Estaba mirando el móvil en la cama, observando las fotos que Sergei me había enviado cuando su sonido me sobresaltó, me quedé mirando unos segundos hasta que al final reaccioné, era Cesar mi marido, tosí, me aclaré la voz y contesté la llamada.
– Hola, cariño
– Hola mí amor, buen día ¿Que tal tus días solitarios en el paraíso? ¿Has podido arreglar los problemas de la comunidad?, me pregunto mi marido.
Me puse nerviosa no sabía que contestar.
– No, aún no, conteste tratando de calmarme un poco, el día de ayer me presente en el lugar, pero no pudieron atenderme, claro que me atendieron muy bien, pensé, quedaron de concertarme una cita pronto, dentro de esta semana.
– Ok mami, mucha suerte, sé que podrás solucionar los inconvenientes de la comunidad.
¿Mami? ¿Cuándo había dejado de ser mi amor, cariño o Mariana? ¿Cuándo había dejado de ser su mujer para convertirme en solo MAMI? Aunque me molesto un poco, dejé pasar ese comentario.
Estuvimos un rato hablando de tonterías y en un momento de la plática, me dijo que el trabajo se extendería una semana más de lo previsto y como yo no había terminado mis gestiones en la comunidad, me quedaría unos días más sola y después vendría acompañarnos al departamento ya que él le envió a mi hija un boleto de avión para que llegara el fin de semana, que estaba aún presentando exámenes de final de ciclo escolar.
Unos días más, para que que yo disfrutaría relajándome y terminar lo que había venido a hacer, arreglar los asuntos de la comunidad, o al menos eso pensaba, aún no sabía cuanto más cambiaria mi vida en esos días.
Después de colgar, me estiré en la cama y noté como me dolía cada parte de mi cuerpo, la noche anterior me estaba pasando factura, aparte de una resaca tremenda por mi poca tolerancia al alcohol y al consumo de estupefacientes, al levantarme de la cama me costaba andar y mi ano parecía que tenía todavía una verga dentro, de lo abierto que lo tenía.
Me dirigí al baño, al mirarme al espejo me asusto mi aspecto, tenía los ojos muy enrojecidos, el pelo sudado y pegajoso, sin más me metí bajo la ducha y el agua caliente fue despertando mis sentidos.
Fue muy relajante, el agua recorría mi cuerpo como si fueran miles de manos tocándome, lo cual me recordó la noche anterior y un poco de calor llego a mi rostro, recordé como Sergei me masturbo y me llevo a la gloria en un instante, me empecé a enjabonar y a recorrer mis manos sobre mi cuerpo y al tocar mis pechos note que mis pezones se pusieron duros, me los pellizque y sentí un calambrazo de placer, la esponja fue bajando y el jabón llegó hasta mi vagina que también seguía muy abierta y sensible, el simple roce de la esponja hizo que me calentará de nuevo, mi clítoris estaba muy hinchado y mi ano me dolía con la sola presión de la esponja, al frotarlo y retirar los restos secos de semen, empecé a fantasear con lo ocurrido la noche anterior.
Las imágenes se sucedían en mi cabeza, Sergei cogiéndome como mi marido nunca me lo había hecho en todo nuestro matrimonio, tan solo recordar cómo me metía ese monstruo que tiene por pene me empecé a calentar, Irina esa rubia espectacular Dios nunca había estado con una mujer pero como me hizo gozar y además Alexey y el otro tipo Dimitri, creo que así se llamaba, con esa triple penetración que me hicieron, mi mente estallo en un éxtasis, no podía ni creer lo que había pasado, como me habían utilizado, como había disfrutado, sus pollas a mi alrededor, como les hacía una mamada sin ningún remilgo, como habían desvirgado mi culo y me había corrido como nunca, desde luego el Popper era un artículo muy peligroso, sumado al alcohol y la coca, me había convertido en una p…, si en una PUTA, esa era la palabra que mi mente no quería pronunciar.
Un poco de conciencia me llego y empecé a llorar, como pude ser tan tonta, yo toda una esposa fiel y madre de familia me dejé llevar por mis instintos más básicos, tenía que arreglar todo esto (ilusa de mi).
Salí de la ducha y todavía dolorida, me vestí, mis pezones muy sensibles e irritados solo me permitieron colocarme un caftán muy ligero de gasa casi transparente, que venía a juego y de regalo, con un bikini que me había comprado, nunca lo había utilizado para bajar a la playa, era demasiado transparente y más que tapar enseñaba, pero estaba sola y mis pezones no podían soportar nada más, me quise poner unas braguitas y el simple roce del algodón con mi vagina y ano, los sentí tan irritados que hizo que me las quitara inmediatamente.
Sólo con la prenda de gasa como indumentaria me fui a la cocina, al pasar por el pasillo, vi mi reflejo en el espejo y me sorprendió, mi cuerpo estaba totalmente expuesto a través del tejido, mis grandes pechos, parecían más grandes aún, los tenía hinchados y erectos, se marcaban perfectamente los pezones y mi escaso vello púbico se veía sombrear, me sentía muy atractiva, tanto que durante un rato estuve mirándome y girándome ante el espejo.
Ya en la cocina, me preparé un desayuno ligero, al sentarme en un banquillo de la barra de la cocina, noté mi culo muy dolorido y tuve añadir a mi desayuno un par ibuprofenos, que bajarían la inflamación.
Me sentía mal por cómo me había comportado la noche anterior y decidí descansar ese día en casa, además que no quería que me preguntaran acerca del asunto de la comunidad, tenía que reacomodar nuevamente mi vida. Trate de descansar el resto del día y dar una manita de gato al departamento.
El dolor se fue mitigando, aunque sentía molestias, mi mente recordaba cómo había gozado horas atrás, esa noche tratando de descansa en mi cuarto, mi cuerpo me traiciono, ya que empecé a sentir la necesidad de estar gozando como la noche anterior ¿Por qué? Si hasta ahora solo me contentaba con un sexo tradicional y cortito, Dios como deseaba que me volvieran a meter esas vergas rusas, después de experimentar el placer con mayúsculas, deseaba volver a experimentar esas sensaciones, mis manos empezaron a tocar mis pechos y pellizcar los pezones de manera automática.
– ¡Aahhh!, estaba fuera mí, trataba de recordar como fue que me los tocaba Sergei y una de mis manos empezó a deslizarse hacia mi vagina y aunque me dolía un poco al momento de tocar mi clítoris me llego un orgasmo tan grande que el dolor se tornó en un gran placer, me empecé a masturbar como una poseída.
Deseaba que Sergei estuviera cogiéndome en ese momento, sentir su rico falo entrando y saliendo de todos mis agujeros, estaba loca de placer, me vine unas tres veces más.
Definitivamente mi antigua vida sexual me iba dejar muy poco satisfecha, pero claro Cesar, mi marido, es a lo que me tenía acostumbrada y no podía de un día para otro, encontrarse con una loba sexual. Estaba más que claro ese tenía que ser mi secreto, yo era una mujer normal, tradicional y respetable (aún lo creía), que simplemente había tenido una noche loca.
Al día siguiente terminado el desayuno, aún con un poco de dolor por lo sucedido un par de noches atrás, trate de comunicarme con Sergei para terminar el asunto de la comunidad, pero me dijo que ese día no me podía atender, así que me comunique con mi marido para saludarlo y saber cómo estaba, pero con el exceso de trabajo que tenía solo fue una llamada muy corta (como el sexo con él), me sentía apenada con él por todo lo que me estaba pasando, le mande mensaje a mi hija, me contesto más tarde anunciándome que termino los exámenes ese día, así que cambio su vuelo y que al día siguiente estaría en el departamento, me alegró y me preocupó a la vez, ya que tenía menos de un día para resolver mi dilema, tendría que tomar el toro por los cuernos e ir nuevamente a buscar a Sergei en el bar esa noche.
El día estaba caluroso y solo traía puesta bata ligera y semi transparente, total no saldría hasta muy tarde, además que aun sentía cierto escozor en mi vagina y ano, fui a la cava del departamento y me serví una copa de vino para relajarme y me deje caer en el sofá de la sala, eran las 12 de la mañana y el sopor hizo que me quedara de nuevo dormida.
Al rato me desperté sobresaltada, estaban llamando al timbre de la puerta, mire el reloj y eran las 4 de la tarde, un poco atontada me dirigí a la entrada y miré por la cámara del timbre, para ver quién estaba llamando, era una chica rubia, alta que me resulto familiar, pero no acertaba a recordar quién era, entreabrí un poco la puerta y asome la cabeza.
– Hola, soy Irina ¿Te acuerdas de mí?, me dijo la rubia con un notable acento ruso.
En ese momento el recuerdo de los besos que nos habíamos dado me hizo subir los colores, pero claro que no la reconocí la última vez que la vi estaba totalmente desnuda y hoy esa rubia espectacular iba vestida con una minifalda muy entallada que le llegaba a medio muslo y una blusa negra que hacían resaltar sus hermosos pechos un par de tallas menores a los míos, su pelo recogido en una coleta parecía una chica normal, con las gafas de sol sobre la cabeza y un gran bolso deportivo colgado al hombro.
Yo debía tener cara de tonta, ruborizada y solo con la cabeza asomada fuera de la puerta, entonces volví a escucharla.
– Mariana estás bien, ¿ese era tu nombre no?, volví en mí, y entreabrí un poco más la puerta.
– Si, perdona estoy un poco aturdida, me había dormido un rato.
– No importa, me dijo, lo entiendo, acabo de salir de trabajar del Sex Shop, pero acordándome de la fiesta de la otra noche, y pensando que quizás no estabas muy acostumbrada, decidí pasarme por tu casa para traerte algo que creo que te vendrá muy bien, metió la mano en su bolso y sacó un pequeño bote de color rosa.
– Mira esto es una crema calmante, tiene rosa mosqueta y aloe, creo que te refrescara y bajara la inflamación que seguro aún tienes.
Sin acordarme de cómo iba vestida, abrí del todo la puerta, y me acerque a coger el tarro, Irina en ese momento me miro de arriba abajo, con una sonrisa se quedó mirando mis pechos, que se marcaban en la bata, todo mi cuerpo se trasparentaba a través de mi bata, intentando tapar mi desnudez, me eche un poco hacia atrás para no quedar tan expuesta, y ella lo tomo como una invitación a entrar, ya que yo ya no le franqueaba la puerta.
Una vez ella estuvo dentro y para que ningún vecino me pudiera ver semidesnuda cerré la puerta, ella volvió a coger el tarro de mis manos y se dirigió al salón, empezó a contarme, que la crema no me provocaría ninguna reacción alérgica, que era un producto que se vendía mucho en la tienda y que no solamente era buena para después de una buena sesión de sexo, sus propiedades calmantes me vendrían de perlas para después de tomar el sol, por ejemplo.
Irina hablaba de sus productos, como si de una promotora de la perfumería de Liverpool o Palacio de Hierro se tratara, para ella hablar de sus propiedades era lo más natural, yo la seguí a la sala y al sentarme a su lado, note de nuevo un poco dolor en mi culo y mi vagina, mi cara tuvo que cambiar y el gesto de dolor tuvo que ser claro, ya que ella dejo de hablar y con una sonrisa me dijo:
– Acuéstate, esto te hará mejorar en un momento.
Yo como si estuviera hablando con mi médico, hice lo que me decía, era tal la confianza que me inspiraba y el dolor que sentía (en ese momento me estaba arrepintiendo de la sesión masturbatoria que tuve la noche anterior), que no me lo pensé dos veces, lentamente me eche hacía atrás, quedando recostada en los cojines de cara a ella. Irina, me abrió un poco las piernas y se sentó en medio, lentamente me fue abriendo la bata, hasta dejar mis pechos al descubierto, era una locura, estaba completamente expuesta a una total desconocida y no sentía ningún pudor, es más notaba como un calorcito muy agradable me subía desde la entrepierna.
Ella sin dejar de sonreír, abrió el bote, metió tres dedos y con ellos embadurnados en un gel rosa se acercó a uno de mis pechos, lentamente y con mimo fue rodeando mi aureola y mi pezón que, aunque duro y sensible después del maltrato recibido en días anteriores, agradeció la sensación de frescor que me produjo de forma inmediata.
Irina no dejaba de mirarme a los ojos y yo me sentía prisionera en esos ojos azules, fue ampliando sus refrescantes caricias, hasta masajear por completo esa teta, ya no solo empleaba sus tres dedos sino la mano entera, el masaje era muy agradable, en un momento note que paraba y mire de nuevo su mano, simplemente volvía al tarro rosa para recoger más gel y emplearse con el mismo mimo en mi otro pecho, ansiaba su contacto y al recibirlo deje de mirarla a los ojos y entrecerré los míos.
Era increíble como me estaba dejando tocar por una mujer, una desconocida que sabía perfectamente lo que necesitaba.
– ¡Mmmm!!!, gemí al contacto de sus manos
– Veo que estas empezando a sentirte mejor, me dijo ella, yo solo asentí con mi cabeza si abrir mis ojos.
¿Cómo era posible? Yo una mujer normal, madre y esposa mojigata, hasta hace 2 noches jamás había tenido más contacto sexual que con mi marido y nunca de los nunca había pensado en una mujer, ahora me estaba dejando masajear por una rubia espectacular llamada Irina, que anteriormente me había penetrado con su lengua, con sus dedos y con un aparato enorme atado a su cintura, era una locura.
Cuando terminó de masajear mi otra teta, abrí los ojos, la quemazón había desaparecido, mis pezones, aunque erectos por el contacto y el frescor, ya no me dolían, la vi levantarse y arrodillarse junto al sofá, al mirarla me di cuenta de que no llevaba sujetador, sus pezones también estaban duros y se transparentaban a través de la camiseta, en ese momento sonó su móvil, se puso de pie y me pidió disculpas por contestar, de su conversación pude deducir que alguien le estaba cancelando una cita.
– Perdona, esta tarde tenía una reunión de Tupper’s sex, concertada desde el sex shop y me la acaban de cancelar, parece ser que no han podido reunir al suficiente número de chicas, y lo han aplazado para la semana próxima, me dijo.
Yo me quede mirándola sin saber que decir. No sabía que era una reunión de Tupper’s sex, ella entendió perfectamente mi cara y acercó su bolso, arrodillándose de nuevo junto a mí, metió la mano y empezó a sacar varias cosas dejándolas en la mesita de centro de la sala, entre ellas había una cajita blanca, que parecía un estuche de joyería, al abrirlo sobre un terciopelo rosa aparecieron dos canicas metálicas, del tamaño de nueces.
– Una reunión de Tupper’s Sex, comenzó a hablar, es una reunión de amigas, a la que invitan a una experta en productos eróticos, en este caso yo, de forma amena y con un café les voy enseñando las últimas novedades en productos de nuestro sex shop, aconsejándolas como utilizarlos y recomendándoles los productos que más salida tienen según sus gustos.
Mi cara parecía un poema con su explicación y más aun viendo todo el material que estaba sacando de su bolso, no sabía dónde esconderme, me estaba poniendo más roja si es posible de la excitación, ya que vi un par frasquitos que se me hicieron conocidos, ya que fue el producto que me transformo; Popper.
– Esto primero que te he enseñado son unas bolas chinas, sirven para darte placer con sus movimientos y para fortalecer las paredes de tu vagina, sobre todo si has tenido niños.
Incrédula tome la cajita y las saque, pesaban un poco, al chocar entre ellas producían un sonido metálico.
Irina me miró y dijo:
– Quizás quieras probarlas, tengo tiempo, ya que me han cancelado mi cita y como veo que no conoces mucho estás cosas, ya que estoy en tu casa, puedo hacerte una reunión privada y así justifico mi tiempo fuera de la tienda.
Nerviosa como estaba no supe que contestarle así que tomo de mis manos el par de bolitas y me dijo:
– Mariana, verás como te gusta, además como tenemos la crema aquí, puede ser una forma estupenda de refrescar tu irritada vagina, acuéstate de nuevo, me dijo guiándome, sentí que la tela de mi bata se quedó pegada por el gel a mis pechos, dejándolos más marcados si cabe.
Cogió las bolas, las embadurno en el gel y se acercó a mí, me abrió un poco las piernas, cogiendo una bola entre sus dedos y acercándola a mi vagina, la pasó suavemente por mis labios vaginales, de arriba a abajo, hasta que note una pequeña presión que enseguida dio como resultado que la bola estaba en mi interior, la sensación fue muy extraña y refrescante, inmediatamente cogió la otra bola y realizó la misma operación, la paso por toda mi raja y después de una leve presión, también mi vagina la engulló sin ningún problema, al entrar la segunda, note como un leve choque en mi interior, que volvió a producir una oleada cálida en mí.
– Levántate un momento Mariana, para que notes el movimiento en tu interior, se levantó y dándome la mano me ayudó a incorporarme, al ponerme de pie, mi bata seguía abierta dejo expuestos mis pechos y mi vagina.
Las bolas en mi interior pesaban y tiraban de mi vagina hacia abajo, yo tenía que contraerla para evitar que se salieran y eso hacía que rebotaran en mi interior, produciendo un cosquilleo que iba calentándome.
– Aaahh!, exclame generando una sonrisa en el rostro de Irina
– Vuelve a tumbarte, me dijo y obedecí dócilmente
De la mesa tomo otra cajita, esta vez metálica, la abrió y en su interior una especie de punta con una base brillante.
– Esto es un plug Mariana, me comento, es pequeño, sirve para dilatar y estimular el ano.
Yo la mire asombrada, sin embargo, ella sonrió y continuo con su explicación.
– Pero en tu caso como veo que todavía lo tienes dilatado, supongo que, la penetración de la otra noche fue tu primera vez, dijo mientras me moría de vergüenza.
– Lo podemos embadurnar también con gel y te calmara por dentro, para que no te duela al introducirlo.
En ese momento me dijo algo que volvía a cambiar lo que iba a suceder esa tarde.
– Si quieres te puedo dar a oler un poco de Popper, al momento que tomaba uno de los frasquitos.
Popper, era la palabra mágica para una mujer que, como yo, se había dejado llevar hasta la locura hace unas noches, me había gustado y quería volver a experimentar la misma sensación, me sentía segura con Irina, estaba en mi casa y en mi sofá, (que podría pasar).
Yo asentí con mi cabeza y tomando un frasquito de la mesa, lo destapo y me lo dio a oler, de nuevo el olor dulzón a acetona y al mismo tiempo ese calor que empezó a recorrer en mi interior, una sensación de euforia me empezó a invadir.
– Wow, que delicioso es esto, comente fuera de mi
– Bien Mariana lo hiciste muy bien, me dijo a la vez que me ofrecía nuevamente el frasco, aspira dos veces por cada orificio y recuéstate.
Y así lo hice sin detenerme a pensar, me sentía tan bien, relajada, eufórica y desinhibida, Dios me sentía nuevamente excitada y deseaba coger y que me cogieran
Irina tomo el plug y lo mojo en el gel, pero no me lo metió, lo paseo por toda mi raja, subiendo y bajando, hacía presión en mi clítoris y lo bajaba hacia mi ano, volvía a acariciar mi clítoris, yo abrí más las piernas, el placer me estaba embargando.
Vi en ese momento como tomo el plug con sus dedos, cual si fuera una pequeña verga empezó acariciarlo, sus dedos se fueron llenando de gel, cuando considero que tenía el suficiente gel en sus dedos empezó a estimular mi ano con ellos.
Sus dedos resbaladizos por el gel iban abriéndose paso por mi ano, sentía como golpeaba con ellos desde mi recto el par de bolas chinas dentro de mi vagina.
– Dios que placer, reconocí y en ese momento me beso, el cual yo correspondí como si no hubiera un mañana. No había duda me encontraba en el séptimo cielo.
Irina me estaba volviendo loca y adicta al sexo lésbico, me acerco de nuevo el frasquito y lo volví a oler dos veces más, ella seguía estimulándome anal y vaginalmente, al mismo tiempo que su boca devoraba mis pechos.
– Oh, sigue así puta rusa, no dejes de comerte mis tetas son todas tuyas, yo estaba muy caliente para pensar en otra cosa, ella volvió a mojar el plug y esta vez lo puso en mi ano y con una leve presión me lo introdujo, al mismo tiempo lo iba girando y las sensaciones en mi interior se iban multiplicando y lo dejo allí.
– ¡Que ricooo!, grite fuera de mi.
– ¿Te gusta Mariana?, pregunto mientras empezaba a masturbar mi clítoris y con sus dedos de la otra mano jugaban con las bolas chinas dentro de mi vagina.
– Si, si, ¡SI!… ¡Me encantaaa! No te detengas, esa presión me estaba volviendo loca y al mismo tiempo las bolas se hacían más presentes, chocando entre sí y con el plug.
– Eres una buena putita, me dijo con una sonrisa maliciosa.
Subió una mano a mis pechos y pellizco un pezón, arquee la espalda, al mismo tiempo seguía acariciando mi coño con la otra mano, mi clítoris, me metía un dedo, luego dos, con ellos empujaba las bolas más dentro de mí, acariciaba el plug desde dentro era una sensación rara pero muy placentera.
– Me voy a venir, gritaba cuando me llego el orgasmo, un orgasmo, que me dejo toda desmadejada y temblorosa en el sofá.
Había tenido un orgasmo con una mujer, una mujer me había acariciado hasta hacerme perder el control y había conseguido que me corriera. Era una locura, a mí no me gustan las mujeres, pero Irina estaba cambiando eso, era toda una zorra experta en hacerme disfrutar.
Sin dejarme respirar y de improviso Irina metió su cara entre mis piernas y empezó a comerme, no, a devorarme mi rajita, mis fluidos no dejaban de salir y ella parecía querer beberme entera, y yo todavía con las piernas temblando del orgasmo anterior, no solo la deje hacer, sino que las abrí más para que me tomara toda.
– Mmmm, gemía, mientras ella me devora.
Me restregaba con su boca, me agarre yo misma los pezones y los pellizque, tire de ellos y tuve otro orgasmo que me hizo cerrar las piernas alrededor de su cuello, pero ella se hacía fuerte entre ellas y seguía chupando, mordiendo, metiendo los dedos.
– Gózalo putita, tu coño está muy mojado y delicioso, me dijo sin dejar de comerme, ya no me importara que me llamara así, es más me gustaba y me daba más placer.
De repente escuche caer algo sobre mesita, el sonido me sobresalto, al voltear vi a Dimitri (en qué momento había entrado) esparcir sobre el vidrio, el mismo polvo blanco de coca que termino por volverme loca, y empezó a cortarla haciendo varias líneas y esnifo un par de ellas, estaba tan metida en mi placer que no me importo que ese ruso de verga gorda hubiera entrado a mi casa a drogarse.
– Я вижу, тебе весело, можно я присоединюсь к вечеринке?
Escuché que dijo Dimitri al momento que sacaba su grueso falo todo erecto y se lo jalaba para dejarlo más duro si era posible tal cosa, se veía esplendoroso, se acercó a mi ofreciéndomelo en la boca y sin dudarlo lo empecé a besar y lamer.
Irina que en eso momento seguía con la comida de coño más rica que me habían dado en mi vida, metió un par de dedos en mi mojada vulva, volviéndome toda una perra, y empecé a mamar con intensidad esa gruesa verga, apenas cabía en mi boca, pero deseaba tanto comérmela.
En eso sentí que algo salió de mi interior, era una de las bolas, había conseguido sacármela con los dedos, al poco tiempo la otra también salía, dejado un vacío en mi interior, Irina con sus dedos mojados por mis fluidos los llevo a una de las líneas de coca que había dejado Dimitri en la mesa y se lo embadurno con ese maravilloso polvo, los acerco a mi rostro y pare la felación que en ese momento hacia a Dimitri para lamer esos dedos con coca, Dios yo me consideraba una mujer normal hasta hace unos días y en solo 2 noches me estaba volviendo una PUTA y lo peor adicta a la coca y al maravilloso Popper.
Pero solo fue un momento de conciencia, ya que al probar esos deliciosos dedos quede extasiada que me baje del sofá y poniéndome en cuatro patas me acerque a la mesita e inhale una línea e inmediatamente empecé a sentir su efecto, ya que mi calentura aumentó.
Dimitri que aprovechó mi posición en ese momento empezó a meterme su gruesa verga en mi vagina, la cual a pesar de que estaba muy estimulada por la deliciosa mamada que me dio Irina, le estaba costando entrar
– ¡Me duele, Dimitri! ¡Por favor, retírate! ¡Échate para atrás! ¡Aayyyh! ¡Aauuch! ¡Dueleee! ¡¡Dueleee!!, le pedía y me quejaba.
Aun así, sentí cuando los estirados labios vaginales cedieron, dándole la entrada a ese monstruoso miembro
– ¡Ay, Diosss! ¡No puedooo! ¡No la aguantooo! ¡Sacalaaa!, graba de dolor, pero no lo hizo
El empezó a realizar un lento movimiento coital, el dolor era demasiado.
– Es…, Espera…, De… Déjeme ahí un ratito… Ne… Necesito adaptarme, le pedí, aceptando mi desgracia, ¡No te muevas, pinche ruso! ¡Aaayyy! ¡Por favor no te muevas!
– ¿Como la sientes, puta? ¡Quiero empezar a moverme dentro tuyo! Quiero que me digas como me la sientes, exigió saber el ruso orgulloso de tenerme ensartada.
– Grande… Es demasiado… Te… Te la siento bien parada dentro mío.
– ¡Jejeje! ¿Qué dijiste, putita? No te escuché, me consultó el muy patán, disfrutando de lo que le decía ya casi desmayada.
– Que la tienes muy grande…, grite desaforada
Irina se acercó a mi dándome un beso, tierno y erótico y me dijo.
– Mariana con esto te consagras de puta, has recibido una de las vergas mas gruesas en tu vida, volvió a besarme y al tiempo que acercaba un frasco de Popper y lo inhalamos entre las dos, haciendo olvidar ese grueso miembro en mi vagina y excitándome sobremanera.
A esas alturas, Dimitri, había empezado a meter y a sacar su verga con un poco más de fuerza y velocidad, vulnerando aún más mi mente. Pues al estar pendiente de cuanto ahondaba la verga, para que no me lastimara mucho había comenzado a poner atención en la deliciosa fricción que se originaba con ese acelerado mete y saca.
– ¡Oh Dios! ¡Diooos! ¡Tu… ¡Tu pene… es… es enorme!, exclamé por fin, sin poder aguantarme y sin más comencé a mover la pelvis, soltándome e intentando buscar el mismo ritmo con el que me metían la verga.
– ¡Ohhh putitaaa…! ¡Que rico que te comiste mi vergaaa…!!, escuche decir a Dimitri
– ¡Ayyy…! Mmmm ¡Ufff…! Ayyy, Siiii…! Ohhh…!! ¡¡Dios…!! ¡¡¡Diossss…!!! ¡¡¡Diooos…!!!, ya gritaba audiblemente por cada feroz vergazo que me metía el ruso.
Irina, sin dejar de besarme empezó a hurgar en su bolso y con dificultad, saco un consolador de él, pero no era un consolador normal, era como dos penes unidos por la base, el tamaño era enorme, cada una tenía un tamaño de unos 20 centímetros y un grosor de más de tres dedos, con él en la mano, se acercó a mí, empezó a acariciar la cara y beso mis labios nuevamente, nunca hasta un par de noches había tenido algo con una mujer y esto era maravilloso, nuestras lenguas jugaban y nos acariciábamos.
Se separó un momento para quitarse su blusa unos pechos grandes, pero más pequeños que los míos aparecieron, tenían un tono tostado, igual que el resto de su cuerpo, con unas aureolas oscuras por el sol y unos pezones pequeños y duros. Los acaricié con los dedos, eran los primeros que tocaba en mi vida y comprendí que no serían los últimos, con un movimiento ágil, se bajó la falda, no llevaba ropa interior, estaba totalmente depilada y su coño al igual que sus tetas era de color tostado, seguramente hacía nudismo o se bronceaba en alguna cabina
-Mariana…a ver que tal te comes tu primer coñito., comento Dimitri
-Sí zorrita. A ver qué tal me comes el coño, dijo Irina abriéndose de piernas.
Ella acerco su vagina a mi boca y sin dudar un instante la empecé a devorar me pareció riquísimo tenía un olor fuerte pero un sabor muy agradable, sentí que Irina me ponía sus manos en la cabeza y me apretaba contra ella.
– Aggg que rico…vas a ser una estupenda…comecoños…, la escuche decir
Dimitri en ese momento acelero sus movimientos y me volví loca, cosa que la rubia me agradeció
– No pares Mariana… sigue putita, lo estás haciendo excelente, aaah!
Me estaba cogiendo muy fuerte y el placer que me daba había hecho que dejara de lamerla. Así que me cogió por el pelo y me llevó otra vez a su vagina, Dimitri le había metido la polla de un solo estacazo en mi coño y con el plug moviéndolo en mi culito, me cogía muy rudo, fuerte, haciendo que con cada envestida mi cara se pegase más contra el coño de Irina, ella gemía de placer y yo también, pero mis gemidos quedaban ahogados en su vagina.
-¡Plas!!! Dimitri me dio una fuerte nalgada con su mano.
– Zorra. ¡Mira que dejarte coger y chupar la raja de un par de desconocidos! ¡Plas!
– ¡Aggg!, grite, nunca me habían nalgueado en mi vida
-Plas!!!, continúo haciéndolo sin piedad y me estaba excitando más, esforzándome a comer mejor la vagina de mi rusa
-Siii pégale papi!!, escuche a Irina decir, Que se entere de que no es más que una puta
– Plas
Me empecé a correr con los 'cariñosos' golpes, la polla enterrada en mi rajita y mi culito siendo penetrado por el plug, en mi boca el sabor del coño de Irina fue demasiado para mí, mi cuerpo se empezó a convulsionar, al ser atravesado por intensas oleadas de placer.
Tenía entre mis labios el clítoris de Irina en el frenesí orgásmico me entraron ganas de morderlo, pero sólo lo apretó entre mis labios, con fuerza.
– ¡Aggg que ricooo!!!, exclamo.
Todavía con espasmos de mi propio orgasmo, recibí en la cara la corrida de la rusa, en forma de ricos jugos que se bebí con placer, era el sabor más rico que había probado en mi puta vida, Dimitri no se corrió, sacó su enorme polla de mi coño, el cual goteaba de lo cachonda que estaba.
– Ahora tú, putita, dijo refiriéndose a Irina, – ponte en el sofá.
Se acomodo y con su mano tomo mi mano y la llevo a su entrepierna, note su humedad, su suavidad, su calor, me agrado el contacto, aún con mi poca experiencia con mujeres, empecé a recorrer su rajita con mis dedos, haciendo presión en los lugares que a mí me gustaban y con la otra mano seguía acariciando sus pechos, se inclinó y volvió a besarme, primero en el cuello, luego las orejas, acercándose cada vez más a mi boca, yo a esas alturas ya no sólo le acariciaba el clítoris, le metí un dedo, el calor de su cuerpo me agrado.
Dejamos de besarnos y mirándonos, lentamente fue introduciendo parte del consolador en mi vagina, notaba como me abría a ella, estaba tan lubricada que, a pesar del tamaño, no me produjo ningún daño, cuando ya llevaba más de la mitad, ella se fue introduciendo la otra parte en su vagina y empezó a moverse y seguí su ritmo, nos estábamos penetramos la una a la otra
– ¡Aggg mi amor!!! Que… rico me coges!!, grite con cada movimiento de penetración que nos dábamos con es consolador doble, nos seguimos besando.
Dimitri y entre embestida y embestida, me retiro el plug y estaba comiendo mi ano tan rico que me volví a correr, mis espasmos junto a sus movimientos hicieron que Irina también se corriera.
– ¡Ag cabrón! ¡Aggg, que ricooo!!!, grite
– Siii que bien me coges Marianaaa.
Dimitri dejo de comer mi culo y se levantó para masturbarse, cogía su pene con una mano y empezaba a moverla a lo largo, se acercó un poco más la punta de su pollón casi no tocó la nariz.
El seguía pajeándose frente a nosotras era muy cachondo y erótico, de la punta de su polla empezó a gotear líquido preseminal, el cual esparció por mis mejillas.
– Par de putas prepárense a recibir su baño de leche.
Dimitri aceleró la paja, se iba a correr en pocos segundos en nuestra cara.
– Levanten la cara, zorras.
Aquella gorda verga empezó a escupir, sentí en la cara potentes y calientes chorros de espeso semen, que me quemaban la piel, pero era delicioso, nos pasó la polla por la cara, esparciendo su leche y aprovechábamos para besarla como si fuera algo divino.
No sé cuántos orgasmos me dieron Irina y Dimitri esa tarde, está de más decir que lo volvimos a hacer varias veces, perdí la cabeza y hasta la conciencia, no supe en que momento se fueron, cuando me desperté cerca de las doce de la noche, estaba en el sofá de mi casa, con una colcha por encima, al incorporarme estaba aún desnuda mi bata no sabía en donde estaba, estaba toda embadurnada de gel y semen, no me dolía nada, me sentía bien, junto al sofá, estaba la crema, la caja de las bolas, el plug y una nota de Irina que decía:
Mariana fue una tarde deliciosa, eres una excelente putita, besos.
P.D. Habrá una Tupper’s sex mañana a las 3 de la tarde, anímate.
Continuará…