamos a reií.

—Sigues igual de lechero, pero me ha encanto sentirme lleno con tu leche. Ahora tengo que darme prisa, el abuelo y el peque ya habrán cenado y no tengo tiempo para recoger lo de Migue.

—Vuelve mañana, a la misma hora, y te ayudo a recogerla. —estábamos bajo la ducha y me le quedé mirando adivinando el sentido de sus palabras.

—Es posible que venga, con una vez no es suficiente para que demuestres lo que puedes hacer. —unos besos, unas caricias y me separé de él empujándolo porque no quería que me fuera.

**************

Pasé temeroso delante de la puerta de Migue, pensaba que adivinaría mi presencia y aparecería en ese momento. No me sentía culpable por lo de mi primo, total él mismo me lo había ofrecido antes y yo no había ido buscándolo, tampoco parecía que se quisieran como para vivir una vida de fidelidad juntos.

Pero no dejaba de pensar que Migue estaba mejor con Marcos que con su padre y tenía que regresar, también por Marcos que, aunque no lo dijera, se sentía solo salvo cuando se reunía con sus amigotes los fines de semana a beber cerveza.

Como sospechaba el abuelo y Marquitos habían cenado, el pequeño estaba ya en la cama y el abu había recogido los platos, esperaba paciente viendo la tele a que yo llegara.

—¡Hola abu! Os dejé preparada la cena. —me acerqué para darle un beso, su cara no expresaba nada. Me sujetó de la muñeca tirando con fuerza y temí lo peor, me arrodillé temiendo que me pegara.

—Siéntate a mi lado. —no apartaba la mirada de la pantalla brillante en la semioscuridad de la sala, me levanté sin que me dejara suelto y me senté como ordenaba. Su otra mano buscó mi cara y me abrió la boca, acerco la nariz y me olió el aliento.

—Ya es muy tarde, ¿No estaba Marcos en casa?.

—Si abu, nos entretuvimos hablando. — seguía prisionero de su garra y cada vez parecía que la apretaba más, me sentía prisionero entre grilletes y cadenas.

—Escucha mocoso, no me importa con quien folles desde ahora, él se ha cobrado con tu virginidad como quería, pero ten cuidado, no jodas mi negocio con don Guillermo o tendrás mucho que perder, ¿entendido?.

—Si abu, te prometo…

—No prometas lo que no estas seguro de cumplir, pronto has empezado a revolcarte con cualquier macho que te de verga, pero tienes a quien parecerte. —comencé a llorar y él lentamente fue aflojando la mano.

—Deja de llorar cono una niña, don Guillermo me ha llamado, quiere tenerte el viernes a la noche y que pases el sábado con él, espero que sigas dándote la crema que te entregué para curarte del todo, aunque igual no la necesitas ya si otros te la pueden meter sin que te duela.

Por un lado sentía un profundo alivio al notar que está vez no habría un castigo, por otra preocupación por como resultaría ahora el nuevo encuentro, la herramienta de do Guillermo era muy grande y aunque el me trataba bien y con cuidado sería inevitable que me hiciera otra vez daño, aunque no fuera tanto como la vez primera.

Decidí que me arriesgaría a volver al día siguiente donde mi primo, por un lado me había gustado mucho como me cogía el culo, pero sobre todo para conseguir que mi ano se amoldara a recibir vergas grandes y gruesas y estar preparado para don Guillermo.

El abu no tenía mas que decirme y sin cenar me fui a mi cuarto, no encendí la luz para no despertar al niño, solo me desnudé y con el simple slip me deslicé a su lado procurando no tocarle para que siguiera durmiendo. Marquitos se arrimó a mi y se me abrazó.

—Por qué llorabas Marito. —me pasaba la manita por la cara y notaba la humedad en mis mejillas.

—Me he dado un golpe, ya sabes que soy muy torpe, ahora duerme corazón. —pronto sentí que se relajaba y volvía a su sueño.

Tenia tanto miedo del abuelo, y sin embargo le quería, aunque últimamente me insultaba cuando había sido él quien me entregó en las manos de su ex jefe, es cierto que yo no me había opuesto y me dejé convencer muy fácilmente, o sea que no era toda su culpa.

Quería trazar un plan en mi cabeza para cuando nos volviéramos a encontrar, pero estaba tan cansado que pronto me venció el sueño y me quedé dormido.

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