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Mariana, la presidenta de colonos (3)
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Tiempo de lectura: 13 minutos

A la mañana siguiente me levanté, todo estaba cambiando en mí, desde hace 3 días le había empezado a ser infiel a mi marido, no solo con un hombre sino con tres y había tenido mi primera experiencia lésbica, había probado el sexo anal, un par de estupefacientes: Coca y Popper, lo peor ya no me afectaba tanto, mi subconsciente trataba de decime que estaba mal, que debía detener todo esto, pero mi inconsciente gano, me sentía más sexy, me sentía deseada, más joven, más atrevida, pero sobre todo más guarra.

Mientras estaba preparándome para tomar una ducha, serían como las 8 de la mañana cuando sonó mi teléfono.

– Hola mami, era Ángeles, mi hija.

– Hola hija buen día, ese día era jueves mi hija tomaría su vuelo en unas 3 o 4 horas

– Mama estoy por salir al aeropuerto ¿Podrías pasar por nosotras más tarde?, preguntó

– ¿Nosotras?, cuestione.

– Pensé que papá se había comunicado contigo ayer, en qué momento me llamo Cesar dude, probablemente fue durante mi sesión de sexo con mis rusos

– Vanessa viene conmigo, papá le pago el boleto para que este con nosotros en la celebración de mi cumpleaños mañana, dijo y continuo, – recuerda que tú y papá me habían prometido festejar en la playa si salía muy bien el semestre escolar, y como así fue papa me autorizo invitar a mi prima y el pago el boleto, para así compensar que él no estará en por motivos de trabajo.

Maldición, como pude olvidarlo mañana era el cumpleaños de Ángeles, lo peor era que aún no resolvía los problemas de la comunidad y ya habían pasado 3 días completos, era jueves por la mañana mi hija llegaría en unas 6 horas aproximadamente, junto a Vanessa la hija de mi hermana, ellas se han llevado muy bien desde siempre ya que ambas son hijas únicas y han crecido como hermanas, aunque Vane es más grande que mi hija por 5 meses.

Terminé la conversación con ella y me di cuenta de que tenía, ahora sí, solo unas cuantas horas para resolver mi vida y hablar con Sergei, para así poder ir por ellas.

Me metí a bañar, recriminado por todo lo acontecido los anteriores días, nuevamente el cargo de conciencia fue demasiado, como puede haber engañado a mi esposo, a mi familia, tenía que hablar con los rusos y pedirles que se reubicaran, fue lo que debí haber hecho desde el inicio

Tarde aproximadamente diez minutos en la ducha, comencé a vestir, me puse unas pantis de encaje de color rojo, que por mis curvas simulaban un micro bóxer, y un bra que hacía juego con ellas, sobre ellos me puse unos jeans un poco ajustados y una blusa tipo pullover de color verde que me hacía ver muy bien, me hice una coleta en el cabello, un poco de maquillaje y listo.

Y salí a enfrentar a Sergei y sus compinches, cuando llegué al ascensor, tuve la mala fortuna de toparme con Don Rogelio uno de los propietarios de departamentos y de las personas más ricas de la comunidad, es una persona de unos 45 o 50 años aproximadamente, como de 1.87 de estatura, un cuerpo que a pesar no ser muy atlético, se veía bien y un rostro que dejaba ver un poco más edad de la que tenía, dado a sus notorias canas. Vestía ropa deportiva parecía que venía de hacer ejercicio.

– Que tal señora Mariana, me saludo, – que bueno que la veo, quería saber ¿Cómo va el asunto con los rusos?, me dijo con una extraña emoción en su pregunta.

– Hola Don Rogelio, aún no he terminado de resolver, de hecho, en este momento iba hacia el bar para volver a hablar con el dueño, conteste un poco nerviosa, no sabía si Sergei estaría ahí.

– Maravilloso, si gusta la puedo acompañar y hablamos los 2 con él, quizás si la ven acompañada de un hombre no traten de aprovechase de una mujer DECENTE como usted, dijo enfatizando la palabra decente

– ¿Que está tratando de insinuar?, le pregunte indignada y molesta

– No se enoje, Marianita, quiso tranquilizarme

– ¡Sra. Mariana, para usted! ¿Qué se ha creído? ¿Qué derecho le da usted dudar de mi integridad?, le cuestione furiosa.

Y sin dejar de sonreír y de lo más tranquilo del mundo empezó a buscar algo en su celular

– Vera, Marianita yo no soy un vecino fisgón, pero el día de ayer paso algo muy curioso, hablaba sin dejar de verme y olvidándose de su teléfono por un instante.

– Ayer que llegué de mi trabajo y tomar el elevador, coincidí con una hermosa rubia con un agradable acento ruso, la cual precisamente bajo en nuestro piso, se imagina mi sorpresa verla tocar la puerta de su departamento.

No sabía que hacer, Don Rogelio, había visto a Irina llegar a mi departamento y empecé a temblar ya que claramente lo que había buscado en su celular era la evidencia de fotos que nos había tomado.

Y mostrando su teléfono dijo

– Mayor fue mi sorpresa que nuestra QUERIDA y DECENTE presidenta de la comunidad la haya dejado entrar a su hogar casi desnuda, enfatizo esas 2 palabras

La foto, aunque no muy clara se veía cuando Irina ingresaba a mi casa y yo estaba con mi bata casi transparente, para mi desgracia, Don Rogelio vive frente a mi departamento y obviamente le dio tiempo de tomar la foto.

– Esto no prueba nada, intente decir para que no continuara con su palabrería, pero me interrumpió

– Tal vez esa no, pero ¿Qué le parece esta otra foto? Se ve claramente como entra otra persona a su departamento y no está forzando la puerta, dijo tranquilamente y continuo, – además esa extraña bolsita que trae en su mano, creo quien llegue a ver esto no pensara que sea azúcar.

– ¿Quién lo llegue a ver?, pregunte absorta

– Claro, dijo con una sonrisa despreciativa, ¿Qué pensaba? ¿Qué no se enteraría nadie? Me pregunto Marianita, si tu esposo también estará de acuerdo con la vida que llevas cuando él no está contigo, fornicando y drogándote con cualquiera.

– No permito que me levante falso, dije tratando de sonar lo más convincente posible, pero el seguía sin ceder en sus ataques verbales.

– Marianita, todo sería muy creíble y hasta yo, dudaría de esta acusación si no fuera por este audio, reproduciendo la grabación en su teléfono

En él se escuchaba claramente el momento en que Dimitri me exigía saber cómo sentía su falo dentro de mí y yo contestando y afirmado que era muy grande, por lo que mis piernas se empezaron a doblar y casi caigo si no fuera por ese hombre que tenía frente a mí que se acercó a sostenerme, tomando con sus brazos fuertemente.

Todo estaba perdido mi vida había cambiado para siempre y este señor terminaría por hundirme, destruiría mi matrimonio, mi familia y me reputación, todo por un descuido, aunque sabía que quien realmente lo arruino todo había sido yo.

– Bien dicen que las paredes escuchan y hablan, dijo, – creo que no hay nada que cosa más triste que un matrimonio después de muchos años se destruya, continúo hablando con falsa empatía, – pero quizás pueda aún salvarse o al menos no se enterarían por mí.

Un leve rayo de esperanza llego a mi inocentemente

– Gracias Don Rogelio, le agradezco que no comente nada, dije esperanzada, – en este preciso instante iré a hablar con los rusos para que se trasladen a otro lugar y que tramitar que el local lo pongan en renta, complete

– Marianita, Marianita, en verdad crees que solo guardare el secreto así ¿Solo porque sí?, ironizo.

– ¿Qué quiere decir?, pregunte nerviosa

– Quiero decir, que tú también tienes que cooperar, para que yo guarde ese secreto, dijo sin soltarme en ningún momento y continuo, – ahora que se lo puta que puede ser nuestra presidenta de colonos sería un desperdicio desaprovechar ese conocimiento.

Sentí como se pegó más a mí y noté un gran bulto en su entrepierna

– No, por favor, ¡¡Eso no!!, exclame – Yo no soy eso que usted dice.

– Quizás no, pero la grabación que acaba de escuchar demuestra lo contrario, pero quiero darle una oportunidad Marianita, y en ese momento me soltó, – La estaré esperando en mi departamento, si usted accede la puerta estará abierta y se entregara voluntariamente, de lo contrario sabrá que su cómoda vida, solo durara un poco más.

– Tienes máximo 20 minutos para decidir tu nueva vida, me aviso.

– Pero usted ¿Qué gana con todo esto? – mi tono empieza a ser de desesperación.

– Aún nada… aunque todo depende de ti, me lo dice mirándome directamente a los ojos y esbozando una sonrisa, al momento de cierra la puerta de su departamento

Yo me quede en el corredor del piso no sabía que hacer estaba desesperada, por un lado, sabía que si accedía a estar con él no me dejaría nunca, pero por otro si no lo hacía toda mi vida, mi matrimonio, mi familia y quizás hasta mi trabajo perdería.

Comencé a caminar por el pasillo, dando vueltas desesperada, no encontraba la solución o que decisión tomar, no supe en qué momento entre a mi departamento y me encontraba sentada en mi sala, pensaba en la desgracia que estaba, en cómo dejé que esto se saliera de las manos. Empecé a llorar.

Fue en ese momento, cuando vi sobre la mesita un poco de polvo blanco lo suficiente para hacer una pequeña línea, así mismo también había varios frascos de Popper abiertos, mi cabeza daba vueltas, estaba consciente que tenía que solucionarlo, lo primero que tendría que hacer era deshacerme de las drogas y no volver a probarlas en mi vida, pero mi cuerpo y mente pensaban lo contrario, instintivamente empecé a hacer esa pequeña línea y la esnife, mi cuerpo empezó a relajarse un poco y fue lo suficiente para salir de mi departamento y dirigirme a la puerta de Don Rogelio

Abrí la puerta y entre, al verlo en su sala le pregunté

– No lo entiendo, ¿Qué quieres de mí?

Y el sonriendo y poniéndose de pie y caminando a hacia a mí, me dice:

– Quiero que durante todo el día de hoy me seas obediente y hagas todo lo que te pida.

– ¡Estás loco! ¡No pienso hacerlo!, mi negativa parece firme, aunque sólo en apariencia, ya que el efecto de la coca me estaba desinhibiendo y empecé a excitarme con sus palabras.

– Tú sabrás… seguro que a tu esposo le encantara ver cómo te diviertes mientras él no está contigo.

– Por favor… no lo hagas, le dije suplicante, – no destruyas a mi familia, ellos no tienen la culpa de…, no podía completar la frase

– Dime de que no tienen la culpa, ¿Qué es lo que no quieres aceptar?, al final, tenía razón estaba en la casa de otro hombre que no era mi marido, dispuesta a todo, para que no se entera en lo que había convertido su mujer en solo unos días.

Y estalle. Empecé a gritar mientras de mis ojos caían lágrimas de desesperación, de vergüenza.

– De que sea una puta, no he dejado de pensar en cómo me cogieron esos pinches rusos. Me he masturbado una y otra vez recordando cómo me…, me ofrecía a ellos, de todas las veces que me corrí cuando me llenaron de semen en todos mis agujeros. ¿Es eso lo que querías oír? ¿Qué me han convertido en una puta? ¿Es eso?

-Tranquila, preciosa. Ahora están las cosas claras., al momento que me abrazaba y empezaba a besar mi boca al principio no lo correspondí, pero su manera de besar no era la de una persona arrebatada, al contrario, era un beso muy seductor, suave y erótico, combinado a que el efecto de la coca, me dejé llevar.

– Hare todo lo que me pidas, pero no me hagas daño o mi familia, dije sabiendo lo que se avecinaba

– No es daño lo que he pensado para hoy, lo dijo con voz triunfante, ante mi cesión. – Lo primero que quiero es te desnudes para mí, soltándome para que lo hiciera.

Le miro fijamente a los ojos sin decir nada, resignada me empiezo a quitar la blusa, dejándola en el suelo, lentamente empiezo a desabotonar mi pantalón y a deslizarlo, para quedar solo con el conjunto de ropa interior, volteo a verlo y su erección en esos momentos es considerable.

– Dije que te desnudes

Le iba a contestar, pero solo agaché la cabeza y comencé a quitarme el resto de la ropa, últimamente me he vuelto muy sumisa y eso me tiene muy excitada

– Me gusta que seas obediente, me comento acercándose a mí.

Me rodeo y me abrazó, con fuerza. Me empezó a besar el cuello, mientras llevaba sus manos a mis tetas, sobándolos y apretándolos, siento su miembro contra mi culo. Sentía su dura polla tallándose en él. Se sentía grande, casi igual a la de Sergei. No sé si era la coca o lo que había vivido en días anteriores, pero el pensar que aquella enorme barra estaría dentro de mí en unos instantes, me hacía estremecer, mi coño estaba chorreando.

Rogelio llevó su boca a la mía y casi mordió mis labios, me besó con fuerza, se notaba que estaba muy excitado. Aquella mujer no se parecía a la que se había tocado a su puerta hacía un rato.

Bajó una de sus manos y la metió en mi vagina. Acarició el escaso vello púbico antes de meter su mano entre mis piernas. Su mano se encontró con un coño totalmente empapado, cuando me pasó los dedos por la rajita y tocó mi inflamado clítoris, mi cuerpo se tensó y me abrace a su cuello con fuerza.

– Aaah.

– Vaya, vaya… La zorrita de la presidenta se está corriendo con sólo tocarla, dijo por fin, – Veo que eres una buena putita.

– Mmmm voy a ser… tu… tu putita ¿Verdad?, pregunte con lujuria, sintiendo sus dedos en mi vagina

– No lo dudes. Te voy a terminar de convertir en una auténtica puta. Volviendo a besarme más apasionado.

De repente me agarró por la coleta y me obligó a arrodillarme, se bajó el pantalón deportivo y sacó su polla. Una verga enorme, tan grande como la de Alexei, estaba dura y llena de venas.

Hasta mi nariz llegó un fuerte olor a sudor y a orines, volvió a meter la mano y se sacó también las pelotas.

Su pene casi me rozaba la nariz, ese olor, ese asqueroso olor ¿Por qué no me repugnaba? Tirando de la coleta, me pasó la polla por la cara. Abrí la boca para meterme su verga, tenía un sabor asqueroso, pero estuve a punto de correrme.

– Ahora chúpame la polla como una buena putita.

Casi no me dejó chuparla, el dirigía mis movimientos por la coleta, es decir, me empezó a coger por la boca. Quien entrara al departamento en ese momento tendría una excelente visión de una preciosa mujer, arrodillada a los pies de un hombre, con su polla en la boca y sus enormes tetas moverse al compás de la mamada.

– Está rica, ¿Verdad? ¿Te gusta mi polla?

Con la boca llena de verga no podía contestar, pero mis gemidos de placer lo decían todo.

– Hasta el fondo, putita, esa palabra me ahora me encantaba

Tiró del cabello hacia él y su polla entro en mi garganta, hasta que su pubis chocó con mi nariz fue tan rápido que no tuve tiempo de actuar, mis ojos se abrieron y no podía respirar, ni los rusos habían sido tan bruscos, fue mi primera garganta profunda, no podía zafarme, creo que tampoco quería hacerlo.

Cuando aflojó la presión y sacó su polla de la boca, tragué aire y tosí, me salían espesos hilillos de saliva, que caían por la barbilla hasta sus tetas, trataba de halar aire.

Frente a mí, estaba aquella inmensa verga. No me explicaba cómo había entrado toda en mi boca, me la imaginé embarrada de coca y sin pensarlo, me la volví a enterrar hasta la garganta.

– Mmmmm que bien lo haces Mariana, eres una comevergas de primera, ninguna puta, ni siquiera de las de paga, se había logrado tragar toda mi polla hasta ahora.

Me cogió con las dos manos por la cabeza y siguió cogiéndome la boca, el placer que sentía era maravilloso. Empecé a notar la llegada de su orgasmo.

– Ahhh… espero que te guste la leche de macho, porque te voy a dar… ahhh un poquito…

Pareciera que hacía varios días que no se corría y tenía lo huevos repletos, sentí su cuerpo temblar. Sabía que iba a correr, que me iba a llenar la boca, estaba esperándola.

Pero no fue así, cuando estuvo a punto de correrse, sacó su polla de la boca y se corrió sobre mi cara, empecé a sentir los calientes chorros de semen estrellarse contra ella, lo escuché gemir de placer mientras iba bañando mi cara con su espesa esencia y los dos últimos me los tiró en la boca, metiéndole media polla dentro.

Y cuando el espeso néctar bajaba por mi garganta, me empecé a venir como loca.

– Que rico papi, dije fuera de mí, – que rica esta tu verga

Él me miraba, con una perversa sonrisa en los labios, me levantó y algunas gotas de semen caían de su cara sobre mis tetas.

– Estás preciosa, dijo, – No hay nada que resalte más la belleza de una zorrita que una buena corrida en la cara.

Él no se pudo resistir me besó, con pasión, invadiendo su boca con su poderosa lengua. Llevó sus manos a mis nalgas y las estrujó, apretándome contra él, su cara también se llenó se su propio semen, pero no le importó. Sólo le importaba aquella boca, aquella lengua y aquel culito que tenía entre las manos.

– Vamos a la cama, preciosa, dijo cuando dejo de besarme, – Vas a saber lo que es que te coman el coño como es debido, nada más al escuchar eso mi coño se empezó a mojar y mi cuerpo se estremeció

Al llegar a su recamara me hizo acostar en su cama.

– Joder…pareces una diosa, abre bien tus piernas putita., ordeno.

Obedecí sin rechistar, quería complacerlo, quería que lo hiciera nuevamente, que me hiciera disfrutar, ser toda una puta; Ví como se subía en la cama y se acostaba entre mis piernas, todo mi cuerpo se estremeció cuando su lengua lamió la rajita de mi coño.

No tenía voluntad propia, estaba totalmente sometida a aquel hombre y eso me hacía sentirme como una…zorra, una puta y me encantaba

– ¡Aaaah!, grite de placer cuando él atrapó mi clítoris entre sus labios y le dio golpecitos con la lengua, lleve mis manos a su cabeza y la aprete contra mi vagina, – Sigue papi, sigue no te detengas, no dejes de comerte a tu puta, le gritaba, lo que hasta hace unos minutos era un chantaje, ahora era una entrega absoluta

– Mmmm que rico sabe tu coño, preciosa, me encantan que sepan saladitos.

Aquella lengua fuerte y suave a la vez me estaba volviendo loca. Mi vagina no dejaba de manar jugos que él se bebía.

De repente, sentí que Rogelio me había metido un par de dedos en el culito.

– Putita se nota que te lo han perforado mucho, me dijo

– Siii!! Me encanta el sexo anal, le dije desaforada, – méteme tus dedotes, ¡así que rico!

-Pues siendo así putita te lo terminare de romper. Un culazo como el tuyo se merece que le metan verga a diario.

Aprete con más fuerza su cabeza contra mí coño y me corrí en su cara, con todo el cuerpo atravesado por intensas oleadas de placer.

-¡Ahhhg hijo de… putaaa, que ricooo!

Él no dejó de lamerme y de follarme el culito con sus dedos mientras me corría. Su boca llenó de jugos, una vez más en mi vida tuve un rico squirt y lo hice en su boca.

Me quedé agotada sobre la cama, con mi respiración agitada.

– ¿Por dónde quieres que te meta la polla, preciosa?, Lo miré, esa forma de hablarme de alagarme y después sobajarme me excitaba demasiado.

Él estaba de rodillas en la cama, se había desnudado y su enorme polla y sus pelotas se veían deliciosas. Vaya dilema mi culito lo deseaba, pero también mi puta vagina.

Llevé mis manos a mi vagina y la abrí, ofreciéndosela, ya no podía caer más bajo, abriendo mi coño para que aquel hombre que me estaba “chantajeando” me cogiera, el entendió el mensaje.

-Bien así que la putita de la presidenta quiere que la coja por delante, pues por tu puchita será.

Y sin más preámbulo me la enterró de una estocada, hasta el fondo, de golpe me volví a sentir tan llena de repente, me encantaba volver a sentir una enorme verga dentro de mí, empezó a cogerme salvajemente, metiéndome la polla hasta el fondo, sacándola más de la mitad y volviendo a meterla hasta el fondo, estaba gozando tanto como lo había hecho con los rusos, este hombre me trataba con dureza, como a una perra, como una puta, Dios, quería que nunca terminara, lo miré con los ojos entornados por el placer.

– ¿Te gusta verdad? Te gusta cómo te follo. ¿Verdad zorrita?

– ¡Aaaah!, grite de placer

– Dímelo. Dime lo que ya sé.

– ¡Mmmm¡, no quería contestar

– ¡¡¡Dímelo!!!, me exigió

– ¡¡Síii… cabrón!! Me estás volviendo loca de placer… aggg me estás matando con esa enorme polla… cógeme, cógemeee!

No pude seguir gritando porque me tapó la boca con la suya, arremetiendo su verga aún más fuerte, más rápido, más duro, haciéndome venir una y otra vez.

Cuando de repente me sacó la polla, se sentí vacía, la quería otra vez dentro de mí, la necesitaba.

– Date la vuelta, putita. Ponte como la perrita que eres.

Obedecí enseguida, quería otra vez esa polla dentro de mí no me importaba donde, ni como, sentí su verga entrar nuevamente en mi vagina y un par de dedos jugar en mi ano.

– No me la vuelvas a sacar papi, le pedía fuera mis cabales, – que rica vergota tienes, sigue cogiéndome, ¡¡¡por favor!!!

– Calla puta aquí el que manda soy yo, dijo dándome una azote en mis nalga

– Que ricooo!!

– Ya te cogí por la boca, te la estoy metiendo por tu coño y dentro de poco te voy a follar el culo, dijo al tiempo que lo empezó a coger con su dedo.

– Siii, soy tuya, tu puta, tu esclava, somete a tu gusto, le gritaba,

No había dudas en solo unos días me había transformado en una puta, adicta al sexo y las drogas y también era una sumisa

Plas!!!

Me volvió a azotar con la mano abierta en la nalga, no fue dolorosa, sino todo lo contrario y me corrí nuevamente, Dios me había vuelto multiorgásmica

– Que rica verga tienes cabrón, métemela mas no pares, me encanta ser una puta.

Así lo hizo, me estuvo cogiendo duro y sin piedad por un buen rato, mi vagina estaba que no cabía de gusto, era un gran océano de lo mojada que estaba, no paro de darme verga, ni dejo de meter sus dedos en mi ano, era un maldito semental.

– Así, sigue cabrón me matas, que rico me tu verga, ya no me importaba nada, – seré tu puta siempre, ¡Pero no me dejes de meter tu vergaaaa!

– Jajaja! Así me gusta, una buena puta tiene que pedir que le den verga a gritos, decía mi chantajista, sacando sus dedos del ano, para tomarme de las caderas y clavarme su falo de manera frenética, hacia que arqueara mi espalda.

El orgasmo que se estaba formando en mi cuerpo iba a ser el definitivo, me iba a destrozar; Llegó como desde lejos, como un tren de mercancías que se acercaba a toda velocidad, y grité, fue un grito fuerte, que me salía del alma, mis manos se cerraron sobre las sábanas, apresándolas con fuerza.

Me vine en una corrida larga, muy larga, como si fueran oleadas, no podía respirar, mi vagina apretaba con fuerza su polla, como queriendo devorarla, mi ano se contraía, como un pez cuando lo sacan del agua, mi ano deseaba algo dentro.

Rogelio ya no pudo aguantar más, su grandiosa verga me empezó a llenar con fuerza mi vagina, que al sentir aquellos chorros hirvientes dentro, volví a correrme con un fuerte squirt sin que mi orgasmo hubiese terminado. Fueron varios y largos chorros enviados a lo más profundo de mi ser.

Cuando el orgasmo terminó, mi cuerpo no me respondía. Casi pierdo conocimiento y caí de bruces sobre la cama, estaba toda desmadejada. Rogelio solo veía como me corría, se sentía orgulloso de haberme hecho suya, de haberme doblegado.

Ya no podía más, no tenía fuerzas, cerré mis ojos; Sentí como me empezó a acariciar con dulzura y sin prisas, esperó a que me recuperara, a que mi respiración poco a poco volviera a la normalidad.

Abrí los ojos y vi a Rogelio, a aquel hombre que casi me había matado de placer, él también me miraba, bajé la mirada a ver a esa maravillosa verga que me había hecho disfrutar y vi como empezaba a bajar, pero seguía siendo enorme.

Y dijo algo que me dejo helada

– Me parece que mis socios te han logrado convertir en toda una puta.

Continuará…

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